Las sanciones económicas a Irán, el cerco comercial y financiero a que tiene sometido al país persa, y la retirada del acuerdo nuclear a pesar de la oposición de las otras cinco potencias mundiales que aún lo mantienen, marcan a las claras que algo anda muy mal en Estados Unidos con Donald Trump gobernándolo.

A este señor parece acosarlo el espíritu de Nerón y quiere incendiarlo todo con la ruptura a manotazos limpios de todos los factores de equilibrio que han permitido hasta ahora una precaria paz mundial gracias a que las guerras han sido contenidas dentro de los límites convencionales.

Hoy más que nunca es necesario que los gobiernos en todos los continentes favorables a preservar la paz mundial y con ella la integridad de la especie humana, unan sus esfuerzos al margen de ideologías y sistemas políticos para detener la peligrosa mano armada de Trump llena de dólares insustanciales de los que la humanidad ya no puede esperar más para huir de una moneda que da parte del poder del que se jacta.

Trump no es el César de nuestro tiempo, ni está autorizado a subir o bajar el dedo para decidir qué se hace en la arena internacional la cual nada tiene que ver con la del circo romano.

Algo muy malo y perverso está pasando en Estados Unidos y es imprescindible, urgente, detenerlo por el bien de ese país, de su laborioso pueblo, del bienestar y la seguridad de todos los que habitan este hermoso planeta.

En un dramático llamado al viejo continente, el presidente de la Comisión Europea Jean Claude Juncker afirmó que Europa necesita reemplazar a Estados Unidos como líder mundial porque ya no desempeña ese papel después de su retirada del pacto nuclear iraní, y la canciller alemana Ángela Merkel junto al presidente francés Enmauel Macron, proclamaron que Estados Unidos ya no es confiable. Es una confesión amarga para ellos, pero irrefutable.

Internamente siete ex jefes de inteligencia y más de 60 ex altos oficiales de ese servicio e incluso el propio abogado de la Casa Blanca han denunciado el desastre interno y externo provocado por la administración Trump como comandante en jefe una nación con demasiado poder.

En ese sentido hay que poner atención a la advertencia del almirante retirado William McRaven, ex jefe del Comando de Operaciones Especiales de Estados Unidos entre 2011 y 2014 y quien supervisó la operación que mató a Osama bin Laden, quien le dijo a Trump:

A través de sus acciones –le dijo a Trump- usted nos ha avergonzado en los ojos de nuestros hijos, nos ha humillado en el escenario mundial y, peor que todo, nos ha dividido como nación.

Si usted piensa por un momento que sus tácticas de la era McCarthy suprimirán las voces críticas, usted está tristemente equivocado. Vale recordar que fue un oficial militar quien confrontó públicamente a Joseph McCarthy en 1954, marcando el principio del fin de la cacería política anticomunista impulsada por ese senador.

Sería muy saludable para el degollador equipo de gobierno de la Casa Blanca tener en consideración las opiniones de esos seis ex jefes de la CIA y de los 60 ex altos oficiales de las fuerzas armadas norteamericanas que fueron los protagonistas de los viejos tiempos de poder indiscutible que disfrutó esa nación y que Trump recuerda aparentemente con tanta nostalgia con su consigna ultranacionalista de Estados Unidos Primero.

La gran diferencia entre unos y otros es que en la época de oro de Estados Unidos había capacidad de discernimiento y valoración exacta de los factores de equilibrio imprescindibles, atributos muy deficitarios en la actual administración.