Una democracia decente

10/06/2008
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Colombia aspira a una democracia decente, es decir, a una democracia en donde prime el juego limpio, en donde impere la ley y la justicia social.

Un régimen político muy diferente al espectáculo construido por los medios de comunicación, que en Colombia son los medios del poder económico y no del poder político; una democracia muy distinta al escenario configurado por las encuestas de opinión, que son las encuestas del poder económico y no del poder político.

Una democracia decente no es la democracia domada, ni la democracia los caballos. No es la democracia refundada en el cerro de Paramillo por el narcotráfico y el paramilitarismo, la de los pactos ocultos, la de las dádivas y contraprestaciones ilícitas, la democracia de la reelección comprada. La democracia por cohecho.

Colombia urge una democracia del sujeto político y no de la cosa política. Para el poder económico el sujeto político es un consumidor y la política es una cosa detestable. Una democracia en donde la política tenga valor y no sea banalizada, tratada como guión de farándula, sino como el ejercicio del poder público en todas sus dimensiones.

La reforma política que requiere Colombia es aquella en donde la política se libere del poder económico, o donde la política controle la economía y no al revés. No es la reforma política producida por notables, como si el problema fuera de sapiencia y no de consenso político.

El hundimiento de la reforma política que quería limpiar las curules de los parapolíticos, es un hundimiento que el poder económico quiere y disfruta. La consigna es: no hay que cerrar el Congreso de la República porque él se cierra sólo. Las leyes, el derecho son una cortapisa a la “libertad” y al poder de quienes viven de la desregulación.

La anomia es el paraíso de los más fuertes. La desregulación y la no regulación es la conducta legislativa deseada por el poder económico. El poder presidencial busca un Congreso de bolsillo llamado Comisión de Notables, busca una Corte de bolsillo a la que le pondrá un sustantivo pomposo con el adjetivo democrático para remplazar un Congreso, para mantener la formalidad de un legislativo inexistente.

El poder económico disfruta la parapolítica y la yidispolítica porque enervan el poder político. Sus noticieros registran con lupa todos los hechos políticos desacertados y minimizan las relaciones criminales de los conglomerados económicos con los paramilitares, como en la zona de Urabá. El testimonio de Salvatore Mancuso es creíble si va dirigido a un político, pero es dudoso si relaciona a los empresarios de la muerte.

Colombia tiene una democracia desplazada. La reforma política no pasará por el Congreso de la República porque el presidente Uribe V. y el poder económico que él representa así lo quieren.

Una reforma política en Colombia debe ser, como lo fue el proceso constituyente, un gran proceso social y político en donde todos los concejos municipales y las asambleas departamentales tramiten una iniciativa legislativa que corone una solución.

Medellín, 11 de junio de 2008

- Rafael Rincón es director del Consultorio de Derechos y Gobernabilidad háBeas Corpus, Medellín- Colombia http://elyesquero.blogspot.com/
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