La primera vez
15/09/2005
- Opinión
No, no es lo que el entusiasta lector supone. Hablamos de la primera
vez en que los poderosos sindicatos norteamericanos hacen un
pronunciamiento público contra las guerras que a su gobierno le
encanta emprender contra el resto del mundo.
Y a que ese hecho fracturó a los sindicatos estadounidenses y va a
repercutir hondamente en la suerte de los latinoamericanos.
Nos referimos al último congreso cuatrienal de AFL-CIO, realizado en
Chicago a fines de julio pasado. AFL corresponde a Federación
Norteamericana del Trabajo y CIO a Congreso de Organizaciones
Industriales. Su origen se remonta a los últimos quince años del siglo
XIX y las dos se fusionaron en los años 70 del XX, luego de romper la
unidad del movimiento sindical mundial en 1948-1949 y crear junto con
los británicos la Confederación Internacional de Organizaciones
Sindicales Libres (Ciosl), fruto genuino de la Guerra Fría. Son más
viejas y más expertas que cualquiera y se han hecho famosas por su
corrupción. En los años 50 y 60 buena parte de sus grandes sindicatos
estuvieron bajo dominio directo de la mafia y hacia 1996, ya en plena
crisis sindical mundial, sus dirigentes llegaron a aceptar que la
organización agrupaba apenas al 13% de los trabajadores
norteamericanos. El congreso de julio pasado, luego del retiro del
sector disidente, se reeligió fácilmente, por cuarta vez (y para otros
cuatro años), a su líder John Sweeney, en un acto que deben envidiar
todos aquellos que aman las mieles del poder y nunca se sacian. Sus
enemigos locales, que comandan algunos de los más importantes
sindicatos del mundo y representan a más de tres millones de afiliados,
amenazan con fundar una nueva confederación, que contaría con la
presencia de dos de los principales sindicatos nacionales y podría
provocar el retiro de otros cinco. Además, crearán su propio equipo
internacional y abrirán seccionales en el exterior.
La ruptura es bien sugestiva porque las dos vertientes compiten por
los mismos objetivos: oposición a la guerra de Irak y las demás
guerras de conquista, necesidad de globalizar las organizaciones
laborales del mundo y proseguir la política de solidaridad con la
población laboriosa inmigrante, particularmente la de origen mexicano
y caribeño, que es la más abundante en USA. Ambos bandos coinciden en
que la inmigración, el libre comercio y la globalización empresarial
son los temas del ámbito internacional que determinarán el futuro del
movimiento obrero. Los dos proclaman su simpatía por los sindicatos
del tercer mundo, aunque todo indica que son los disidentes quienes
han venido manteniendo los mejores lazos con el mismo. Nótese que el
congreso contó con la presencia de unos 200 delegados de 60 países.
Hacia 1978 la Ciosl había hecho un giro hacia una política menos
retardataria, se había desembarazado de la preeminencia de AFL-CIO en
su dirección y se había proclamado de tendencia socialdemocrática. En
2000 la misma AFL-CIO declaró su apoyo a una amplia reforma migratoria
y a la legalización de los trabajadores indocumentados que ingresan a
USA, y ahora su último congreso acaba de adoptar una resolución que
reitera y amplía esa posición. En los últimos años los sindicatos
disidentes han encabezado los esfuerzos para promover los cambios en
la política migratoria de la central y se destacan por sindicalizar
inmigrantes y establecer relaciones con sus comunidades. A la vez,
muchos de los que se mantienen en AFL-CIO continúan comprometidos con
esa tarea.
De acuerdo con fuentes mexicanas independientes, la AFL-CIO ha
promovido también una serie de iniciativas para "democratizar la
economía global, comprometiéndose a intensificar campañas
internacionales sindicales sobre políticas de libre comercio y
empresas transnacionales (en particular Wal Mart) y crear las bases
para el sindicalismo global” (La Jornada, 28 de julio de 2005). “En
este contexto —continúa exponiendo La Jornada—, Francisco Hernández
Juárez, del sindicato telefonista de México, y Larry Cohen,
vicepresidente del sindicato nacional de comunicación CWA, ofrecieron
una presentación conjunta ante la convención para describir su
colaboración binacional a lo largo de los últimos 13 años como ejemplo
de este tipo de solidaridad concreta (...) En inglés y español
detallaron sus esfuerzos conjuntos para la capacitación de sus
agremiados, el intercambio de información sobre el impacto de nueva
tecnología y el apoyo mutuo para enfrentar a empresas de
telecomunicación de ambos lados de la frontera. (...) Cohen señaló que
esta cooperación ofrece elementos para la construcción de un
sindicalismo global".
Según los gestores sindicales norteamericanos, se trata de
“intensificar la colaboración internacional con sindicatos de otros
países para crear una respuesta sindical transnacional a la
globalización empresarial (...) ‘Lo de los sindicatos globales es el
asunto más importante en un mundo donde las empresas, y no las
naciones, establecen las reglas’, dijo Andrew Stern, presidente del
sindicato más grande de Estados Unidos, el SEIU, y líder de los
disidentes, en entrevista con La Jornada (...) Las campañas sindicales
globales redefinirán lo que significa la solidaridad, más allá de
palabras sobre el papel", afirmó. Para Stern, ‘ya somos sindicatos
internacionales, ya que tantos de nuestros agremiados son de todo el
mundo, y entienden la globalización más claramente que muchos de los
líderes’". Para todo el mundo parece claro, pues, que “el sindicalismo
global se convertirá en el asunto más importante para el movimiento
obrero en los próximos años".
La condena de la aventura de Irak y de toda agresión a los pueblos se
hace después de dos años de trabajo de un grupo de sindicalistas
opuestos a la guerra. Al iniciarse el congreso de la confederación
acababan de concluir una gira nacional con el liderazgo de las
principales federaciones obreras, a quienes expresaron que su demanda
principal es el fin de la ocupación norteamericana de Irak. Sus
delegados no tuvieron voz en el congreso y apenas emitieron sus
conceptos en reuniones separadas, pero lograron vencer la renuencia
del liderazgo de la AFL-CIO e hicieron aprobar una resolución que pide
el fin de la ocupación y un "rápido" retorno de las tropas al país.
Gene Bruskin, uno de los impulsores de la iniciativa, comentó que “en
los 50 años de la AFL-CIO nunca se había tomado una posición contra un
aspecto tan fundamental de la política exterior estadounidense".
Varios delegados condenaron la política bélica del gobierno de Bush y
“la vincularon con el clima de temor con el cual también se promueven
ofensivas contra los intereses sindicales. Otros señalaron que la
mayoría de los soldados son trabajadores y gente pobre, muchos de
ellos miembros de sindicatos o hijos de sindicalistas; uno incluso
contó que su hijo ha sido enviado cuatro veces a Irak, y que lo están
llamando para enviarlo de nuevo”.
- Álvaro Delgado es investigador del Centro de Investigación y
Educación Popular, CINEP. Tomado de Actualidad Colombiana, Boletín
quincenal - Edición No. 415 septiembre 15 al 29 de 2005,
http://www.actualidadcolombiana.org
https://www.alainet.org/es/active/9236
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