Minorías, órdenes, debates y plebiscitos

06/06/2006
  • Español
  • English
  • Français
  • Deutsch
  • Português
  • Opinión
-A +A
El martes 6 de junio de 2006, la mayor parte del Centro Histórico de la Ciudad de México amaneció sin ambulantes. Fue fantástico ver las calles limpias de vendedores callejeros y las avenidas más o menos con una mayor fluidez de automóviles. ¿A dónde se fueron estos campeones que se ganan la vida rifándosela en las calles? ¿Se tomaron un descanso por acuerdo? ¿Por asamblea? ¿Hicieron un referéndum? ¿Fue una iniciativa social? ¿Fue producto de un plebiscito? No. Por una orden de sus líderes tuvieron que guardar sus energías ese día para festejar gritando, echando porras y vitoreando a Andrés Manuel López Obrador, para cuando llegara por la noche al Zócalo capitalino. Así de sencillo. Un cambio estético, de convivencia, de higiene, de civilidad y de actitud en una de las zonas con más movimiento de la ciudad… con tan sólo una orden. Y sí, Andrés Manuel llegó al Zócalo después de haber participado en un debate en donde la diversidad social, cultural, sexual y educativa sencillamente no existió más que allí donde es posible negar los derechos fundamentales de millones de personas que no compartimos ideas, visiones, gustos, géneros, preferencias sexuales, formas de ser, lenguas, formas de vestir, formas de organización social y maneras de entender y sobrellevar la vida, pues. ¿Por qué aludo a López Obrador y a su proyecto “alternativo” de Nación? Si bien es cierto que Patricia Mercado es la candidata presidencial que de la manera más abierta y franca se ha referido a la diversidad ya mencionada (lo volvió a hacer en este segundo debate), también lo es el que su lucha se esté dando en estos momentos, en términos de real politik, por alcanzar el registro formal de su partido para el siguiente sexenio. Lo cual creo que pasará y que no sería un éxito para nada menor, ante la manera en que se agencian y se aferran las élites mexicanas al poder. En este sentido, siendo no sólo el candidato más fuerte de los dos partidos de izquierda (Alternativa Socialdemócrata y Campesina y el de la Revolución Democrática), sino de todo el espectro del sistema político mexicano y además el que enarbola un proyecto “alternativo” para el país, pues sería oportuno pasarlo por el rasero alternativo de la diversidad sexual. Digo, ¿qué más alternativo que esto? Me remito a este segundo debate presidencial que acabo de ver. Así que, amable lector, no lo voy a entretener demasiado, pues, para empezar no dijo nada acerca de esta realidad del país, pero dejó entreabierta una ventana. Tal como le gusta hacerlo con temas “especiales” de izquierda. Antes de asomarnos por ella, vale la pena echarle vistazo a su plataforma electoral, misma que sustenta su proyecto “alternativo” en donde a la diversidad sexual sólo se le dedica tres puntos, del 98 al 100. Uno para fortalecer la tolerancia, otro para promover el respeto y la tolerancia y el otro para diseñar campañas de información. ¡No se les vaya a romper la cabeza! Por si no se han enterado en el PRD, este tipo de acciones las realizan las minorías sexuales en su lucha cotidiana y cultural desde hace casi treinta años de manera formal. Al respecto, un partido no es para sustituir las luchas ciudadanas, mucho menos si es de izquierda, sino para encausar y defender los intereses de los ciudadanos que comparten, por naturaleza ideológica, su plataforma política. En el debate presidencial, López Obrador mencionó en el apartado para la Reforma del Estado, que las figuras del referéndum, el plebiscito, la revocación del mandato y la iniciativa social serían algunas de sus propuestas (aunque en realidad forman parte de los trabajos que Porfirio Muñoz Ledo ha coordinado sobre este gran tema). Veo con preocupación, que el candidato predilecto de la izquierda institucional quiera implementar estos recursos, no porque estos no sirvan o no sean buenas ideas, sino porque en ocasiones anteriores ya ha apelado a ellas y no precisamente con un sentimiento de estadista, de juarista, de villista, de morelista o de patriota, sino para lavarse las manos en aquellos asuntos que le resultan espinosos. Dos botones de muestra. Ante el espantoso linchamiento de unos policías en Tláhuac, dijo que ahí su gobierno no intervino porque aquello fue producto de los usos y costumbres de la gente. La gente actuó por iniciativa propia, así que eso se tuvo que respetar. Ante la posibilidad de que la iniciativa de ley de Sociedad de Convivencia (única iniciativa que pasó por todos los requisitos legales para subir al pleno) pasara en la Asamblea Legislativa, López Obrador la paró, por supuesto, pero ya lo había insinuado en una declaración a la prensa: “en ese tipo de cosas hay que ver lo que dice la gente”. Es decir, que los derechos humanos de unos los decidan otros, la mayoría. Estas son tan sólo dos escenas que se dejan ver por la ventana que entreabrió nuevamente López Obrador en su único debate. La diversidad sexual pasará por el sentir de la gente cuando así lo decida el nuevo gobierno de izquierda. ¿Los del CEN del PRD propusieron esto por acuerdo? ¿En una asamblea? ¿Hicieron un referéndum? ¿Fue una iniciativa social? ¿Fue producto de un plebiscito? No lo creo. Tal vez, y tal como promete ser, sea una vez más sólo un cambio producto de una orden. - Roberto Rueda Monreal es politólogo y traductor literario Fuente: Agencianotiese
https://www.alainet.org/es/active/11778?language=en
Suscribirse a America Latina en Movimiento - RSS