La voz en las mujeres
- Opinión
El primer compromiso político de cualquier mujer es hablar en público.
Esta frase podría parecer simplista, pero reviste una gran dificultad y compromiso para muchas mujeres y la comunidad LGTBI en general, en el mundo; así se asuman feministas, militantes, activistas o no, poder manifestarse abierta y públicamente en cualquier espacio implica reto debido a la censura de la cual hemos sido sujetas desde siglos en la sociedad Occidental.
Vivimos en una sociedad en donde nos han enseñado a delegar nuestro poder, bien diría Foucault. Es decir, delegar nuestra autonomía; nuestra capacidad de tomar decisiones, debatir y elegir sobre nuestro ser, nuestro presente y nuestro futuro.
En una sociedad estratificada, y por lo tanto, fundamentalmente jerarquizada, en donde se supone que los y las de "arriba" son los y las que sustentan el poder —delegado desde abajo— lo que significa que son quienes tienen la capacidad de tomar las decisiones que incidan en nosotrxs directamente, así tengan la sabiduría o no de saber qué es lo que nos conviene.
Esta es una discusión que se ha dado bastante dentro de las ciencias sociales desde distintos ámbitos, sin embargo, quiero traer a colación su incidencia particularmente en las mujeres, como sujetas históricamente invisibilidad y apartadas del ámbito denominado como “publico” (político, económico, científico…).
Por medio de la concepción dicotómica entre hombre/mujer, entiéndase también, cultura/naturaleza o razón/instinto se ha estructurado y legitimado la subalternización de lo femenino ante lo masculino. En este sentido, en lo que nos compete en la premisa al principio expuesta, esta imposición de los valores que subyacen a lo femenino, ha implicado que las mujeres no tenemos las facultades para hacernos cargo de nosotras mismas ni para la toma de decisiones importantes que afecten a nuestra persona, familia, comunidad, sociedad, país, etc.
Si bien actualmente, por la medida de los hechos, esto no se ciñe al pie de la letra, debido a que nos hemos ganado innumerables espacios con sangre, sudor y lágrimas. Esto no significa que no siga habiendo batallas sin ganar, tanto a nivel público como a nivel privado. Y es que muchos de estos ámbitos conquistados han sido otorgados de manera obligatoria y no porque se crea que así debe ser, se aprecie nuestras potencialidades o porque es lo junto (p.e la exigencia o las leyes Estadales de tener paridad de género en los parlamentos, partidos, etc.).
Entonces, a nivel privado, y me refiero desde la corporalidad y la conciencia de cada una de nosotras, a pesar de las victorias históricas de nuestras hermanas, no nacemos con una conciencia feminista (antimachista y antipatriarcal) perse, y en muchas ocasiones, tampoco nos las enseñan, sino que la hemos aprendido a punta de golpes en nuestra vida diaria.
Por lo tanto, nos crían con todos los prejuicios machistas y sexistas antes mencionados. Y este germen, va creciendo en nuestro cuerpo hasta volverse "natural" (Véase a Pierre Bourdieu y su libro "La dominación masculina") y es muy difícil de eliminar, hasta el punto de que muy pocas mujeres lo habrán hecho por completo.
La censura de nuestra voz
Este germen, entre muchos de los males que nos ocasiona, es quitarnos la voz, quitarnos la capacidad de hablar en público, de decir lo que pensamos y lo que creemos; principalmente cuando hay una figura masculina presente.
A través de la historia de Occidente se ha comprobado que las mujeres han tenido que adaptar distintos mecanismos para poder participar en diversos ámbitos públicos; véase, cuando se hacían pasar por hombres para poder publicar un libro. De igual forma, en la literatura desde los grandes clásicos, se observa como la figura femenina tiende a ser silenciada y sólo adquiere voz para hablar en ámbitos tradicionalmente femeninos (privados).
Esto podrá parecer una pequeñez para algunxs, pero reviste mucha importancia. En un sociedad, mediada principalmente por hombres, en la cual, la mayoría de los espacios su presencia es inevitable (y la idea tampoco es que no lo sea) ¿Como le decimos o le exigimos a nuestros padres, compañeros de todo tipo, jefes, políticos, etc. Que es lo que queremos y que es lo que necesitamos? Es muy difícil, e imposible para muchas...
Por esto es que, por siglos, han sido los hombres los que han tomado las decisiones sobre las vidas de las mujeres, "creyendo" que saben que es lo mejor para nosotras. Y no es porque se lo hemos permitido conscientemente, sino que hablar es una herramienta política, y como todo en la política hay que pelearlo para usarlo.
Entonces, el primer espacio que cualquier mujer debe ganar para sí misma es hablar en público, frente a quien sea, en cualquier espacio o ámbito y pronto poder dialogar con nuestras pares por nuestro futuro.
-Ivel Urbina, antropóloga, investigadora en el Museo Antropológico “Francisco Tamayo Yépez”. Venezuela
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