Jóvenes y TV
- Opinión
La programación televisiva nacional evidencia un hueco. Escasean propuestas para jóvenes que transitan de la pubertad a la adolescencia y de ésta hacia la juventud. A lo mucho, se transmiten unas pocas series extranjeras en las que se promueven estilos de vida diferentes a los nuestros y, por otra parte, se realizan programas de farándula y vídeos musicales como si estos temas fuesen los únicos de interés para los jóvenes. Habría que conocer, bajo este antecedente, cuáles son los argumentos que siguen en los medios de TV para programar y satisfacer a los jóvenes.
Dentro de este contexto, cabe decir que los jóvenes, en muchos de los casos, se han visto abocados al consumo cultural de la programación destinada para los adultos y los niños. Es decir, se han acomodado (por decir lo menos) a las ofertas del mundo mediático, antes que a sus demandas reales. Es decir, los jóvenes son sujetos del rating de sintonía, antes que ser actores con voz dentro de estudios que exploren cuáles son sus necesidades, intereses, expectativas, retos e inquietudes.
Es indispensable ofrecer una programación para jóvenes, si se considera que una de las características de la era contemporánea es el cambio generacional que se produce de forma rápida, dinámica, sin barreras; el cual genera cierto resquemor e incluso incomprensión por parte de las generaciones anteriores. De ahí, la necesidad de conocer cómo, en qué y de qué manera están pensando los jóvenes, asimismo qué desean y de qué forma satisfacen sus inquietudes. En este caso concreto, con relación a los medios masivos de comunicación.
Las ofertas de los medios no pueden quedarse en la promoción de la vida ajena, en la lógica del espectáculo y la fama a manera de reallity o talk show, ya que las demandas de la población pueden ir en otros sentidos. Esto no quiere decir tampoco que se propugna por la realización de programas acartonados, aburridos y que nadie los entiende, sino más bien que se propicie una producción televisiva que entretenga, pero con elementos que dejen estelas de educación, información y respeto por el otro; pues entretenimiento no es sinónimo de farándula, cuerpos semidesnudos y el show business.
Vale resaltar que los argumentos para promover en varios canales de TV programas de farándula y otros similares siempre tiene la misma respuesta: “a la gente les gusta eso”, “son los programas más vistos”, “temas de educación y cultura no venden”, entre los más reiterativos. En lo particular, no creo en estas justificaciones, si se observa una oferta escasa de programas de televisión en diversos géneros y una suerte de tiranía del rating, donde tenemos que mirar lo que nos dan, antes que ver lo que quisiéramos, si es que nos preguntan.
Los medios públicos del Estado, en este escenario de cambios en todos los órdenes de la vida cotidiana, tienen la oportunidad y posibilidad también de cambiar las lógicas de la oferta mediática por otra de audiencias y demanda. Es una sugerencia y no solo para satisfacer al público joven, sino también para el adulto.
- César Ulloa Tapia, periodista ecuatoriano, es consultor en comunicación.
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