P. Gregorio Iriarte:
"El modelo democrático boliviano ha fracasado"
14/11/2000
- Opinión
La grave situación de Bolivia en los últimos años desencadenó un "Septiembre
negro", en el que los levantamientos, bloqueos y todos los conflictos fueron el
reflejo de un movimiento anti-gubernamental al tiempo que anti-institucional.
Durante 23 días todo el país vivió una paralización completa. Maestros,
campesinos, mineros y varios otros grupos se sumaron a un movimiento fuerte y
dramático, pero a la vez desconectado que explotó en varios sitios a la vez.
El P. Grerorio Iriarte, analista e investigador social boliviano, señaló en
entrevista con ALAI, que esta situación no se volverá a repetir ya que "el país
quedó tan debilitado, el Gobierno, la oposición, las organizaciones, todos...
que la principal pregunta es ¿este país es viable?, es decir ¿puede seguir el
país como es?".
Las causas
Iriarte aclaró que si bien "los efectos fueron tan graves es evidente que las
causas fueron mayores", y señaló las principales:
La primera: la pobreza. Una situación que avanza, se profundiza y va tomando
características de miseria en toda la nación. "El modelo (económico neoliberal)
ha hecho que aún en un país tan pobre como Bolivia haya gente que se enriquezca.
Los sueldos del Gobierno, de las empresas, de las Ong's, son altísimos
comparados con los sueldos de un obrero, de un maestro. La pobreza se ha
generalizando: un 20% que se ha enriquecido versus un 80% que se ha empobrecido.
Lo que más irrita a la gente es que no solamente somos pobres, sino que,
además, dentro de la pobreza hay una tremenda injusticia. Este hecho está
vinculado a un modelo que puede generar riqueza, pero que la distribuye mal".
En segundo lugar aparece la corrupción. "Esta se vincula -sobretodo- al sector
administrativo del Gobierno, a los partidos políticos, al Congreso, etc. La
inmunidad parlamentaria ha tomado características verdaderamente atroces: son
varios los procesados, como ministros por ejemplo, pero a al vez son diputados y
nadie les puede hacer nada. Por lo menos 10 están escondidos de sus crímenes,
dentro del Parlamento, por ser diputados o senadores".
La tercera causa es la inoperancia del Gobierno en la gestión pública. Según
Iriarte, Banzer da la impresión de ser un hombre decadente. "La imagen que dejó
cuando fue dictador y que ahora quiere compensar, es aparaciendo como un
abuelito, pero sin poder. Banzer no ganó las elecciones en primera instancia.
Sin embargo, al juntarse con varios partidos y crear una 'mega de partidos' lo
consiguió. Empero, Banzer no ha sabido manejar ésto. Por eso, cada uno de los
partidos tiene su parte del poder, su cuota, sea en los ministerios, en las
aduanas, en las administraciones públicas, en todo".
"De ahí que hoy tenemos un país accionado. La administración pública está
distribuida entre los diferentes partidos. Banzer tiene ninguna cohesión y, por
lo tanto, ningún plan político real" sentencia Iriarte. "La ineficacia es
evidente, sin adelantarse a los problemas, sin tratar de solucionar enseguida
las cosas. Cualquiera se pregunta ¿cómo puede ser que un país este 23 días
paralizado?, ¿qué ha hecho el Gobierno? Pues al principio el Gobierno estuvo
desconcertado, después recurrió a agentes externos como la Iglesia, la
Defensoría del Pueblo y los Derechos Humanos para que hagan los contactos y él
nada".
El nepotismo aparece como la cuarta causa. Banzer se ha servido de un sistema
presidencialista para colocar a sus parientes en cargos importantes. Las
principales autoridades en los departamentos son los prefectos. Banzer nombró a
familiares inoperantes y corruptos para estos puestos claves. En La Paz, su
propio yerno está juzgado. El de Santa Cruz es su cuñado, hermano de su mujer.
Todas la prefecturas dependen de esta línea vertical. Una anomalía en el
sistema democrático" añade Iriarte.
Estas son las cuatro causas principales, que cita el religioso. Sin embargo,
añade más: el resentimiento campesino, el descontento al interior del magisterio
debido a los sueldos bajos. Incluso, la Policía también mostró su resentimiento
porque está mal pagada. "Da la impresión de un caos... que fue paliado mediante
la firma de acuerdos entre el Gobierno y los manifestantes".
¿Se cumplirán los pactos?
Ante esta pregunta, el P. Iriarte respondió con un contundente "No". "Los
acuerdos a los que llegaron el Gobierno y los diferentes representantes de las
movilizaciones fueron presionados porque la gente estaba al límite. Había que
firmar, sino a dónde íbamos?", se pregunta.
Iriarte recuerda que los productos de primera necesidad comenzaron a escasear y
los precios a subir. "Las pérdidas fueron de millones, la gente que tenía que
vender productos perecibles y no pudo, lo perdió todo. Fue cuando hubo una
reacción en contra, no fundamentalmente debido a las causas, sino más bien por
la paralización tan prolongada".
A criterio de Iriarte lo más extraño es que "los manifestantes no fueron a las
causas del problema, sino que se quedaron en el concepto de que 'hay que
reconocer ésto' 'hay que formar una comisión para lo del Inra', 'que al
magisterio le daré un bono para esto'. En lo único en que el Gobierno no cedió
fue el asunto relacionado con la coca. Estados Unidos y Europa dicen 'coca
cero'. La cuestión no quedó muy clara ya que el Gobierno cedió en la no
construcción de nuevos cuarteles en la zona cocalera. Al momento, este último
punto no se cumple porque hay militares desaparecidos, que, se dice, han sido
secuestrados por campesinos. Lo que hizo el Gobierno es reforzar el Ejército.
De allí que los cocaleros dicen que el acuerdo se rompió y los cultivos se
quedan tambaleando".
Las perspectivas
Según Gregorio Iriarte, si bien el resentimiento del pueblo no es nuevo, un
hecho reciente encendió la mecha. Se trata de la "guerra del agua" en
Cochabamba, que ocurrió hace 3 meses. "Para muchos ya era un llamado de
atención al Gobierno, quien no tomó ninguna medida. Después fue toda la
movilización en el país. El magisterio empezó con una marcha, se unieron los
campesinos, los de la coca, la Policía, después todos. Un rechazo al sistema y
no solamente al Gobierno".
Pero Iriarte reconoce que aunque no simpatiza con el Gobierno "fue necesario
llamar la atención para evitar su caída. Crear un vacío de poder es tremendo,
aunque muchos gritaban ?que se vaya a su casa el Presidente?, pero sin tener
otras opciones. Justamente, pusimos como ejemplo el caso de Ecuador, ¿cómo se
crea un vacío de poder? y en Bolivia sería peor todavía, porque tiene menos
capacidad de resistencia".
"Lo único que está claro es que hay que apoyar al Gobierno, siempre desde una
posición crítica, para que no se caiga", dice Iriarte quien añade que las
instituciones extra-políticas como la Iglesia y la Defensoría del Pueblo que
están muy unidas son las que tienen la fuerza, encontra posición con las
políticas. Una gran anomalía".
A pesar de todo esto hay una luz, reconoce: el Gobierno nombró a Héctor Ribero
para atender los asuntos campesinos. Aunque no es indígena, es Pando y
sociólogo. El ha estado siempre relacionado con el sector y habla la lengua
indígena. Ellos le han aceptado. El vendría a ser una especie de
intermediario. Es el único nombramiento inteligente que ha hecho este
Gobierno".
Otra alternativa es una idea que ya se cocina: el cambio de la Constitución.
"Todo lo que se refiere a la inmunidad de los parlamentarios, el nombramiento de
los prefectos, la división del poder, la forma de elección de los alcaldes,
requieren de un cambio". Si se realiza "se respondería a una nueva forma de ser
donde la fuerza no esté en los partidos, porque nadie cree en ellos, ni en el
Gobierno, ni en la oposición. Una nueva forma en que el Gobierno que tenga
presente a la sociedad civil, a las organizaciones populares. Este paso de
nombrar a Rivero inicia el camino. El Gobierno debe salir del esquema
partidista y apoyarse en la sociedad civil, en un principio cojeando y no
lanzado todo abajo".
Balance
"El modelo de desarrollo neoliberal y el nuestro - democrático boliviano- son un
fracaso. El pueblo, con mucha resistencia, ya llegó a una especie de saturación
y de enojo colectivo". Pero, "en este momento de crisis tan profunda, creo que
es cuando se apresta a dar un paso adelante, que consistiría en transformar la
democracia. O sea, pasarla de verticalista a un poco más participativa, de
elitista a más popular, de formal a más real. Dar un paso en el orden, no tirar
la democracia abajo, sino afianzarla hacia una verdadera democracia".
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