El nuevo paradigma educativo
12/02/2014
- Opinión
¿Cómo salvar al hombre, cómo cambiar al mundo, cómo transformar la civilización, qué hacer para evitar el colapso al que se precipita la humanidad?
Hasta estas actuales generaciones y desde su origen el hombre ha corrido a ciegas por un planeta rico en reservas de todo, una tierra generosa y fértil, bañada por límpidos mares y acariciado por una atmósfera cristalina y sana, con la salvedad de las catástrofes naturales, propias de su condición astronómica.
Hoy que somos una enorme cantidad de seres humanos, que nos hemos multiplicado sin medida, que hemos abusado de este fantástico invernadero cósmico, estamos en un verdadero peligro, a punto de colapsar a nuestro anfitrión.
Nuestro crecimiento industrial ha sido a costa de gran destrucción de la tierra, sobra repetir lo que se ha dicho hasta el hartazgo; pero el sistema depredador económico que se echó a andar se ha salido de control, su inercia parece imparable, el vuelo hacia el caos, inevitable.
Mueren los líderes, los guías, los dignatarios, los presidentes, los monarcas, los potentados, los magnates sin embargo los engranes del mecanismo no se detienen, más bien aceleran su paso hacia el colapso.
Se puso en marcha el monstruoso aparato socioeconómico sin freno, sigue acelerado el crecimiento, galopan hacia el abismo los mismos apocalípticos caballos que arrancaron hace milenios. Hemos llegado a la zona donde no hay retorno, el Rubicón de la sociedad contemporánea y la pregunta es: ¿Cómo amarrar esta ciega vorágine?
La huella humana está por todos lados, arriba y abajo, se perfila ya la ruina en potencia fatalmente nos amenaza. Sabemos que el polo norte se derrite, los mares se envenenan, el aire se enferma, los suelos se intoxican, el subsuelo se contamina.
¿Qué provoca todo este absurdo? – la respuesta se esconde detrás del mismo hombre, su educación hacia el éxito, al triunfo, a la competencia, a la ganancia, al egoísmo, a la propiedad; así siguen educando a la niñez, en sectarismos, en nacionalismos, en razas, en religiones, en clases sociales; dividiendo, separando apartando, delimitando.
Para salvar a la humanidad del caos a que va encaminada, se hace indispensable gestar una nueva cultura mundial entre y con la participación de todos los pueblos de la tierra, para quitarnos la venda de los ojos y educar a la niñez que aún no nace, con nuevos paradigmas a todo lo ancho del mundo. Sin distinciones, sin discriminación, sin colores de piel, sin apegos, sin separatismos, sin odios, sin resentimientos, sin venganzas, sin prejuicios.
La nueva educación debe basarse en el altruismo, en la ayuda al semejante, en la igualdad, el compañerismo, la armonía, la concordia, el naturalismo, la cooperación, la colaboración, la ecología, la honestidad, la honradez, la verdad, la humildad, la modestia, la frugalidad, el virtuosismo; aunque parezca mucho pedir.
Solo transformando de raíz a las futuras generaciones humanas, podremos garantizar – salvo contingencias catastróficas naturales – la continuidad de la especie humana.
Revertir los daños hechos al planeta, solo puede realizarse cambiando radicalmente la mentalidad del hombre y lo podremos concretar a través de las futuras generaciones, prístinas de todo el cúmulo de vicios y defectos que venimos arrastrando desde nuestro origen.
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