20 de noviembre, Día de la Declaración Universal de los Derechos del Niño

Nuevos Derechos Universales del Niño

26/09/2006
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Cuatro secciones conforman la “Convención Internacional sobre los Derechos de la niñez”, adoptada por la Asamblea General de la Naciones Unidas el 20 de noviembre de 1989 y firmada hasta la fecha por más de 160 países, abarcando derechos de 1) supervivencia, 2) crecimiento, 3) protección, y 4) participación. Proponemos ahora los Derechos a la Esperanza, uno de cuyos capítulos trataría En Torno a la Fantasía e Imaginación, ineludible tratándose de niños. En fecha anterior propusimos un cuerpo de principios En Torno a la Lectura y los Libros, que reproducimos en esta oportunidad. En torno a la fantasía e imaginación 1. Reconocer, mediante resoluciones internacionales y leyes de cada país, la importancia, significación y trascendencia de soñar, como un recurso de carácter estratégico y base del desarrollo económico, social y cultural de la colectividad, precisando que sin la fantasía e imaginación la realidad no sería completa y es sólo con estos atributos que la vida llega a ser verdad. 2. Estipular que el sistema educativo debe propiciar la imaginación, que así como hay maestros de matemáticas o lenguaje haya maestros de sueños, incluso funcionarios que inciten a la creatividad, a fin de que a partir de los sueños las personas se tornen seres nobles y buenos, echando a flamear banderas y estandartes defendiendo la vida que es hermosa y no es justo desperdiciarla ni en falsos problemas ni en trivialidades. 3. Que los niños tienen derecho a zambullirse, con zapatos y todo, en los manantiales de la imaginación sin que nadie intente por ello reprenderle sino al contrario, a fin de ser mejores echarse a volar junto a ellos y expandirse hacia mundos distantes, distintos y hasta opuestos. Por eso, dar la máxima prioridad a la fabricación de un artefacto sencillo, cual es un par de alas externas –en vez de producir armas y material bélico– con las que todos puedan dar un par de vueltas por la realidad, reinventándola en sus sueños. 4. Tienen derecho los niños –y los seres humanos en general– a no ser sancionados si olvidan realizar cualquier actividad por contemplar el abrirse de una flor, desenroscarse una oruga, mirar desde un puente el discurrir de las aguas, seguir paso a paso el lento caminar de un escarabajo. Que se cierren los cuadernos y guarden las teorías ante la felicidad de contemplar un arco iris, los campos de trigo en un plenilunio o el cielo tachonado de estrellas. 5. Tienen derecho los niños a subir a lo más empinado de una torre y contemplar desde allí el milagro de la creación. Que se abran los lugares más altos de los edificios y desde allí se pueda contemplar e imaginar un mundo mejor. Que haya excursiones obligatorias a las cimas de las montañas y arrobarse ante el vasto panorama estelar. Tienen derecho a conocer un castillo, un lago, una catarata, mojarse en la lluvia y navegar en el mar. 6. Tienen derecho a ser valorados por la osadía de sus sueños y por dicho motivo enaltecidos, siendo identificados y reconocidos por ello. Tienen derecho a soñar después de la exposición de una teoría, dejando a un lado la pregunta impertinente del profesor si ésta no alcanza el nivel de la ilusión. Que cuando alguien sueñe todo se aquiete y camine de puntillas; que haya una alerta y consigna general para no interrumpir el portento de ese hecho extraordinario. 7. Los niños tienen derecho y plena libertad a imaginar el mundo de manera mejor, a fin de instalar el reino del bien, la belleza y el valor, que son atributos de la infancia. A instaurar la imaginación en el poder. Que ante el anhelo de transformar el mundo no se le replique que eso es imposible y descabellado intentarlo. Que en este y otros aspectos nosotros vayamos tras ellos. 8. Los niños tienen derecho a mirar la realidad con ojos de asombro y admiración. Ante ello no podemos ser críticos, ni mucho menos descreídos o escépticos, sino asirnos a su vuelo por el mundo de la fantasía, subidos en sus naves, hechos alas y viento, convertidos en todo lo que viaja y se eleva. Y que sean bienvenidas estas cuatro gracias: el amor, el honor, el trabajo y la divina locura. 9. Los niños tienen derecho a reconocer que sus brazos antes fueron alas, que con ellos pueden levantarse a volar por el mundo en su proeza de ser amplios y vastos; a que sus manos creen y en el intento rompan esquemas y algunos objetos. Que tenemos manos y brazos para volar, manos para moldear un mundo nuevo y brazos para cobijar y proteger lo que es débil. Que manos y brazos son la perfección de las alas que llevamos dentro y es con ellos que hay que dar concreción a los sueños. 10. Los niños tienen derecho a sumergirse en el mundo del misterio, del embrujo y del sortilegio. Escuchar los tambores y timbales que resuenan en la tempestad, avizorar la sirena que surge envuelta en un manto de algas, y que en la noche estrellada somos dioses actuantes y remotos, vigentes y atávicos. Que la fantasía no es falsedad, que en nosotros reviven a cada instante y se hacen cotidianos los milagros. 11. Tienen derecho a utilizar toda su paleta de colores para pintar cualquier asunto y cosa. Que en su visión las manzanas pueden ser azules y amarillos los tomates. Que un gato puede tener estampado encima el arco iris, el sol ser del color del capulí. Pedirán sanciones para quienes todo lo pintan de un solo color, peor si es negro o gris, siendo un agravante mayúsculo pintar aulas y colegios de colores apagados, mortecinos y lastimeros. 12. Tienen derecho a poner su oído en el hueco de un caracol y trasmitirnos en cualquier lenguaje la sabiduría del mar, de sus profundidades y sus inabarcables orillas. Que a partir de esas palabras se cambien conductas y se disminuya de precio a los productos, o dejen simplemente de tenerlos. Tienen derecho a sumergirse en el océano de la vida, en los arcanos que expliquen las razones o sinrazones supremas de esta efímera existencia. 13. Tienen derecho a pasar de asombro en asombro, de maravilla en maravilla, de milagro en milagro. A comunicar secretos inesperados, que el árbol de naranjas del patio ofrece pepitas de oro. Ellos, que han enloquecido de amor a sus padres, pueden despertar en la humanidad el anhelo de hacer posibles las utopías pendientes. 14. Tienen derecho a darle vida a los seres y objetos que se les ocurra y que aparentemente no la tienen. A conversar con las nubes, a saber lo que piensan las piedras. A tener comentarios de los vínculos de amor existentes entre sol y la luna, tierra y cielo, cerro y colina que ya viven juntos. 15. Tienen derecho que ante sus preguntas las respuestas de los adultos sean de igual o mayor calidad en cuanto a magia, ingenio y poesía; que lanzados por ellos al mundo incógnito y misterioso –como es frecuente– también participemos en dicho juego. Que si nos preguntan respondamos con igual fascinación que tienen sus averiguaciones. 16. Derecho a que si creen en algo no se le desmienta ni corrija, ni se les desencante diciéndoles que eso es falso. A que todo ser se enmiende para ser bueno ante ellos, a fin de mirar el mundo con esperanza. Que su selección de fútbol gane siquiera un campeonato. Que se organicen festivales para dar lugar a que los que nunca han ganado por fin ganen. 17. Tienen el derecho a que se le apoye en su convicción de que tienen los mejores padres del mundo y, verdaderamente, se los reconozca en dicha dimensión. Que su padre sea coronado rey siquiera una vez. Que su casa es su casa y no de la inmobiliaria que quiere desalojarlos. Que nadie diga que su país es feo y de ladrones; que se repita mil veces que no hay nada en el mundo más bello, bueno y hermoso que él. Porque es verdad. 18. Tienen derecho a creer en su familia, en sus hermanos, en la caballerosidad de sus vecinos, en el pundonor de sus gobernantes, porque lo contrario significará dejar de creer y eso es triste. Los mayores tenemos el deber de luchar porque la realidad no los desmienta. A pedir que las personas de su alrededor sonrían como los niños sonríen. Que triunfen los seres con los cuales ellos se identifican. Pedir el cambio de un maestro por no sonreír, por vestir de luto, por hablar de catástrofes. 19. Tienen el derecho universal a la alegría, a celebrar la vida y mirar cada una de sus manifestaciones con arrobamiento. A caminar libremente por playas, colinas, valles y desiertos; a sacarle el jugo a los amaneceres y crepúsculos. A la danza libre y gloriosa en la adoración a la luna, al sol, al arco iris. 20. Tienen derecho a iniciar un viaje en busca de la clave que explique el misterio del universo; a dejarlo todo con dicho propósito porque puede ser que este asunto irresoluto ellos lo resuelvan. A dejarse guiar por un chispazo, por un latido, por una corazonada. A ser atraídos por lo ignoto, porque finalmente eso somos: encantamientos, misterio, conjuros, adivinanzas y prodigios en la noche. En torno a la lectura y los libros Propuestas dirigidas al niño 1. Tienes derecho a que cuando aún habitas en el vientre materno tu madre y padre, además de acariciarte deben leerte rimas, cantilenas, poemas y cuentos; si es posible también plantearte una adivinanza de modo que cuando estés en este mundo, y ya sepas hablar, sorprendas a todos dando la respuesta. 2. Tienes derecho a que las personas adultas que te rodean, recreen contigo las aventuras, personajes y situaciones referidas en los libros, hasta después que te hayas dormido, pudiendo ellas seguir con la lectura ya por su propia cuenta. 3. Tienes derecho a exigir que la lectura sea un espacio mágico, admirable y sorprendente; a que todos reconozcan y contribuyan a hacer de ella un acontecimiento fascinante; y a leer en las orillas del mar, en la cumbre de las colinas, en un bote surcando el río o trepado en la copa de los árboles. También a leer los libros al revés, si ése es tu deseo. 4. Tienes derecho a que los adultos en tu casa, en la escuela u otro sitio, te lean en alta voz los pasajes de los libros que más te interesan y que al leer su voz sea hermosa, afectiva, plena de resonancias; tronante o apacible según convenga; y que en ella la vida cante su mejor melodía. 5. Tienes derecho a relacionar lectura a libertad y pleno disfrute del encanto y la belleza: a primavera y playa; a montañas, arroyos y cascadas, a setos de flores, a gaviotas volando en el cielo azul; a que los libros sean navíos, peces, cometas; frescos como helados, dulces como uvas, silvestres como fresas. 6. Tienes derecho a que antes de conocer los libros de texto hayas frecuentado los libros de fantasía, leídos en voz alta por las personas mayores, pudiendo tú preguntar muchas veces qué dice en tal o cuál palabra, para descubrir por ti mismo el secreto de la decodificación alfabética. 7. Tienes derecho a indagar en los libros todo lo que se te ocurra acerca de cualquier hecho o cosa del mundo y la vida; a que tu profesor te guíe hasta donde pueda y, después, si él quiere tú puedas guiarlo y orientarlo. 8. Tienes derecho a que leer sea parte de la amistad, afecto y confidencia que debe primar entre adultos y niños en relación a la lectura; a que alguien esté a tu lado y exorcice con su voz algún pasaje oscuro del mundo de los libros. 9. Tienes derecho a que todo libro esté a tu alcance, por los sitios que pases, incluso en jardines y lugares de juego; y a que no pueden haber libros secuestrados detrás de vitrinas ni impedidos de ser hojeados por estar bajo llave. 10. Tienes derecho a nunca ser reprendido por haber deteriorado involuntariamente un libro, motivo por el cual deben estar confeccionados de material adecuado y su costo ha de ser asequible, a fin de no lamentar daños puesto que se trata de ganar lectores aunque se pierdan libros. 11. Tienes derecho a exigir que los libros sean prodigios que te hablen de asuntos significativos; que toda la maravilla esté contenida en ellos, que sean gratos para pasar las mejores horas arrobados en sus páginas. 12. Tienes derecho a que los adultos conozcan tus inquietudes y aficiones e implementen los libros que las satisfagan y no te impongan los libros de su interés; coadyuvando tú a que la vida se enriquezca con las sugestiones de los buenos libros, porque ¿de qué vale que todo sea hermoso si la vida se desenvuelve en sentido contrario? 13. Tienes derecho a que la biblioteca escolar sea preciosa, acogedora y bien iluminada, a que las personas que allí atiendan sean amables y amen a los niños lectores; a no llenar fichas ni papeletas, a que se te preste un libro por indicios de color, olor, tacto y sentido, pudiendo tú preguntar acerca del contenido de tal o cual libro y que la respuesta sea mágica. 14. Tienes derecho a emprender un viaje en razón de celebrarse en el lugar al cual te diriges una gran fiesta en honor al libro, donde animen bandas de músicos, se eleven globos, fulguren castillos con luces de bengala; a que todos los días sean el cumpleaños del libro; a que lengua oral y escrita sean cataratas de un mismo río. 15. Tienes derecho a realizar excursiones con tus profesores a lugares donde hayan ocurrido los acontecimientos que se narran o presentan en los libros. A realizar paseos hacia las ferias de libros, presentaciones de autores y locales de librerías. 16. Tienes derecho a leer libros de poesía y enamorarte de a verdad, a leer libros de mitología y extasiarse mirando las estrellas, a leer libros de astronomía contemplando la rotación de los astros, a leer libros de historia pernoctando a campo traviesa en una noche de luna; a exigir que los libros digan la verdad acerca de la vida y del misterio de la muerte. 17. Tienes derecho a que en la escuela y con los maestros practiques en elaborar libros de todo tipo, dándole formas de avión, de barco, de flor; a reconocer como libros a las plantas –sus flores y hojas– a los animales –su pelambre y ojos–, a las calles –sus casas y esquinas–, o a las manifestaciones populares –sus banderas y cánticos–. 18. Tienes derecho a no dar ninguna respuesta sino a formular todas las preguntas en relación a los libros. A no hablar –si así lo decides– cuando una lectura te ha impactado, ni siquiera al regresar después de haber caminado largo rato bajo los árboles. 19. Tienes derecho a pensar que la frase u oración más marginal de un texto contiene la idea principal, si a ti te parece; a que las pruebas de comprensión lectora las resuelvan los profesores o, de lo contrario, se arranquen esas páginas. 20. Tienes derecho a que tu concepto e imagen de los libros y de la lectura sean únicos, a perfilar en ellos tu identidad, a enlazarte allí mano a mano con todos los hombres de la tierra, vivos o muertos; a volver a soñar y construir a partir de ellos un mundo nuevo. - Danilo Sánchez Lihón es Director del Instituto del Libro y la Lectura del Perú, INLEC.
https://www.alainet.org/es/articulo/113579
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