Agotamiento de reservas de petróleo de EEUU hace inevitable planes de intervención militar
- Opinión
En efecto, al ritmo actual de producción de petróleo de 12.354.000 barriles diarios, las reservas petroleras de Estados Unidos, que alcanzan de 48.000 millones de barriles, se agotarán en unos 10 años, y si no importaran petróleo con un consumo diario de 19.631.000 barriles diarios se agotarían en menos de 7 años. Destacándose que estas reservas incluyen todos los descubrimientos de petróleo de esquistos de la última década.
Esta es una situación extremadamente grave para un país imperial que basa su dominio industrial en la energía proveniente del crudo, ya que en ello se les va su futuro como superpotencia. Es por eso que para ellos es estratégicamente imperativo, por nuestra ubicación geográfica que es garantía ante cualquier eventualidad, que traten de controlar militarmente nuestras ingentes reservas petroleras, al igual que lo han hecho en la mayor parte del Medio Oriente. No tienen otra alternativa.
Toda esta campaña de “ablandamiento” propagandístico hecha por Estados Unidos y sus lacayos presentando a nuestro proceso como una dictadura no es más que una máscara cobarde para lubricar una intervención militar, o cualquier acción violenta similar, que permita eliminar nuestra Constitución, impedimento legal para ellos meterle la mano a nuestras riquezas. Al respecto hay que recordar que el derogar la Constitución fue el primer acto de Carmona en 2002.
Es decir, aquí no valen argumentos como los esgrimidos por algunos pánfilos sobre que Estados Unidos no intervienen en países que no toquen sus transnacionales; o que no puede sostener dos frentes de batallas simultáneos; o que su acción en contra de Venezuela es para luchar en contra del “socialismo”, etc., Es el petróleo y punto, y mientras más rápido entendamos esto mejor estaremos preparados para frustrar sus intenciones.
La invasión requiere de apoyos de otros países
Además está el hecho que, dada las características religiosas de su pueblo y a la manipulación que históricamente han hecho sus cúpulas dirigentes de las mismas, cada acción militar emprendida viene precedida de una justificación “demostrable” de que están actuando de acuerdo a su conciencia, como sucedió en Irak y las inexistentes “armas químicas”.
Es por eso que para ellos es vital conseguir el acompañamiento de aliados creíbles que soporten sus argumentos. Apoyo que consiguen mediante la manipulación de sus intereses.
Así vemos como Canadá, que posee importantes reservas de petróleo, apoya a Estados Unidos porque está temeroso de que si agota sus reservas ellos corran la misma suerte de México que, por culpa de la extrema voracidad energética norteamericana, agotó sus reservas de petróleo en solo 20 años, que pasaron de 48.500 millones de barriles de petróleo en el 2006 a solo 8.000 millones (que solo le alcanzan para 8 años al actual ritmo de producción)
Que sería el mismo caso de Europa, que si bien no tiene reservas de petróleo, no les gustaría que Estados Unidos trate de monopolizar para sí el petróleo del Medio Oriente cuando se queden sin petróleo.
El caluroso apoyo de Colombia tiene un motivo diferente: El Golfo de Venezuela, en donde sostiene un litigio limítrofe con Venezuela, y nada les gustaría más a la oligarquía colombiana que Estados Unidos destruyera el ejército venezolano para ellos ocupar esa zona en disputa que posee grandes yacimientos no explotados de petróleo. Igual sería el caso de Guyana.
Otros apoyos en la región lo han conseguido agitando el espantapájaros de un “comunismo” que el gobierno de Venezuela quiere implantar en la región,
Pagamos caro el desechar el pensamiento de Chávez
Este argumento no es nuevo, pero no había calado antes gracias a la “diplomacia petrolera” emprendida por Chávez en nuestro continente, que se basaba en la necesidad de una unión latinoamericana que respetaría la soberanía de cada país, y en la cual Venezuela ofrecía a los países de la región disponer de la energía fósil necesaria para garantizar el futuro económico.
Argumento muy cierto, ya que los países latinoamericanos consumieron en el 2016, (sin incluir a Venezuela) 6.365.000 barriles diarios para lo cual solo disponen de 27.000 millones de barriles de crudo de reservas, que solo alcanzarían para poco más de una década de consumo. Solo el poder contar con el petróleo venezolano les puede garantizar a los países hermanos el disponer de suficiente energía para su desarrollo económico.
Lamentablemente esa “diplomacia petrolera” zozobró, se ralentizó el proceso de integración latinoamericana, lo que ocasionó dudas sobre la verdadera intención de nuestro país y terminó facilitando la manipulación norteamericana. Si se hubiese mantenido la política chavista hacia el área, ese famoso “Cartel de Lima” nunca se hubiese creado, ni Venezuela tuviese esa “coalición” de naciones en contra.
El apoyo interno es crucial para la intervención
El apoyo interno es crucial dentro de la estrategia norteamericana. Y así hemos visto que la llamada oposición venezolana ha marchado al ritmo de los intereses norteamericanos de buscar un cambio violento del sistema. En los últimos 16 años han sido numerosos los intentos desesperados de esa oposición de llevar a nuestro país a ese necesario conflicto abierto.
¿Por qué actúan así? Básicamente por la codicia de meterle la mano a ese botín gigantesco que representan las riquezas de nuestro suelo. A eso ayuda el hecho de que muchos, si no la mayoría, de los llamados “dirigentes de la oposición” son venezolanos de primera o segunda generación, es decir hijos o nietos de esa oleada de inmigrantes que pobló nuestro país, por lo que no tienen verdaderamente raíces auténticamente venezolanas, no les duele su país, y en el peor de los casos siempre podrán volver al origen de sus ancestros.
Toda esa oposición está movida por intereses bastardos y baila al son que le diga el Departamento de Estado. En la actualidad no hay oposición extremista ni democrática. Todos son iguales. Por eso es que considero que ese famoso y malogrado “diálogo” fue un gigantesco error que cometió este gobierno, que solo sirvió para darle oxígeno a una dirigencia opositora desprestigiada.
Para mí la única forma de acabar con ese apoyo interno que tiene la intervención militar es aplastándolos ideológica y políticamente, desenmascarando sus planes y presentándolos como son.
Esto no quiere decir que todos los que estén en contra del proceso sean vende patrias y que haya que acabar con ellos. Al contario. Históricamente en Venezuela han existido sectores, intelectuales, organismos y dirigentes no socialistas que han mantenido una posición auténticamente nacionalista. ProVenezuela, Uslar Pietri, Renny Ottolina, Alejandro Hernández, Reynaldo Cervini, y miles más han querido y defendido con hidalguía nuestra patria.
Es claro que en nuestro país existen valiosos venezolanos patriotas no militantes del proceso, herederos de esa tradición venezolanista, que pudiesen constituir una oposición soberana, solo que la unión entre los recursos imperiales y los medios de comunicación serviles han presentado como única opción opositora la actual podredumbre política.
A fin de cuentas, lo militar es lo decisivo
Pero la defensa de nuestros recursos debe ir más allá que la retórica política, debe concretarse en el ámbito militar, que es a fin de cuentas lo único que garantiza nuestra independencia.
Es por ello que se debe continuar con el plan de Chávez de tener una Fuerza Armada completamente equipada y modernizada. En este sentido es que se puede apreciar el enorme daño que ocasionaron los causantes de la disminución de la producción petrolera que ocasionó una baja sensible de divisas, vitales para la adquisición de armamento. Esos desgraciados deberían ser juzgados por traición a la patria.
El otro aspecto que considero prioritario es terminar de conformar una milicia suficientemente grande (para mí unos 700.000 efectivos como mínimo) y capacitada para poder repeler cualquier a nuestro territorio y no esa milicia que uno ve cuidando centros electorales y otros sitios que no inspiran ninguna confianza en situaciones de combate.
Tenemos más de 900.000 kilómetros cuadrados con una orografía excepcional para garantizar cualquier defensa efectiva, pero eso por sí solo no basta.
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