Huelga masiva
13/12/2000
- Opinión
Más de 10 millones de trabajadores adhirieron a la huelga general realizada
en Argentina el pasado 23 y 24 de noviembre, según un estudio de la
consultora privada Tendencias Económicas. Se trata de la tercera huelga en
menos de un año del gobierno de Fernando de la Rúa, y otra más se planifica
antes de que termine el 2000.
La paralización casi completa del transporte público, la suspensión de
clases en los colegios, los comercios cerrados y la falta de atención en la
mayoría de oficinas, inclusive las propias dependencias del Gobierno y el
Congreso, confirmaron el acatamiento general del 80%, llegando en algunas
ciudades al 90%.
Las protestas se dirigían contra las medidas de ajuste económico, que entre
otros impactos han resultado en que más de dos mil trabajadores pierdan su
empleo solo en el último mes. El gobierno hace todo lo posible por cumplir
con las exigencias del FMI que ha ofrecido un apoyo de 20 mil millones de
dólares, para reactivar la economía del país y mejorar su imagen ante el
mundo financiero. Imagen que de cualquier manera se verá opacada por un
crecimiento del producto interno bruto (PIB) que llegará solo a 2,5% y no al
3,7% que se esperaba.
Las exigencias del FMI incluyen drásticas medidas de ajuste, como el
congelamiento del gasto público, en especial de lo social. Las áreas de la
salud y educación son las que más pierden, la reforma del sistema de
jubilaciones, que prevé eliminar un subsidio que reciben los jubilados y
elevar de 60 a 65 años la edad de jubilación de la mujer, además de un
recorte de salarios y una alza de los impuestos... todo apunta directamente
a los más débiles. La pobreza en Argentina es superior al 37% y el
desempleo al 15% (más de 2 millones de personas), según datos oficiales, lo
que está llevando al país a una polarización violenta entre ricos y pobres.
Sin voz en los medios
Esta huelga de noviembre fue organizada en un principio, por la Central de
Trabajadores Argentinos (CTA) y por la parte "disidente y dura" de la
Confederación General del Trabajo (CGT), a las que se sumó la fila oficial
de la CGT, al segundo día del paro.
La huelga se logró a pesar de que los medios masivos de comunicación,
principalmente la radio, brindaron su respaldo al gobierno. Según la
Agencia Nacional de Comunicación (ANC), durante los días previos a la huelga
y durante ella, los únicos entrevistados fueron funcionarios nacionales,
empresarios que denigraban la medida y trabajadores "que anticipaban su
voluntad de concurrir a las tareas".
Solamente la ministra de Trabajo, Patricia Bullrich, participó en 50
entrevistas, 47% más que cualquier miembro del gobierno, durante el pasado
mes de noviembre, en contraste con ningún entrevistado que representara a
los grupos de los trabajadores o los que apoyaban el movimiento.
La fuerte adhesión de los trabajadores a la huelga sin duda tiene relación
con las críticas condiciones en las cuales vive un alto porcentaje de la
población. Según el diario La Nación (4-12-2000), más de 2 millones de
argentinos sobreviven con un ingreso diario de alrededor de un peso diario,
de los cuales el 36% son niños. La mayoría de estas personas viven en las
provincias de Buenos Aires y Santa Fe, pero la situación es aún más grave en
las provincias del norte, donde hay mayor concentración de personas con un
ingreso de apenas 19 pesos por mes. El nivel de indigencia ha llegado a ser
superior al 7%.
Mientras de la Rúa intenta financiar su presupuesto del 2001 y la aprobación
del mismo por parte del Congreso con un recorte de 700 millones de dólares y
así cumplir con el FMI, al menos 55 niños, menores de 5 años, mueren al día
por causas fácilmente evitables.
El índice de despidos para noviembre llegó a una cifra cinco veces mayor que
la de hace un año. Entre ellos se encuentran periodistas de diversos medios
(117 solo del Clarín) y de sectores como el frigorífico, curtidor y el
automotriz.
Con todos estos antecedentes el horizonte laboral argentino es obscuro; a
las marcadas dificultades de obtención de empleo, se suman la baja
calificación laboral y el escaso nivel educativo.
Luego de 10 años de menemismo, durante los cuales los movimientos sindicales
no tuvieron mayor trascendencia y fueron acusadas de estancamiento y
pasividad, ahora lo hacen, pero apoyadas por los docentes, médicos, jueces,
empleados bancarios y pilotos de aeronáutica. Estas acciones hacen notar
que las centrales están retomando su espacio.
https://www.alainet.org/es/articulo/105021
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