La fiebre de Almagro y otros Santos
- Opinión
La ola de calor descomunal que este año ha provocado sobre el planeta el cambio climático que tanto niega Donald Trump, ha afectado la corteza cerebral de Luis Almagro sin que su cabello abundante y canoso haya podido impedir su achicharramiento.
No es su culpa tener tan debilitada esa zona de su anatomía ni del estado febril derivada de la canícula que le hace delirar y llevarlo a un estado de enajenación tal que le embrolla sus menguadas entendederas y borrar los límites entre los deseos y la realidad, e incluso confundir los personajes de su trama.
Él sabe, por ejemplo, que el presidente de facto de Brasil es el tipo más corrupto del país aunque el juez Sergio Moro le haga sombra, y que ambos dominan una mafia amplia y compleja que tiene podridos los poderes judicial y legislativo, y que la sarta de ladrones que apadrinan tienen en la ruina al pueblo brasileño.
Es de su conocimiento, por supuesto, que los escándalos de lava jato que fundieron a Petrobras involucran directamente a Temer y montones de sus secuaces, y que para encubrir sus ilícitos y seguir robando a manos llenas organizaron el golpe judicial a Dilma Rousseff con la vista puesta en Luiz Inácio Lula da Silva para sacarlo del camino político y evitar su regreso a Planalto.
Brasil es la tierra de Odebrecht, el cerebro del mayor programa de corrupción oficial en este nuevo siglo que se extendió desde Brasilia a numerosos países de Sur y Centroamérica haciendo más daño en la estructura política vernácula que el comején a la madera.
Con sobradas pruebas de culpabilidad por corrupción, desfalco, robo, malversaciones, dudosas privatizaciones de bienes públicos, burlas al fisco, numerosos gobernantes del gran patio americano gozan en plena libertad del dinero mal habido en sus gobiernos, pero la fiebre de Almagro le impide discernir al respecto y allí vienen sus confusiones.
Tal es el caso, por ejemplo, de Michel Temer, sobre quien le sobra argumentos y evidencias para presentar a la Interpol una solicitud de emisión de alerta de captura, y al igual podría hacer con otros connotados gobernantes del área que llegaron al poder por vías alternativas con los bolsillos vacíos y ahora desbordantes.
Pero no lo ha hecho ni lo va a hacer. En cambio, pretende hacerlo con Nicolás Maduro, el presidente constitucional de Venezuela, en apoyo a una de las más connotadas corruptas de ese país, la ex fiscal general Luisa Ortega Díaz quien saqueó las arcas de Pdvsa y permitió acciones de criminalidad y vandalismo antes de huir hacia Colombia.
Huyó al mejor lugar pues en el vecino país, donde Estados Unidos mantiene numerosas bases militares para eventuales acciones contra Venezuela, la derecha nativa, tanto dentro del gobierno saliente como del entrante, pretenden un derribamiento de la Revolución bolivariana por las vías que sean, incluido el magnicidio, para eliminar obstáculos fronterizos a sus fechorías que van desde el trasiego de combustible robado hasta el narcotráfico.
No por casualidad funciona en Bogotá bajo el actual gobierno de Juan Manuel Santos, y continuará con el de su igual Álvaro Uribe a través de su nuevo testaferro, una caricatura de Tribunal Supremo de Justicia de Venezuela en el exterior, cuyo núcleo principal tiene sede en Florida, Estados Unidos, y el cual admitió la demanda a la Interpol contra Maduro de la ex fiscal corrupta.
Esos hechos, desarrollados en medio de una feroz campaña antibolivariana del gobierno saliente de Santos, incluidas amenazas directas al presidente del país como denunció Maduro, son los extraños prolegómenos de un fallido magnicidio este sábado 4 de agosto con el uso de drones, durante un acto masivo en la gran Avenida Bolívar de Caracas por el 81 aniversario de la Guardia Nacional.
Los autores materiales del atentado ya están casi todos capturados y en proceso judicial y, según Maduro, las pruebas recogidas ya están apuntando hacia la mano que mece la cuna.
Quizás después de este fracaso de la derecha vernácula y extranjera, al feísimo secretario general de la OEA le baje la temperatura, su cerebro se refresque y pueda discernir un poco mejor que hasta ahora entre lo blanco y lo negro, lo limpio y lo sucio.
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