El lobby de la guerra

07/04/2008
  • Español
  • English
  • Français
  • Deutsch
  • Português
  • Opinión
-A +A

El Gobierno de Colombia paga en Washington USD 300.000 al año a la empresa Burson-Marsteller Associated Inc. para que influya en la bancada demócrata del Congreso de Estados Unidos a favor del Tratado de Libre Comercio (TLC) y a favor de la aprobación de una partida de USD 5 billones para el llamado Plan Colombia.

Quién creyera que en la democracia más renombrada del planeta, la de Abraham Lincoln,  la voluntad popular se tuerce mediante el tráfico de influencias. No es el pueblo norteamericano el que decide aprobar el TLC o el Plan Colombia, es la capacidad de presión, la capacidad de compra de conciencias la que incide en las decisiones de la democracia de Thomas Paine.

La guerra contra Iraq —llamada por el Nobel de Economía Joseph Stiglitz “La guerra de los tres trillones de dólares”— fue finalmente el resultado del cabildeo pro Iraq en Washington más que una decisión soberana del pueblo. Con motivo de los cinco años de guerra se han conocido los fatales resultados: han muerto más de un millón de iraquíes, cerca de 4.000 soldados norteamericanos y se ha elevado el riesgo terrorista debido a que se ha generado un resentimiento en el mundo musulmán (Tendencias en el terrorismo global: implicaciones para Estados Unidos. 2006).

La guerra contra el terrorismo en Colombia también se alimenta del cabildeo de los gobiernos, de la industria armamentista, de las empresas petroleras, y de las multinacionales que han escogido a Colombia como sede de operaciones “comerciales”, como otrora escogieron a Israel en el medio oriente o a Pakistán en Asia.

Una de las firmas contratadas por Colombia para realizar cabildeo está dirigida por el mismo personaje que ha orientado las campañas políticas de los Clinton, el señor Mark J. Penn.  El mismo que acaba de renunciar a la campaña presidencial de Hillary, después que el periódico The Wall Street Journal descubrió una reunión suya con la embajadora de Colombia Carolina Barco. Son empresas que no hacen política, hacen dólares.

A su vez el señor Penn fungía como estratega de la señora Clinton quien se ha opuesto en su campaña presidencial al TLC de su país con Colombia por los bajos estándares laborales y por la violación a los derechos humanos.

El polémico consultor norteamericano Mark J. Penn es un reconocido consultor estratégico de empresas multinacionales (Microsoft, Shell, Pfizer, Coca-Cola, Ford) en el campo del debilitamiento sindical y de la “precarización” de los derechos laborales. Sus esfuerzos están encaminados a poner la política al servicio de los grandes conglomerados económicos. Vende sus servicios como relacionista público y los ejerce haciendo cabildeo en los centros de poder político para poner las decisiones de lado del corporativismo y de sus clientes. Son empresas que tienen la política como negocio, su tarea es hacer de lo público un bien privado.

El periódico The Wall Street Journal develó el conflicto de intereses del señor Penn, quien quiso superarlo afirmando que la reunión con la embajadora Barco fue un “error de juicio”. Disculpa que provocó la reacción del Gobierno colombiano que calificó esto como una falta de respeto y dio por terminado el contrato.

Colombia se ha vuelto una “papa caliente” en Washington. El presidente Bush considera el TLC con Colombia un asunto de seguridad nacional de la misma manera que hace cinco años consideraba el asunto Iraq.

El escándalo Penn dejó al descubierto que la política exterior de Colombia está fundada en el tráfico de influencias. El gobierno de la seguridad democrática practica una política exterior con la misma filosofía que desarrolla la política de seguridad democrática. La política exterior es una política de recompensas. Lo demás son favores burocráticos del régimen a favor de sus áulicos.

La política exterior de Colombia está reducida a una política de relaciones públicas, de tráfico de influencias, de compraventa, de mercado de intereses. En este modelo el mejor político es el mejor relacionista público, es una política sin políticos. Es un modelo en donde lo público es lo estratégico de los negocios privados.

En 1991 el escritor Kenneth R. Timmerman publicó el libro The death lobby: how the west armed iraq, en este texto el autor muestra la incidencia fatal del cabildeo de los “halcones” y de los señores del petróleo en la generación de la guerra contra el terrorismo. Cómo se construyó el terrorismo y después cómo se motivó la lucha contra el terrorismo.

En Colombia no ha sido el petróleo, ni las armas de destrucción masiva las que han alentado la guerra sino las drogas las que han servido de plataforma política para desarrollar el conflicto en la región y para posicionar la necesidad del policía del mundo.

En esta batalla de influencias, de relaciones públicas, la política exterior se reduce al lobby de la guerra.

Colombia muestra los “falsos positivos” de la seguridad democrática  Exhibe sin escrúpulos las cifras de disminución de muertes de sindicalistas y esconde la impunidad, la debilidad de la justicia, por ejemplo, frente a los cerca de 400 sindicalistas asesinados durante seis años de gobierno de Uribe V. (Escuela Nacional Sindical). Sólo el 3% de los sindicalistas asesinados ha sido esclarecido.

- Rafael Rincón  es director del Consultorio de Derechos y Gobernabilidad háBeas Corpus, Medellín- Colombia

Fuente: el yesQuero
www.elyesquero.blogspot.com

https://www.alainet.org/es/articulo/126790
Suscribirse a America Latina en Movimiento - RSS