Del trabajo forzado a la migración indocumentada
- Opinión
El espacio territorial de lo que hoy conocemos como Guatemala ha sido escenario de múltiples y continuas migraciones. Desde los tiempos más remotos hasta la actualidad, la movilidad humana se ha constituido en una respuesta a los diversos factores que la determinan.
Así en tiempos precolombinos se experimentaron variadas formas de movilidad humana derivadas de guerras de expansión territorial hacia otras regiones o por el declive de grandes reinos, factores que fueron determinantes en la configuración del mapa étnico del país. La ruptura de estos procesos lo constituye la conquista española que provoca el surgimiento de nuevas modalidades de peregrinaje, la mayoría forzadas.
Desde mediados del siglo XVI la fuerza de trabajo se constituye en un factor estratégico para la extracción de riqueza en las bastas extensiones de tierra conquistadas, porque a falta de oro y plata los colonizadores dirigieron su mirada hacia el trabajo. Por tal razón se establecieron mecanismos legales y coercitivos que garantizaron el suministro gratuito y servil de fuerza de trabajo.
Los mecanismos coercitivos de trabajo forzado se mantuvieron bajo variadas figuras legales que obligaban a la población a desplazarse de su región de origen a las de destino (regularmente haciendas y fincas) prolongándose hasta mediados de siglo XX. Es decir que por más de 300 años la población indígena y mestiza pobre fue sometida a una variada gama de relaciones de servidumbre, explotación, marginación y exclusión.
Durante la colonia se inicia además un proceso de migración transatlántica proveniente principalmente de las regiones rurales de España que contrasta con las prohibiciones hacia los indígenas de migrar por propia voluntad porque prácticamente se estableció desde la colonia un “apartheid” social productivo o una versión sui géneris (española) de esclavitud.
En este periodo, cientos de miles de indígenas experimentaron de manera obligada cambios de ubicación temporal de sus lugares de origen, respecto a los lugares hacia donde eran conducidos, iniciado una interminable peregrinación generacional que depende de las épocas de cosecha del café, azúcar y banano. (antes el algodón) que mantiene vigencia hasta el sol de hoy.
Esta herencia colonial es la base sobre la que se erigen relaciones laborales de dominación compulsiva y extractiva, que abarca desde la colonia, pasa por la vida independiente, mantiene la misma tónica entre republicanos y conservadores y retoma aires durante la reforma liberal.
Estos contingentes de población fueron determinantes además, en la construcción de la infraestructura que requería la iglesia y los ayuntamientos durante la colonia, (Antigua Guatemala es el mejor ejemplo) para la construcción de edificios y carreteras del proyecto independentista, adquiriendo mayor importancia estratégica durante la reforma liberal para la apertura y construcción de carreteras y puentes que el Estado y los finqueros requerían para impulsar su proyecto liberal. Todo lo anterior, bajo las variadas formas de trabajo forzado, como las habilitaciones, el reglamento de jornaleros, la ley de viabilidad, la nueva ley de la vagancia y el batallón de zapadores[1]
Es decir, el largo camino de 300 años de servidumbre naturalizó la explotación laboral porque instituyó imaginarios finqueros que justifican que la población indígena se resigne a subsistir con míseros salarios y condena a cientos de miles de guatemaltecos, como los trabajadores agrícolas migrantes temporales a ser herederos de pobreza
La “primavera democrática” resultante de
Teniendo como telón de fondo la consolidación de las exportaciones de café y el avance de la modernidad capitalista, la estructura económica guatemalteca experimenta una dinámica de relativo crecimiento provocado por el proceso de industrialización nacional, el surgimiento del mercado común centroamericano, el crecimiento del mercado interno, el aumento de las exportaciones y la emergencia de otras actividades de servicios que en general incrementaron la demanda de mano de obra.
Esta dinámica económica experimentada entre inicios de la década de los 50 y mediados de los 70s, provocó el incremento de las migraciones dirigidas hacia la capital del país al mismo tiempo incrementó la demanda de los “tradicionales” flujos migratorios temporales provenientes de las regiones pobres e indígenas hacia la costa y boca costa para trabajar en las fincas donde se cosechan los también productos tradicionales de exportación[3].
La crisis económica experimentada en los años 80s y las consecuencias del conflicto armado provocaron una gran diáspora de la población guatemalteca.
Nunca como en esas décadas se experimentaron múltiples y simultáneos movimiento humanos, de una manera tan intensa como en la década de los 80 y mediados de los noventa. En este contexto convergieron tanto factores políticos, económicos, como algunos efectos de la crisis provocada por el terremoto de 1976 que provocaron que la población guatemalteca experimentara exilios, buscara refugio, se desplazara internamente en el área rural, migrara hacia la capital, trabajara en Chiapas o en las fincas del país o se “fuera” a los Estados Unidos o Canadá entre otros destinos.
A partir de la implementación de las políticas de ajuste estructural, que llegaron a su cenit hacia finales de los noventa e inicios del nuevo siglo, que condujeron a la privatización de las principales y estratégicas empresas estatales y también a la reducción de las inversiones en salud, educación, vivienda y comunicaciones, se generó un nuevo contexto que también “forza” a la población a buscar fuera del país alternativas de trabajo para sobrevivir a una sociedad históricamente determinada por la desigualdad, los bajos salarios y la marginación en el acceso a servicios básicos.
Por eso a partir de mediados de los 90 hasta los actuales días, se ha prolongado un constante éxodo, en el que los “nuevos nómadas” se constituyen en actores determinantes en la configuración de distintos procesos sociales transnacionales. Sin embargo en el marco de la globalización excluyente se les obliga a que realicen el trayecto de manera indigna, en un camino repleto de peligros y abusos, se les niegan sus derechos como ciudadanos universales y se construyen muros mentales y físicos a base de xenofobia y racismo, en un marco ficticio de seguridad nacional.
Este recorrido histórico[4] nos evidencia una característica ineludible o una “regularidad” de este continuum: el carácter forzado de las migraciones. Estas pasan de las formas compulsivas de dominación y control que prevalecen desde la colonia hasta finales de la reforma liberal, a mecanismos económicos que forzan a la población a salir de sus lugares de origen (salvo las migraciones forzadas por factores políticos durante los años más críticos del conflicto armado) hacia otras para trabajar y obtener mejores ingresos para sobrevivir ante el embate capitalista.
Herederos de pobreza:
“Dicen que los obreros del algodón
Tienen tantos soles acumulados en su rostro,
que con ellos podrían alumbrarse mil planetas.
Así de continua y larga es su jornada”
Otto René Castillo[5]
La migración temporal agrícola es el reflejo de la continuidad de la herencia liberal que sobre la base minifundio y el latifundio obliga a que la población indígena y ladina pobre salga de sus regiones de origen (caseríos. aldeas, comunidades, cabeceras municipales) para laborar en las grandes fincas durante la cosecha, mientras que en los siguientes meses subsiste precariamente en las pequeñas porciones de tierra.
La migración temporal es una característica básica del capitalismo agrario guatemalteco determinado por el bajo nivel de desarrollo de las fuerzas productivas que no logra, ni le interesa, mantener a una masa de asalariados durante todo el año.
En ese sentido, la relación funcional entre minifundio/latifundio es la base estructural que determina la unidad contradictoria existente entre la agricultura de subsistencia y la de exportación y entre los terratenientes y los trabajadores agrícolas.
La primera se concentra en pequeñas unidades familiares, tierras no agrícolas, especialización de cultivos (maíz, frijol, verduras) producción para el autoconsumo con bajo o nulo acceso al crédito agrícola formal, tecnología rudimentaria, bajo nivel de comercialización y desvinculación con sectores industriales, donde además prevalecen relaciones de producción no capitalistas.
La agricultura de exportación esta sustentada en la propiedad fincas mayores de 10 caballerías, la producción es destinada a la exportación (café, banano, caña de azúcar, ganado, hule, algodón), las fincas ocupan las áreas más fértiles de
Esta dicotomía es la que Figueroa Ibarra denomina el “sustrato del capitalismo agrario guatemalteco[7]” que provoca que la vida transcurra entre la subsistencia en el minifundio y la explotación en las fincas, de generación a generación.
Un estudio reciente[8] indica que los trabajadores agrícolas migrantes temporales provenientes de Zacualpa y Rabinal que se ocupan en el corte de caña y del café siguen experimentando los más elevados índices de pobreza y exclusión social y no experimentan procesos de movilidad social ascendente y dadas las condiciones de pobreza en la que se encuentra y la falta de redes sociales migratorias, son el sector de población “condenado” a seguir migrando hacia las fincas de la costa.
Los trabajadores agrícolas migrantes temporales provienen de las regiones históricamente marginadas de la cobertura educativa, salud, infraestructura, carreteras, seguridad social, acceso a oportunidades, capacitaciones por lo que no tienen otras opciones que recurrir a lo único que saben hacer: trabajar en las fincas.
La vigencia de los trabajadores agrícolas migrantes
Los trabajadores agrícolas temporales en Guatemala han sido, desde la introducción del café hasta la actualidad la columna vertebral de la dinámica económica agro exportadora del país. Tal como lo confirma el informe del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo 2005, “las migraciones temporales de trabajadores agrícolas procedentes principalmente del noroccidente y de algunas partes del oriente del país hacia las zonas de producción de cultivos de exportación han sido uno de los más importantes eslabones del crecimiento económico y del sostenimiento de las actividades productivas”[9].
En la actualidad, la migración agrícola temporal sigue siendo estratégica porque la ruralidad y lo agrícola, siguen siendo factores clave en la sociedad guatemalteca[10], y es donde se asientan las principales actividades agropecuarias, tanto para la exportación, como para el consumo interno (maíz, arroz, verduras, frutas, etc) proveyendo además de fuerza de trabajo clave para el capitalismo agrario guatemalteco.
Y aunque ha habido algunos intentos (especialmente en los ingenios cañeros) por mecanizar el levantado de la cosecha, el cultivo de los productos tradiciones de exportación requiere y depende de mano de obra intensiva que generacionalmente se han especializado en el corte del grano, la caña y el banano.
Esta característica dialéctica agroexportadora/trabajadores temporales, las reconoce abiertamente el sector azucarero guatemalteco que considera a los cortadores de caña como “los mejores del mundo”.
De hecho, como lo plantea Elizabeth Oglesby: “uno de los factores que preocupa a los propietarios y administradores de las fincas y los ingenios es saber como se conserva el control sobre la mano de obra migratoria año tras año a través de la distancia geográfica”[11]. Para ello, en lugar de garantizar mejoras salariales, han implementado estrategias de psicología industrial, en las que “a través de la camaradería y competencia, se proponen crear una clase de cortadores de caña de vanguardia que se verán a si mismos como campeones del trabajo, deseosos de volver a las plantaciones año tras año”[12].
Recientemente bajo el discurso de
Cuantitativa la importancia estratégica radica en dos factores clave: la cantidad de trabajadores ocupados durante el tiempo de cosecha y los ingresos de divisas generados vía la exportación de los productos cosechados por aquella fuerza de trabajo itinerante.
En el primer factor referido al número de jornaleros, desde 1880 el flujo anual forzado ocupado en el café era de más de 70 mil personas y para 1921 el flujo anual pasaba de 250,000 indígenas.[13] Cincuenta años después la significación del tema de los temporales en Guatemala era extremadamente relevante, a tal punto que a mediados de la década de los 70, la proporción de trabajadores estacionales migrantes en la agricultura de exportación de Guatemala presenta las tasas más altas del mundo.[14]
El número de trabajadores migrantes estacionales entre la década de los 70 hasta la actualidad se ha calculado por varios autores (Appelbaum, Figueroa Ibarra, Flores Alvarado, Oglesby) en unos 400,000 con algunas variaciones derivadas de la expansión de la superficie sembrada y el comportamiento en la demanda y precios internacionales .
Por ejemplo, durante la década de los 80 aunque se experimentó una drástica reducción algodonera, los trabajadores temporales representaban el 18.6% de la fuerza de trabajo porque la superficie para los cultivos se amplio pasando de
Los ingresos de divisas son otra variable de esta importancia cuantitativa. Durante la década de los 80, ingresaron en concepto de exportaciones de café US$ 3,855.9 millones, US$ 1,318.8 en algodón y US$ 1,370.4 por azúcar. US$ 6,545.1 en los tres rubros. En los 90s por café entraron US$ 4,217.2, US$ 1,916 azúcar en y US$ 1,226 en exportaciones de banano. US$ 7,359.2 millones de dólares dicha década.[16]
Estos datos contrastan con los míseros salarios pagados en la décadas de los 70s a los 80s oscilaban entre Q1.12 en los 70s, Q3.20 y Q5.00 por día, concretamente luego de una histórica lucha protagonizada por los trabajadores agrícolas organizados en el Comité de Unidad Campesina[17]. Actualmente los salarios se establecen por destajo, siendo relativamente más altos en el corte de la caña, pero con jornadas que van de 6 de la mañana a 6 de la noche, regularmente los salarios oscilan entre Q1,500 y Q2,500. En el corte del café, se experimentan los niveles salariales más bajos con un promedio de 800 quetzales o menos.
El costo social y humano de esta herencia de pobreza no ha sido lo suficientemente abordado, ahora, bajo el discurso de
Además, aunque la tendencia dominante sea la migración indocumentada hacia los Estados Unidos, las economías locales en las regiones expulsoras de migrantes se benefician de la circulación del dinero ganado por los jornaleros itinerantes.
“Los nuevos nómadas”: la migración internacional indocumentada
“El truco no es tener un hogar, sino tener muchos,
y estar al mismo tiempo fuera y dentro de cada uno de ellos…”
“El emigrante; es alguien técnicamente
Exiliado – el que está en el lugar, pero no es de él”
Zygmunt Bauman
En Guatemala la población migra hacia los Estados Unidos desde hace más de cuatro décadas motivados por diferentes contextos económicos, políticos, sociales y mas recientemente por desastres provocados por el calentamiento global.
En los sesentas por ejemplo, la introducción de la carretera panamericana, el desarrollo de los medios de comunicación (avión, teléfono, buses) y el surgimiento de otras oportunidades de trabajo, abrieron las puertas de los Estados Unidos a miles de pioneros guatemaltecos. Estos se establecen en ciudades como LA, Chicago, Nueva York, Miami y a partir de ahí sientan las bases de las posteriores redes sociales migratorias.
Durante los setentas se incrementaron relativamente las migraciones hacia los Estados Unidos, según el censo de los Estados Unidos la población guatemalteca radicada en ése país era de 17, 356 guatemaltecos en 1970[18]. Los desastres naturales también forzaron a que la población dejara su lugar de origen, familia y cultura. El terremoto de 1976 provocó que la población afectada viera en la migración una salida de su situación, en 1980 la cantidad de guatemaltecos reportada por el Censo de aquel país aumento en 45, 317 llegando a los a 63 ,073 guatemaltecos radicados en 1980.
El conflicto armado interno y la crisis económica iniciada en la denominada década perdida también fueron factores que simultáneamente incrementaron la búsqueda de mejores oportunidades laborales o como mecanismo para salvar la vida ante el incremento de la represión selectiva y colectiva contra el pueblo guatemalteco. Durante los años
Esta espiral se mantuvo durante los años mencionados, pero es en la década de los 90 y principios de nuevo siglo que la migración indocumentada hacia los Estados Unidos experimentó las tasas de crecimiento más altas en la historia de la movilidad humana guatemalteca.
La implantación de políticas de ajuste estructural, el comportamiento económico internacional, las tendencias de la globalización, la persistencia de bajos salarios, la agudización de la exclusión y la inseguridad ciudadana se constituyeron en el caldo de cultivo para que la migración internacional laboral indocumentada llegara a los niveles que conocemos en esta era. Además el ensanchamiento de las redes sociales migratorias, la demanda laboral en los Estados Unidos y la reunificación familiar fueron configurando nuevos y dinámicos procesos sociales.
En la actualidad aproximadamente radican en los Estados Unidos más de 1 millón y medio de guatemaltecos, es decir el 10% de la población total del país que trabajan principalmente en la agricultura, los servicios, albañilería, jardinería y la industria estadounidense. Proceden mayoritariamente de los departamentos más pobres del país San Marcos, Huehuetenango, Quiché, Alta Verapaz y Quetzaltenango[19] entre los demás.
Un alto costo humano y social
La migración indocumentada ha sido la estrategia más recurrente entre la población guatemalteca que no encuentra oportunidades laborales en el país, que no se conforma con el futuro de pobreza y empeña lo poco que tienen para realizar un viaje incierto.
Por lo regular, debido a las políticas migratorias restrictivas estadounidenses que limitan las visas para viajar formalmente a dicho país, la migración indocumentada ha sido la única salida. De esa cuenta, más del 64% de los guatemaltecos actualmente radicados en Estados Unidos realizaron el viaje a través de los llamados coyotes.
El hecho de migrar de manera indocumentada supone varios riesgos y costos sociales. En el primero de los casos se vinculan y elevan en el marco de la seguridad nacional y lucha contra el terrorismo en donde la migración indocumentada ha sido considerada como una amenaza, por lo que se ha justificado el incremento y militarización de los controles fronterizos, de tal cuenta que desde el año 2001 hasta el 2005 han fallecido más de 2,300 transmigrantes solamente en la frontera norte.
Además, a partir de la implementación de mayores mecanismos de control migratorio no solo en Estados Unidos sino en México, se han elevado considerablemente el número de violaciones a los derechos humanos, se han diversificado el tipo de accidentes mortales en camiones, traileres y trenes y sigue creciendo la cantidad de personas que pierden sus extremidades.
Los costos sociales de la migración indocumentada son múltiples. Uno de los más sensibles y destacados se refiere a los impactos que este proceso provoca en las familias, que en la distancia establecen vínculos funcionales, en algunos casos y en otros procesos de desintegración familiar.
A nivel comunitario se ha dado una desestructuración organizativa porque hasta los líderes están migrando y entre las población indígena se experimentan procesos de transformación de valores tradicionales y culturales, también entre la juventud la migración internacional forma parte del proyecto para enfrentar el futuro por lo que la educación pasa a un tercer plano.
Las mujeres que se quedan también experimentan los costos sociales de la migración internacional porque enfrentan la vida lejos de sus esposos, se quedan a cargo de las responsabilidades familiares y la mayoría de veces bajo el control de los padres o parientes de los esposos, con lo que se configuran otras relaciones de poder.
Los guatemaltecos radicados en Estados Unidos también sufren los costos sociales de estar económicamente exiliados, por eso muchos mantienen un vínculo identitario, familiar, comunitario y nacional con Guatemala, un interés interminable por saber como van las cosas en el país y una sensación de olvido y abandono por parte de autoridades gubernamentales.
Experimentan además una variedad de situaciones que se derivan de su condición de migrante indocumentado. Se enfrentan a patrones culturales, normativas legales y procesos de vida ajenos. La soledad, el exceso de trabajo[20] y la nostalgia son recurrentes, pero sobre todo se encuentran en una situación de vacío de ciudadanía que vulnera sus derechos.
Un alto porcentaje de trabajadores migrantes para enviar las remesas y cubrir sus gastos se ve obligado a buscar otro empleo que se adecue a su horario. Así la jornada del migrantes se extiende desde la madrugada a media noche. Lo del sueño americano es una metáfora que se contradice.
Más que desarrollo económico, los migrantes y sus familias experimentan cierta movilidad social derivada del incremento de sus ingresos y capacidad de compra, es decir logran comprar un terreno, construir una casa, adquirir un vehículo y mejorar la educación y vestuario de los miembros de la familia con lo que salen del agujero estructural de pobreza. Esto es posible por la enorme disparidad salarial entre el norte y el sur.
En Guatemala aun con tanta controversia los empresarios se oponen y cuestionan pagar un mínimo de 4.02 dólares al día en la agricultura y 4.31 en la industria, mientras que en Estados Unidos el mínimo va de
Constructores de otras realidades y de un nuevo campo para la investigación social
La migración internacional es un reflejo de las características excluyentes del capitalismo que provoca desbordes de población que traspasan fronteras. La migración es un tema multifacético, complejo y dinámico que afecta a todos los países del mundo. Los 190 estados soberanos del mundo son ahora puntos de origen, tránsito o destino de migrantes, o las tres cosas a la vez.
Desde esa perspectiva la migración internacional forma parte de los rasgos más notables de la intensidad de la globalización excluyente y se ha constituido en uno de los procesos sociales que articula la configuración de nuevas relaciones transnacionales.
La migración internacional ha generado la creación de comunidades transnacionales que une a grupos de inmigrantes en los países avanzados con sus respectivas naciones y pueblos de origen. Aunque existió con anterioridad, nunca había alcanzado la magnitud crítica y la complejidad necesaria para identificar un fenómeno social emergente.
Alejandro Portes[21] indica que el transnacionalismo se refiere en lo básico “a ocupaciones y actividades que requieren de contactos sociales habituales y sostenidos a través de las fronteras nacionales para su ejecución”, además su existencia vincula al menos a dos estados y dos grupos estatal-nacionales. Este fenómeno además está compuesto por un creciente número de personas que viven una doble vida; hablan dos idiomas, tienen hogares en ambos países y su vida discurre en un contacto continuo y habitual a través de las fronteras nacionales.
La transnacionalización entonces, la podemos entender como la existencia de muchas relaciones sociales que vinculan a la comunidad de origen con los lugares de destino de los transmigrantes, superando los límites geográficos, culturales y políticos, expresándose en las más diversificadas formas, ya sea a través de las redes sociales migratorias, de las relaciones familiares en la distancia, las organizaciones de inmigrantes en Estados Unidos, la ciudadanía universal o en la distancia y la transmigración.
Las propuestas teóricas migratorias transnacionales deberán no solamente aclarar por qué migra un número dado de personas y bajo qué condiciones, en qué formas y con qué consecuencias para las regiones de origen y destino; sino tratar de entender ¿qué le da continuidad al proceso migratorio y qué nuevos espacios sociales están surgiendo con la migración internacional reciente?.
El planteamiento transnacional se otorga capital relevancia al concepto de comunidad transnacional, por la que se entiende el campo social construido por migrantes sobre el tiempo y en otros espacios en los circuitos transnacionales migratorios.[22]
Por otro lado, los nuevos abordajes no necesariamente niegan la relevancia que sigan teniendo ciertos conceptos clásicos. Más bien, el concepto refleja que “un nuevo tipo de migración (laboral) internacional está adquiriendo cada vez mayor importancia (sin que ello se tornen obsoletas las formas tradicionales de migración) y que esta no puede aprehenderse adecuadamente dentro de la simple lógica de los espacios sociales unilocales de las regiones de procedencia y de llegada de migrantes”.[23]
Sin embargo, en el contexto del probable inicio de una nueva era antimigratoria impulsada en el marco de la lucha contra el terrorismo y de seguridad nacional por Estados Unidos, existen claras señales de cierre de una era marcada por la migración indocumentada cabe preguntarse ¿Esta llegando a su fin el ciclo de la migración indocumentada?, ¿Los procesos culturales de integración y ciudadanía serán cortados con otro tipo de programas migratorios laborales?, ¿Se están cerrando las fronteras del norte para los habitantes del sur?, siendo así ¿Cuáles serán las repercusiones de esta nueva era antimigratoria en términos de derechos humanos, laborales, sociales y políticos?, ¿Qué teorizaciones surgirán de este proceso que niega la fuerza migratoria y su potencial riqueza cultural ?, ¿Podrán los países del norte dirigir y conducir los procesos migratorios laborales cortando las posibilidades de establecerse por un largo plazo en los países receptores?, ¿podrán prescindir del aporte de la fuerza de trabajo proveniente del sur?
Se está abriendo una nueva era migratoria que definidamente generará otras reflexiones que quizás valgan más, no por su brillantez académica, sino por la urgente necesidad de abandonar conceptos hegemónicos, para alumbrar con objetividad y sensibilidad que la migración no es un delito, ni una amenaza a la seguridad nacional de ningún país, sino más bien contribuye al enriquecimiento económico, cultural y social de los países receptores del mundo.
Pero también se están generando cambios demográficos determinantes en los países receptores, por ejemplo en los Estados Unidos la población hispana es la minoría mayoritaria y en los próximos 50 años serán la mitad de la población en los Estados Unidos. Los migrantes además se están convirtiendo en los nuevos sujetos políticos y sociales que reclaman sus derechos tanto en el país de destino, como al país de origen y son los portadores de nuevas demandas de ciudadanía universal.
Las organizaciones de inmigrantes por países, el movimiento inmigrante en general, las identidades en la distancia, los cambios culturales, la situación de las mujeres migrantes, los efectos sociales, el potencial de la migración internacional y los derechos humanos de los migrantes son hoy por hoy, temas impostergables.
En Guatemala, a diferencia de lo que sucede en otros países vecinos, como México y El Salvador, el tema migratorio pasa de manera inadvertida para muchos sectores de la sociedad, lo cual se evidencia porque la migración en sus múltiples formas y manifestaciones sigue siendo desatendida o postergada bajo una serie de consideraciones que impiden incorporar el tema en las agendas de instituciones del Estado, Municipalidades, centros académicos y Universidades.
Este abandono temático provoca un déficit en la atención, formulación de propuestas, investigación y problematización de un proceso social que moldea otras realidades y se convierte en una estrategia de sobrevivencia o movilidad social para millones de familias guatemaltecas.
En la medida que el tema sea incorporado en las agendas de investigación, se le problematice desde diversas perspectivas y se analice objetiva y críticamente se estará aportando a la búsqueda de soluciones a los factores estructurales que forzan a la migración y se estará entendiendo el potencial abierto desde que los guatemaltecos decidieron romper fronteras para sobrevivir.
- Álvaro Caballeros Investigador del Centro de Información, Ponencia presentada en el X Congreso Centroamericano y I Congreso Nacional de Sociología. Octubre 2006 (http://www.clacso.org.ar/avancso/Alvaro)
[1] Para profundizar en tema consultar el libro Procesos agrarios desde el siglo XVI a los acuerdos de paz, de Palma, Taracena y Alwin publicado por FLACSO, MINUGUA y CONTIERRA en el año 2002.
[2] Aunque muchas de las prácticas liberales de trabajo servil y pago con fichas yen “tiendas de raya” duraron hasta mediados de la década de 1970 y el castigo a la vagancia quedaba implícito en las Constituciones de
[3] La migración internacional era incipiente, pero importante cualitativamente porque a inicios de los sesentas los pioneros establecen las primeras conexiones de lo que posteriormente conoceríamos como redes sociales migratorias, al facilitar las posibilidades de realizar el viaje hacia los Estados Unidos y encontrar trabajo. La relación es determinante porque actualmente existe una relación directa porque las ciudades hacia donde se dirigían los pioneros, son ahora las de mayor concentración de guatemaltecos: Los Ángeles, Nueva York, Miami, Washington y Chicago entre otras.
[4] Que considero importante, pero incipiente para el entendimiento crítico de los procesos sociales, por lo que es más una reflexión acerca del potencial de la historia para reconstruir críticamente el pasado y no solo entender el presente sino modificar el futuro a favor de los sectores de población históricamente marginados.
[5] En Figueroa Ibarra, Carlos El Proletariado Rural en el Agro Guatemalteco.3a. ed. Guatemala. GT. Editorial Universitaria. Septiembre de 1980. 476 p
[6] Orellana, Rene Arturo et. al Migraciones internas y estructura agraria: el caso de Guatemala
[7] Figueroa Ibarra, Carlos El Proletariado Rural en el Agro Guatemalteco.3a. ed. Guatemala. GT. Editorial Universitaria. Septiembre de 1980. 476 p
[8] Caballeros, Álvaro. Diagnóstico sobre condiciones socioeconómicas de los trabajadores agrícolas temporales migratorios. MENAMIG 2006
[9] Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo. PNUD. Diversidad étnico-cultural: la ciudadanía en un Estado plural; Informe Nacional de Desarrollo Humano 2005 Guatemala. : Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo. PNUD. Diciembre 2005. 423 p.
[10] A nivel latinoamericano Guatemala es el país más rural y el peso de la población rural es elevado (61% en el año 2000,) lo cual explica la importancia del acceso a la tierra y la persistencia de una presión sobre este recurso básico para la sobrevivencia de millones de campesinos mini y microfundistas
[11] Oglesby, Elizabeth Machos, machetes y migrantes: masculinidades y dialécticas del control laboral en Guatemala. En Estudios Migratorios Latinoamericanos. No. 52. Buenos Aires 2003
[12] idem
[13] En Tischler Visquerra, Sergio. Guatemala 1944: Crisis y revolución, ocaso y quiebre de una forma estatal. F y G editores. Guatemala. 2001
[14] En Baumeister, Eduardo. Guatemala: los trabajadores temporales en la agricultura op. cit
[15] http://faostat.fao.org/faostat/collections?version=ext&hasbulk=0&subset=...
[16] Del Valle, Luis Arturo Guatemala marco Cuantitativo de
[17] En el año de 1980, se realizó la más grande huelga de la historia de Guatemala. La gran huelga de
[18] Oficina del Censo de los Estados Unidos. http://www.census.gov/
[19] Los informes seriados de
[20] Por lo regular los horarios del trabajo que desempeñan los migrantes son de madrugada dependiendo del sector donde está ocupado. Un enorme porcentaje inicia labores a las 5 de la mañana, sobre todo en restaurantes y fábricas. Otros inician labores a las 3 y 4 de la madrugada, específicamente en fincas o campos de golf sobre todo cuando el clima u otros factores lo exigen, según experiencia laboral de quien escribe en la ciudad de Phoenix, Arizona en el 2004.
[21] Portes, Alejandro et. al La globalización desde abajo: transnacionalismo inmigrante y desarrollo: la experiencia de Estados Unidos y América Latina. México, DF. . Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales. - FLACSO. Jul 2003. 415 p.
[22] Pries, Ludger. La migración internacional en tiempos de globalización..op. cit
[23] Basch, Linda, Schiler, Nina, Santón, Cristina From Immigrant to Transmigrant: Theorizing Transnational Migration. Revista de Antropología vol. 68
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