La blanqueada blasonería sucrense

24/08/2007
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  • Opinión
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Acomplejadamente acostumbrados a justificar los injustificados e irascibles impromptus o los “elitistas” y escandalosos exabruptos, se suele subliminalmente decir: se me salió mi indio. Es así como, sutil y subjetivamente, uno no sólo que pone en paz su conciencia -por el exabrupto- sino que también se absuelve avergonzadamente ante su advenediza y aparente ascendencia ”aristócrata” reivindicando, rancia, resentida y racistamente su recíproca rabia contra uno mismo y su propia realidad.

Esta vez, la ciudad de los cinco nombres -incluido el de “la ciudad blanca de América” por el color del paisaje urbano de sus coloniales caseríos- le da otra connotación al contenido del color, no al de la ciudad por si acaso; sino a lo que su acomplejada y alienada apariencia antoja “aclararse” como si fueran los antagónicos y aristócratas arios de Santa Cruz, donde dizque la gente es rubia y habla inglés. Es así como los capitalinos, consiguientemente se han convertido conservadora y cohonestadamente en los cipayos ciudadanos de la manipuladora masonería de la Media Luna.

Por eso es que esta vez el pararrayos de su patético palabrerío y su pedante “pasado” ha sido la presidenta de la Asamblea Constituyente, a quien la calificaron capitalina y castellanamente de: chola ignorante.

Esa fue la racista respuesta de su rabioso resentimiento, por que se retiró reflexiva y definitivamente de la discusión de la Asamblea, el amenazador y alevoso acápite antipatria de la Capitalidad, porque precisamente promueve pretéritos y protervos pretextos contra la Integridad Territorial y la Unidad Nacional, como fueron los atroces antecedentes de la Guerra Federal de 1899 .

Así que aquí no vamos a hacer una especificación etimológica de lo que sinuosamente significa o puedan significar ambas acepciones: chola e ignorante; en el contexto de confrontación de la Constituyente, es un repentino y retrógrado racismo recalcitrante, que ese sí, es el que nos confronta colateral y conspiradoramente. Claro que tendenciosamente, el taimado teatro de la desintegradora derecha es el de acusar astuta y antojadizamente de que: es el gobierno el que nos confronta y nos divide.

Y aunque en eso si soy escrupulosamente específico; hay que comenzar a comprender de que sí debe haber no mas confrontación en la Constituyente, pero para cambiar. ¿Por que cómo se cambian las cosas sino no es confrontando? Ambas son continuadamente consustanciales, no puedes cambiar, sin confrontar; o sea lo que sirve contra lo inservible, lo útil contra lo inútil, lo viejo contra lo nuevo, lo opresor contra lo emancipador, el socialismo contra el liberalismo, lo conservador contra el cambio.

Y es por eso que ahora simplemente sabotean el Cambio, ya que quienes han hecho de la Constitución una conservadurista costra, es precisa y premeditadamente para que nada cambie. O sea que al arrancársela antagónicamente ahora -la costra- tiene que erosionar las heridas de las elites e irritadamente insolentarlas, porque se está lacerando su legendario latrocinio latifundista, al que estuvieron apoltronadamente acostumbrados para aprovechar ávida, angurrienta y autoritaria la heredad de TODOS los bolivianos .

Pero estoy seguro que a la presidenta de la Constituyente la tiene sin cuidado el desesperado desprecio de la desbocada y desintegradora derecha, ya que, hay que repetirlo y recordarlo reiteradamente; si aguantaron la animadversión de los “blancos” por mas de quinientos años, que los sometió y silenció sempiternamente su soberanía al saqueo de la conquista, o resistieron el reciclado y resentido racismo de la retrógrada república; este arrebatado y aristócrata ataque contra la presidenta de la Asamblea no pasa de ser es una anacrónica anécdota.
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