El Sur se une; el Norte se distancia
18/09/2006
- Opinión
Como si sufriera fallas geológicas, el liderazgo “occidental” presenta grietas en sus cimientos. Dos de los más encumbrados representantes de Occidente, el papa Benedicto XVI y el presidente George W. Bush, provocaron en los últimos días reacciones en cadena por sus desafortunadas declaraciones. En contraste, dos mandatarios que representan a una gran porción de “condenados de la tierra”, el venezolano Hugo Chávez y el iraní Mahmoud Ahmadinejad, estrechan vínculos, lideran proyectos e intentan diseñar un futuro común.
Joseph Ratzinger ofendió a 57 países islámicos y a los 1.600 millones de musulmanes del mundo al declarar el 12 de septiembre en Alemania que “la yihad (guerra santa) es contraria a Dios y que la violencia no es compatible con la religión”. El jefe de la Iglesia Católica exhumó una cita del emperador bizantino Manuel II Paleólogo, quien en 1391 increpó a un teólogo musulmán: “Muéstrame lo que Mahoma ha traído de nuevo, y solo hallarás lo malo e inhumano, como aquello que ha dispuesto: expandir con la espada la fe que él predicaba”. Lo de la espada, por cierto, también se aplica al cristianismo en la etapa de expansión colonial por estas latitudes.
Más fraternal que la declaración de Ratzinger sonó la frase que Chávez dirigió a Ahmadinejad al inaugurar el 18 de septiembre un pozo petrolero al sureste de Venezuela y referirse a la integración con Irán: “Estamos abrazados con los hijos del Islam, de Alá, de Persia la enorme y la profunda, unidos ahora y para siempre. Ya sabemos pronunciar tu nombre, ya eres uno de los nuestros y te sentimos parte del alma de este pueblo”. El venezolano retribuía así la bienvenida que le hizo el iraní al presentarlo en la Universidad de Teherán el 30 de julio pasado: “Este señor es mi hermano y ojalá sea mi compañero de lucha”, dijo Ahmadinejad.
En esa oportunidad, el presidente de Irán definió a Chávez “como uno de los pocos dirigentes del mundo que actúa como habla” y un “hermano del pueblo iraní y de todas las naciones libres”. Agregó que las cualidades más notorias de su colega eran “la justicia, la devoción a Dios y la lucha contra el imperialismo”.
Además de estas poco comunes manifestaciones verbales, los planes de integración venezolano-iraquí tienen aplicaciones concretas e incluyen diversos rubros: vehículos, computación, cemento, minería, agricultura, medicamentos, envases plásticos, fabricación de instrumentos quirúrgicos, formación de trabajadores siderúrgicos, una empresa petroquímica y una compañía mixta para explotar petróleo en la Faja del Orinoco.
Mientras el Sur se une por abajo, el Norte se distancia por arriba. “No me voy a reunir con él”, dijo Bush refiriéndose a Ahmadinejad el 15 de septiembre, poco antes de la reunión de la Asamblea General de la ONU. “Nos sentaremos una vez que ellos suspendan su programa de enriquecimiento de uranio. Lo digo en serio”. El mandatario iraní había manifestado su deseo de debatir con Bush en Nueva York, pero el vocero de la Casa Blanca, Tony Snow, replicó que no iba a haber “un enfrentamiento de rencor en una jaula de acero entre el presidente [Bush] y Ahmadinejad”.
Estados Unidos promueve en el Consejo de Seguridad de la ONU un paquete de sanciones contra Irán por impulsar un programa nuclear que, según las autoridades de Teherán, sólo tiene aplicaciones civiles vinculadas con la generación de energía eléctrica.
A contramano de estas imposiciones, Irán recibió un notorio espaldarazo en la reunión del Movimiento de Países No Alineados que recientemente se efectuó en Cuba. Al inaugurar el encuentro al que asistieron representantes de 116 países, el canciller cubano, Felipe Pérez Roque, afirmó que “Ahmadineyad vendrá a buscar apoyo –y lo obtendrá– para reclamar su derecho a utilizar la energía nuclear con fines pacíficos”.
Y esta semana se inició con la acusación del portavoz Tony Snow a Venezuela de “incumplir” sus compromisos en la lucha contra el narcotráfico y a Bolivia de “permitir la expansión de los cultivos de coca”. Snow no hizo referencia, desde luego, a que Estados Unidos –país gobernado por un ex adicto a las drogas– ocupa el primer puesto mundial de consumidores de estupefacientes.
Venezuela “fracasó manifiestamente a la hora de cumplir las obligaciones contraídas en los acuerdos internacionales antidrogas y de adoptar las medidas contempladas en la ley de Estados Unidos”, indicó la Casa Blanca en su informe anual sobre “certificación” de los países en la lucha contra la droga enviado al Congreso. Washington señaló a 20 países –los mismos que el año pasado– como responsables de la producción o el tránsito de estupefacientes. De estas naciones, más de la mitad pertenecen a América: Bahamas, Bolivia, Brasil, Colombia, República Dominicana, Ecuador, Guatemala, Haití, Jamaica, México, Panamá, Paraguay, Perú y Venezuela.
A inicios de septiembre, Washington manifestó malestar por la compra de armas rusas por parte de Venezuela. Y antes expresó preocupación por el acercamiento Caracas-La Habana. Y antes, por las “restricciones a la democracia” en el país suramericano. Y antes... cualquier pretexto que suene a lija en los dientes en lugar de propuestas para la cooperación y el desarrollo.
Fuente: Bambú Press
https://www.alainet.org/es/articulo/117160
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