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Han silenciado nuestro quechua dentro del Congreso

16/06/2009
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Hace unas semanas en estas mismas páginas comentamos acerca del tratamiento que se le había dado a la congresista quechua Hilaria Supa en un medio de prensa, y lo importante de que en un país con tanta diversidad de pueblos y culturas, hubiera el espacio para que éstos pueblos y culturas se expresaran en el principal recinto de deliberación pública.

La exigencia de hablar en su idioma fue claramente planteada desde que asumieron su cargo las congresistas Hilaria Supa y Maria Sumire, y si bien es cierto Juana Huancahuari no lo expresó de manera tan firme como las otras, ella es también una lideresa quechuahablante, representante de pobladores y pobladoras indígenas, campesinos y campesinas quechuas de Ayacucho.

El 11 de junio, en una rápida sesión, el Congreso, con 58 votos a favor, 18 en contra y 1 abstención, sancionó a María Sumire, Hilaria Supa, Nancy Obregón, Cayo Galindo, Janeth Cajahuanca, Juana Huancahuari y Rafael Vásquez con una suspensión de 120 días, lo que a decir de Henry Pease es una sanción “extrema y genera violencia en el Congreso”. Porque si bien es cierto la sanción puede ser reglamentaria, asumiendo que la protesta de las congresistas impidió la sesión de ese día, es la magnitud de la misma lo que causa asombro y genera serias suspicacias entre la ciudadanía. Por ejemplo, nos preguntamos por qué razón se decidió tan rápidamente la sanción. En sólo 10 minutos, según nos informa la República del día 12, “se leyeron las resoluciones de sanción y amonestación, se registró asistencia, se votó y se aprobaron las propuestas”. No se les dio el derecho a la defensa a los y las congresistas sancionadas. La dureza de la sanción, por otra parte, podría traslucir un castigo no sólo por la protesta del día, sino un castigo a lo que las personas sancionadas representan, a otras acciones que van más allá de la acción misma objeto de sanción.

Hay que recordar que cuatro de las congresistas sancionadas tienen una trayectoria importante como dirigentas de organizaciones de base, indígenas, de mujeres o gremiales. ¿No podría ser la dura sanción un mensaje a los grupos de los sectores que ellas han representado y que estaban movilizándose en solidaridad con los pueblos indígenas amazónicos?

Nos preguntamos también cómo es que de los 18 legisladores que participaron en la protesta se sancionó a más mujeres, siendo la mayoría varones. ¿Y cómo así a todas las indígenas? ¿Será que se mide con una vara distinta y más larga y gruesa las acciones cuando son de las mujeres y además más gruesa aún cuando son realizados por las consideradas más subalternas que otras? El mensaje debe ser claro y fuerte parece para las “bochincheras”, mientras que en el caso de los hombres, incluso cuando han llegado a niveles extremos, espectáculos de gritos y violencia no han tenido sanciones similares, y ejemplos de ello hay de antología. Cómo no mencionar la bronca entre Rómulo Alegría y Fernando Olivera siendo ambos diputados, o el directo golpe al mentón de Javier Diez Canseco a un congresista fujimorista, o la pérdida de paciencia de Del Castillo frente a Carlos Torres y Torres Lara.

Por otra parte, cabe también analizar si habría una cuestión de incomprensión y negación del otro o de la otra en esta sanción. ¿No será que tenemos un Congreso y actores políticos no dispuestos a aceptar un tipo de protesta que es común cuando se es dirigente de las organizaciones, como es el caso de las congresistas, que han reinventado y recreado formas de lucha, incomprensibles para algunos limeños y limeñas que, frente a la ruptura del orden que se ha establecido en el reglamento, de las formas impuestas, no dudan en aflorar su mirada despectiva frente a lo andino? Así lo dejó claramente explicito Bedoya Ugarteche en un infame artículo publicado en el diario Correo, en donde dice: “a las tres vedettes de la cloaca parlamentaria que ahora están haciendo un carnaval puneño en pleno hemiciclo. Me refiero a las congresistas que creo se apellidan Supaypahuahua, Cachachanca y Hatunracca.” Aunque generalmente la discriminación y el racismo no suelen expresarse abiertamente, este es un ejemplo extraordinario del racismo que pervive en alguna gente, que ve a los y las indígenas como inferiores, no iguales, con quienes no hay que hablar, como lo dijo Martha Hildebrandt en una de las discusiones en las que ha estado involucrada al referirse a María Sumire: “yo solamente hablo con mis iguales intelectuales”. Si algo tenemos que agradecerle a artículos como éste y a expresiones como las de Hildebrandt es que exponen esas miradas y nos permiten mostrar nuestro rechazo y asco por su existencia.

Otro elemento que llama la atención y que podría explicar también la dureza de la sanción es el apoyo que las congresistas Juana Huancahuari y Janet Cajahuanca le dieron a Alberto Pizango según algunas informaciones. En ese sentido, debe recordarse también que Aurelio Pastor, en declaraciones a la agencia Andina días antes, señaló que evaluaban presentar una denuncia contra las congresistas Huancahuari y Cajahuanca, y contra Rafael Vázquez – precisamente 3 congresistas sancionados – por algunas declaraciones en las que, según el congresista Pastor, pedía a los indígenas luchar contra el gobierno.

Coincidimos con lo que señala Henry Pease de que estas acciones no ponían en peligro el orden del Parlamento y que por el contrario las sanciones abonan a la mantención y profundización del conflicto, obstaculizando la posibilidad de encontrar salidas viables y justas para todos y todas. La experiencia de las congresistas sancionadas no podrá ser puesta al servicio de la búsqueda de estas soluciones, lo que es una lástima. Lo otro que es cierto, es que después de tanta muestra de desprecio al los pueblos indígenas, a lo que representan, y pese a todas las muestras de solidaridad que se dieron en el caso de Hilaria Supa, el runasimi ha sido silenciado en el parlamento, ya las voces de las mujeres cuya lengua materna es el quechua estarán ausentes por los 120 días que han impuesto en esta excesiva e injusta sanción.

Fuente: Asociación Servicios Educativos Rurales (SER), Perú
http://www.ser.org.pe/

https://www.alainet.org/es/active/31099
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