El parecido no es coincidencia
01/04/2014
- Opinión
En un análisis de la actual guerra civil en Siria, la BBC publicó el día 28 de marzo lo siguiente en su página web: “…...El conflicto actual tiene sus raíces en las protestas surgidas en marzo de 2001 en la sureña ciudad de Deraa, después del arresto y tortura de unos jóvenes que pintaron eslóganes revolucionarios en el muro de una escuela. Cuando las fuerzas de seguridad abrieron fuego contra los manifestantes, matando a varios, fueron más los que salieron a las calles. El levantamiento disparó protestas a nivel nacional en demanda de la dimisión del presidente Asad.
El gobierno usó la fuerza militar para intentar aplastar la disidencia, lo que sólo sirvió para alentarlos más. En julio, ya eran cientos de miles los que se manifestaban en las calles de ciudades a lo largo del país. Los partidarios de la oposición eventualmente comenzaron a tomar las armas. Al principio, para defenderse y después para expulsar a las fuerzas de seguridad estatal de sus áreas.
El país cayó en una guerra civil con brigadas rebeldes luchando contra las fuerzas gubernamentales por el control de las ciudades, pueblos y las zonas rurales. En 2012, la violencia llegó a la capital, Damasco, y a la segunda ciudad en importancia, Alepo. En julio de 2013, Naciones Unidas dijo que más de 100.000 personas han muerto. El organismo dejó de actualizar el número, pero activistas sirios aseguran que son más de 140.000.…..”
Es notable la similitud entre los primeros sucesos de Siria y lo que ha ocurrido hasta ahora en Venezuela, en donde también se iniciaron protestas violentas después de la manifestación del 12 de febrero en cuyas cercanías agentes de la DIM asesinaron a dos personas (seguramente como parte del plan golpista), y asimismo, partidarios de “la oposición eventualmente han comenzado a tomar las armas”, ocasionando hasta la fecha 6 muertos y numerosos heridos en la Guardia Nacional Bolivariana, amén de las decenas de venezolanos asesinados por una suerte de “milicia guarimbera”.
El camino a la guerra civil
La existencia de zonas “liberadas” bajo control de esas “milicias”, la presencia en ellas de los paramilitares de Uribe, conocidos como las “águilas negras”, el incremento en intensidad de los actos de terrorismo, así como el reciente hallazgo de una impresionante fábrica local de armamentos y municiones, que hacen presuponer la existencia de otras similares, entre otros hechos, parecen señalar que el país lo están encaminando a una Guerra Civil.
Y es así porque el Departamento de Estado ha fracasado hasta ahora en sus intentos de derrocar al gobierno. Les fracasó el plan de provocar un estallido social, el del Golpe de Estado, el de aplicar la Carta Democrática en la OEA, así como el de tratar de establecer una comisión en el país para que sirviera de “intermediario” entre gobierno y “oposición”, para aprovechar su presencia y llamar al paro general, por lo que están tratando de provocar una Guerra Civil con el mismo formato utilizado en Siria.
Pero ellos toman sus medidas. Es así como cancelaron los vuelos de Air Canadá y la emisión de visas de la embajada de USA, como medidas preventivas ante una posible avalancha de refugiados venezolanos que se produciría como consecuencia de la Guerra Civil que ellos esperan y auspician.
Que no cobrará unas 150.000 vidas como sostienen algunos opositores, sino seguramente el número será mayor, ya que no sería como las guerras civiles conocidas durante el siglo XX, como la española, la mexicana, la china o la rusa, que se caracterizaban por guerras de posiciones entre cuerpos armados, en donde la población se enteraba de las acciones militares por los medios de comunicación.
Y puede que sea muy cruenta. Si sólo en la guerra civil española se estima que hubo más de un millón de muertos entre militares y civiles, en un país de cerca de 20 millones de habitantes y con una población mayoritariamente rural, hay que pensar que en Venezuela será mayor, ya que tenemos alrededor de 30 millones de habitantes con más del 80% de la población viviendo en ciudades.
Que además si lamentablemente se produce, tendrá características propias, ya que será intervecinal, personalizada y de carácter racista, tal como ha categorizado muy bien Aristóbulo Isturiz al conflicto actual. Es que cada quien sabe en donde vive cada cual.
Creo que el gobierno debe, por una parte, explicar muy bien tanto a nuestro pueblo como al mundo los verdaderos objetivos del fascismo y la realidad de lo que vivimos, y por la otra, impulsar dentro de los organismos políticos de la región, como el ALBA, UNASUR y la CELAC, mecanismos efectivos, que vayan más allá de simples sanciones económicas, que impidan la realización de estos planes demenciales, o de cualquiera que pueda surgir en el futuro.
Creo que es hora de impulsar estructuras políticas y militares en la región que garanticen la soberanía y el derecho de nuestros pueblos a su autodeterminación...
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