Memorias de la desaparición forzada en México
En México desde 1964 al 2020 se han contabilizado 177.000 desaparecidos. La Comisión Nacional de Búsqueda de la Secretaría de Gobernación solo reconoce unos 82.000 desaparecidos.
- Opinión
Históricamente la desaparición forzada se ha utilizado para eliminar al opositor o enemigo y sembrar el pánico y el terror entre la población civil como método sistemático de dominación. Cuando el poder político está en peligro, los militares son los únicos que disponen de medios suficientes para restablecer el orden y la ley. En este caso la constitución y los derechos humanos son un obstáculo para la guerra total.
El término “desaparecido” se acuñó en Guatemala en el año 1966 cuando el gobierno de facto del coronel Peralta Azurdia utilizó en secreto este despreciable método a través de los escuadrones de la muerte para librarse de la oposición política de izquierda (intelectuales, sindicalistas, artistas, escritores, estudiantes, docentes, colaboradores y simpatizantes). En Guatemala se calcula que durante la primera década de terror policial más de 45.000 personas fueron víctimas de homicidios políticos y desapariciones. Luego esta práctica de Terrorismo de Estado, asesorada por los agentes de la CIA (la “Doctrina de Seguridad Nacional” se inscribe dentro de la guerra fría gestada tras la Segunda Guerra Mundial) se extendió por otros países de América Latina como Argentina, Chile, Uruguay Brasil (en la época de las dictaduras militares)
Durante la guerra fría la CIA no solo fomentaba golpes de estado sino también la desaparición y asesinato de opositores izquierdistas. Henry Kissinger, como jefe del Departamento de Estado, no solo instigó el golpe fascista contra Salvador Allende en Chile sino que también fue el planificador de la Operación Cóndor que dejó un saldo fatal de 50.000 personas asesinadas y 30.000 desaparecidas. Los “Archivos del Terror” descubiertos en Paraguay detallan minuciosamente el destino de miles de latinoamericanos secretamente secuestrados, torturados, asesinados o desaparecidos por los servicios de seguridad de Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Paraguay y Uruguay. Para lograr tamaña eficacia fue fundamental la transferencia de información entre las dictaduras. El sumun del ensañamiento y perversidad lo superó con creces la DINA pinochetista en Chile con 3000 muertos y 1.500 detenidos- desaparecidos.
Según los manuales de inteligencia “el opositor es un ser ajeno y extraño, un loco, un alien o extranjero contra el que el “ejército salvador” podía recurrir a las más despiadadas formas de represión para garantizar “la paz y la estabilidad de la patria”. Al secuestrando sea como sea había que extraerle confesiones acerca de sus cómplices o la célula a la que pertenecía -que es fundamental para eliminar “el mal de raíz”. La tortura en la clandestinidad es garantía de impunidad. La clave es apartar en secreto al prisionero o al insurgente del marco legal que pueda protegerlo. Entonces, así no podrán contar con abogados ni testigos, no se haría pública su detención y sus parientes no sabrían donde se encuentran. El secuestro es un arma de destrucción masiva de enorme poder. Los genocidas llegaron a desaparecer poblaciones enteras u obligarlas a abandonar sus tierras como sucedió en Bolivia, Colombia, Perú, Guatemala o el Salvador. En este último país los grupos paramilitares ORDEN y ANSESAL se esforzaron al máximo por aniquilar a los subversivos del FMLN y a cualquier opositor que se atreviera a desafiarlos. Los escuadrones de la muerte (doctrina de contrainsurgencia exportada por EE.UU) intimidaban a la población civil enviando sufragios o publicando listas de amenazados de muerte, abandonando cadáveres irreconocibles en los basureros y a otros que colgaban en los postes a modo de advertencia. Todo era válido con tal de desmovilizar la resistencia o cualquier atisbo de rebeldía (manual de guerra preventiva)
El ejército argentino, con la anuencia de los EE. UU, decidió exportar a Centroamérica sus “geniales métodos” de guerra sucia con la Operación Charlie en el que capacitaron a las fuerzas armadas de Nicaragua, Honduras, el Salvador y Guatemala. Era esencial combatir con eficacia a los “delincuentes subversivos terroristas” siguiendo las directrices del presidente Ronald Reagan, entrenando escuadrones de la muerte y paramilitares que se encargaran de las torturas, asesinatos y desapariciones forzadas. No hubo campos de concentración, no hubo partido fascista sino militarismo, no hubo un fuhrer sino golpistas.
En los años sesenta surgió el concepto de el “enemigo interno” teorizado con maestría en los manuales de contrainsurgencia. En aplicación de la Doctrina Nixon las escuelas militares norteamericanas fueron el centro de formación y adoctrinamiento de los oficiales y militares de alto rango de América Latina. Estos serían los encargados de garantizar la prevalencia del imperialismo norteamericano. “The Emerging structure of Peace” sacando una lección de la Guerra del Vietnam y preparando a EEUU para su dominación a nivel global.
Buena parte del alto mando y las fuerzas especiales de los ejércitos latinoamericanos fueron instruidos y adiestrados en la Escuela de las Américas, ubicada en el Canal de Panamá. Esta diabólica institución se distinguió por su enorme capacidad de entrenar matones, torturadores y golpistas. Allí se graduaron los mejores elementos decididos a ejecutar acciones de terrorismo de estado como la desaparición forzada, la guerra psicológica y tortura (manual KUBARK) la extorsión y ejecuciones sumarísimas. La inteligencia militar tenía la misión de neutralizar la amenaza del enemigo externo e interno representado por el comunismo internacional (La Unión Soviética y Cuba). La radicalización de la derecha se debió al temor de una revolución izquierdista triunfante. Había que recuperar el orden social concebido como el mantenimiento del sistema político y económico dominante.
En el 2001 tras el ataque a las Torres Gemelas en NY el presidente de los EEUU George Bush le declara la guerra al terrorismo islámico. A los pocos meses el ejército norteamericano inicia la invasión de Irak y Afganistán sembrando la destrucción y la muerte como venganza a los atentados del 11S. A medida que avanzaba la campaña militar se detuvieron arbitrariamente a miles de supuestos “terroristas” -los llamados prisioneros fantasmas (secuestrados por la CIA) - que fueron enviados a la base militar de Guantánamo.
El GBI (guerra de baja intensidad) es fruto de la experiencia norteamericana en Vietnam. Igualmente se inspiraron en la estrategia diseñada por Adolf Hitler en la Segunda Guerra Mundial llamada “balance del terror” para hacer frente a los ataques de la resistencia. Por cada soldado alemán muerto tendría que pagar con un número equivalente la comunidad dependiendo del rango del ajusticiado. Además, se implantaba la idea de la detención de rehenes y se determinaba la base de un sistema orgánico. Esta orden de Hitler, ratificada de inmediato por el estado mayor alemán, parece ser el primer precedente formal e institucionalizado de desaparición forzada -un método muy sofisticado de terrorismo-. Un nuevo decreto llamado “noche y niebla” “nacht und nebel” ordenaba el desvanecimiento de esos prisioneros o deportados en los hornos crematorios de los campos de concentración. Y así con todo detalle expusieron la formula mediante las cual el estado nazi esperaba llegar a la “solución final del problema judío”, o sea, el exterminio sistemático de ese “pueblo maldito”. En el caso de la Guerra Civil española el franquismo utilizó la desaparición forzada para reprimir y doblegar las zonas republicanas a base del terror y el escarmiento colectivo. El exterminio sistemático de sus oponentes políticos aseguraría la paz social. Según la Plataforma de Víctimas de Desapariciones Forzadas por el Franquismo se estima que durante la Guerra Civil Española y la posterior dictadura fueron desaparecidas más de 140.000 personas. A estas alturas del 2021 todavía los grupos de pesquisidores y forenses siguen con la tarea de desenterrar los esqueletos de las fosas comunes desperdigadas por la mayor parte del territorio español.
En la Guerra Cristera (1926 a 1929) que enfrentó a los fundamentalistas católicos contra los liberales, una de las armas favoritas para aterrorizar a la población civil fueron los ajusticiamientos y masacres. Los investigadores aseguran que las víctimas de este demencial enfrentamiento fratricida supera los 250.000 muertos y un número indeterminado de desaparecidos. En los años sesenta y setentas, en el periodo de las guerrillas izquierdistas, supuestamente aliadas de la Unión Soviética y Cuba, el gobierno siguió la estrategia diseñada por el Pentágono al estilo Plan Cóndor. Aquellos intelectuales, estudiantes, profesores, sindicalistas y luchadores sociales representaban un peligro latente y se les acusó de “terroristas traidores a la patria” Esta es una etapa poco conocida en la historia de México llamada de la “guerra sucia” que va desde el año 1954 a los años setenta que el PRI ha ocultado o eliminado de los archivos. La prensa también se hizo cómplice impidiendo la publicación de noticias que afectaran la estabilidad del régimen.
El código del terror de la desaparición forzada lo aplicaron los organismos de seguridad del estado para combatir la Liga Comunista 23 de septiembre, las guerrillas indígenas de Guerrero, el Partido de los Pobres o el Movimiento de Liberación Nacional. La juventud mexicana se inclinaba peligrosamente por el caos y el anarquismo. Quizás el punto más álgido haya sido la matanza de Tlatelolco el 2 de octubre de 1968 donde se escribió el capítulo más siniestro de la historia mexicana. El presidente Diaz Ordaz junto con su Secretario de Gobernación Luis Echeverría fueron los directos responsables de esta masacre que dejó 78 muertos y 31 desaparecidos. Dicha operación Galeana igualmente contó con el siniestro asesoramiento de agentes de la CIA que tenían sus oficinas en la propia DFS. El estado de derecho no podía tolerar que las “hordas comunistas” destruyeran la democracia y las raíces culturales y religiosas del país.
Para contrarrestar el levantamiento Zapatista en Chiapas en el año 1994 surgen los Zetas, cartel conformado por desertores del ejército mexicano que contó con el beneplácito del gobierno federal. Porque la única posibilidad de desmovilizar la resistencia guerrillera era organizar grupos de paramilitares en connivencia con los terratenientes que desplazaran a los campesinos, les despojaran de las tierras y desaparecieran a sus líderes.
Torre de Cráneos, zona arqueológica del Templo Mayor-México.
En el 2006 la guerra contra los carteles de las drogas lanzada por el presidente Calderón generó la ocupación militar de las regiones y estados con el fin de recuperar la soberanía siguiendo los mismos dictados de la Seguridad Democrática de Uribe Vélez en Colombia cuyo antecedente más cercano fue el Estatuto de Seguridad del presidente Turbay Ayala.
México es un país de casi 130.000.000 de habitantes que mayoritariamente se concentran en el medio urbano. Desde los años cuarenta del siglo pasado comenzó el éxodo millones campesinos e indígenas en busca de un mejor futuro en la ciudad redentora. Esta es la mejor demostración del fracaso de en la revolución mexicana y su infructuosa lucha por el reparto agrario. Al pueblo empobrecido se le ha condenado al destierro y al desarraigo. En esos eriales o campos baldíos levantaron sus tugurios donde se refugiaron las castas desclasadas que se multiplicaron exponencialmente elevado la densidad de población por kilómetro cuadrado hasta el infinito. Como es el caso de Netzahualcóyotl con 1.200.000 de habitantes o Ecatepec con 1.700.000 habitantes que son los dos municipios más grandes del estado de México. En el valle de México viven 27 millones de personas que se hacinan en unas urbes y megalópolis completamente antinaturales y deshumanizadas producto de la explosión demográfica. La utopía de las ciudades inclusivas, equitativas y democráticas donde la principal norma sea el respeto a los derechos humanos es apenas un concepto teórico irrealizable.
El famosos etnólogo francés Paul Rivet escribió en los años cincuenta del siglo pasado: “México es ante todo una tierra indígena cuyo porvenir está condicionado por el éxito o el fracaso de la incorporación de las poblaciones indígenas a la vida nacional”
¡Última hora! desapareció un joven en el municipio de Tonalá, ayer desaparecieron cuatro personas en el estado de Guanajuato, más niños desparecidos en Veracruz, otros en Sinaloa y una y otra vez se repite la misma historia, aunque con diferentes nombres y en diferentes sitios. Por Facebook, Instagram o Twitter se lanzan las alertas Amber con las respectivas fotos de niños, jóvenes o adultos. Las madres los reclaman con un desgarrador grito de impotencia: ¡vivos se los llevaron, vivos los queremos!
México se encuentra azotado por una ola inmisericorde de terror provocada por los grupos delincuenciales y carteles coludidos muchas veces con la policía o el ejército. No se sabe muy bien quién secuestra, quién tortura o quién mata. No hay una razón lógica ¿pero acaso existe una razón lógica?
Tan espantosa tragedia se convierte también en un negocio multimillonario que se reparten las mafias del narcotráfico, la delincuencia organizada. los empresarios, banqueros, políticos y en el que igualmente están involucradas en distintos niveles las fuerzas de seguridad del estado. Algo que se comprobó con el procesamiento del ex Secretario de Seguridad García Luna y la detención en EE. UU del ex Secretario de Defensa el general Cienfuegos.
Mientras tanto las élites del poder, la burguesía y oligarcas se blinda en sus cotos o condominios rodeados por grandes muros y alambradas eléctricas y protegidos por guardias de seguridad y perros de presa. Son zonas de sinigual belleza con bosques y lagos artificiales y clubes exclusivos con piscinas, campos de golf o de equitación en donde solo pueden ingresar aquellos que sean residentes o posean un pase o pasaporte que los identifique como, trabajador o invitado. Una arcadia feliz muy bien conectada con exclusivos centros comerciales en los que sobran los lujosos restaurantes, tiendas o boutiques de las marcas más exclusivas. Muchos piensan desde la tranquilidad de sus mansiones que lo que ocurra fuera de sus dominios no les incumbe en lo más mínimo. Lo importante es mantener su estatus y seguir disfrutando de su alto de nivel de vida. ¿Y el lavado de dinero, la corrupción y el enriquecimiento ilícito? No hay datos fidedignos, pero son miles de millones de dólares con el que se han construido verdaderos oasis de la mil y una noches. Una eterna luna de miel que los embarga de felicidad. Dos realidades totalmente distintas y distantes que conforman una sociedad clasista y racista. La burguesía se lleva las ganancias y el pueblo pone los muertos.
Según testigos un comando fuertemente armado vestidos de negro y encapuchados se llevó a Israel ¿serían delincuentes disfrazados de policías o de judiciales? Desde hace una semana no se ha vuelto a saber más del occiso o de la occisa. Se teme lo peor porque no hay ninguna notificación oficial. El fantasma de Ayotzinapa hace parte ya de la memoria colectiva de los mexicanos. Esta abominable masacre ocurrida en el año 2014 con la desaparición de los 43 normalistas cuyos cuerpos fueron reducidos a cenizas o convertidos en pozole (sopa) al diluirlos en ácido. los estudiantes de Ayotzinapa desaparecidos en el operativo policial y militar llevado a cabo en Iguala. Después de seis años de su desaparición todavía no se ha resuelto el caso y sus familiares siguen planteándose las mismas preguntas: ¿dónde está mi hijo, ¿dónde está mi hermano, mi padre o mi madre?
Tal vez la respuesta se encuentre en los dos tráileres de la muerte en los que introdujeron 365 cadáveres, muchos de ellos irreconocibles, ante la imposibilidad de almacenarlos en el Instituto Jalisciense de Ciencias Forenses. 1.600 cadáveres están todavía hacinados en sus morgues, En la fiscalía hay una podredumbre escandalosa que privilegia a los delincuentes y castiga a las víctimas. Las autoridades dicen que tal ola de violencia se debe a una disputa entre el Cartel Jalisco Nueva Generación y el Cartel Nueva Plaza. En el estado de Jalisco se han producido 15.000 desaparecidos en los últimos 5 años. El 37% de las actas de defunción en las autopsias dictaminan que fueron aniquilados por golpes, por asfixia el 24% del total y el 33% restante por arma de fuego o arma blanca. La tendencia es a torturar, es decir, a infligir a la víctima el máximo sufrimiento y una prolongada agonía. Este martirio hace parte del código del terror: descuartizándolos, regándolos con gasolina y prendiéndoles fuego o disolviéndolos con ácido o sosa caustica o arrojándolos a feroces Pit Bull que los devoran en minutos. Una mortandad a nivel industrial cuya autoría se le atribuye a expertos carniceros y matarifes enloquecidos por un cóctel de estupefacientes y alcohol. El secuestro de una persona o la desaparición forzada es uno de los atentados más execrables que pueda existir contra los derechos humanos.
Más de la mitad de los migrantes centroamericanos en su camino a EE. UU terminan siendo víctimas de algún tipo de trata de personas. En el mismo tren “la bestia” que realiza este recorrido de sur a norte de México son asaltados por los carteles para atracarlos, secuestrarlos y reclutarlos en los ejércitos particulares, 270.000 personas son víctimas de la esclavitud moderna: la trata de blancas, redes de trasplante de órganos, trabajos forzados en los campos de cultivo de amapola o marihuana o para trabajar en labores agrícolas en las haciendas, laboratorios de metanfetamina o fentanilo. El año pasado las mafias obtuvieron ganancias de hasta 10.000.000 millones de dólares. Los mojados contratan a los coyotes de los carteles para que los crucen al otro lado de la raya, aunque en muchas ocasiones caen en la trampa y son utilizados de mulas para que pasen droga.
En Irapuato (Guanajuato) los colectivos “A Tu Encuentro” y “Sembrando Comunidad”. encontraron en fosas comunes más de 100 cadáveres embolsados, un crimen atribuido al Cartel Jalisco Nueva Generación, en Acámbaro en Guanajuato se descubrió otra fosa común con 78 bolsas con restos humanos, y así sigue el trágico reporte con más de 70 restos en Salvatierra, que según la portavoz de “una luz en mi camino” podría rebasar los 100 cuerpos. La organización Fundej (Familias Unidas por Nuestros Desaparecidos) advierte que Jalisco es el estado con mayor número de personas desaparecidas y no localizadas (9.550) La peruana Lucero Mescco viajaba de paseo a Guadalajara, junto a dos amigos peruanos y un mexicano, cuando al pasar por Atotonilco fueron detenidos por la policía municipal acusados de” extorsión”. Después no se supo más de ellos. Ayúdanos a localizarlos.
Los familiares presurosos entregan en los juzgados las denuncias correspondientes a la desaparición de sus seres queridos. Sus abogados les aconsejan dirigirse a las altas instancias a ver si agilizan el caso, pero son tantos y tan intrincado el papeleo de rigor, que al cabo de unos días las autoridades suspenden la búsqueda. Los trámites burocráticos son demasiado lentos y dispendiosos y para quitárselos de encima les contestan el consabido “vuelva la próxima semana”. El nivel de indignación es mayúsculo y en respuesta a tantas arbitrariedades se organizan multitudinarias manifestaciones de protesta con toma de edificios públicos, plantones, bloqueos de carreteras. No hay impartición de justicia y si niveles altísimos de impunidad y manipulación de las evidencias. Algo que denuncian continuamente las organizaciones de derechos humanos, los mecanismos de asistencia internacional, la iglesia católica, la comisión de la verdad, la Corte Interamericana de Derechos Humanos, el de la ACNUDH de la ONU o las comisiones de derechos humanos estatales, las ONG. También los ambientalistas, líderes indígenas o activistas sociales están en el punto de mira ya que están en contra los intereses de los terratenientes y las grandes empresas multinacionales. Este es el caso de Homero Gómez defensor de la reserva de la Biosfera Mariposa Monarca que desapareció el 13 de enero de 2020. Una semana después su cuerpo se encontró en un pozo para uso agrícola.
Decenas de miles de casos están aún archivados en los anaqueles pues los jueces no se dan abasto para tramitarlos. Infinidad de veces los ciudadanos denuncian un delito y no se procesa en el sistema. Carpetazo por falta de elementos o falta de pruebas. No hay cuerpo del delito y muchas familias por miedo a recibir represalias o revictimización no se atreven a denunciar el crimen. El 75% de los desaparecidos en México tienen entre 15 y 30 años; el 74% son hombres y el 26 % son mujeres. En México desde 1964 al 2020 se han contabilizado 177.000 desaparecidos. La Comisión Nacional de Búsqueda de la SEGOB solo reconoce unos 82.000 desaparecidos.
Los familiares indignados exigen que a los culpables les caiga todo el peso de la ley y que se pudran por el resto de la vida en la cárcel. No pueden ocultar sus sentimientos, de rabia, odio y venganza porque les han destruido física y mentalmente. Pero los sospechosos o presuntos implicados muchas veces salen libres pues las pruebas presentadas carecen de consistencia. Algo que es muy normal en un país con el 95% de impunidad.
Pero como suele suceder la policía comienza a sospechar que el occiso a lo mejor estuviera metido en algo oscuro o andaría en malas compañías. Hasta la duda asalta a sus familiares y amigos. Para los investigadores de la Fiscalía cualquier antecedente penal, cualquier indicio sospechoso basta para criminalizarlos. Puede ser un ajuste de cuentas, ¿retaliación entre bandas de narcotraficantes? Cómo puede ser si era tan estudioso y formal. Por ejemplo, los estudiantes de Ayotzinapa supervivientes en la matanza llevada a cabo en el año 2014 y que fueron detenidos por la policía se les encontró en sus teléfonos celulares música de narcocorridos y también narco películas. De inmediato las autoridades dedujeron que se trataban de miembros de algún cartel. Pero este fenómeno es normal entre los estratos más bajos de la sociedad mexicana. Fácilmente se criminaliza a las víctimas por su manera de vestir, por los tatuajes los piercing o por la edad si son jóvenes o porque viven en determinadas colonias marginales. Todos los detenidos son malos, todos los muertos son malos. Tal vez son retaliaciones que se producen entre la mafia del narcomenudeo que luchan por su territorio. No todas las desapariciones están relacionadas con el crimen organizado porque también están implicados Militares, Policía, Federales, Sedena, Instituto Nacional de Migración.
He tenido que acompañar a las madres de los desaparecidos al Instituto de Ciencias Forenses de Guadalajara, un gélido y macabro edificio donde presencie desgarradoras escenas de dolor Si al menos tuvieran una tumba donde llevar a cabo el duelo como manda la tradición cristiana. Es tal la impotencia que su único consuelo es que Dios haga justicia. De ahí que haya tantas de misas y cadenas de oración a ver si se produce un milagro y el hijo, la hija, el padre o el hermano aparecen o, mejor dicho, resucitan como Lázaro. Hay que aceptar la cruel realidad, pero los familiares no se resignan: “luchamos con amor por nuestros seres queridos que nos ha llevado a hacer todo lo que el gobierno no ha hecho por encontrar a nuestros desaparecidos” Esta es una tragedia capaz de causar sufrimiento prolongado y alterar la vida de las familias por generaciones y paralizar a comunidades y sociedades enteras. Un trauma emocional de angustia, depresión, insomnio que por lo general los psicólogos y siquiatras intentan anestesiar a base de sedantes, antidepresivos, somníferos o barbitúricos.