El digno retorno de “MEL” el combatiente

24/05/2011
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El retorno del Presidente Manuel Zelaya Rosales (2006 – 2010), no se sustrae únicamente a su presencia física en el país; o a la estadía en su tierra de alguien que como mandatario, se erigió en catalizador que llenó de esperanzas y expectativas reales de un pueblo torpemente engañado y definitivamente cansado de que por espacio de 30 años los políticos tradicionales y el bipartidismo le vieran cara de “pendejo”.
 
Ahí cae como anillo al dedo una máxima de Jorge Eliécer Gaitán, “el pueblo no es que tiene dos partidos, al pueblo es que lo han partido en dos”; y digo dos porque en verdad el señalamiento comprende a otros colores y enseñas cuya presencia contribuye a reciclar el estatus quo. 
 
Un ángulo importante del regreso del Presidente Zelaya es que su figura encierra el significado de dignidad del pueblo, como el cuerpo mayoritario de una sociedad heterogénea, pero polarizada por un sistema de explotación que maximiza los resultados y minimiza el esfuerzo y sacrificio social en función de metas estrictamente mercantilistas. Todo ello con la labor enajenante, consumista y deshumanizadora de medios de comunicación tradicionales y periodistas oficiosos.
 
 A pesar de que persiste la violación de derechos humanos desde de la Secretaría de Seguridad y el Ministerio de Defensa, entes que marcan la continuidad del golpe de Estado del 28 de junio de 2009, como recientemente sucedió con la cruda y vulgar conducta de agentes de la Policía Nacional Preventiva que invadieron predios del Instituto Técnico “Luís Bogràn” para agredir y cometer tentativa de homicidio contra estudiantes, cuyas armas son mochilas y cuadernos, en el momento en que protestaban en el interior de la entidad por la suspensión de docentes reprimidos por defender la enseñanza pública y el Estatuto del Docente.
 
En ese sentido, la llegada del Presidente Zelaya, no sabemos si contribuirá a una mayor sinceridad y efectividad del régimen de Lobo en sus políticas y acciones administrativas, aspecto que dudamos porque el accionar obedece al neoliberalismo, pero por lo menos esperamos obligue a socar cuerdas a quienes manejan hordas de sicarios y esbirros, los unos con uniformes y los otros en el anonimato de la criminalidad disfrazada, pero que a fin de cuentas asolan barrios, zonas rurales, escuelas y colegios públicos secuestrando, torturando y matando a nuestra juventud.
 
El significado más profundo del regreso de “Mel”, está en la reivindicación de la verdad de que en Honduras sufrimos un golpe de Estado y que necesitamos una Asamblea Nacional Constituyente participativa, incluyente y refundacional, que reencamine el destino nacional hacia una Honduras más justa, equitativa y solidaria y respetuosa del derecho y la voz del ciudadano.
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