La batalla por Lima. Episodio II:

El contraataque de la política mafiosa

16/03/2013
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Cuando este artículo aparezca se sabrá con toda seguridad (al menos en términos de proyección) cuál habrá sido la suerte –una verdadera lotería para más de uno— que los/las votantes de Lima le hayan dado por mayoría a la alcaldesa de Lima Susana Villarán y a su consejo de regidores metropolitanos, oposición incluida. Lo escribo justamente en la misma fecha oficialmente asignada para votar a favor o en contra de la revocatoria.
 
No vamos a repetir los argumentos que ya se han dicho de uno y otro lado antes de estas elecciones, que son de amplio conocimiento público en la misma capital y el país, así como en América Latina a través de las redes sociales y del internet; tampoco especularemos sobre los posibles resultados (cifras más, cifras menos) que serán comentados por los “formadores de opinión” y hasta por los “opinólogos”. Según el Jurado Nacional de Elecciones, los resultados oficiales se conocerán recién a partir del martes 19, al 40-50% de los votos escrutados. Intentaremos más bien hacer un balance del proceso políticoque ha llevado a la presente situación, en un sentido amplio, perfilando al mismo tiempo algunos elementos que podrían despuntar o tal vez influyan en la coyuntura (incluso como costos políticos de oportunidad) en los próximos dos años, asumiendo (supuesto heroico) que haya permanencia de la actual gestión,lo que a su vez presupone la consiguiente derrota electoral de los revocadores.
 
En la era post Fujimori (a) “el emperador” (1990-2000), el Perú es un país donde la economía (para los neoliberales y las elites) marcha bien, pero en cambio la política y sus principales expresiones institucionales (para la mayoría de los ciudadanos y ciudadanas) anda mal, como se puede constatar en las diversas “encuestas de opinión”. En esta breve y muy sencilla caracterización, el rol redistributivo del Estado ha desaparecido. El postulado del “estado social de bienestar”, o como quiera llamársele, ha sido expectorado de las grandes orientaciones económicas y políticas del país (y a nivel mundial, si atendemos al actual contexto de crisis), sucediéndole el principio según el cual las decisiones económicas y por extensión la toma de decisiones políticas se rigen por las “reglas” que el mercado dicta. En este contexto, la esfera de las decisiones políticas (a nivel del gobierno central y sus entidades descentralizadas, así como de los gobiernos regionales y subnacionales) es una simple “extensión” de la lógica de las decisiones económicas de corte empresarial, sobre todo deaquella lógica con la que se (auto) gobiernan las grandes empresas capitalistas, grupos de poder económico y corporaciones transnacionales. El lector(a) puede fácilmente deducir quién o quiénes gobiernan, o ejercen el poder, realmente en el Perú de hoy, todavía en los albores del siglo XXI.
 
Así se expresa entonces el supuesto “divorcio” entre economía y política en un país como el Perú, divorcio que para nosotros es solo aparente porque ambas esferas se hallan fundidas exclusivamente en la cúspide de la pirámide social (o en las alturas de la estructura del poder en el país), manteniéndose dicho divorcio adrede en la base. Rescatamos aquí una hipótesis razonablemente aceptable del sociólogo Francisco Durand (las palabras dentro de corchetes son nuestras):
 
“Ha ocurrido una reconfiguración drástica de la sociedad [peruana] a fines del siglo XX, generada por factores internos y externos que se combinaron en un raro contexto de transición larga y dolorosa. La principal consecuencia es que se acentuó la concentración del poder económico, ahora conformado por un pequeño núcleo de grandes corporaciones. La nueva élite económica es menos numerosa y bastante más homogénea que la [élite] política. Tiene más estabilidad. Opera acomodándose a políticos que provienen tanto de los partidos tradicionales como de canteras independientes y que rotan en el poder de acuerdo al ciclo político. Ese núcleo económico ha fortalecido su poder estructural, perfeccionado y ampliado su poder directo sobre el Estado e incrementado su influencia sobre el sistema político; sin embargo, al mismo tiempo sufre de un debilitamiento de su poder discursivo. Tanto las élites económicas como la clase política ligada a ellas enfrentan desde el año 2000 una situación políticamente más álgida, resultado de protestas intermitentes de masas descontentas y el surgimiento de candidaturas «anti sistema»; todo lo cual genera mayor incertidumbre política. Sin embargo, dado el alto nivel de dispersión y desorganización social y política de las masas, las élites tienen una aceptable probabilidad de mantenerse en el poder.”(1)
 
El escenario político está siendo actualmente hegemonizado por lo que estamos llamando la política mafiosa en nuestro país: se trata de mafias de facinerosos que han hecho de la política un medio u objeto de lucro, valiéndose de conexiones, influencias y redes de contactos.Los políticos mafiosos son individuos que llegaron a la política alcanzando un estatus de “líderes”o cuando menos como personajes conocidos en la vida pública,y en consonancia con ello organizan su propio juego de poder desde el interior de las organizaciones (políticas o no) que los respaldan, proyectándolo hacia el resto de la sociedad. Es decir, utilizan a su favor las estructuras partidarias o institucionales pre existentes, o crean alguna a la medida para (auto) promoverse. Se presentan con una careta democrática pero usan las reglas de la democracia formal para validar y  legitimar sus aspiraciones e intereses, personales o de grupo. Se valen del discurso economicista de la “eficiencia” y, por extensión, cuando hablan acerca de la gestión pública “eficiente”, la responsabilidad social o empresarial, etc., con el doble propósito de camuflar convenientemente sus intereses económicos y atraer para sus proyectos a los inversionistas y los grupos empresariales.
 
En cambio, los políticos mafiosos y su séquito que siempre los adulan, se han apertrechado de un discurso político populista destinado al gran público –sobre todo de los estratos sociales bajos— provisto además de un doble rasero: por una parte, se busca potenciar el apoyo electoral de los pobres y de la población de escasos recursos mediante una serie de promesas y compromisos de atención a sus carencias y necesidades básicas; de otra parte, el mismo discurso atizael miedo hacia el fantasma del “comunismo” y del “terrorismo” (dos palabras convenientemente asociadas por ese discurso) para alejar a dicha población de cualquier acercamiento o simpatía hacia propuestas que provengan de la orilla de enfrente (así sean “progresistas” o de centro-izquierda).Bajo este contexto opera la política mafiosa, blindada y parapetada por esos discursos, reforzada por las alianzas y lealtades a favor de sus verdaderos objetivos (jamás abiertamente declarados, excepto en los círculos más íntimos), donde los grandes negocios se hacen y son capitalizados en las elevadas alturas del poder, comprometiendo en ello por supuesto a los fondos públicos (el dinero de todos los contribuyentes), mientras que las “masas” son contentadas o satisfechas con “obras”.
 
La animadversión hacia Susana Villarán se manifestó desde sus primeras acciones como alcaldesa metropolitana, particularmente desde cuando se comprometió (si resultaba elegida) hacer la investigación del caso Comunicore que involucraba directamente al ex alcalde Luis Castañeda. Las críticas hechas desde el inicio a su gestión fueron degenerando en verdaderas vendettas políticas, que con el febril apoyo de cierta prensa (como Correo,Expresoy Perú.21 que son los principales canales de expresión de la “derecha bruta y achorada”), buscaban dañar su imagen convirtiendo al personaje en una alcaldesa “incapaz”, “incompetente”, etc. En medio de la procacidad de este bombardeo mediático, salpicado de lodo e inmundicia, la alcaldesa Villarán junto con su equipo de gerentes y la mayoría del consejo metropolitano, optaron por afrontar los retos y las grandes reformas que necesitaba Lima con un perfil bajo, lo cual se reflejó en una débil (por no decir nula) estrategia de comunicación con la población que la había apoyado. Fue posiblemente el primero de los errores que se cometió, el más garrafal y estratégico, revelando de esta manera la ausencia de una correcta apreciación del escenario bajo el cual se estaba realizando la nueva gestión de la ciudad. Esta debilidad se hizo aún más patente en la falta de respuesta política de Villarán y sus allegados, frente a los críticos y sus ataques descabellados, a consecuencia también de debilitarse la alianza con los partidos y grupos de izquierda que la habían apoyado para la alcaldía de Lima. (2) La misma Susana lo ha sostenido hace poco, en vísperas de las elecciones: era una alianza electoral solo para Lima. En vísperas también de las elecciones, la propia alcaldesa ha reorientado sus alianzas políticas, priorizando el acercamiento hacia el Partido Popular Cristiano, de centro derecha, estrechamente asesorada por el publicista argentino Luis Favre(3), mientras que al interior de la Confluencia se ventilan diferencias con relación a Tierra y Libertad.
 
Se ha convertido en un lugar común sostener que dos tercios de la población de Lima habitan en los llamados distritos emergentes y/o emprendedores. Nos referimos a los distritos populares y de la nueva mass media limeña que conforman las áreas interdistritales de Lima Norte, Lima Este y Lima Sur. La suerte política de la alcaldesa y su consejo metropolitano se define sobre todo allí; los distritos con la mayor cantidad de mesas de sufragio han estado en San Juan de Lurigancho y Ate, ambos en Lima Este, San Martín de Porres y Comas, los dos en Lima Norte (4), sin menoscabar tampoco a otros distritos populares como Villa El Salvador y Villa María del Triunfo, en Lima Sur.Allí, en dichas Limas y particularmente en los distritos mencionados, es donde los promotores de la revocatoria deben haber concentrado sus esfuerzos para “pelear tresa cuatro puntos en mesa”. (5)Los “sectores D y E” –llamados así por un eufemismo estadístico— que habitan en las zonas más marginales de esos espacios han sido los más renuentes y los más impermeables al mensaje de la alcaldesa, pero donde los revocadores han llegado con más efectividad (apoyados posiblemente por los aparatos políticos del fujimorismo y el Apraalanista) mediante regalos, dádivas y diversas promesas. Dichos sectores, debido a sus precarias condiciones de existencia, han sido ganados y fueron fácilmente convencidos por el populismo de derecha en los últimos años. La batalla por Lima se ha jugado también allí, siendo sectores sociales que han sido virtualmente abandonados (descuidados) por las corrientes de izquierda.
 
Si bien la votación por el SI (a favor de vacar a la alcaldesa y a los 30 regidores) o por el NO (en contra de esa opción, es decir, a favor de la permanencia de las autoridades que fueron elegidas por 4 años, del 2010 al 2014), tiene una importancia ética como han opinado varios periodistas que apoyan la gestión de Villarán (6), tiene como trasfondo político la continuidad del gobierno de la ciudad y de las trascendentales reformas urbanas (el ordenamiento del comercio y la reforma del transporte son las más emblemáticas), sin mencionar toda la propuesta de desarrollo reunida en el Plan Regional de Desarrollo Concertado (PRDC), cuyo horizonte abarca hasta el año 2025 y que demandó un titánico esfuerzo de concertación de voluntades, así como la reconfiguración de esta gran ciudad (en términos de un nuevo sistema de gestión) que acarrea la implementación de ese plan. (7) Sin embargo, todo el gran esfuerzo que significó la construcción plural, inclusiva y democrática del PRDC a un periodista como PhillipButters (de radio Kapital) le ha parecido “un plancito que es un papel mojado en tinta” (¡sic!). (8)
 
Vaya pues, tenía razón el ex ministro Rospigliosi: usted, señor Butters, no sabe de lo que habla.
 
Esos son los “analistas políticos” que tenemos infelizmente en la televisión.
 
Notas
 
(1) Francisco Durand, “Las nuevas élites del poder: sueños económicos y pesadillas políticas”, en Perú ante los desafíos del siglo XXI (Luis Pásara, editor), Lima, Fondo Editorial de la Pontificia Universidad Católica del Perú, 2011, p. 141.
 
(2)Fuerza Social, la organización política de la alcaldesa Villarán, junto con otras organizaciones formaron la Confluencia Fuerza Social (hoy Confluencia por Lima) que integran Tierra y Libertad (el principal aliado), el Movimiento Nueva Izquierda, Lima Para Todos y Voz Socialista.
 
(3) En el último número del semanarioHildebrandt en sus Trece leemos lo siguiente con relación a Favre: «Acostumbrado a ganar campañas electorales convirtiendo a sus clientes en productos “blanqueados”, apostó, una vez más, por una campaña light. Le funcionó a Lula da Silva, expresidente de Brasil, a quien le elaboró su “Carta al pueblo brasileño”; con Ollanta Humala, a quien le confeccionó su “Compromiso por la Democracia”; y lo intentó con Susana Villarán redactándole el “mensaje de disculpas a los limeños” que la alcaldesa leyó patéticamente el jueves 7 de marzo.» (Alonso Ramos, “Final del juego”, Hildebrandt en sus Trece, N° 146, 15 de marzo 2013, p. 3).
 
(4) A nivel de toda la provincia de Lima fueron instaladas 36,740 mesas de sufragio en 42 distritos, con respecto a lo cual los 4 distritos mencionados de Lima Este y Lima Norte reunieron alrededor de la tercera parte (28.3%) de las mesas de sufragio: 3,552 en San Juan de Lurigancho, 2,025 en Ate, 2,627 en San Martín de Porres y 2,189 mesas en Comas (datos que provienen de la Oficina Nacional de Procesos Electorales, ONPE, difundidos en medios periodísticos).
 
(5) Declaraciones del secretario general de Solidaridad Nacional y congresista, José Luna Gálvez, a través de un audio difundido en el programa “RMP” (acrónimo de la periodista Rosa María Palacios)el 15 de marzo, que se puede ver en http://youtu.be/T_WcwBw1kUI (especialmente el minuto 08:07).
 
(6) “Hay quienes creen que se trata de capacidad administrativa, o de regulación del tránsito, o de desacierto en los corredores viales. No. Lo que está en juego es la limpieza moral enfrentada a los métodos tradicionales de la política, impulsados por el engaño, la componenda, el enriquecimiento ilícito.” (César Lévano, “Ahora es cuando”, La Primera, 17 de marzo 2013).
 
(7) En el proceso participativo de formulación del plan se involucraron más de 18,000 personas entre líderes locales, representantes de organizaciones sociales, de los jóvenes, las mujeres, los niños y adolescentes, dirigentes gremiales, ciudadanos y ciudadanas de las Limas (Norte, Centro, Este y Sur), así como más de 300 actores metropolitanos (gremios empresariales, empresas públicas, universidades e institutos tecnológicos, partidos políticos, y todas las gerencias de la Municipalidad Metropolitana de Lima).
 
(8) Frase pronunciada en el marco de su debate con Fernando Rospigliosi, ex ministro del Interior en el gobierno de Alejandro Toledo, en el programa mañanero de Beto Ortíz, el 15 de marzo (ver http://youtu.be/lvRs8YhGOiE).
 
 
- Antonio Romero Reyes, economista político peruano, especialista en economía urbana y planificación. Colaborador de ALAI. Es autor de un reciente libro: Miserias de la Economía. El fetichismo de la ciencia económica (Lima, Editorial Horizonte, 2012).
https://www.alainet.org/pt/node/74594
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