La guerra de Calderón socava la democracia

23/08/2012
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El mayor desafío del próximo presidente de la república es la guerra contra las drogas que lega el gobierno de Felipe Calderón con su secuela de muerte, desaparición y éxodo de centenares de miles de mexicanos. Esta terrible tragedia humana refleja los graves problemas que desató tan infausta decisión: la gradual transformación de la nación en un Estado policiaco, donde la vida y los derechos humanos no valen nada; la corrupción del sistema judicial y de los cuerpos policiacos, ya azotados por este letal flagelo; la pérdida de la libertad de expresión, que se revela como muerte de decenas de periodistas y atentados a medios.
 
Las cuatro libertades fundamentales peligran: nadie está seguro de su vida ni de su integridad personal (amenazadas por policías, justicia corrupta y mafias); la libertad de pensamiento también es socavada por policías y delincuentes; la libertad de movimiento terminó en las zonas de guerra; y si estas tres libertades perecen es seriamente asediada la libertad de asociación y de reunión. Cuando estas libertades vitales son quebrantadas la democracia se colapsa. He aquí la funesta herencia de la guerra de Calderón. Es paradójico que el PAN, partido que creyó y enarboló la lucha por la democracia, deje a México tan terrible legado.
 
La herencia calderonista es un peligro para México, y no será fácil sacudirla. Ya desató a los demonios al fraccionar a las mafias y transformarlas en enemigas del orden, de la paz y la estabilidad social. Hoy su negocio es el secuestro, la extorsión, el cobro de piso, el robo y la trata de personas. Para ello requieren dominar territorios: rivalizan con gobiernos estatales y municipales débiles y corruptos, amén de ofrecer un modo de vida para miles de personas, en particular jóvenes. Son un Estado dentro del Estado. Calderón convirtió un problema de tráfico de drogas ilícitas en el más grave desafío a la seguridad interna.
 
Las experiencias mexicana y mundial muestran que es absurda la guerra contra las drogas, dado su enorme costo humano e institucional. Ésta es nuestra realidad y a la vez la mayor arma para negociar con el gobierno de Estados Unidos, asediado por los poderosos intereses que se benefician de la guerra contra las drogas: las industrias armamentista, farmacéutica y del alcohol, la carcelaria y de servicios de rehabilitación. (El lobby transformó a la democracia estadounidense en una plutocracia).
 
El gobierno que viene debe valorar la experiencia de Portugal que en 10 años minó el consumo de drogas ilícitas al despenalizarlo y, a su vez, abatió la violencia, de acuerdo con los estudios del instituto Cato.
 
Héctor Barragán Valencia
 
Fuente: Forum en línea
 
https://www.alainet.org/fr/node/160498
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