Tras las elecciones
Vendaval desestabilizador golpea a Nicaragua
15/11/2008
- Opinión
El Frente Sandinista se alzó con la victoria, pero la oposición rechazó los resultados denunciando “anomalías en los comicios”. Como consecuencia el país está preso de duelos y luchas políticas.
Hace más de una semana los nicaragüenses acudieron a las urnas -con normalidad- para elegir por un periodo de cuatro años a alcaldes, vice alcaldes y concejales en 146 de los 153 municipios del país. Con la victoria del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), de Daniel Ortega, Nicaragua se suma a los avances democráticos que se están viviendo en Latinoamérica.
Sin embargo, en este contexto la oposición denunció fraude, por lo que se desencadenó una crisis post-electoral.
El asesor presidencial para asuntos sociales, Orlando Núñez, aseguró que la votación “demuestra que el FSLN adquirió la mayoría política de Nicaragua con un 52 por ciento de votos”. Sin embargo, la oposición derechista del Partido Liberal Constitucionalista (PLC), al igual que la Conferencia Episcopal, se mostraron desconformes con los resultados de los comicios del 9 de noviembre, por lo que exigieron que se lleve a cabo un recuento de votos.
El Poder Electoral dio como ganador al FSLN, en 94 alcaldías y al PLC en 46. Datos publicados por la agencia de noticias EFE, afirman que el partido gobernante en Nicaragua, obtuvo el control de 10 de las 17 cabeceras departamentales -capitales de provincia- del país, mientras que la opositora alianza liberal ganó en las restantes seis.
Una vez conocidos los resultados preliminares, el Partido Liberal denunció inmediatamente que las cifras no coincidían con la sumatoria de las copias de las actas facilitadas por sus fiscales, poniendo en tela de juicio la legitimidad de las elecciones y al gobierno que desde el 5 de noviembre de 2006 lidera Daniel Ortega.
Pero la desconfianza electoral se instaló luego de que el diputado y representante legal del PLC, Wilfredo Navarro, denunciara irregularidades. Tras presentar sus denuncias aseguró que "La actual situación ha generado un asalto a la institucionalidad y una grave crisis de gobernabilidad que se traduce en un derrumbe o parálisis de las instituciones y generará una descomposición social y económica del país", advirtió.
Esta “desconfianza” por parte de la oposición, generó una gran tensión, sobre todo en Managua, ciudad capital. La violencia copó las calles y los enfrentamientos entre los seguidores del Frente Sandinista de Liberación Nacional y del Partido Liberal Constitucionalista, derivaron en propiedades destruidas, caminos bloqueados, e incluso los enfrentamientos se cobraron la muerte de dos personas y una decena de heridos.
Una vez conocidos los resultados oficiales, el candidato opositor liberal a la alcaldía de Managua, Eduardo Montealegre, -quien se ha convertido en la cabeza más visible de la oposición- hizo evidente su rechazo, afirmando que no confía en los resultados que arrojan los cómputos y amenazó diciendo que:
“Aunque el CSE (Consejo Supremo Electoral) publique 20 veces estos informes sobre las elecciones los voy a aceptar, porque aquí se quiere cometer un gran robo y un gran fraude”.
A pesar de las denuncias realizadas, el presidente del Consejo Supremo Electoral, Roberto Rivas Reyes, asegura que no existen pruebas sobre presuntas irregularidades cometidas en Managua y en otros departamentos del país. Ante la insistencia de la oposición se comprometió a realizar un recuento de votos. La oposición pidió que el recuento sea controlado por instituciones especializadas como el Centro Carter, la Organización de los Estados Americanos (OEA) el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo.
Ante la situación que se está viviendo en Nicaragua, el Centro Carter, dirigido por el ex presidente de Estados Unidos Jimmy Carter, pidió que todos los actores, líderes y autoridades civiles y estatales del país centroamericano busquen "sin demoras y sobre la base del respeto mutuo, una solución legítima a las denuncias de irregularidades y a las dudas que se han cernido sobre la adecuada administración de las elecciones municipales".
La acusación de fraude que recayó sobre el oficialismo, como era de esperar tuvo repercusión internacional. Los países de la Alternativa Bolivariana para las Américas (ALBA), que encabeza Venezuela, rechazaron el viernes la "intervención" de Washington en las elecciones de Nicaragua.
Al respecto el presidente venezolano, Hugo Chávez, defendió al FSLN y aseguró que Estados Unidos es el encargado de provocar un boicot contra la administración de su par nicaragüense.
Al referirse a la victoria del Frente Sandinista, el mandatario venezolano aseguró que el triunfo esta vinculado con "los avances democráticos en Nuestra América, sumándose a las victorias de Fernando Lugo en Paraguay, la reafirmación de Evo Morales en Bolivia y la reciente aprobación de la nueva Constitución en Ecuador".
Un comunicado enviado por la cancillería venezolana denuncia la conducta del gobierno de George W. Bush, al afirmar que “carece de moral para opinar sobre los asuntos internos de Nicaragua".
Dicho comunicado muestra preocupación por la “conducta intervencionista (través de su Embajador en Managua Robert J. Callahan) del actual Gobierno estadounidense que pretende empañar" las elecciones en el país centroamericano.
Ante la situación violenta y tensa que promete ir recrudeciendo cada día un poco más, el Poder Ejecutivo denunció ante la Organización de Estados Americanos (OEA) un "plan de desestabilización" de organismos internacionales, gestado desde la oposición y Estados Unidos.
Además acusó al secretario general de la OEA, José Miguel Insulza, de hacer “causa común” con la oposición en Managua.
La oposición al gobierno de Ortega, organizó el pasado viernes movilizaciones callejeras contra lo ellos califican como un "gran fraude". La primera fue realizada el domingo 16 en León, segunda ciudad del país, 90 km. al noroeste de Managua; y se prevé que el martes se realice una segunda movilización en Managua, según indicó en rueda de prensa el diputado Eduardo Montealegre, candidato opositor a la alcaldía de Managua.
Los simpatizantes de Ortega acusan a los liberales de no saber aceptar la derrota y de recurrir a la violencia dado que es “el último recurso de los perdedores". El Frente Sandinista asegura que la victoria conseguida es gracias a las políticas de redistribución impulsadas desde el gobierno y no producto del fraude.
De ese modo, se puede observar como una corriente desestabilizadora está surgiendo por varios países latinoamericanos. Esta vez, parece que le tocó el turno a Nicaragua.
Además, casualmente (o no), los actores son similares: la embajada de Estados Unidos, la derecha reaccionaria y hasta el alto funcionario de la OEA.
El resultado, por ahora, es que reine el desconcierto y la inseguridad en el país. Algunos analistas (esos que aman las conjeturas), aseguran que la tensión ha llegado a niveles que no se veían desde 1990, cuando los sandinistas fueron despojados del poder en las urnas.
Fuente: Agencia Periodística del MERCOSUR (APM), Facultad de Periodismo y Comunicación Social, Universidad Nacional de la Plata, Argentina.
http://www.prensamercosur.com.ar
Hace más de una semana los nicaragüenses acudieron a las urnas -con normalidad- para elegir por un periodo de cuatro años a alcaldes, vice alcaldes y concejales en 146 de los 153 municipios del país. Con la victoria del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), de Daniel Ortega, Nicaragua se suma a los avances democráticos que se están viviendo en Latinoamérica.
Sin embargo, en este contexto la oposición denunció fraude, por lo que se desencadenó una crisis post-electoral.
El asesor presidencial para asuntos sociales, Orlando Núñez, aseguró que la votación “demuestra que el FSLN adquirió la mayoría política de Nicaragua con un 52 por ciento de votos”. Sin embargo, la oposición derechista del Partido Liberal Constitucionalista (PLC), al igual que la Conferencia Episcopal, se mostraron desconformes con los resultados de los comicios del 9 de noviembre, por lo que exigieron que se lleve a cabo un recuento de votos.
El Poder Electoral dio como ganador al FSLN, en 94 alcaldías y al PLC en 46. Datos publicados por la agencia de noticias EFE, afirman que el partido gobernante en Nicaragua, obtuvo el control de 10 de las 17 cabeceras departamentales -capitales de provincia- del país, mientras que la opositora alianza liberal ganó en las restantes seis.
Una vez conocidos los resultados preliminares, el Partido Liberal denunció inmediatamente que las cifras no coincidían con la sumatoria de las copias de las actas facilitadas por sus fiscales, poniendo en tela de juicio la legitimidad de las elecciones y al gobierno que desde el 5 de noviembre de 2006 lidera Daniel Ortega.
Pero la desconfianza electoral se instaló luego de que el diputado y representante legal del PLC, Wilfredo Navarro, denunciara irregularidades. Tras presentar sus denuncias aseguró que "La actual situación ha generado un asalto a la institucionalidad y una grave crisis de gobernabilidad que se traduce en un derrumbe o parálisis de las instituciones y generará una descomposición social y económica del país", advirtió.
Esta “desconfianza” por parte de la oposición, generó una gran tensión, sobre todo en Managua, ciudad capital. La violencia copó las calles y los enfrentamientos entre los seguidores del Frente Sandinista de Liberación Nacional y del Partido Liberal Constitucionalista, derivaron en propiedades destruidas, caminos bloqueados, e incluso los enfrentamientos se cobraron la muerte de dos personas y una decena de heridos.
Una vez conocidos los resultados oficiales, el candidato opositor liberal a la alcaldía de Managua, Eduardo Montealegre, -quien se ha convertido en la cabeza más visible de la oposición- hizo evidente su rechazo, afirmando que no confía en los resultados que arrojan los cómputos y amenazó diciendo que:
“Aunque el CSE (Consejo Supremo Electoral) publique 20 veces estos informes sobre las elecciones los voy a aceptar, porque aquí se quiere cometer un gran robo y un gran fraude”.
A pesar de las denuncias realizadas, el presidente del Consejo Supremo Electoral, Roberto Rivas Reyes, asegura que no existen pruebas sobre presuntas irregularidades cometidas en Managua y en otros departamentos del país. Ante la insistencia de la oposición se comprometió a realizar un recuento de votos. La oposición pidió que el recuento sea controlado por instituciones especializadas como el Centro Carter, la Organización de los Estados Americanos (OEA) el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo.
Ante la situación que se está viviendo en Nicaragua, el Centro Carter, dirigido por el ex presidente de Estados Unidos Jimmy Carter, pidió que todos los actores, líderes y autoridades civiles y estatales del país centroamericano busquen "sin demoras y sobre la base del respeto mutuo, una solución legítima a las denuncias de irregularidades y a las dudas que se han cernido sobre la adecuada administración de las elecciones municipales".
La acusación de fraude que recayó sobre el oficialismo, como era de esperar tuvo repercusión internacional. Los países de la Alternativa Bolivariana para las Américas (ALBA), que encabeza Venezuela, rechazaron el viernes la "intervención" de Washington en las elecciones de Nicaragua.
Al respecto el presidente venezolano, Hugo Chávez, defendió al FSLN y aseguró que Estados Unidos es el encargado de provocar un boicot contra la administración de su par nicaragüense.
Al referirse a la victoria del Frente Sandinista, el mandatario venezolano aseguró que el triunfo esta vinculado con "los avances democráticos en Nuestra América, sumándose a las victorias de Fernando Lugo en Paraguay, la reafirmación de Evo Morales en Bolivia y la reciente aprobación de la nueva Constitución en Ecuador".
Un comunicado enviado por la cancillería venezolana denuncia la conducta del gobierno de George W. Bush, al afirmar que “carece de moral para opinar sobre los asuntos internos de Nicaragua".
Dicho comunicado muestra preocupación por la “conducta intervencionista (través de su Embajador en Managua Robert J. Callahan) del actual Gobierno estadounidense que pretende empañar" las elecciones en el país centroamericano.
Ante la situación violenta y tensa que promete ir recrudeciendo cada día un poco más, el Poder Ejecutivo denunció ante la Organización de Estados Americanos (OEA) un "plan de desestabilización" de organismos internacionales, gestado desde la oposición y Estados Unidos.
Además acusó al secretario general de la OEA, José Miguel Insulza, de hacer “causa común” con la oposición en Managua.
La oposición al gobierno de Ortega, organizó el pasado viernes movilizaciones callejeras contra lo ellos califican como un "gran fraude". La primera fue realizada el domingo 16 en León, segunda ciudad del país, 90 km. al noroeste de Managua; y se prevé que el martes se realice una segunda movilización en Managua, según indicó en rueda de prensa el diputado Eduardo Montealegre, candidato opositor a la alcaldía de Managua.
Los simpatizantes de Ortega acusan a los liberales de no saber aceptar la derrota y de recurrir a la violencia dado que es “el último recurso de los perdedores". El Frente Sandinista asegura que la victoria conseguida es gracias a las políticas de redistribución impulsadas desde el gobierno y no producto del fraude.
De ese modo, se puede observar como una corriente desestabilizadora está surgiendo por varios países latinoamericanos. Esta vez, parece que le tocó el turno a Nicaragua.
Además, casualmente (o no), los actores son similares: la embajada de Estados Unidos, la derecha reaccionaria y hasta el alto funcionario de la OEA.
El resultado, por ahora, es que reine el desconcierto y la inseguridad en el país. Algunos analistas (esos que aman las conjeturas), aseguran que la tensión ha llegado a niveles que no se veían desde 1990, cuando los sandinistas fueron despojados del poder en las urnas.
Fuente: Agencia Periodística del MERCOSUR (APM), Facultad de Periodismo y Comunicación Social, Universidad Nacional de la Plata, Argentina.
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