Fin de 2016
- Análisis
Globalización económica
Desde que el mundo es mundo, el homo sapiens ha incursionado a través de su entorno, en busca de mejores condiciones de vida, se ha movido de un lugar a otro, ha explorado el medio, ha emigrado desde su primitivo estado en África, hasta esparcirse por el planeta entero.
Las expediciones de Alejandro, de Marco Polo, de Colón y de muchos otros navegantes dan cuenta de este fenómeno natural en el hombre. El mundo se empequeñeció cuando los transportes marítimos, férreos, carreteros y aéreos llegaron con la industrialización y la electricidad, conectados ahora en una sola matriz.
La globalización es un fenómeno irreversible, que nos pone frente a una grave realidad, que nos muestra un delicado equilibrio, sobre el que estamos incidiendo negativamente.
Este proceso de comunicación, acercamiento y accesibilidad, pareciera ventajoso para toda la humanidad, pero tiene sus inconvenientes dentro de su elevada complejidad, al poner en juego piezas con asimetrías abismales en su potencia y consecuentemente debido a esa inercia histórica, se cometen muchos abusos propios del sistema económico, que hasta nuestros días sigue vigente en el mundo.
El meollo del asunto radica en que los sistemas tanto capitalista como socialista fallan al buscar denodadamente el crecimiento económico como prioridad fundamental, reflejo de lo que cada miembro de la sociedad también busca. Este deseo de crecer, implica consumir más, saciar todo deseo, colmar toda ambición; bueno fuera solo satisfacer una necesidad vital; pero constantemente nos bombardean con pensamientos enajenantes, provocando deseos superfluos, azuzando ambiciones, motivando al gasto, incitando la envidia; manipulando hacia el consumo, al dispendio y a la permanente insatisfacción.
El ir y venir, el llevar y traer, el vender y comprar, el dar y recibir, el ofrecer y demandar es la esencia en la vida moderna.
De Asia hacia Europa, de América al África, de Oceanía a Sudamérica, del Polo Norte al Polo Sur y viceversa, en una vorágine mercantil que obedece más a esquemas especulativos que a necesidades reales. Millones de toneladas de artículos inútiles y hasta nocivos surcan permanentemente los mares de un extremo a otro, con el inherente dispendio energético y el consecuente daño ecológico. No estamos contra el comercio exterior para implementos y productos estrictamente necesarios para avanzar en ciencia y tecnología, lo que deben ser herramientas, pero no armas.
Nosotros podríamos fabricar productos, que son trasladados desde distancias enormes, con perjuicio de los productores locales, que cierran sus negocios por falta de mercado. El desempleo regional tiene su origen en esta política basada en la tan traída globalización con su competitividad internacional.
“Que cada región produzca lo necesario para satisfacer sus elementales necesidades” Es uno de los principios ecológicos fundamentales, en aras de disminuir el dispendio de energía, que exige la globalización económica desenfrenada que hoy en día, es buscada con vehemencia por todas las corporaciones internacionales: abrir más sucursales, más franquicias, más alianzas estratégicas, más tratados comerciales internacionales, más embarques, más puertos, más grandes ciudades, más presas, más fábricas, más comercios, más armadoras, más infraestructura, más carreteras, más entretenimiento, ¡más de todo! Muchas actividades económicas son destructoras, están sueltas, al garete, descontroladas; inercias que fueron creadas hace siglos y no hemos logrado domarlas; recordemos que el planeta es finito.
La globalización de la economía debe obedecer criterios de complementariedad en un marco de convivencia armónica, abandonando el neoliberalismo cuyo resultado es el oligopolio que el capitalismo a ultranza impone; permitir y facilitar la autosuficiencia de las regiones, a fin de evitar al máximo el transporte de mercancías dispensables y sustituir la competencia por la cooperación y la competitividad por la colaboración, para el bien de la humanidad completa e incluyente.
No implica cerrar fronteras al arte, la cultura, el conocimiento, la ciencia y la tecnología; tampoco es recomendable el proteccionismo chauvinista a ultranza; la investigación debe proseguir en pos de nuevos descubrimientos, hay que propiciar la creatividad humana de manera universal, al facilitar la conexión civil de todo el mundo en red, con la posibilidad de decidir entre todos los antes “sin voz”. Esto es excelente, así la protección de nuestro planeta se vuelve posible.
¿La globalización de la economía o la globalización del hombre? será nuestra elección la que decida.
Tenemos que empezar a vernos todos como una especie que tiende hacia su extinción, en caso de continuar acelerando el crecimiento, del que se beneficia una mínima proporción de la población mundial, en detrimento de las condiciones ecológicas y de las inmensas mayorías de cada nación.
La educación en la globalización
Las reformas hechas al vapor en nuestro país, fueron delineadas para favorecer intereses ajenos a nuestro pueblo, desde las más altas esferas empresariales de los corporativos transnacionales, conforme a la globalización neoliberal, cuyo objetivo primordial es lucrar encima de cualquier circunstancia.
Para lograrlo fue necesario colapsar todo el esfuerzo realizado durante tantos años para proteger y alentar los anhelos revolucionarios, que intentaron socializar la economía y con ello la salud, la educación, la alimentación, los transportes y los servicios básicos estratégicos como la energía, la educación, la salud y el agua de nuestro país.
Las instituciones que salvaguardaban estos vitales temas siguen siendo colapsadas desde dentro por la corrupción y la traición de los seudo-políticos al servicio de los planes emanados del exterior; por lo que podemos concluir inequívocamente, que nuestros gobiernos no obedecen la voluntad ciudadana nacional.
La división de poderes en México no existe, los poderes no son independientes, están subordinados a la dirigencia partidaria y al ejecutivo y éstos sometidos a las directrices dictadas desde Washington a través de sutiles mecanismos como el cabildeo. Quien debe estratosféricas cantidades de dinero, no le queda otra que obedecer a sus acreedores: FMI y BM. Las reformas estructurales emprendidas por su operador, Peña Nieto, son producto de un pacto firmado en la opacidad y aprobadas “fast track” por el poder legislativo, sin consultar al pueblo al cual aplicarán las famosas reformas, mismas que lo perjudican.
La educación es quizá la parte medular de estas reformas, las corporaciones mundiales en su obsesivo afán de lucro, no dudan en pisotear toda resistencia que se oponga a sus medidas expansivas y han ordenado que los planes de estudio de los países subordinados, obedezcan las instrucciones que convienen a las corporaciones dueñas del mundo, haciendo de los sistemas educativos, escuelas de siervos modernos, abnegados, resignados y conformistas; dificultando toda consulta con académicos, profesores, padres de familia y alumnos para diseñar y construir el contenido educativo conveniente a México en estos tiempos de reflexión e incertidumbre. ¿Queremos robots o mujeres y hombres auténticos con la capacidad para la convivencia creativa?
PYMES
Por una parte se nos informa reiteradamente desde las diferentes fuentes que el empleo en México, arriba de 80% es generado por las pequeñas y medianas empresas; que las grandes compañías una vez instaladas, trabajan con sistemas automatizados, casi sin participación directa de mano de obra; entonces no parece congruente tanta algarabía por las flamantes armadoras automotrices que llegan a San Luis con estratosféricas inversiones.
No se habla prácticamente de otra cosa en los medios locales, el gran bum industrial que significa la llegada de BMW, Ford y Goodyear y de la inmensa derrama económica que –dicen - significará para nuestro estado, tan aplaudido arribo. Además la derrama económica para las empresas especializadas en el ramo y proveedoras, la mayoría de ellas extranjeras.
Los miles de millones de dólares que estarán ingresando al país, están representados por activos provenientes de otros países, maquinaria transportada desde Alemania y Estados Unidos, solo para ser montada e instalada en nuestro estado. Aquí solo se armarán los vehículos.
Aunado a esto y para poner los pies en la tierra, la industria automotriz es una de las principales causantes del deterioro ambiental de nuestro dolido planeta ya inmerso en un calentamiento global, acelerado por la contaminación de hidrocarburos, producto de los vehículos con motores de combustión interna, a cuya producción se sumarán estas plantas que tanto orgullo provocan en muchos potosinos.
Vemos a una capital de la república y zona conurbada, con más de 5 millones de vehículos circulando diariamente a vuelta de rueda por sus congestionadas calles y avenidas, emitiendo toneladas de gases venenosos para la gente y no obstante diario entran a transitar cientos de nuevos automóviles más.
Nuestro gobierno se ufana de ser una potencia económica y que “nuestra” principal industria es la “automotriz”, ya que exportamos varios millones de vehículos a todo el mundo, cuando bien sabemos que esas ensambladoras importan casi todos sus insumos y que la parte con la que contribuye nuestra economía no representa como valor agregado ni el 8%.
No somos una economía fuerte ni competente en el terreno industrial, somos un país sumido en la corrupción política, donde la democracia es solo aparente, su transición es una entelequia lejos de hacerla realidad, cuando todavía no hemos encontrado nuestra vocación histórica, para hacer este mundo amable y justo.
Lo que requerimos es dejar de aspirar a ser maquiladores y entreguistas, dar prioridad urgente a las pequeñas y medianas empresas nacionales y no andar carabaneando sin pudor todo lo extranjero.
Apología de la competencia
El dilema de la competencia viene a colación, puesto que se ha hecho de este concepto, toda una apología, que la ha colocado como panacea que por sí misma, que resuelve todos los problemas del hombre; por lo que se hace necesario despejar y aclarar el valor real de este vocablo tan encumbrado por nuestra civilización, especialmente en nuestro tiempo.
Se nos insiste constantemente sobre las bondades de la competencia, a la que se le considera universalmente, como la fórmula inequívoca que hay que seguir, para superar los obstáculos y desafíos que el mundo moderno nos plantea.
La competencia en los mercados internacionales, nacionales y locales; la competencia por el poder entre los partidos políticos, la competencia por las mejores calificaciones entre estudiantes, la competencia en los concursos de toda índole.
Aconsejan y recomiendan que tenemos que ser competitivos, es decir, fajadores, combativos, atacantes; dichos adjetivos apuntan al objetivo final, que es: triunfar; es decir, ganar a los adversarios, derrotar a los otros competidores que se convierten en enemigos a vencer.
El esquema de competencia, tiende por naturaleza a concentrar la victoria en vértices y dejar la base o la mayoría en la derrota. Los mercados siguiendo estas mismas leyes, se inclinan a fortalecer a quienes de por sí, disponen de avanzadas ventajas, creando gigantescos monopolios que absorben o quebrantan a los más pequeños y débiles.
La civilización humana fincada en la competencia, crea figuras, ídolos, héroes, campeones, triunfadores, ganadores únicos en cada tema; desplazando a la multitud de perdedores que sufrirán la derrota con diverso grado de frustración.
Acicatear la competencia por un lado, puede lograr la superación y la excelencia mediante el esfuerzo motivado por la ambición de triunfo; pero por otra parte, fomenta la división de unos contra otros, trátese de países, productos, religiones, candidatos o individuos.
Esta manera de interactuar genera animadversión, a veces rencor, revanchismo y hasta odio; está tan arraigado este concepto de competitividad, que la colaboración y la cooperación entre interesados en cada tema, a ellos les suena absurdo y hasta ridículo.
Perder es una vergüenza, nadie en su juicio desea otra cosa que no sea ganar.
Los padres quieren hijos triunfadores, líderes que sobre salgan y se distingan por sus superiores facultades, para que logren así altas calificaciones en cada una de las etapas de la vida; entonces se abre la lucha de todos contra todos, los demás se vuelven adversarios, en vez de camaradas.
Adulación al vencedor, al triunfador, al más veloz, fuerte, hábil, astuto, al mejor, ya se trate de un deportista, un político, un hombre de negocios; desdén por la inmensa mayoría de los perdedores.
Los medios de información se congratulan informando como los peces grandes se comen a los chicos, como las enormes corporaciones internacionales absorben a las nacionales, más pequeñas y débiles, así nos hemos quedado sin las empresas netamente mexicanas.
Algunas voces críticas de la competencia lo han advertido, la asimetría impide el equilibrio justo, la concentración del poder y la fuerza inclinan indefectiblemente la balanza, a favor de quien tiene la ventaja inicial.
La paradoja del crecimiento
El crecimiento económico esconde en su seno una paradoja, es un concepto traído y llevado cotidianamente en boca de políticos, empresarios, académicos, estudiantes, periodistas y comentaristas, como la solución a todos nuestros problemas.
El objetivo al que apuntan todos sus argumentos, críticas, reformas, opiniones, consejos y excusas; es al crecimiento de la economía, mismo que equiparan con el concepto de desarrollo, cuando que éste es limitado por las leyes naturales. En la naturaleza nada hay que se desarrolle infinitamente, no así el crecimiento al que aspiran todas las economías, que es ilimitado, como si el contexto no existiera.
En cualquier sistema general, cuando un subsistema crece más de lo debido, aparece el desequilibrio del sistema al que pertenece; así los tumores malignos en un organismo van extendiéndose hasta hacer metástasis y terminar con la vida del cuerpo anfitrión.
El crecimiento económico posee dos rostros, el que se mide por el aumento de la producción de bienes y servicios de la economía en cuestión, es decir por el incremento del PIB, prácticamente el indicador. La otra cara está representada por las consecuencias de este furor febril de crecer la economía, como lo es la contaminación del aire, del suelo, del subsuelo, del agua de ríos, lagos, lagunas, esteros y mares; el aumento de desechos industriales y hospitalarios, desperdicios, basura inorgánica, el arrasamiento de selvas y bosques, el uso de químicos para la producción; con las consecuencias que esto representa para la salud. A la economía per se, no le interesan los efectos producidos por su acción sobre los recursos naturales; a su crecimiento con tendencia al infinito ¡menos! Los políticos de todas las tendencias proponen medidas para lograr la aceleración del crecimiento; mientras mayor sea el índice, mayor será el éxito. No obstante si la economía del mundo entero dejara de crecer, es decir: crecimiento 0%, la situación sería siendo grave, tendríamos que hacer cambios drásticos para lograr la sustentabilidad ecológica.
Algunos de los recursos del planeta son renovables en cierta proporción y a cierto ritmo; la naturaleza presenta un delicado equilibrio que mantiene las ecuaciones en determinada formulación de flujos balanceados. Otros recursos naturales no son renovables, son inventarios que disminuyen conforme son extraídos, es el caso de los hidrocarburos, base de nuestra economía, misma que demanda enormes cantidades de energía para funcionar. Las tierras cultivables se cansan, los minerales son cada vez más difíciles de extraer, los mantos freáticos tardan demasiado en recargarse, la congestión urbana es cada vez más complicada. La explosión demográfica ejerce intensa presión sobre los recursos.
¿Qué pasará si incrementamos el crecimiento económico a un ritmo cada vez más elevado tal como lo proponen todos? Proyectando las variables al futuro, conforme a los índices de crecimiento perseguidos, tendríamos la siguiente tabla estadística
Tasa de Crecimiento Cantidad de años necesarios Año en que se
Económico. Para su duplicación. Duplicará
1.0% 70 2086
2.0% 35 2051
2.5% 30 2046
3.0% 26 2042
3.5% 21 2037
4.0% 17 2033
5.0% 13 2029
10. % 7 2023
Existen actividades económicas que no es conveniente frenar, son las dirigidas al bienestar básico del hombre como salud, alimentación y vivienda; pero hay otras que no es solo urgente frenar, sino disminuir hasta extinguirlas, como es la industria armamentista tan en boga desde siempre y la más destructiva; la automotriz y la extractiva. Habría que hacer una ponderación concienzuda para determinar el costo beneficio de cada rama económica, para aplicar el decrecimiento correspondiente, conforme a su tasa de contaminación.
La incógnita del presente
El imperialismo cambia de rostro, pero no de esencia, sus tentáculos extendidos por todo el mundo, invadiendo cada rincón del planeta, del que succiona su riqueza; ahora lo hará de manera diferente, bajo la dirección de un magnate, de un empresario, de un exitoso hombre de negocios que conoce el sistema capitalista a la perfección, pero que deja dudas importantes sobre la ya clásica política avasalladora del pasado.
Obama y el equipo demócrata y financiero que lo apoya, fueron sorprendidos por un potentado de bienes raíces, de la potencia militar y financiera más poderosa del planeta. Un nuevo emperador ha surgido de las tinieblas.
Un astuto jugador que subestimaron como amenaza real, ahora aparece blandiendo sus armas sobre las minorías étnicas pobres, que dentro de las fronteras de E.E.U.U. buscan elevar su calidad de vida. Un hombre vanidoso, que destila soberbia y arrogancia desde su estrambótica figura, el prototipo del éxito se ha erguido sobre todo pronóstico razonable y nos ha dejado perplejos. Una lección que muestra la democracia pragmática a base de inversión publicitaria y una burla para la esencia política del inalcanzable ideal democrático.
Una auténtica pesadilla de la que no podemos despertar, porque el energúmeno es real, de carne y hueso y está allí, rabioso en nuestra frontera, escupiendo espuma. Un individuo que ve la vida como un juego de negocios, la existencia humana como empresa de mercado, el dinero como deidad suprema a la que se rinde pleitesía, nada diferente a lo que ha sido y seguiría siendo con los demócratas; Trump es una persona que muestra en cada gesto una petulancia repugnante, un ganador del sistema, un ejemplo de astucia mercadotécnica.
No cabe duda que la primera “democracia” moderna es muy singular, su pueblo elige candidatos para gobernar muy sui generis: hijos de gánsteres, miembros de dinastías de la industria militar, actores de westerns, afroamericanos y este raro ejemplar llamado Donald Trump, aún inclasificable en la nomenclatura política americana. Un personaje más que controversial, ajeno al mundo político, con un enfoque reducido al ámbito empresarial, gerencial, de negocios y de especulación inmobiliaria.
Algunas de las promesas de Trump, coinciden con sacudirnos de la brutal dependencia que tenemos de Estados Unidos, promesas que le parecen descabelladas y que rechaza la gran mayoría de los voceros del gobierno entreguista, que hoy tiene a México todavía de rodillas.
Todos contra Trump, es el grito casi unánime de títeres y reaccionarios en México, los beneficiarios personales del TLC, de la apertura total de las fronteras, de la financiarización bursátil, la inversión extranjera y la globalización de la economía. Los grandes negocios fundados en el remate de los bienes nacionales, la clase política se ve amenazada por las palabras de este candidato electo para presidente de EEUU.
Los tres niveles y poderes del gobierno mexicano fueron señalados de corruptos por el dedo acusador del magnate norteamericano, los ciudadanos comunes conocemos esta triste y cruda realidad, México se pudre en manos de sus políticos.
Cuyo pensamiento se puede sintetizar en los siguientes renglones:
Debemos estar permanentemente entusiasmados con la gran potencia yanqui, pues sus empresarios e inversionistas han puesto su mirada en este su traspatio y tenemos que hacer de México un nicho para sus capitales, que hallarán aquí las más espléndidas ventajas para su fortalecimiento.
Sus inversiones a todo lo largo y ancho de nuestro país, brindan oportunidad a millones de trabajadores que encuentran su sustento diario en sus formidables instalaciones.
Hemos también de apreciar su fantástica hotelería desplegada en nuestras hermosas playas donde cientos y cientos de camareras, porteros, vigilantes, jardineros, peones, cantineros, meseros, choferes, cadis y conserjes encuentran el pan diario y el feliz acomodo en sus resorts.
Vemos con beneplácito como magnas empresas canadienses han canalizado sus inversiones hacia nuestro país, escogiendo nuestro subsuelo para extraer los metales más ricos de las vetas nacionales, desdeñando los asentamientos autóctonos.
Nos enorgullece también como chinos y japoneses por oleadas llegan a abrir nuevos negocios en México, dándonos la oportunidad de ver como se multiplican los establecimientos manufactureros y comerciales asiáticos.
El TLC, ha permitido que las grandes corporaciones trasnacionales industriales, agrícolas, comerciales, financieras, mineras, hoteleras y de servicios invadan nuestro territorio, en detrimento de nuestra incipiente economía, generando quebrantos a nuestros modestos talleres y tiendas, dejando en la calle a un sinnúmero de pequeños negocios incapaces de competir en desventaja y asimetría, obligando a nuestros compatriotas a emigrar hacia el país del que ahora Trump es presidente y a quienes amenaza deportar.
El campo mexicano fue descuidado y perjudicado deliberadamente por los gobiernos neoliberales, de ser sobradamente suficientes en alimentos, nos hicieron peligrosamente dependientes; ejidatarios, comuneros y campesinos sutilmente fueron despojados de sus propiedades, para dar paso a las inversiones que el desarrollo y el crecimiento artificial ordenaba. Miles de indígenas fueron removidos, no tuvieron otra opción que irse indocumentados de braceros al país donde se decidió su patético destino.
Gracias al impacto de los medios masivos de información, los pueblos contagiados por el afán de imitar el estilo americano de consumir, han renunciado a su tradicional modo de vida, a su natural austeridad, en pos de las tentaciones con que la modernidad les seduce y hacia allá van en busca del sueño ilusorio anglo sajón.
El gobierno Trump anuncia retirarse de los tratados de libre comercio y de las instituciones internacionales en general, salir de la OTAN, cosa que bajaría la tensión bélica en Europa, quitarse del TPP, acercarse a Rusia, una especie de repliegue, muy saludable para todo el planeta; pero recordemos que no es conveniente para el mundo sustituir un imperio por otro, ya que hablan de China como reemplazo. Lo que ahora debe surgir es el regionalismo y la austeridad para priorizar la regeneración de nuestro mundo.
Trump parece ir contra la globalización y contra las élites de Wall Street, critica el movimiento mercenario ISIS, auspiciado por las pasadas administraciones estadounidenses, al armar Turquía, Arabia y Qatar, impulsoras del estado islámico, arremete contra la corrupción del gobierno demócrata; pero su inexperiencia política lo hace vulnerable a las garras de la hidra financiera del antiguo régimen.
Trump demuestra desconocer la historia de nuestros pueblos y de los graves peligros que para la sobrevivencia enfrenta nuestra tambaleante civilización, no es consciente del deterioro acelerado de los recursos de la tierra, niega los hechos del calentamiento del planeta, no toma en cuenta que la política imperialista, es la misma que provoca la miseria de nuestros pueblos y es la causa de la emigración. Veremos cómo su estilo preside el nuevo gobierno imperial y cómo reaccionaremos, no los gobiernos corruptos hasta la médula, sino los ciudadanos del mundo. Por lo pronto, Trump tiene enemigos poderosos, cuyos intereses se ven amenazados, tiene dos opciones: Doblegarse o negociar y en eso es experto. Las nuevas condiciones que Trump impone, son ventajosas para nuestro México, al ser benéficas para la ecología.
Por lo pronto hagámonos a la idea de no crecer nuestro PIB, de convencernos que la globalización no es buena per se, fortalecer nuestro mercado interno mediante las Pymes, apoyar con todo al campo para lograr una agricultura sustentable, buscar la autosuficiencia alimentaria, estrechar nuestros lazos con Latinoamérica, encontrar ventajas en la austeridad, limpiar nuestro territorio nacional de tanta basura acumulada.
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