Crisis en la producción alimenticia

Hambre: la frutilla del postre de un “combo explosivo”

08/03/2009
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Dos aliados dan batalla al productor: cambio climático y fluctuación en el mercado. Las víctimas crecen a la velocidad de la luz. La salida es compleja y los verdugos no dan tregua.

 

Pensar un futuro parece imposible. El pesimismo se ha metido en el cuerpo de quien escribe y especular con un horizonte esplendoroso se hace cada vez más difícil, porque la realidad y los números se han empecinado en demostrar que la crisis se profundiza. Todo parece inestable y nada está garantizado. Mucho menos el alimento.

Esta situación no es nueva, ni inesperada. Siempre que hubo una crisis los mercados productivos comenzaron a tambalear, y los productos a elevar su precio, en un intento empresarial por salvar su negocio. Pero esta vez, al tratarse de un conflicto en cadena, los perjudicados se multiplican.

Esto sucede porque el rendimiento de la producción de alimentos – sin dudas la más importante- ha comenzando a caer drásticamente, y en consecuencia los costos se han elevado enormemente.

No son delirios pesimitas. De no cambiar el sistema productivo y administrativo de alimentos, en los próximos años una crisis alimenticia mayor a la registrada en el 2008, podría instalarse. (Ver: “El mundo sigue con hambre”. APM 19/10/2009)

El por qué es claro. Además de la expansiva debacle económica, el mundo entero esta siendo víctima del cambio climático. O para decirlo de otra manera, los hombres y mujeres se han convertido en sus propios verdugos, porque la destructiva mano humana ha derivado en una catastrófica rebelión natural.

Tanto es así que se calcula que para el año 2050, al menos el 25 por ciento de la producción de alimentos podría perderse a causa de problemas con el medio ambiente.

Aunque suene feo decirlo, para el 2050 faltan un par de décadas, pero el panorama actual es igual de desalentador. Se calcula que para producir alimentos para una persona al día, son necesarios entre 2000 y 5000 litros de agua, pero los principales países agrícolas del mundo –China y Argentina- están padeciendo sequías históricas. (Ver: “De reyes de la soja a mendigos del agua”. APM 08/02/2009)

Pero la falta de agua también afecta a otras naciones productoras de alimentos, como Rusia, Estados Unidos (puntualmente al estado de California), o Canadá, que de alguna manera compensaban las pérdidas que derivaban de sequías en otras partes del planeta.

China, el mayor productor y consumidor de trigo en el mundo, tiene más del 40 por ciento de dicho cultivo amenazado por la sequía. También el estado de California, una de las principales regiones productoras de alimentos a nivel mundial, ha dejado sin cultivar las dos terceras partes de sus campos por falta de agua.

Como se sabe a la hora de hablar de gigantes productivos -en materia alimenticia y de cereales- Argentina y Brasil ocupan un lugar privilegiado en la región; y existen otros países que dependen de las importaciones.

Al haber caído el grado de exportación de los principales productores -debido a los vaivenes del mercado internacional-, los precios han aumentado, y en Centroamérica y el Caribe -por citar ejemplos- se han comenzado a sentir los efectos de la falta de dinero para la compra de alimentos.

En este indignante juego bursátil, algunos se alzan con el triunfo, y una gran mayoría se ve enormemente afectada, porque no cuentan con los recursos económicos necesarios para sobrevivir. El secretario General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Ban Ki-moon, informó que empeorará el grado de hambruna a nivel planetario, cayendo la población en un pozo sin salida.

Por sus características naturales, el mundo podría alimentar a toda la población, si actuara correctamente y siguiendo las reglas de la naturaleza.

Un informe presentado por Alex Evans, especializado en cambio climático, asegura que "hoy, la razón de por qué están desnutridas casi mil millones de personas no es que no haya suficiente comida en circulación. Si se sumara la producción de alimentos del mundo y después se dividiera entre la población mundial, cada persona tendría 2,700 calorías al día, un promedio que es fácilmente suficiente para erradicar el hambre”.

Es decir que el hecho de que millones mueran de hambre, se debe a que los alimentos se han perdido, gastado o eliminado por ineficiencias. Aunque también se podría decir que fue por egoísmo, en el afán desesperado de ganar dinero sin importar los perjuicios ambientales.

No es un dato menor -ni mucho menos aislado- que las cosechas de cereales ya estén estancadas y la pesca en declive. Aunque suene alarmante, esto derivará a la larga -o no tanto- en pobrezas extremas y enormes hambrunas.

Para el presidente de la Federación Nacional de Organizaciones Campesinas, Indígenas y Negras (Fenocin) de Ecuador, Luís Andrango Cadena, se ha llegado a una crisis de esta índole porque la ”la alimentación más que como un derecho, (es vista) como una mercancía".

A raíz de esto, el director de políticas de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) para Latinoamérica, Fernando Soto, sostuvo que una solución conjunta a nivel mundial es posible, siempre y cuando exista una cooperación internacional para “auxiliar y mantener el ritmo (de producción) y cobertura (de alimentos)".

Caso contrario, seguirá empeorando la tendencia de personas subnutridas, alcanzando cifras similares a la de los años 90, pleno apogeo del neoliberalismo en Latinoamérica.
Cuando el panorama se muestra tan turbio, los gobiernos están obligados a tomar cartas en el asunto, y de esa manera revertir la situación.

En Estados Unidos por ejemplo, su presidente, Barack Obama, pidió que se ponga fin a los "pagos directos a grandes agronegocios que no los necesitan". Esta es una medida que podría equilibrar la balanza, favoreciendo a los pequeños productores de todo el mundo. (Ver: “Los subsidios al agro estadounidense en la mira”. APM 01/03/2009)

Al conocerse los índices de escasez de alimentos en Venezuela, el líder de la revolución bolivariana, Hugo Chávez, dio paso a la intervención estatal dentro de las principales plantas procesadoras de arroz del país. Además por medio de una resolución, se obliga a las agroindustrias a fabricar mayormente alimentos básicos a precios regulados.

Según el ministro de Industrias Ligeras y Comercio, William Contreras, la medida es de carácter preventivo y temporal, y la aplicación de esta medida se ajusta a lo señalado por el artículo 305 de la Constitución, que establece que la producción de alimentos es de interés nacional.

Lógicamente estas resoluciones despertaron la ira de los industriales “intervenidos”, quienes aseguran que Chávez está atentando contra la propiedad privada. En su defensa, el mandatario sostiene que gracias a estas medidas, el país verá resguardada su “seguridad alimentaria”.

Para entender el panorama latinoamericano es necesario agregar a todo esto, que la situación en el país agrícola por excelencia -léase Argentina- también es compleja.

Con el objetivo de paliar la crisis, y tras un año de idas y vueltas, los líderes agropecuarios de la Junta Agraria firmaron un acuerdo con el gobierno para incentivar la producción de leche, trigo y carne. Además en dicho encuentro se habría establecido una baja en las retenciones para las economías regionales.

Por otra parte, y para resguardar al pequeño productor, intentando maximizar ganancias, el Estado busca convertirse en un nuevo jugador dentro del mercado de granos.

Para lograrlo, se ha desarrollado un proyecto que impulsa la creación de un organismo mixto -de capitales estatales y privados-, que quedaría en manos de la Oficina Nacional de Control Comercial Agropecuario (ONCCA). Se trataría de algo así como una Junta Nacional de Granos pero adaptada a los años que corren.

Según el oficialismo, lo que se busca es “garantizar la seguridad alimentaría y la disponibilidad y accesibilidad de alimentos a precios razonables para la población argentina”.

Por otra parte,el director de la FAO, Jacques Diouf, viene denunciando que a nivel mundial existe una “fiebre por la tierra de cultivo”, una especie de "neocolonialismo agrario" por parte de corporaciones extranjeras que se alzan con extensiones productivas valiosas.

Por esa razón y en teoría, la aceptación de dicho proyecto, favorecería a los pequeños y medianos productores, porque este proyecto se muestra como un intento por defender a los cerealeros argentinos, que al verse amenazados por la crisis comienzan a enajenar sus tierras, a venderlas al mejor postor.

Pero la creación de este nuevo ente, despertó “sospechas” dentro de la llamada Mesa de Enlace o Junta Agraria (Sociedad Rural, Confederaciones Rurales Argentinas, Federación Agraria y Coninagro).

Para las patronales del campo -abierto opositor a las medidas del Gobierno argentino- el proyecto puede traducirse en un mayor control del mercado de granos, convirtiéndose además en un organismo para presionar al agro.

El rumor sobre la creación de este organismo coincide por un lado, con un momento de decadencia productiva, consecuencia directa del mal funcionamiento del sistema a nivel mundial, que ha ido degradando el suelo, haciendo que enormes hectáreas fértiles, se conviertan en meros pedazos de tierra.

Y por el otro, con un pedido de la FAO para que el mundo luche a favor de la seguridad alimentaría. Cabe recordar que el último informe realizado por este organismo de la ONU, advierte que la producción mundial de cereales caerá en 2009.

De concretarse la creación de un ente regulador, el Estado desarrollaría una participación más activa, en una crisis que ha comenzado a mostrar los primeros síntomas en Latinoamérica.

Estos ejemplos, demuestran que en el subcontinente se está transitando el mismo camino para evitar, o mejor dicho, para limitar el impacto de la catástrofe alimentaria. Ese común denominador es el intervencionismo. Pero esto no basta, es necesario que todo el pueblo latinoamericano tome conciencia y entienda que respetar la naturaleza es más importante que cualquier intervención económica por parte de los estados.

Tal como afirma el director ejecutivo del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) Achim Steiner, es necesario “trabajar junto a la naturaleza, en lugar de actuar en su contra”, porque ésta es la única manera viable de aumentar el rendimiento productivo y de evitar que el mundo caiga en picada, y que hambre pase a ser más que una pesadilla, convirtiéndose en una realidad cotidiana.

tgonzalez@prensamercosur.com.ar

 

Fuente: www.prensamercosur.com.ar/apm  

https://www.alainet.org/es/articulo/132689
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