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Cómo avanzar desde acá

26/06/2006
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El hostigamiento de los funcionarios del gobierno norteamericano sobre la Revolución Bolivariana se acrecentó sensiblemente en las semanas recientes. La imputación por "demagogo" al presidente venezolano Hugo Chávez no llama la atención de muchos argentinos; hay un aire de familia en todo el debate. De los renovados ataques pueden sacarse algunas conclusiones inmediatas: por un lado, es ostensible que Venezuela recorre un sendero que agrada a los más variados pueblos de la Patria Grande; por otro, que tales aciertos ameritan un respaldo decidido. Pero hay un poquito más. En profundidad A decir verdad, hay muchos factores que permiten inferir el trasfondo de la preocupación de la administración liderada por George W. Bush. Algunos están relacionados con la política presente, otros con una estrategia profunda. Es claro que la cuestión petrolera es una de las heridas más dolorosas en el gran país del Norte. Y también, que el alineamiento solidario internacional del chavismo damnifica parte de las tácticas imperiales. Pero vale la pena agudizar la mirada y percibir un futuro mediato sobre el cual las inversiones políticas realizadas desde América latina son tan o más importantes que las peleas coyunturales. La determinación con la cual varias naciones del Sur continental han abordado la constitución de la Unión Sudamericana contra viento y marea, así como la popularización de esa premisa, es un elemento decisivo para el devenir mundial. Objetivamente, y más allá de diferencias intestinas, esa coalición permitirá defender los recursos naturales del conjunto de los latinoamericanos con más vigor que el que pueda desplegar individualmente cada país. Petróleo, gas, agua, minerales, tierras, animales, pero también poblaciones, culturas, conocimientos técnicos e investigaciones científicas, creaciones artísticas y aromas propios, son algunos de los bienes fundamentales que pueden desarrollar su potencial y eludir la depredación si se encuentran en nuestras manos. Dilemas propios y ajenos Esa es la apuesta estratégica que los Estados Unidos han resuelto combatir. El centro de poder mundial, que no incluye solamente a esa nación -a su segmento más parasitario, debemos aclarar-, respalda tales golpes mediáticos; pero en su interior también se registran contradicciones. De la evaluación de esos puntos laxos para comprender qué pasos resultan convenientes para los pueblos del Sur en cada instancia pueden derivar oportunidades sensibles para acrecentar el poder comercial de nuestra región, aunque también para esbozar acuerdos que brinden el tiempo necesario para una organización sudamericana más afiatada. Sin embargo, la observación de los dilemas del adversario no implica desatender los que acaecen en las propias zonas. Por estos pagos hay algunas faltantes que vale señalar: los argentinos necesitamos tomar muy en cuenta el clamor social por mayor equidad, las demandas por empleo genuino y salarios adecuados. Desde dónde crecer El aspecto citado es vital, pues sin su abordaje los más grandes planes suelen padecer algunos traspiés. De hecho, la aplicación de políticas genuinamente productivas, que resquebrajen de una vez las tendencias rentísticas, puede ser la llave maestra para ofrecer las respuestas exigidas por los postergados. El accionar oficial sobre los grandes productores agropecuarios resultó un indicio válido de firmeza cuya expansión permite esperanzarse con un vuelco hacia el mercado interno. Sin embargo, la ausencia de claridad para afrontar la cuestión de las empresas privatizadas -especialmente en el área petrolera y gasífera- y de los grandes bancos que operan en el país, entre otros aspectos, puede dejar aquél indicio en un dato parcial y poco más. De nada serviría que nos negáramos a ver esa realidad. Así como estimamos la presencia argentina en el bloque sureño, también consideramos que el buen trato hacia las cercanías y el establecimiento de una auténtica justicia social implicarían el fortalecimiento de nuestra posición en variados sentidos. Hasta ahora, las políticas liberales y oligárquicas locales que hemos padecido, confluyeron con acciones internacionales sumisas ante el poder norteño. Para modificar estas últimas parece sensato desmantelar, también, las primeras. Son para mí los agravios. Entrelazados los temas, volvemos al comienzo. Parece pertinente considerar las agresiones contra países hermanos como Venezuela cual si fueran dirigidas hacia el conjunto de América del Sud. Los pretéritos alineamientos con el Norte no nos dejaron grandeza, inversiones ni socios confiables: apenas si prodigaron la enseñanza sobre cuál es nuestro lugar en el mundo. Si la Argentina evalúa que su crecimiento futuro está ligado al de la Unión Sudamericana, todo esfuerzo realizado en esa dirección estará justificado por resultados benéficos más que probables. Y también por el placer de recorrer el camino con hermanos entrañables. Necesitamos empezar a pintar todos los días sobre el paisaje muerto del pasado. Porque esto es dialéctica pura, como diría el gran Homero Expósito. No para olvidar lo sucedido, sino para integrarlo a nuestra proyección. - Gabriel Fernández es Director Periodístico Revista Question Latinoamérica, Director La Señal Medios y Conductor programa televisivo Frente a Frente por Multicanal. (El presente texto fue publicado en el número 19 de la Revista Question Latinoamérica)

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