El Hambre Cero llego a la ONU

23/09/2004
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Brasil lideró en la Asamblea General una iniciativa para reducir el hambre en el mundo. La distancia que existe entre las palabras y los hechos. El presidente de Brasil, Luiz Inacio Lula da Silva, irrumpió en el 59 período de sesiones de la Asamblea General de Naciones Unidas (ONU), para instalar, como lo hizo en su país, la problemática del hambre como prioridad número uno en la agenda de los grandes temas a resolver por la comunidad internacional. El palacio de cristal de Nueva York fue el escenario elegido para revivir al organismo internacional humillado por Washington con la inconsulta invasión a Irak. El debate sobre el hambre y la pobreza es el caso testigo elegido por Lula y sus principales aliados en esta iniciativa (España, Francia, Chile) para reflotar las discusiones estratégicas pendientes, como la vuelta al multilateralismo y el freno a las asimetrías en el desarrollo económico. Lula propuso generar un Fondo Internacional, nutrido con una tasa que gravaría actividades económicas de los países desarrollados: ventas de armas, transporte aéreo y marítimo internacional y movimientos financieros en los llamados "paraísos fiscales". Estados Unidos ni siquiera está dispuesto a discutir la propuesta. Por tal motivo, el presidente George Bush hizo no participó en la llamada Cumbre contra el Hambre. En ese cónclave también se sugirió la creación de un tipo de tarjetas de crédito especiales, mediante las cuales se generaría una pequeña donación con cada compra. Esos fondos -se calcula que serán necesarios unos 50 mil millones de dólares- solventarían programas de lucha contra la pobreza, acordados en el seno de la ONU. Entre los mandatarios que secundaron a Lula se destacaron Jacques Chirac, presidente de Francia, y José Luis Rodríguez Zapatero, jefe de gobierno de España. Ambos están asociados en una ofensiva diplomática europea, junto a Alemania y en cierto grado a Rusia, tendiente a romper el unilateralismo de la Casa Blanca. Ricardo Lagos, presidente de Chile, es el otro socio de esta cruzada llamada Alianza contra el Hambre. Zapatero, en su primer participación en la ONU, dejó en claro el nuevo perfil de la política internacional de España cuyo golpe de timón fue el retiro de las tropas en Irak e instó a que se destine el 0,7 por ciento del Producto Interior Bruto (PIB) a la cooperación internacional, para combatir la pobreza. Este grupo de naciones toma como herencia pesada el debe que arrojan los objetivos planificados por la Cumbre Mundial sobre la Alimentación, realizada en 1996, cuya meta fue reducir a la mitad el número de personas subnutridas para el año 2015. En la Cumbre del Milenio de la ONU, del año 2000, se ratificó esta voluntad y se sumo otra realidad indeseable como objetivo a superar: el número de personas cuyos ingresos son inferiores a un dólar diario. Si la tendencia actual de los índices de desarrollo humano se mantiene, esos objetivos sólo se alcanzarían en 2147. Hay ciertas estadísticas que parecen darle la razón a Lula, cuando califico al hambre como "arma de destrucción masiva". Cada cinco segundos alguien en el mundo se muere de hambre. El 16 por ciento de la población mundial lo padece, seis millones de niños se mueren anualmente antes de cumplir los cinco años, 842 millones de personas no tienen qué comer (cantidad mayor que la combinación de las poblaciones de Estados Unidos, Canadá, Europa y Japón). La desnutrición mata a más personas que la combinación de muertes por SIDA, malaria y tuberculosis. "Si queremos eliminar la violencia es necesario remover sus causas profundas, con la misma tenacidad que enfrentamos a los agentes del odio", dijo Lula para fundar un tipo de "guerra preventiva" diferente a la doctrina imperial que parió el Siglo XXI con la caída de las Torres Gemelas. El gran aliado de Lula en Sudamérica, el presidente argentino Néstor Kirchner, volvió a serlo en la arena política, para revitalizar los acuerdos del Mercado Común del Sur (MERCOSUR), cuando los últimos acontecimientos comerciales en el bloque registraron un alto índice de discrepancias dentro del campo empresario. "El mundo desarrollado gasta en subsidios a su producción más de 300.000 millones de dólares anuales. Esa cifra supera en seis veces la ayuda directa que destinan a los países pobres", recordó Kirchner en sintonía ideológica con su homólogo brasileño, para disparar contra el enemigo común del desarrollo comercial en el Cono Sur. En su discursó en la Cumbre, Kirchner jerarquizó la lucha contra la miseria: "quienes hoy tienen hambre y sufren pobreza no necesitan más diagnósticos, exigen acción. Hay que saciar su hambre ya, sin dilación". Si bien la población mundial aumentará de 6.400 millones a 8.900 millones de personas hacia 2050, los 50 países más pobres lo harán en otra escala, triplicarán su población para llegar a 1.700 millones de personas en idéntico período. El director general de la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), Jacques Diouf, solicitó un aumento de las inversiones en la agricultura y en las zonas rurales de los países en desarrollo, donde vive el 70 por ciento de la población más pobre del mundo, para mejorar las oportunidades económicas y reducir el hambre. En el informe de este año del Fondo de Población de Naciones Unidas (UNFPA) se detallan síntomas que agravan el cuadro de situación demográfico del planeta. 2.800 millones de personas (dos de cada cinco) siguen esforzándose por sobrevivir con menos de 2 dólares diarios, 500 millones de habitantes padecen escasez de agua y el número de residentes urbanos aumenta con una velocidad doble respecto del crecimiento de la población total. Más de 350 millones de parejas siguen careciendo de acceso a servicios de planificación familiar. Las denuncias y las propuestas escuchadas en la ONU son justas y manifiestan la crisis del actual rumbo mundial. En ese sentido deberían despertar el entusiasmo de millones de habitantes en el Tercer Mundo. Sin embargo, la experiencia histórica y la distancia que suele interponerse entre las palabras y los hechos hacen que las mismas suenen apenas como "políticamente correctas". La corrección política de ese discurso deja muchas dudas. ¿Acaso Chirac y Zapatero no tienen una inmejorable oportunidad de luchar contra la iniquidad social internacional en el seno del G-8 (grupo de países mas poderosos del mundo), en vez de sumarse a la voz generalizada del mismo cada vez que exige la sumisión de las naciones en desarrollo ante el Fondo Monetario Internacional (FMI)? ¿Acaso esos mismo líderes no podrían sincerar su discurso y, por ejemplo, dejar de ordenarle a sus cancilleres que en cada una de sus visitas a Sudamerica dejen de ser meros representantes a favor de las corporaciones, las mismas que aprovecharon la corruptela generaliza de la pasada década del ´90 para adquirir las empresas de servicios públicos latinoamericanos a valores poco menos que ridículos? ¿Acaso los dirigentes políticos de la Unión Europea (UE) no pueden oponerse en serio al unilateralismo estadounidense, en vez de convertir esa supuesta actitud en una mera retórica vacía en el seno del Consejo de Seguridad de la ONU, la instancia internacional menos democrática de todo el sistema?. Quizá no puedan hacerlo por la sencilla razón de que sólo representan a una de las facciones del bloque hegemónico, con contradicciones interimperiales respecto de Estados Unidos. ¿Acaso es compatible la postura contra la pobreza manifestada por Lagos con la decidida posición de su gobierno a favor del Acuerdo de Libre Comercio para las América (ALCA), diseñado por Estados Unidos? ¿Hasta que punto el propio Lula podrá conducir con éxito esta propuesta internacional -y su programa Hambre Cero dentro de Brasil- si sigue siendo el ejemplo propuesto por el FMI, la secretaría del Tesoro de Estados Unidos y las corporaciones financieras internacionales? Esa colección de interrogantes y los fastuosos hoteles de Nueva York donde los presientes se sentaron a discutir la miseria hacen inevitable la evocación de "Mafalda", aquella mundialmente famosa tira humorística de la década del ´60, creada por el argentino Quino. En una de sus tantas entregas, Susanita (el personaje de voz mezquina) organiza una cena, con caviar y otras delicias, para juntar fondos y poder comprar "arroz, harina, polenta y esas porquerías que comen los pobres". Las favelas de Brasil, las villas miserias de Argentina, la plebe del altiplano peruano y boliviano ya no pueden esperan y no les alcanza la mesa tendida por Susanita. Deberán seguir construyendo el futuro, discutiendo alternativas, poblando las calles a la espera de que las buenas intenciones se conviertan en realidades. * Emiliano Guido. La Plata, Argentina / Agencia Periodística del Mercosur (APM)
https://www.alainet.org/es/articulo/110590
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