Apagones en Bolivia
- Opinión
En Bolivia el Coronavirus avanza todavía lento, pero del nerviosismo del ministro de Salud Anibal Cruz se colige que la letal pandemia podría tomar en próximos días una curva ascendente que apagará la vida de cientos o miles de habitantes de Santa Cruz, La Paz y Cochabamba.
Los impactos del Coronavirus levantan temores de todo tipo, pero hay otros apagones que en el mediano y largo plazo pueden generar verdaderos estragos en la frágil economía boliviana y echar por tierra los avances económicos, políticos y culturales de los últimos 7 años.
Son las 21:30 y desde el piso 6 de un edificio en la clasemediera zona de Sopocachi en La Paz, se observa la estación del Teleférico Amarillo con su maquinaria parada y en el entorno calles deshabitadas y edificios que apagan sus luces piso por piso.
Durante el día el ritmo no es muy diferente. El gobierno transitorio de Jeanine Añez no da claras señales de estar manejando la emergencia sanitaria con solvencia. Por el contrario, su ministro de gobierno Arturo Murillo sale en conferencias de prensa, esencialmente para amenazar con cárcel a quienes infringen las disposiciones de la cuarentena. Apareciendo cada día en las pantallas, cree que generará para la población la sensación de que el gobierno enfrenta con buenas armas y buena organización al mortal virus.
La sociedad boliviana creía estar lejos de las larga noche de las dictaduras militares y sus desenfrenados caudillos, pero el locuaz Murillo se encarga de reponer en la memoria el fantasma de la represión y la repudiable tesitura militar. Hace días un joven youtuber dijo no temerle al Corona virus porque “se alimentaba con chuño” y de inmediato el ministro salió a amenazarlo y corretearlo como a un vulgar criminal. De las horas que trabaja, cuando menos el 70 % de su tiempo lo dedica a repartir advertencias y acusaciones a dirigentes opositores, funcionarios del sistema de salud y voces disidentes de las redes sociales. Su turbación llega tan lejos, que en cada voz que se torna crítica con el gobierno, encuentra a un terrorista en potencia.
Entre noviembre y diciembre de 2019 se afirmaba que Murillo fue nombrado en el cargo por ser hombre de mucha confianza de Jeanine Añez, pero tal es el peso político del ministro que la gente ya está conjeturando que la mandataria es más bien la mujer de la máxima confianza de Arturo Murillo y que ambos mantienen un vínculo superíntimo y casi incestuoso con la embajada americana.
En los días que corren la población empieza a ponerse exigente con el gobierno y a pesar de las amenazas se está sacudiendo del miedo paralizante, recuperando la voz en las redes sociales y algunos medios.
En sus últimas apariciones el ministro de Salud Aníbal Cruz, dejó notar sus nervios ante las cámaras pidiendo mayor cooperación de la población con el confinamiento, pero al mismo tiempo reconociendo que el incremento de fallecidos y contagiados (7 fallecidos y 115 contagiados) hacen presagiar días difíciles para el país. Muchos problemas con el ministerio de Salud. Pronunciamiento de médicos por falta de condiciones para atender los casos críticos del Corona Virus y renuncia de autoridades como el Dr. Víctor Hugo Zambrana, director del Hospital Japonés en Santa Cruz y el fallecimiento también por Corona Virus y atención negligente de Richard Sandoval, Gerente General de la transnacional de las telecomunicaciones AXS.
De modo general la gestión administrativa de todos los ministerios ahora se complica por la cuarentena del COVID-19 porque las entidades públicas solo mantienen personal de emergencia. Bien se podría decir que, hasta octubre de 2019, el carro de la gestión de gobierno marchaba en la caja cuarta, pero ahora la reducción de la velocidad es tan evidente que en muchos ámbitos se comenta: “¿No sabemos qué pasará en próximos meses?”.
No están corriendo los grandes proyectos, licitaciones y construcción de obras en el sector de hidrocarburos. En cuanto al litio, hay grandes incógnitas y el gobierno alemán ya expresó su molestia con duros comunicados. A eso se añade la parálisis de decenas y cientos de proyectos e inversiones que hasta el año pasado avanzaban a un ritmo febril en el marco de la mística desarrollista del anterior gobierno.
Los sucesos que determinaron la salida de Evo Morales de la presidencia en Bolivia, vienen como un peligroso apagón de la institucionalidad democrática del país, porque elementales derechos constitucionales quedaron reducidos a su mínima expresión. A eso se suma que el advenimiento de un virus global como el COVID- 19 ha generado miedos y apagones en el ánimo de la población boliviana al punto que la gente perpleja y temerosa solo atina a decir: “¿Qué situación la que estamos viviendo?”.
Aún hay más. Lo peor en materia de peligros, miedos y apagones puede llegar con la desaceleración económica. Si como se vaticina que el entorno económico internacional se pondrá muy complicado y turbulento como efecto de la crisis sanitaria global, hay razones para empezar a abrir el paraguas. Si a eso se añade el deficiente manejo de la gestión económica y administrativa del gran aparato estatal (140.000 funcionarios), con renuncias y cambio de autoridades por hechos de corrupción, Bolivia podría tener un apagón económico de proporciones y como siempre el cimbronazo y los ajustes lo padecerán los trabajadores, empleados de la clase media baja, artesanos, miles de pequeñas empresas y quienes trabajan por cuenta propia.
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