Poder y medios

31/05/2009
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La relación entre el Estado y los medios de comunicación siempre ha sido tortuosa, ya que al poder, le incomoda la crítica, el análisis y la evaluación, aunque se diga lo contrario y se trate de clasificar en buenos y malos periodistas según su postura ideológica, antes que vocacional. Por otro lado, están los medios que en muchas de las ocasiones no han sabido aprender de sus errores y peor aún, asumir una actitud de nobleza ante sus aciertos o mal llamados golpes mediáticos. Lo cierto es que el poder genera información y los medios la difunden desde sus lógicas.

Pese a que no se trata en esta columna de equiparar el grado de incidencia del Estado y los medios de comunicación, sí es importante señalar que desde el lugar que cada uno ocupa, genera remezones. El Estado, porque su deber es velar, garantizar y procurar las mejores condiciones de vida de la población; mientras que los medios tienen la responsabilidad de informar de manera veraz, oportuna y sin adulteraciones de la realidad, sobre todo en un mundo tele-dirigido y multi-mediático. No olvidemos que se habla a viva vos de la sociedad de la información, la comunicación y las telecomunicaciones.

En los últimos diez años, debido al auge de la tele-vida como dice el politólogo italiano Giovanni Sartori, el Estado y los medios se han visto envueltos en una lucha por atraer a las audiencias o nichos electorales. El Estado, porque sabe que desde los medios de comunicación su discurso recorre en segundos, a todas partes y sin limitaciones de ningún orden, mientras que los medios, afilan los lápices, apuntan con las cámaras y encienden los micrófonos ante la información que se origina en el poder. En otras palabras, la relación Estado y medios es interdependiente.

Asimismo, el poder de penetración de los medios en la sociedad ha hecho que se hable desde algún tiempo que éstos son el segundo y cuarto poder. Lo único cierto es que pese a las descalificaciones, los protagonistas de la cosa pública no se imaginan una forma de hacer política sin salir en la TV, en los diarios, en la radio y en las web. En otras palabras, se descalifica a los medios, pero no se puede vivir sin ellos, haciendo una paráfrasis a Omar Rincón cuando habla de los tele-presidentes de la región.

Aquí tampoco se trata de juzgar el papel del Estado en la satisfacción de las condiciones mínimas de la población ni tampoco debatir sobre el rol que cumplen los medios cuando se trata de cumplir con las expectativas de las audiencias, sino más bien de entender que en la época contemporánea, las lógicas de la política pasan por los set de televisión, las salas de redacción de los diarios y las cabinas radiales. De ahí que los actores políticos busquen el más mínimo espacio mediático para mostrarse.

En los últimos 40 años, la tarima pasó a ocupar el set televisivo, el perifoneo las cabinas de radio y las denuncias a voz de cuello las salas de redacción. Por lo tanto, la política no puede descentrase del análisis del papel que cumplen los medios de comunicación y también del papel que cumplen los representantes del poder político en los medios.

- César Ulloa Tapia, Ecuatoriano, consultor en comunicación.

 

https://www.alainet.org/es/articulo/133981

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