A 6,570 días del levantamiento armado del EZLN (XVIII)

25/03/2012
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VIII. Tepocatas en la selva. ¿Una Mata Hari en la Lacandona? ¿Un licenciado como todos…? Y… una persona honorable como don Félix.
 
            Habíamos pasado 10 días en la selva zapatista. El 8 de marzo, Día Internacional de las Mujeres, nos había dejado nuevas enseñanzas. Se había encarnado un poder en y con la participación de las mujeres indígenas de todas las edades, como insurgentas, milicianas, bases de apoyo. Un poder individual, social, colectivo de las mujeres indígenas. Se crecieron con la tradición de lucha de las mujeres en las Fuerzas de Liberación Nacional.
 
Esa noche todo iba bien, la capitana Irma había leído su discurso, escuchábamos los corridos zapatistas. Marcos quemaba maple y hacía bromas cuando va llegando un mensaje de la posición zapatista de montaña: “El Morquecho no se quiso llevar a componer la pieza dañada de la planta de luz”. Pa’cabarla de chingar el Sub me tenía a mano:
 
- ¿Qué no quisiste llevar la pieza a componer? Preguntó Marcos.
 
Yo sentí que mi vida, se perdía en un abismo
Profundo y negro como mi suerte
 
-          ¡Chín! ¡Ya me cayó el chahuistle!, me dije. A Marcos le expliqué las razones: Como no sé cuándo vaya a regresar, pa’no fallar les dije que no me podía comprometer.
-          Pues que cabrón, me dijo el Sub.
 
Mi Santanás brincaba de gusto: ¡Ahora si cabroncito! ¡Ya valiste!
 
Entonces invoqué al Ángel de mi guarda, mi dulce compañía, no me desampares
ni de noche ni de día…
No me dejes solo,
sé en todo mi guía;
sin Ti soy chiquito
y me perdería
            Y como siempre me respondió:
- Mmmmmmh… le dije al Sub: Si de verdad están tan complicadas las cosas ahora que salga taloneo, junto una lana, compramos una planta nueva y ahí veo como la hago llegar.
Saber que pensó el Sub. Dio una orden y al ratito me entregó zapadollares suficientes pa´comprar la planta de luz. ¡Fiuuuuuu!  De la que me salvé… ¿Acaso de un Consejo de Guerra? ¿De un veto de por vida?
Al día siguiente, por ahí del 10 de marzo, llegó a la escuela a preguntar:
-          ¿Cuánto tiempo más te vas a queda? ¿Se van a quedar a la Consulta?
-          ¿Ya me está corriendo este…? Eso de estar cuidando gente está cabrón. Tiene razón,  pensé. Mmmmmh… puede ser mañana o pasado, le contesté.
-          Está bien. Lo voy arreglar.
          La consulta había iniciado y el Sub reiteraba que las bases de apoyo veían que los compromisos del gobierno “eran puro papel”. Todo indicaba que el EZLN no iba aceptar los compromisos del gobierno, que nos se iba a firmar la paz como era la expectativa de don Samuel. Firma de paz que para Camacho era su tablita de salvación y plataforma para relanzar su candidatura a la grande. Le preguntamos a Marcos que iba a pasar con la consulta que realizaría la Sociedad Civil sobre el mismo tema: “Que la suspendan”. Respondió. Le pedimos entonces que hiciera algún comunicado para llevarlo a la gente del ESPAZ. Marcos ordenó a uno de los insurgentes que le llevara papel y una máquina de escribir. El insurgente dio dos o tres vueltas sin la máquina hasta que Marcos le preguntó:
-          ¿Dónde está la máquina que les pedí?
-          Ahorita viene, contestó el insurgente.
-          ¿Pues dónde quedaron todas las máquinas de escribir que se robaron en Ocosingo? Insistió.
           Así de claro era el Sub. Qué “expropiaciones” ni qué nada.  
Al fin la bendita máquina llegó. Era una Remington Rand, viejita pues. Marcos tomó distancia de nosotros. Colocó la maquinita sobre una de las bancas escolares y se puso a escribir. Una, dos, tres cuartillas. Un documento largo donde explicaba a la Sociedad Civil los porque suspender la consulta. La Guiomar aprovechó la ocasión para hacer unas fotos: Marcos inclinado sobre la máquina. No suelta la pipa. Con pasamontañas, paliacate. La carrillera con tiros de escopeta, mangas arremangadas hasta los codos. Una lamparita cuelga cerca del pecho del lado izquierdo, un reloj en cada muñeca y de fondo tiene el muro de tablas del edificio escolar. Concentrado, escribe, revisa. Nunca volteó a vernos. Al terminar, hace la última revisión y finalmente firma el escrito. Lo recibo. Veo cada una de las hojas y no hay error alguno. ¡Ta’cabrón el fulano!  Donde pone el ojo, pega la letra. Seguramente eso de los “errores de dedo” es un invento para disculpar problemas de psicomotricidad. Por cierto, a la pobre maquinita la volví a ver destrozada después de febrero de 1995.
Más sorpresas. Por la tarde llegó a la escuela una joven mujer, como dicen por acá,  de buen ver, pelo corto y de tez morena. Se portó reservada. Luego me preguntó que cuándo salía. Le respondí que al día siguiente. Después preguntó si podía salir con nosotros. Le respondí que sí. Cuando la joven mujer estuvo un momento fuera de la escuela Marcos entró para reclamar: ¿No andes diciendo cuando vas a salir? Esta mujer sólo vino pa’coger, comentó molesto.
¡Uta madre! La que le esperaba al Sub, a los zapatistas, a las comunidades. Estaba llegando de tocho morocho… Al parecer no faltó la Mata Hari.
A esa joven la vi después en las reuniones de la Asamblea Democrática del Pueblo Chiapaneco (ADEPECH). Andaba muy de manita sudada con Rubicel,  dirigente de  la Organización Campesina Independiente de Villa Corzo (OCIVC). Rubicel. Un ex dirigente de la Asamblea me contó que a esa mujer la asociaban con el PROC-UP, una organización político militar que en la ADEPECH, “boicoteaba mucho, nos costaba llegar a acuerdos por su intervención”.  Rubicel fue asesinado el 28 de enero de 1998: “Por sus familiares. Él les había invadido tierras y se la habían sentenciado. Nunca tomó en serio las amenazas. El había llegado a su casa con su familia. Algo se le olvidó en su carro. Salió y ahí lo mataron. Siempre andaba armado y todavía pudo contestar la agresión.”, dijo el ex dirigente. Era el tiempo de El Croquetas Roberto Albores Guillén cómplice de Zedillo en la ofensiva contra las agrupaciones campesinas, sus dirigentes y el EZLN.   
Al día siguiente salimos de la selva zapatista. Viajamos Alejandro, Giomar y yo. La güerita venía muy callada. Nunca me enteré si su amado J.R. había podido entrar a cubrir la consulta. Creo que no, de otra forma se hubiera quedado. Hacía calor.
Cinco días después el EZLN anunció que la Coordinadora Nacional de Acción Cívica para la Liberación Nacional (Conac – LN) había ofrecido su apoyo jurídico y ellos aceptado:
“15 de Marzo de 1994
(…)
Desde la etapa previa al diálogo de San Cristóbal, el CCRI-CG del EZLN solicitó apoyo jurídico para poder consultar diversos problemas que el proceso de guerra y el proceso de paz presentaban a nuestro ejército. No recibimos respuestas inmediatas, la justeza de nuestra lucha se perdía entre las calumnias y desconfianzas. Sólo una respuesta llegó a nosotros en esas horas. La de los hermanos de la Coordinadora Nacional de Acción Cívica para la Liberación Nacional (Conac-LN) que ofrecieron el apoyo de su Comisión Jurídica.
(…) todos los asuntos jurídicos legales de nuestro Ejército Zapatista de Liberación Nacional serán confiados a la Comisión Jurídica de la Coordinadora Nacional de Acción Cívica para la Liberación Nacional.”
Mmmh…. ¡No les digo! (No lo hubiera hecho el Sub. Luego les cuento la que se armó.)
La primera escaramuza que tuvieron los asesores asignados fue en Chiltak. Yo estaba de “guardia permanente” y por tal motivo no pude evadir la llegada de Benito Mirón Lince, el flamante licenciado en derecho por la UNAM. Hombre del 68. Movimiento que marcó de manera definitiva su vida… ¡Ja! Pues que llega el peladito pelirrojo a hablar conmigo. Según él, Marcos le había dicho que nos contactara. Y nada. El licenciadito quería que cada vez que llegaran a Chiapas para entrevistarse con el Sub les proporcionáramos alojamiento, comida y transporte a la selva… y su nieve de limón y piojito por las noches. ¡Licenciado pendejo! Le dije que por piso en Chiltak no parábamos pero lo de la comida y el trasporte neeeeeeeeel. También quería que montáramos una mesa San Cristóbal para no qué madres y le dije que ni maíz paloma. “Pues es que Marcos”, replicó. Pues mucho gusto, dile a Marcos que no hay. Por fortuna se fue… para  no volver.
Bueno, también había gente honorable. En los primeros días de abril llegó Flora Guerrero con don José Félix Serdán Nájera (1917), ex combatiente jaramillista. Llevaban un mensaje para el EZLN. Al día siguiente salimos temprano. El vochito de Chiltak  se había reconciliado con nos y, ni tardo ni perezoso, nos llevó rumbo a la selva zapatista. Como seguía la consulta con las bases de apoyo, sorteamos sin dificultad los retenes del Ejército federal. Había, al menos dos. Uno cerca del entronque hacia Toniná y otro ya en la terracería antes de llegar a San Miguel. Don Félix iba en el asiento trasero y Flora de copiloto. En cada uno de los retenes de los federales don Félix alistaba su credencial para presentarse como jaramillista. (Como recordarán, una brigada del Ejército federal había asesinado a su jefe militar Rubén Jaramillo y a su familia. Corría el año de 1962.) Los pinches guachos sólo miraban por la ventanilla pero no tomaban en cuenta al ex combatiente. Menospreciaban al viejo, entonces, con 77 años de edad.  
Paramos en San Miguel - primer punto de control zapatista -, mientras esperamos la autorización para entrar. No tardamos.  En La Garrucha nos encontramos con los médicos Pablo González Jr. y Marcos Arana. Viajaban en un vehículo del PROIMMSE - UNAM.  Al vochito le dieron autorización de continuar. Iba ligero y por eso, al pasar un cerco enterró la trompa y  perdió la barra estabilizadora al chocar con el “guarda ganado” pero nada detuvo su marcha. Total, llegamos a donde teníamos que llegar. Marcos y su escolta estuvieron para recibir a don Félix. Al ver el vochito le saludó diciendo: “Ya se ganó el grado”. Lo que no sabe el Sub es que desde antes el vochito tenía el grado de Subcomanche Rojo de la Chiltak. Grado que el vochito aceptó a regañapistones: ¿Sub como el Sub? ¿Qué les pasa?
Marcos le dijo a don Félix que nos darían de comer. Don Félix le dijo que no se preocupara. Que todavía aguantaba. Bromeando el Sub le dijo: “Se ve don Félix. Se ve”. En seguida nos llevaron al lugar donde comimos.
A cielo abierto, las y los insurgentes habían arreglado una mesa con todo y mantel. Para sorpresa de don Félix lo primero que colocaron los anfitriones sobre la mesa, fueron tres Cocacolotas tamaño familiar. Para entonces don Félix - que había optado por una vida sana, la medicina alternativa, etc. -, les dijo a  los zapatistas que no consumieran refresco y menos las aguas negras del imperialismo. Como única respuesta escuchó de una insurgenta lo siguiente: “Si lo único que estamos esperando es regresar a Ocosingo para asaltar nuevamente la bodega de la Coca Cola”. Fin de la charla.
Por ahí tuve el chance de preguntarle por qué les había dado la representación legal a los de la Conac: “Porque ustedes no quisieron”, reviró. Mmmmmh… ¡Que no quisimos! Ja. Le conté el numerito de su licenciado en Chiltak. Que iban de su parte. Todo el chisme pues. Marcos sólo se sonrió. En ese momento el Sub no sabía que en el pecado llevaba su penitencia.  
Pronto cayó la tarde noche. Las y los insurgentes preparaban un sencillo escenario para un acto político militar. Habían colocado algunos pequeños reflectores, seguramente alimentados con la energía de una planta portátil.
Se inició el acto. El momento se cubrió de solemnidad. Unos 25 o 30 insurgentes se formaron en 5 ó 6 filas. Delante de las y los insurgentes se encontraba don Félix cubriendo su rostro con un pasamontañas azul. Frente a ellos el Sub dirigía la ceremonia y nombró a don Félix mayor honorario del Ejército Zapatista de Liberación Nacional.
Don Félix lo recuerda así: “El 27 de marzo de 1994 convocamos a una reunión clandestina de los viejos zapatistas que quedaban, de los viejos jaramillistas… a esta reunión asistieron los viejos zapatistas, los jaramillistas, los hijos de unos y otros y hasta los nietos y simpatizantes. Entonces, analizamos tres documentos importantes: el Plan de Ayala de don Emiliano Zapata, el Plan de Cerro Prieto de Rubén Jaramillo y la Primera Declaración de la Selva Lacandona (del EZLN). Encontramos los tres documentos con pequeñas diferencias pero fundamentalmente con principios muy parecidos: la lucha del pueblo, la lucha de los pobres por mejores condiciones de vida. Esto pues nos hizo considerar: ‘Bueno, no debemos dejar solos a los neozapatistas’. Acordamos hacer un documento en el cual nos comprometíamos a no dejarlos solos. Fue escrito el documento, lo firmamos y ‘¿Ahora qué hacemos?’... Tuve la fortuna de ser comisionado para llevar este documento a Chiapas en los días primeros de abril con Flora Guerrero, una gran compañera. Fuimos a Chiapas a entregar el documento. Llegamos a la selva y fuimos recibidos por Marcos, entregamos el documento y Marcos, pues, tuvo a bien darme un reconocimiento: Mayor Honorario del Ejército Zapatista de Liberación Nacional. Eso pues para mí es un gran honor, un privilegio y pues estoy siempre… estoy para servirle a mi pueblo…”.
Después del acto Marcos observaba a los asistentes desde una lomita. Me aproximé al lugar para hablar con él. Una joven insurgente que amagaba con la culata de se arma a unos niños que la molestaban detuvo mi marcha con una amable pregunta: ¿A dónde va? A hablar con el Sub, le contesté. La guerrillera volteó a ver a su jefe que con una seña le ordenó darme paso. Hasta entonces me percaté que la escolta rodeaba al Subcomandante.
Lo que pasa, le dije, es que Carmelo Enriquez me preguntó si tenías algún comentario sobre la cuestión de la nueva Constituyente que se viene discutiendo en el Frente Democrático Nacional (FDN) desde 1988. Marcos jaló de su pipa, soltó la bocanada y dijo:
“Mira Morquecho. Cronológicamente lo que se tiene que hacer es:
Primero. Convocar a una Convención nacional.
Segundo. Sacar a un candidato de la Convención para la presidencia de la República.
Tercero. Ganar las elecciones y crear un gobierno de transición que convoque a nueva Constituyente para una nueva Constitución.”
            ¡Órale! Marcos había diseñado la táctica para la coyuntura electoral que consistió en: El  NO a los compromisos adquiridos por el gobierno durante los diálogos de Catedral y participar en las elecciones federales con una propuesta política de transición y constituyente.
“Como ves a Camacho Solís”,  preguntó Marcos. Con un candidato como él reventaría lo que queda del grupo compacto de Salinas, respondí. Siguió el Sub,  “Bueno debemos tomar en cuenta a otros candidatos. Ve a organizar la Convención con la sociedad civil. Si le entra el ESPAZ la hacemos en grande…”  Mmmmmh… ¿Y cómo le hago? Me pregunté… Por su parte El Churro se daba vuelo cantando los mismos corridos revolucionarios. Marcos reclamó: “Ya cómprenle un cancionero nuevo”.
La XIX: Los juegos y rejuegos para la organización de la Convención Nacional  
https://www.alainet.org/es/articulo/156746
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