La delincuencia (II)

09/07/2006
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El debate sobre la delincuencia se ha tornado interesante. Varios lectores han escrito que lo reseñado por mi en el articulo anterior son puras excusas de los funcionarios policiales para no actuar. En realidad no funciona así. Si la policía hubiese detenido antes, sin flagrancia o testigos, a la banda que asesino a Simón Sáez Mérida, el Juez de Control o el juez de la Causa hubiesen ordenado la libertad por falta de elementos de convicción, como dice el Fiscal General, y los policías podían haberse metido en un problema por extralimitarse en sus funciones. Por supuesto que este tipo de situaciones no es nuevo. En el pasado se resolvía con la famosa Ley de Vagos y Maleantes, que era precisamente para eso, para detener a quienes viviesen de vagabundos, sin oficio conocido o a quienes se sabia que eran maleantes, pero no se contaba con las pruebas necesarias. Incluso muchos de ellos eran enviados a las Colonias Móviles del Dorado, en el corazón de la selva guayanesa y en donde una fuga era una sentencia de muerte segura. Pero esta Ley fue derogada porque el Estado y los cuerpos policiales de aprovechaban de ella para detener, sin juicio alguno, a quienes ellos quisieran, fuesen políticos, enemigos personales o por negocio. Es decir, el concepto no era equivocado, lo era su aplicación. Y es que en el incremento de la delincuencia ha tenido mucho que ver la descomposición de algunas instancias policiales. El mas publicitado ha sido el caso de los hermanitos Fadoul. Pero en lo personal he conocido muchos casos. Por ejemplo, un amigo fue secuestrado por una banda, que en su opinión, por el lenguaje y la actuación eran funcionarios policiales, y no fue liberado hasta que su esposa retiro de sus cuentas bancarias, incluyendo las de sus empresas, todo el efectivo disponible, que esa banda conocía hasta en el mas mínimo detalle. Otro caso que oí fue el de un supermercado en el Valle, creo que se llama Criollitos, que se le sustrajo una caja fuerte, o el de descuartizamientos en paraje algo solitarios de vehículos robados. Casos como esos hay muchos y nadie dice nada. Nos hemos convertido en el país de los tres monitos: “Yo no oí nada, Yo no vi nada, Yo no hablo nada” Precisamente, conocedores del tremendo impacto negativo que puede causar la descomposición de los cuerpos policiales, es que el imperio concibió y ejecuto un maquiavélico plan para infiltrar cuerpos policiales a través de sus miserables lacayos. De lo anterior me di cuenta cuando me entere de la muerte, en circunstancias sospechosas, de un profesional de la psicología, amigo de un familiar, que había expresado días antes del “accidente” en el que falleció hace pocos años, su temor por perder la vida, ya que había recibido amenazas para que aprobara el ingreso en la policía Metropolitana, en donde trabajaba, bajo la gestión de Alfredo Peña, en el área de evaluación, de muchos sujetos que el consideraba no aptos psicológicamente. Si a esto le sumamos la denuncia del alcalde Barreto del descubrimiento de la desaparición en los tribunales de expedientes penales de policías metropolitanos, es claro que la infiltración de delincuentes en esa policía no ha sido producto de la casualidad. Hay que tener mucho poder, y estar muy seguro de el, para manipular expedientes en tribunales o amenazar impunemente a profesionales. Eso no es obra de delincuentes comunes, eso es delincuencia política o delincuencia imperial. Y es que para el imperio la vida no vale nada (la de los demás) Es necesario afrontar decididamente esos canceres en los organismos de seguridad. Pero no estoy de acuerdo que sea a través de la promocionada Ley de policía Nacional. ¿Porque, si ha sido utilizado el espíritu de cuerpo de algunos de ellos para bloquear investigaciones, a pesar de ser locales o municipales, (y lo vimos en el caso Fadoul) como se podrá investigar a una superpolicía todopoderosa? ¿Quien se atrevería a denunciar? Para mi esa propuesta es estalinismo puro. Creo mas bien que una solución mas practica seria crear una instancia similar a la Fiscalía General o la Contraloría General, destinada a controlar los cuerpos de seguridad, que, por ejemplo, seleccione y entrene al personal de dichos organismos, que establezca sus normas y procedimiento generales, que supervise su funcionamiento y que canalice y no deje en el limbo las denuncias de los ciudadanos, etc., etc. Su titular seria electo por la Asamblea Nacional, y a ella respondería, lo cual haría a esa instancia impermeable a presiones o amenazas de algún funcionario o grupo de funcionarios de afuera o de adentro de los organismos policiales. HAY QUE TENER MUY CLARO, QUE EL EJERCICIO DEL PODER SE PRESTA A QUE PERSONAS INESCRUPULOSAS LO UTILICEN PARA SU PROVECHO PERSONAL. ALLI NACE EL CANCER DE LA CORRUPCION, QUE SOLO SE MATA CUANDO SE ESTABLECEN RIGIDOS MECANISMOS DE CONTROL. SI NO EXISTEN, LA CIUDADANIA QUEDA INDEFENSA. Y esto es a cualquier nivel. Por ejemplo, véase el caso de las acusaciones de derribo de joyas arquitectónicas y de cambios de zonificación en Chacao para construir edificios comerciales o el de la construcción de una inmensa mole habitacional privada enfrente de la Iglesia de San José del Avila, en las narices del TSJ, que rompe con toda la hermosa armonía visual de la zona. Para mi, quienes aprueban este tipo de obras, no solo no quieren a la ciudad, sino la desprecian. En un país en donde algunos han hecho del “cuanto hay pa´eso” una religión, a uno no le queda sino recelar del origen de esas autorizaciones.
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