Fuerte confrontación en la antesala de los comicios legislativos

Disputadas elecciones de medio término

02/07/2013
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Indefiniciones: a 20 meses de asumir su segundo mandato Cristina Fernández enfrenta las elecciones legislativas nacionales de medio término. Sin discusiones políticas ni coherencia ideológica, dirigentes opositores realizan alianzas que eran insospechadas meses atrás. La derecha y ultraderecha arremeten con fuerza contra el Gobierno, al que juzgan debilitado y en caída irreversible desde que comenzó el nuevo período presidencial. Fuerzas de centroizquierda se suman a esta ofensiva y reducen la campaña a una lucha contra la corrupción en defensa de la República. El gobierno denuncia intentos desestabilizadores e intenta recuperar iniciativa política para evitar una derrota electoral como le sucedió en 2009. El 12 de junio se cierran las alianzas y el 22 las listas definitivas de candidatos legislativos.
 
El 11 de agosto habrá una primera medición de fuerzas, a 20 meses del comienzo del segundo mandato presidencial de Cristina Fernández, ratificada en 2011 con el 54% de los votos. Se trata de las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (Paso), donde se presentarán las precandidaturas a diputados y senadores de los distintos Partidos y alianzas políticas.
 
Como antesala de las elecciones legislativas generales del 27 de octubre, las Paso exigen un mínimo de 1,5% de los votos a las listas que se presentan en cada uno de los 24 distritos del país para poder participar de los comicios. Y permiten a las fuerzas políticas presentar dos o más listas de candidatos para dirimir en internas abiertas a la ganadora, algo que fomenta la nueva ley electoral sancionada en 2009 pero que en los hechos no ocurrió en 2011 y posiblemente tampoco suceda esta vez.
 
El contexto de las elecciones está marcado por hechos sobresalientes:
 
• fracturas internas en el Frente para la Victoria (FPV, fuerza gobernante) desde el inicio del nuevo mandato de Fernández;
• reagrupamiento del peronismo clásico, en choque frontal con el oficialismo;
• masivas manifestaciones opositoras de la clase media en abril de este año y septiembre y noviembre de 2012;
• intentos de recomposición de la derecha, que busca capitalizar este descontento;
• vacío de representación generado por las alianzas oportunistas en sectores de izquierda y progresistas.
 
Todo esto en un marco de bajo crecimiento económico, escasa creación de empleo, inflación creciente y enormes sumas de dinero destinadas al pago de la deuda externa (el Estado ha pagado 1 millón de dólares por hora durante la última década sólo en concepto de intereses, según el ex diputado Mario Cafiero).
 
El objetivo del Gobierno es lograr sostener la mayoría parlamentaria para los próximos dos años. Hay quienes en el oficialismo esperan incluso alcanzar una mayoría de dos tercios (improbable según las primeras encuestas de opinión) que permita realizar una reforma de la Constitución y garantizar un tercer período de Cristina Fernández para 2015-2019, algo que la propia Presidente ha desmentido y hasta ahora ha servido más a la oposición para arremeter contra el Gobierno que para ganar mayor adhesión. Si pierde la mayoría, los últimos dos años de Fernández en la presidencia estarán fuertemente condicionados.
 
Rearmado peronista
 
El 1° de mayo los dirigentes del Partido Justicialista (PJ) opositores al Gobierno se mostraron juntos y sumaron a ese bloque al líder de la fracción mayoritaria de la Confederación General del Trabajo (CGT), Hugo Moyano. José Manuel De la Sota (gobernador de Córdoba), Ricardo Lavagna (ex ministro de Economía de Néstor Kirchner) y el empresario multimillonario Francisco De Narváez (probable primer candidato a diputado por el peronismo disidente) dieron la primera señal de un rearmado del PJ por fuera del kirchnerismo con vistas a 2015, aunque con una indefinición de momento: la del alcalde de Tigre –localidad del Delta en la provincia de Buenos Aires– el ex jefe de gabinete de Cristina Fernández, Sergio Massa, quien según encuestadoras ganaría las elecciones en el principal distrito electoral del país si encabezara una lista de candidatos a diputados. Tanto él como el gobernador de Buenos Aires, Daniel Scioli, no forman parte en los hechos de los apoyos de Cristina Fernández, pero no se posicionan explícitamente como opositores, al menos hasta que se cierren las alianzas electorales, el 12 de junio. Pero el caso de Scioli, que presumiblemente aspirará a la Presidencia en 2015, es distinto: una estructura vinculada a su figura, “La Juan Domingo”, ya se sumó al armado político del peronismo opositor, que se repetirá al menos en la mitad de las provincias. Al cierre de esta edición todavía no estaba claro el papel que jugarán en estas elecciones.
 
La confluencia de todos estos dirigentes en torno a un programa de derecha no tiene matices, salvo la incorporación de Moyano, que se sumó a esta estructura del llamado peronismo disidente tras fracasar en su intento de construir una organización política con apoyo en bases y dirigentes sindicales. El flamante Partido por la Cultura, Educación y Trabajo fue registrado en la Justicia Electoral de Buenos Aires y tiene reconocimiento provisional en Corrientes, Tierra del Fuego, Chubut y San Luis.
 
La CGT descartó así posicionarse como eje de unidad social, un camino posible tras la huelga general del 20 de noviembre, realizada en conjunto con la fracción opositora de la Central de Trabajadores Argentinos (CTA), que quedó también golpeada por el rumbo que tomó Moyano y protagonizó un intento de huelga general en solitario el 29 de mayo.
 
Con De Narváez como probable primer candidato legislativo, esta fracción del Partido Justicialista buscará que se repita lo ocurrido en 2009, cuando el empresario derrotó a Néstor Kirchner que encabezaba la lista de diputados del oficialismo. Resta definir también si el Jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires Mauricio Macri, con partido propio (el PRO, asociado a la derecha de la Iglesia y a figuras del calibre de José María Aznar y Álvaro Uribe en el plano internacional), alcanza en algunos distritos acuerdos con este sector del PJ. Macri hizo una alianza electoral con De Narváez en 2009 –luego fracturada, negoció con Lavagna y se mostró públicamente con Moyano, pero rechaza formar alianzas con De la Sota y otros dirigentes peronistas. En tres de los cuatro principales distritos (la ciudad que gobierna, Santa Fe y Córdoba) presentó candidatos propios.
 
El progresismo
 
El otro polo opositor se concentra hoy mayoritariamente alrededor del ex gobernador de Santa Fe y líder del Partido Socialista, Hermes Binner. Tras alcanzar la segunda posición en las elecciones de 2011, desplazando a los candidatos del PJ opositor y de la Unión Cívica Radical (UCR) –los dos principales Partidos del país– Binner diseña su estrategia electoral con miras a 2015 desde el Frente Amplio Progresista (FAP). Ahora encabezará la lista a diputados por Santa Fe en alianza con la UCR.
 
Lejos de posicionarse como una alternativa por izquierda al gobierno nacional, Binner busca consolidarse como una opción confiable para los capitales nacionales e internacionales. Primero afirmó que hubiera votado por Henrique Capriles en las elecciones presidenciales de Venezuela; luego responsabilizó a “los gobiernos populistas” por la decena de víctimas fatales simpatizantes de la Revolución a manos de grupos fascistas. Y aclaró también que, si fuese necesario, conformaría un frente electoral con la ultraderecha del PRO.
 
Luego realizó una gira de una semana por Estados Unidos. Mantuvo reuniones con representantes de la Organización de Estados Americanos (OEA), el Banco Mundial, Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, entre otros organismos multinacionales. “Nos estamos preparando para ser gobierno en Argentina, y para lograrlo hay que prepararse”, adujo en su rica prosa como motivo del viaje por Washington y Nueva York.
 
Binner contaría con el apoyo de la estructura de la UCR para ser candidato en 2015 (aunque dirigentes radicales como Ricardo Alfonsín, Ernesto Sanz y hasta el ex vicepresidente Julio Cobos aspiran a ocupar ese lugar). Y en ese camino adosó a su plan a fuerzas políticas que se suponen de izquierda, como Libres del Sur (que en menos de cuatro años pasó de ser parte del oficialista Frente Para la Victoria a sumarse a Proyecto Sur, para luego volver romper con la fuerza que lidera Fernando Solanas y sumarse al FAP de Binner, terminando en alianza con la UCR en la Ciudad de Buenos Aires). Resta ver si termina por sumar también a Proyecto Sur (Psur) y la Coalición Cívica (esta última netamente de derecha), cuyos referentes sellaron un acuerdo en la Ciudad de Buenos Aires para estas elecciones.
 
La alianza entre Solanas y Carrió provocó la implosión en Psur: sus aliados ocasionales del Movimiento Socialista de los Trabajadores (MST) y el Partido Comunista Revolucionario (PCR), sumados a los militantes que aún permanecían en la organización, rompieron sus vínculos con el movimiento que surgió con fuerza en 2009, enarbolando propuestas programáticas que habían entusiasmado a una cantidad de personas, principalmente jóvenes, que no tenían hasta el momento representación electoral. La deriva de Psur quedó expuesta a finales de mayo: 12 de los 15 representantes de la organización en las llamadas comunas de la Ciudad de Buenos Aires rompieron en bloque con la dirigencia, en desacuerdo con la alianza electoral, y abandonaron la fuerza.
 
Vacío a la izquierda
 
El crecimiento del descontento con el gobierno desde fines de 2011, el rumbo tomado por el FAP y la aproximación de organizaciones como Libres del Sur y Proyecto Sur a las agendas programáticas de la derecha dinamitaron los pocos avances alcanzados hasta el momento para la construcción de una alternativa de izquierda al Gobierno y la oposición de derecha.
 
Hasta ahora, sólo el Frente de Izquierda (FIT) –compuesto por tres fuerzas– repetiría el acuerdo electoral logrado en 2011, si las fuertes disputas entre sus componentes no terminan prevaleciendo. Con históricas dificultades para consolidar apoyos masivos, las fuerzas del FIT buscarán capitalizar la falta de coherencia del resto de la izquierda.
 
Otro intento de reagrupamiento de cuadros y militantes políticos sin representación electoral estará circunscripto a la Ciudad de Buenos Aires, entre las fuerzas Buenos Aires para Todos (apoyada por la mayor parte de la CTA del mismo distrito) y Marea Popular (conjunto de organizaciones encabezado por La Mella, agrupación estudiantil que comparte la presidencia de la Federación Universitaria de Buenos Aires junto con el Partido Obrero).
 
Este bloque, tras alejarse del FAP en el distrito capital, deja abierta su participación con el instrumento electoral de la CTA, Unidad Popular (UP), que no rompió con el FAP a nivel nacional.
 
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