Un “Ensayo sobre la lucidez”, en Ecuador

08/08/2006
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El llamado de Freddy Ehlers, para que los partidos políticos se abstengan de presentar listas de candidatos a diputados, ha causado, como era previsible, una serie de reacciones de las distintas bancadas partidistas que intentan participar en el próximo proceso electoral, así como también de varios medios de comunicación como el diario “Hoy”. La postura de Ehlers, en momentos que se discute a diario sobre la calidad de los candidatos a una curul parlamentaria, pretendió sin conseguirlo, denunciar el caos en que se halla sujeto nuestro país toda vez que la corrupción política, improvisación, populismo, nepotismo, y los poderes económicos, han “secuestrado” la democracia establecida en un Estado, tal como magistralmente expone el escritor portugués José Saramago, en su libro “Un Ensayo sobre la lucidez”, donde describe cómo en las elecciones de una ciudad cualquiera, más del 80 por ciento de los ciudadanos, decidieron votar en blanco como respuesta a una democracia que “se suicida diariamente, pierde espesura y se degrada”. Quizá, el periodista fue bastante ingenuo al no poder explicar un rechazo generalizado de la sociedad a la clase política de “tarima”, y que muchos de los ecuatorianos compartimos. Parece ser que, ante la bazofia populista que ha emergido en la preparación del proceso electoral, se confunden tres cuestiones fundamentales que se debaten en la actualidad y que se centran en el qué (elecciones), el quién (candidatos) y el cómo (voto nulo, blanco, abstención…). Las elecciones de un país que vive en democracia, es uno de los derechos reivindicados por todas las sociedades que, como la nuestra, han sido víctimas de sistemas dictatoriales. El retorno a la democracia a finales de los años setenta, trajo consigo una mezcla de esperanza y optimismo, donde toda la sociedad se sintió participativa y representada. Lamentablemente con cada gobierno, se ha ido gangrenando las bases de este supuesto Estado de libertad, hasta hundirnos en la “caricatura”, que representa hoy nuestro país. Es por tal motivo, que quienes nos consideramos demócratas, debemos proteger con celo un derecho que ya muchos países quisieran tenerlo. Lo que debemos discutir en este caso es la obligatoriedad del voto, que para muchos, es una cuestión impositiva y que vulnera la libertad de las personas. Las reformas a la ley de Elecciones deben considerar al voto como un acto voluntario dentro de un Estado de derecho. El problema que más ha causado una remezón social se refiere al quién participa de este proceso democrático. Y es aquí donde hay que atacar. Freddy Ehlers, al poner una condición de que los partidos se abstengan de presentar candidatos a las diputaciones, desconoce en primer lugar, el valor innegable de la participación de todas las personas en un proyecto electoral y, más que todo, de su propia gente; de su círculo que le apoya. ¿Acaso dentro de ese círculo, no existe una persona capaz de hacer frente a los candidatos frikies propuestos por los partidos sensacionalistas? Otra cosa: Si no existe una elección por falta de candidatos, por consecuencia no existiría un parlamento, congreso o cómo se llame; por tanto ¿quién fiscalizará la tarea del Ejecutivo y a los demás órganos del Estado? No cabe duda, sobre las buenas intenciones que pueda tener Ehlers, para acabar con la lacra politiquera que cunde en nuestro país, y que, como señalé anteriormente, muchos la comparten, pero lo que no puede hacer es dar argumentos al objetivo mismo de esta lucha y que es el grupo de demagogos y corruptos que han acabado con este país. Ellos son los que justamente ponen argumentos descritos en las leyes electorales, o de la misma Constitución, para frenar sus condicionamientos, tal como lo ha hecho, Segundo Serrano, uno de los políticos más añejos de este país. Los mecanismos para desterrar este mal de nuestro país, todos los ciudadanos lo tenemos a disposición en la misma Constitución. Acudir a las urnas y votar en blanco o nulo, para castigar a los políticos de turno y cuestionar cómo se ejerce esta democracia, es uno de los caminos que se está gestando por un grupo de bienintencionados compatriotas que han ejercido un derecho que tenemos las personas y que es el de expresarnos. ¿Por qué muchos de nuestros compatriotas de bien, no ejercen el derecho de participación como candidatos, como una alternativa a los personajes que se han candidatizado? ¿No es mejor convocar a la sociedad civil y a los grupos de intelectuales, profesionales de cada provincia para que entreguen una lista de honorables probos para que constituyan una fuerza política alternativa? Una cantidad de correos electrónicos circulan por la web haciendo un llamado a la sociedad civil para que vote nulo en las próximas elecciones a diputados y es una estrategia de rebelión masiva bastante utilizada en España, (recalco, no me refiero al voto nulo, sino a la estrategia movilizadora) que se dio, por ejemplo, cuando el gobierno derechista de José María Aznar, decidió apoyar la invasión norteamericana a Irak. Miles de mensajes circularon por los teléfonos y se logró convocar a una de las manifestaciones más inmensas que haya conocido España, y cuyo objetivo era decir ¡No a la guerra! Un acto totalmente democrático y que puede dibujar una visión de lo que sucede en estos momentos y que tiene como meta desconocer a los ineptos del poder. Son entendibles los cuestionamientos –regla inamovible en las democracias-, que se hacen a la propuesta del voto en blanco, pero es evidente que no se vulnera, en ningún momento, un proceso democrático cuando, por un acto voluntario, individual y libre de decisión, alguien decide votar en blanco, que es más institucional que el voto nulo, porque forma parte de una alternativa dentro de la papeleta de votaciones. Es aquí donde lastimosamente Freddy Ehlers, no supo explicar con claridad su propuesta y por ello, se ha generado un cúmulo de reacciones en su contra porque, no es lo mismo convocar a un ejercicio de castigo, dentro de las urnas, que negar el derecho de participación ciudadana y democrática. Entiendo que alguien dirá ¿y vivimos en democracia en Ecuador? Y la respuesta es clara: Sí vivimos, pero la ejercemos mal. Las reformas electorales y políticas deben apuntar a que un representante político sirva a los ciudadanos y pare ello, se pueden plantear sugerencias dentro de las mesas de diálogo donde participemos todos. Unas pocas serían el castigo al transfuguismo o al “camisetazo” como comúnmente se conoce. En estos países desarrollados, los pocos casos de transfuguismo se convierten en cadáveres políticos. Nadie se acuerda de ellos y la sociedad los detesta. Hay un señor diputado Almeida… creo es, que ha visitado un buen número de partidos políticos y eso es lo que debemos cuestionar. Alguien ya lo mencionó y promueve la no reelección de diputados, por lo menos, hasta desterrar la escoria generada y que aparezca la savia nueva. Peor aún, alguien que ya tenga un pasado judicial y penado. La revocatoria de mandato, una propuesta hecha por León Roldós, y que daría la posibilidad de expulsar a los corruptos de sus cargos, sin concesión alguna. Cero nepotismo, es otra propuesta para que la política deje de ser un asunto empresarial-familiar. Por último, la situación actual se ha generado porque el cargo de diputado o concejal, o consejero, se ha constituido como una fuente de favoritismo político y un recurso importante de ingresos extremadamente onerosos. ¿Qué sucedería si un diputado gana lo que gana un ecuatoriano normal y de a pie? No habría demandantes de empleo en esta carcomida “profesión”. Es así como se encuentra el panorama y, si José Saramago, Nobel en Literatura, entendió que una forma de “sacudir la democracia” para que reflexione es protestando en las urnas con un “voto en blanco” para desbloquear los poderes políticos y económicos, ya me dirán ustedes. Lo único que esperamos es que en este corto espacio de tiempo no nos encontremos con un “A todo dar”, en el Congreso, tal como señala Rafael Correa, uno de los candidatos a la presidencia del Ecuador. - Raúl Jiménez Zavala, desde Madrid, España
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