<i>Facebook</i> y la censura
29/11/2010
- Opinión
No voy a ahondar en las cuestiones históricas que dieron pie al nacimiento de una red social estudiantil tan sencilla y complicada a la vez como Facebook lo es. Ya viene, ya está o ya se proyectó, la película.
Lo cierto es que, a raíz de una necesidad casi patética, para el caso correspondiente, aclaro, o para aquel en cuyo cuerpo el saco quede, respecto a cuestiones estéticas y de arte visuales, esta red, sencillamente, anda en pañales y en absurdas, banales, cuestiones de muestras y contactos al más puro estilo Paris Hilton, y de manera impresionantemente contradictoria, y más aún, al parecer, entre duros críticos y exhibicionistas activistas sociales que muestran su músculo a través de su “club de fans”; todo, en medio de publicidad y planes de negocios plagados por todos los muros de esta red social.
Sin diferenciar tipos de enlace, o intereses a coincidir, ese, al parecer, es su único objetivo y, en aras de hacer realidad a rajatabla la famosa frase de Warhol, aquella en la que cada uno de nosotros tendremos nuestros quince minutos de fama, poco le importa trabajar, también, en hacer realidad otras, en cuestiones de estética visual, como las que plasmaba el pintor y grafista Joseph Renau, en donde el arte, unido al compromiso, no es, en absoluto, ninguna especie de ganancia pegada al ornamento a pesar de lo comercial, a la lata de sopa Campbell´s, pues, repetida hasta el asco, imagen de sí mismo (quien quiera que sea) incluida, subliminal o explícita.
Lo social como una pasarela, para todo y en todo. Lo social, no como la necesidad de comunicarme con el otro, su circunstancia, en este caso, con el amigo, su rostro, los amigos, sus rostros, Facebook, sino como la sola e inerme demostración representada y cibernética de que se existe, de que se es. Las ganas de gritar a punta de comentario insulso “¡miren, tengo una cola de amigos!” a la espera de comentarlo a su vez. Una cola de comentarios de amigos en la pantalla, en el muro, que nunca se corresponde con el andar exterior del mundo. Creadores del Facebook haciendo, conscientes o no, escuela mundial, a lo mecánico e irreflexivo.
Así las cosas, el rancho personal puede convertirse en el jet set del paisaje cibernético, aunque se encuentre plagado de jacales. El Spartacus que puede travestirse en El Studio 54 de mi Feis al momento de la presunción compartida, del perreo generalizado o del sentimentalismo exacerbado. Por lo menos, en cuanto al toque mexicano se refiere, pues se sabe que Colombia es del Feis gran consumidor, lo mismo Argentina que Brasil, regionalmente hablando.
No es raro, pues, que una red pensada, cual canción ranchera, por y “al estilo americano”, haya trastocado el espíritu y la visión cultural de una sociedad cibernética como la nuestra. El espacio público mexicano, hace apenas dos décadas, distaba mucho de parecerse siquiera una pizca al estadounidense, de tal suerte que, mientras al mexicano, por ejemplo, le importaba más los resultados de alguna acción política, independientemente del personaje y sus insufribles discursos, al gringo desde siempre, por sus antecedentes puritanos, le ha importado mucho más la imagen y la moral por encima de los resultados, en el mismo terreno.
Por eso, al mexicano, últimamente, le interesa más, al igual que al gringo promedio, la vida íntima de algún personaje político que observar su carrera en sí. Le está interesando más si alguien mintió que indignarse por la cantidad robada o malversada. Se está concentrando más en el vestido de diseñador y la guapura del portador que en el uso del español. En las expresiones y las formas de hablar, más que en las actitudes y las concretas acciones. Y así, miles de ejemplos sobran ya.
Todo este panorama ha trastocado la propuesta de los artistas que, a falta de espacios externos –consagrados, cada vez más, a la misma gente, los mismos rostros y los mismos nombres–, han visto en el Feis, y en otras redes y aplicaciones cibernéticas, una posibilidad para exponer su trabajo, su trayectoria: mostrar-se, exhibir-se, pues.
Ahora bien, tomando en cuenta todo lo anterior, ¿cómo pensar el Feis como un escaparate libre en donde el arte circule ídem? Se supone que, al ser una zona de contactos autónoma, esto es posible. Tan es así que, en muchísimos muros, podemos observar, contemplar y disfrutar la obra de innumerables pintores, fotógrafos, escultores, artistas alternativos, escritores, etcétera. El problema que se está presentando, cada vez más, viene envuelto, para tapar la censura, en forma de aviso guarro y frío en donde se informa que “por motivos de seguridad y de protección a los menores”, algo así, se removerá parte de equis obra, para no ofender a la gente, dado que Feis “es un espacio público en donde todo mundo puede husmear”, incluyendo los chamacos. ¡Chín! Pensé que uno podía decidir quién visitaba tu muro y quién no.
Siguiendo la lógica de estos avisos, ¿a los niños no les afecta la publicidad en donde rezan frases publicitarias como “rejuvenece tu cuerpo”, “refresco ilimitado”, “recargas gratis”, “Mafia Wars”, “balneario termal”, “¿quién ganará la Copa?”, “gastos pendejos”… todo esto, además, entre la inmensísima gama de mensajes y conversaciones soeces? ¿Quién decide qué deben leer, comentar o ver los niños?
Desde que era niño siempre oía a otros hablar en nombre de este sector. Ya estoy acá, crecidito y nomás no encuentro el paraíso que se me prometió, en mi defensa, en aquella época. Entonces, ¿qué parámetros se están tomando en cuenta para afirmar que cierto arte no es gozoso o bueno para los infantes? Muchas obras de arte con contenido erótico han sido borradas por los administradores del Feis, mismos que, por otro lado, han dejado innumerable material de sexo, casi explícito, lo mismo en frases que imágenes, en donde, sencillamente, el objetivo artístico no se encuentra. ¿Dónde está la férrea defensa de los ojos, de la conciencia y del “alma inmaculada” de los nenes? ¿Los administradores del sitio sólo se van contra los artistas visuales por eso, porque son artistas?
El último ataque de censura a Robert Mapplethorpe provino de esta red de redes, mal llamada ya, del futuro. Facebook vetó las campañas publicitarias de Night work, el último disco del grupo neoyorquino Scissor Sisters, por considerar que la portada resultaba inapropiada. ¿La foto? Una donde se ven las nalgas y los muslos de Peter Reed, bailarín de ballet mundialmente reconocido, embadurnados por sus mallas.
Creo que, de seguir así, estamos en vías de perder la batalla cultural en términos de la defensa de nuestra visión y perspectiva de lo público, y más en el ciberespacio, donde las condiciones culturales de las reglas para entrar a una determinada red social, como es el caso de Facebook, permanecen condicionadas, enmarcadas, de antemano, por una perspectiva social completamente ajena a la cultura meta. ¿No habría que hacer una revisión a fondo de esta realidad?
Parte del discurso conservador estadunidense, mundialmente aplicado en sus productos cibernéticos y culturales, no ha cambiado en décadas un ápice ni su doxa ni sus reflexiones, tan sólo los medios y el uso de los métodos, las redes y las aplicaciones.
Si en algo podemos cooperar para que esta situación no empeore, y en aras de la obra de los artistas, visuales o no, comparte el siguiente texto a cuanto contacto tengas, virtual o no, cibernético o no, lector, a manera de mostrar nuestra inconformidad, que dicho así, tan simple, parece insulso, pero que, en el fondo, por lo menos así lo creo, no lo es en absoluto.
Por la libre circulación de las ideas y de las expresiones, de las fotos, los textos, los performances, los escritos, las esculturas, las pinturas, las formas de ser y los estilos de vida, de todo y para todos, sin cortapisas ni censuras.
¡Por un Feis mexicano más libre!
- Roberto Rueda Monreal es politólogo y traductor literario.
https://www.alainet.org/es/articulo/145867?language=en
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