Telesur: Abre tu cabeza
24/07/2005
- Opinión
El ministro de Deportes venezolano sostuvo que la designación de Gran Bretaña como sede de los Juegos Olímpicos del 2012 es incorrecta porque la actitud de ese país, al participar de la invasión a Irak, contrasta con el espíritu de las Olimpíadas.
Poder escuchar semejante afirmación, que rompe desde la más razonable de las posiciones con el sentido argumental tradicional televisivo, es un hecho comunicacional trascendente, que explica y al mismo tiempo justifica Telesur.
La consideración del funcionario es apenas una de las imágenes puestas en pantalla durante la primera emisión conocida en la Argentina. Las otras, en el excepcional bloque informativo, también contribuyeron a la apertura ideográfica.
Haití --con datos certeros y cuestionamientos a los gobiernos participantes de la movida norteamericana, incluído el argentino--, Colombia --familias desarraigadas que construyen sus precarias casas en las afueras de Bogotá--, Venezuela --protestas campesinas contra latifundistas y despliegue solidario con República Dominicana--, Paraguay --arribo de los marines--, son algunos de los temas abordados.
Si la sóla mención de los mismos en comparación con la agenda "ofertada" por los medios monopólicos resulta controversial para la mirada cerrada, la historización a fondo de los asuntos en breves minutos permite lanzar sobre el televidente una idea bastante abarcativa, ya que no completa claro está, sobre segmentos de una realidad latinoamericana oculta para nuestros propios pueblos.
El entorno de la información fue la presentación del canal. El director general, Aram Aharonian, describió a Telesur como "un proyecto político y estratégico", como "una herramienta creada por estados nacionales para coadyuvar este proceso de integración latinoamericana-caribeña y es a la vez la alternativa a la hegemonía comunicacional, al pensamiento y la imagen únicos". Los asesores remarcaron perfiles similares, con aristas para tomar en cuenta pero una fuerte voluntad de complementación.
El despliegue de la República Bolivariana despertó en los televidentes de la región una sana envidia que contribuirá a mejorar la proyección de la propuesta continental al cautivar mostrando las posibilidades concretas que poseen estos territorios. Y en el argentino, particularmente, una reminiscencia singular, espejo del recuerdo íntimo acerca de sucesos desprestigiados pero transmitidos apasionadamente de generación en generación.
Es seguro que Telesur deba afrontar el bombardeo persistente de las empresas que pretenden ser las únicas emisoras del planeta. Pero también es posible que, si la calidad informativa se sostiene, surjan chispazos entre los mismos estados de la región. No será fácil para algunos gobiernos digerir imágenes que dan cuenta de situaciones profundas que, al no poder desmentirse, simplemente se ocultan. El canal puso la pelota en movimento rasgando velos.
Pero es que si no, no tiene sentido. La potencial grandeza de Telesur radicará en la superación de los noticiosos de cada país de la zona y no en la suma de los mismos. Imágenes propias, análisis propio, voces desconocidas allá pero también aquí, curioso rebote de actualidad no procesada por un pensamiento estadual y por lo tanto incluyente de perfiles críticos que nacen desde la misma contextuación historiográfica.
Esto es: desde el vamos, el canal demostró ser "otra cosa". En todo caso, la nuestra.
Ya surgirán especímenes académicos dispuestos a hablar de lo que hablan los que poco saben de comunicación: agilidad, ritmo, atracción; o peor aún: marketing, rating, feedback. Y así como el ciclo "Aló Presidente" ha demostrado que la combinación de ideas pofundas y sentimientos genuinos cautiva al público, Telesur encontrará la medida de sus propios desafíos a la hora de construír secuencias noticiosas de interés para todo un continente atosigado de técnicos y clamoroso de contenidos.
El sueño concreto de un periodismo que nos unifique en la variedad y que brinde cuenta de las perspectivas de coalición que anidan, no sólo en los deseos más hondos de los pueblos sino en sus necesidades, está en marcha. Los argentinos sostenemos aún una deuda interna densa en este rubro y quizás el despliegue de Telesur contribuya a incentivar los emprendimientos para saldarla. ¿El gobierno nacional aceptará esta influencia?
Casi casi no tiene sentido la pregunta, pues primero deberíamos responder a otra: ¿el campo popular argentino está dispuesto a considerar esta experiencia y trabajar unificadamente en proyectos locales de envergadura equivalente? Por hoy, sólo nos queda alzar la copa y brindar por el nacimiento de un Nosotros televisivo. En los tiempos que vendrán, habrá que pensar a fondo qué hacer, ahora que nos enteramos de algo que ya sabíamos: es posible.
- Gabriel Fernández es Director Periodístico Question Latinoamérica / Director La Señal Medios, julio 2005
https://www.alainet.org/es/articulo/112517
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