El porqué de los “Panama Papers”

10/05/2016
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¿Cómo normalizar la percepción de la corrupción y de los paraísos fiscales?

 

Cuando alguien desea que el “mal (Y)” se convierta en “bien (X)” lo único que tiene que hacer es pagar a un medio para que divulgue, la noticia falsa o la desinformación, “n” veces como noticia verdadera o información veraz.

 

 “Cuando la mentira desea convertirse en una verdad, se disfraza de legitimidad”: Entonces, Y remplaza a X. Esta lógica parece ser simple, sin embargo, no es tan fácil descubrir a los que se hacen pasar por X. Los lobos no necesariamente se disfrazan de ovejas. Los lobos, en muchos casos, fruto de la repetición incesante de los mensajes, se dicen ser lobos buenos y se muestran como lobos “muy buenos”.

 

Por otro lado, desde el momento en que se impuso la ideología del capitalismo, donde la propiedad privada fue sobredimensionada, el ser humano empezó a considerar muchas cosas como propiedad suya, y pocas cosas como saldo para el Estado. La relación es de cinco para lo privado a uno para el estado, esto siendo optimistas. Hay relaciones que varían de 10 a 1 hasta de 50 a 1, en algunos casos.

 

Cuanta más propiedad privada exista, mejor para el capitalista; así él se aprovecha del “deseo hacia el objeto”. En otras palabras, se amarra al objeto. Y no se da cuenta que el deseo lo ata al objeto por el apego que tiene. Entonces, ese apego es una debilidad que lo hace esclavo de dicho objeto.

 

El niño de 3-4 años tiene la característica de apegarse a los objetos que los padres le regalan. Él los considera totalmente suyos, y no los presta a nadie. Esa posibilidad de apego, en esa edad, se puede decir que es normal, pero ya en un adulto que tiene más de 21 años, es simplemente una debilidad, y a veces, llevada al extremo. Bill Gates, Carlos Slim, Amancio Ortega y otros, consideran como suyo lo que “poseen” y hacen creer al resto de que son dueños y propietarios. Sin embargo, niegan que lo que tienen es gracias al trabajo de otros. Puesto que ellos, en la actualidad, simplemente viven con sus funciones básicas: Comer, tomar agua, dormir, vestirse, sentarse, echarse, etc. Su cerebro apenas funciona, no lo necesitan para más nada. Tienen todo (directorio, gerentes, administrativos, operativos, etc.) para que sus empresas funcionen.  Entonces, tienen dinero sólo porque tienen (gracias al esfuerzo de otros); ni siquiera porque su cerebro funcione.

 

Los dueños del petróleo, los dueños de las armas, los dueños de los medicamentos, los dueños de los alimentos, los dueños del agua y otros dueños, simplemente se niegan a aceptar que todo lo que existe en la Tierra es de todos. Con esa negación, consideran su existencia como primordial y única para la subsistencia del planeta. Y por eso, doblegan a gobernantes, legisladores y jueces para que les rindan pleitesía y desean que los gobiernos sean hechos a su medida.

 

El animal que quiere tragar y tragar desea que los matarifes hagan la faena para que la carne siempre esté a disposición.” (Paradoja).

 

Y toda esta iniquidad de juntar dinero y dinero, dinero y dinero, ad infinitum, no es nada más que la ambición de riqueza dominando el cerebro primitivo de quien cree que es poseedor de riquezas.

 

Y “…para maldición de nosotros se crearon los impuestos” dijo un megamillonario deseoso de no perder ni un centavo ante las instituciones que cobran los impuestos. “Los impuestos son para mantener a los flojonazos de los empleados públicos”, dijo otro megamillonario, en una charla informal, con sus amigos millonarios. Y otro remató con el comentario de que “El Estado debe desaparecer.” Sin embargo, hizo su aparición un “zorro” que de zorro no tenía nada, y dijo que había inventado los “paraísos fiscales”. Todos pusieron su atención a este alcahuete, que simplemente transmitía una información de su jefe mayor, para que los megamillonarios pudiesen tranquilizarse y tuvieran una alberca para reunir su dinero, tal como lo hace el Tío Rico. Los paraísos fiscales eran el lugar propicio para guardar el capital sin tener que pagar un centavo de impuesto.

 

Si bien los #Panamapapers muestran información sobre empresas fantasmas, dinero mal habido y dinero mal reunido, el objetivo final es que el público se acostumbre a escuchar estas noticias y  tome como normal las conductas corruptas de los millonarios y megamillonarios. Ellos pueden hacer lo que les venga en gana, y todo está bien. El “hacker” que entregó los documentos a Bastian Obermayer y Frederik Obermaier sabía por qué lo hacia.  El “quiero hacer público estos crímenes” es simplemente una cortina de humo.

 

En este contexto, cuando ciertos hackers muestren en el futuro que los megamillonarios están nadando en excremento, el poder mediático, dirá que todo eso es normal, y que la corrupción en el entorno de los megas es bien recibida y bien tenida. Y si los pobres son corruptos hay que también perdonarlos, puesto que “robar comida no es delito” (Eso dijeron algunos jueces en Italia). En realidad, este último hecho, es simplemente una actitud hipócrita, puesto que a todo pobre que infrinja la “ley” de los poderosos, lo meten a la cárcel de inmediato.  Entonces, el asunto de los Panamapapers es simplemente un show en el circo hipercapitalista y que sirve para distraer a los más ingenuos y reforzar la risa sarcástica de aquellos que creen que somos ignorantes. Sin embargo, la mentira no sólo tiene patas cortas, o una nariz alargada, sino que también tiene una panza que engorda y se llena de falsedades y que llegado el momento se nota a la distancia.

 

En este circo, los que se creen dueños del mundo desean manejar la corrupción de forma “científica” para favorecer a sus piltrafas y a sus seguidores (conscientes o no). Desean que la evasión de los impuestos, no sea vista como corrupción, sino como un hecho normal que a cualquiera le puede suceder. Y como los de la derecha están acostumbrados a vivir en un entorno de alta corrupción, el sistema ya no puede encontrar sujetos honestos y probos que defiendan el modelo neoliberal, entonces hay que dar carta de ciudadanía formal a todos los corruptos de derecha; si bien a los corruptos de la izquierda, no sólo hay que sacarles los ojos, sino también hay que quitarles todo el oxigeno para que no puedan vivir.

 

Así el sistema crea una serie de estrategias de desinformación, para enlodar la mente del ciudadano común, para que no vea la realidad, y sí, se acostumbre a vivir dentro de la irrealidad. Los Panamapapers son una estrategia más de los defensores del hipercapitalismo para pretender engañar al pueblo.

 

Iván Prado Sejas es psicólogo, escritor y docente universitario.

 

 

https://www.alainet.org/pt/node/177328
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