Copenhague: entre Bella Center y Klimaforum

12/12/2009
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La Cumbre de Copenhague, con ocasión de la décima quinta reunión de las partes que suscribieron la convención de cambio climático hace diecisiete años en Río de Janeiro y a dos años de expirar el Protocolo de Kioto, que desarrolla de dicha convención, se ha convertido en escenario sin igual de confrontación y debate no sólo sobre el alarmante fenómeno del cambio climático sino sobre el modelo de desarrollo que lo produce.
 
Bella Center, es la sede que alberga a las delegaciones de los Estados que suscribieron el pacto y KlimaForum, el nombre que se ha dado a la Cumbre Alternativa que congrega al movimiento social y ambiental.
 
Transcurridos cinco días de iniciada la cumbre, de Bella Center, salen noticias sobre las posiciones que van asumiendo los bloques de países industrializados en relación con la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero. Se sabe que el problema es más grave de lo que se pensaba hace apenas un año. El Panel Internacional de Cambio Climático que preside Rejendra Pachuri, ha dicho que los escenarios más pesimistas son a la vez los más cercanos a la realidad. Sin embargo, para desprestigiar su opinión, han aparecido mensajes de correo electrónico que probarían que dicho Panel exagera los informes para presionar mayores reducciones. A esto se ha denominado “climagate” y su importancia ha sido desestimada por el secretario General de la ONU, Ban Ki Mon, quien ha salido en defensa del mencionado Panel, organismo oficial de la ONU sobre el tema.
 
Entre tanto, se van desgranando varias posiciones: los antiguos países industrializados estarían por una reducción del 50% de las emisiones en 2050, sin metas intermedias, lo cual parecería aceptable para Estados Unidos. Por su parte, Brasil, China, India y Sudáfrica replican que sin una meta intermedia para 2020 que reduzca en un 20% las emisiones no se comprometerán. Europa ha anunciado que estaría dispuesta a esa reducción e incluso a aumentarla al 30% si otros países también la aceptan. A su vez, la Alianza de Pequeñas Islas Estado – AOSIS-, que agrupa a 42 territorios insulares, en peligro inminente por el aumento del nivel del mar en la medida en que se descongelan los polos, exigen reducciones mas drásticas de las emisiones. Bangladesh, que tendría veinte millones de desplazados, el 15% de su población, por el mencionado aumento del nivel del mar, pide el 15% del Fondo que se constituya para atender la emergencia.
 
Todo lo anterior tiene como referencia no sobrepasar los dos grados centígrados de aumento de la temperatura media del planeta, en este siglo, pues por encima de los dos grados las consecuencias serían catastróficas. Basta decir que el límite de los dos grados implicará la pérdida del 30% de la biodiversidad.
 
La posición de Estados Unidos resulta particular, en el marco anterior. Como se sabe la primera potencia del mundo, hasta hace poco la mayor contaminadora, hoy al parecer superada por China, no suscribió ni la Convención de Cambio Climático, ni el Protocolo de Kioto. Ha anunciado una reducción del 20% de las emisiones con respecto al 2005, lo cual equivale a un irrisorio 4% en relación con los niveles de 1990, que los demás países toman como punto de referencia. Como señala el analista Alejandro Nadal: “…es evidente a estas alturas que Estados Unidos no va a acudir a la conferencia con un mandato claro sobre el nivel de reducción de emisiones para los próximos 50 años. La razón es que el Senado de ese país acaba de posponer el debate de la ley Kerry-Boxer para la primavera de 2010. Esta iniciativa establecerá las metas de reducciones estratégicas de Estados Unidos y está articulada con el esquema de bonos de carbono de la ley Waxman – Markey, que también se encuentra en pleno debate en el Senado”[1].
 
Desde KlimaForum, en cambio, surgen puntos de vista que van más allá de la simple reducción de los gases de efecto invernadero. La escritora y activista canadiense Naomi Klein, en el discurso inaugural de la Cumbre Alternativa, que cuenta con 7.000 personas y 225 organizaciones de todo el mundo registradas, señaló: "El problema central es el propio sistema, cuyo modelo económico supone una producción intensiva de dióxido de carbono".
 
El enfoque que se impone en KlimaForum parte de la existencia de una deuda climática del Norte con el Sur, planteamiento que comparten varios países latinoamericanos entre ellos Bolivia, Ecuador y Venezuela y que encuentra apoyo en manifiestos como el de la Alianza de los Pueblos del Sur Acreedores de Deuda Ecológica, cuya carta abierta, demanda medidas como las siguientes:
 
“Respaldar y ampliar las propuestas de mantener el crudo represado y territorios libres de hidrocarburos como la Iniciativa Yasuní en Ecuador y la propuesta Amazonia sin Petróleo en Bolivia, entre otras”.
 
“Exigir la reducción de emisiones en los países del Norte del 40% para el 2020 y del 90% para el 2050 tomando como punto de partida las emisiones de 1990, de acuerdo a la propuesta boliviana”.
 
“Fomentar energías alternativas adecuadas a los medios naturales, sustentables, limpias, renovables, descentralizadas, diversas, de bajo costo, ambientalmente respetuosas”.
 
“Establecer un fondo de reparación integral de la deuda ecológica por cambio climático para restauración ambiental, resarcimiento a los afectados y adaptación al cambio climático, sin condicionamientos y cuyo manejo sea soberano, participativo y controlado por los pueblos y países afectados”.
 
La carta de la mencionada Alianza concluye: “Es el momento de parar la explotación y opresión a  la naturaleza, aprender de las comunidades y pueblos ecológicamente sustentables, desmercantilizar la vida y realizar la reparación integral de la deuda social y ecológica, de acuerdo a la soberanía de los pueblos y los derechos de la naturaleza”
Mientras todo lo anterior ocurre, Colombia, el segundo país megadiverso del mundo y la séptima reserva de agua dulce del planeta, se presenta en Copenhague sin que el Gobierno hubiera convocado una amplia discusión sobre el tema y sin que el movimiento social hubiera tomado la iniciativa. Como excepción aparece el esfuerzo realizado desde el Foro Nacional Ambiental que hace pocos días lanzó el libro del ex Ministro Manuel Rodríguez Becerra, presidente del Foro, y Henry Mance, investigador y periodista británico radicado en Colombia. Con el título “Cambio climático: lo que está en juego”, los analistas señalan en relación con las consecuencias que sufrirá el país, entre otras, la siguiente: “Partes de la región andina recibirán hasta 30% menos de lluvia, lo cual producirá escasez de agua en las partes mas pobladas del país. El cambio de régimen de lluvias podría afectar también la capacidad hidroeléctrica nacional, obligando a diversificar las fuentes de energía”[2].
 
Es inevitable recordar en este punto, que el Referendo por el Agua, plantea la destinación prioritaria de los ecosistemas esenciales para el ciclo del agua a esta finalidad natural, lo cual de convertirse, no solo en norma constitucional, sino en política ambiental, ayudaría bastante para, por lo menos mitigar, los efectos anunciados.
 
El ministro de Ambiente y Vivienda, Carlos Costa, manifestó con ocasión de la presentación del libro anterior que Colombia no contribuía de manera significativa a la emisión de CO2 y que su matriz energética era limpia. Lamentablemente la deforestación del país continúa, al tiempo que la ganadería extensiva, que ocupa 30 millones de hectáreas y contamina con metano la atmósfera, la política de agrocombustibles y la construcción de grandes represas, previstas en el Conpes de “competitividad”, unidas a la promoción de la gran minería, generan graves problemas ambientales que anulan con creces nuestro escaso aporte en emisiones.
 
En contraste las organizaciones campesinas, étnicas y organizaciones no gubernamentales ambientales[3] vienen haciendo esfuerzos que deberían ser visibilizados en un gran debate nacional, que si no se realizó antes de la Cumbre bien podría hacerse con posterioridad a ella, pues este problema persistirá en el presente siglo. Como lo han dicho importantes pensadores, lo que esta en juego es la supervivencia de la especie humana.
 
- Rafael Colmenares es Director Ecofondo
 
Fuente: Semanario Virtual Caja de Herramientas Nº 188, Corporación Viva la Ciudadanía. www.vivalaciudadania.org


[1] Ver La Jornada, 25 de Noviembre de 2009
[2] Manuel Rodríguez Becerra y Henry Mance, “Cambio climático: lo que esta en juego”, Foro Nacional Ambiental, 2009.
[3] Por ejemplo, las organizaciones apoyadas por Ecofondo, en solo el proyecto nacional, “Gestión Ambiental Participativa como aporte a la paz y el desarrollo sostenible en las regiones colombianas”, adelantaron procesos de conservación ambiental de CUARENTA Y UN MIL CIENTO CINCUENTA Y CUATRO HECTÁREAS (41.154 has), incluyendo constitución y protección de áreas de reserva natural e implementación de medidas de protección de fauna vulnerable, fuentes hídricas y bosques asociados a los agroecositemas. 
https://www.alainet.org/pt/node/138386
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