Sobre terrorismos y fundamentalismos varios
15/03/2004
- Opinión
Al igual que el 11 de Septiembre de 2001, el pasado 11 de Marzo el
mundo entero se volvió a sacudir ante otro brutal atentado
terrorista en su zona metropolitana. Es lógico, ese tipo de bárbaros
asesinatos masivos de civiles no son habituales en esos lugares
desde las épocas de la II Guerra Mundial. En aquellos tiempos, en
cambio, tanto el Eje nazi-fascista como sus enemigos, los Aliados,
practicaron ese tipo de terrorismo en territorio europeo, asesinando
población civil desde Guernika hasta Dresde, pasando por Dachau y
Buchenwald (1).
Sin embargo, y también desde esa misma época, este tipo de acciones
terroristas han sido casi "pan de todos los días" en los países
periféricos. Argelia, Viet Nam, Guatemala, Palestina, Irak... la
lista es larga, larguísima. Claro, la mayoría de estos ataques
terroristas no fueron perpetrados por grupos independentistas o por
fundamentalistas religiosos sino por los ejércitos de los países más
"respetables" del mundo. Por no abundar: el bombardeo de los barrios
populares de Ciudad de Panamá por la aviación estadounidense en
diciembre de 1989 no fue otra cosa que un acto terrorista, una
masacre masiva de inocentes que no escandalizó a ningún mandatario
europeo.
Lo que asusta a los "ricos y famosos" de los crímenes de estos "11,"
es que el terror está golpeando en el seno mismo de la metrópolis, y
que los muertos, estas veces los han puesto ellos y no los
desposeídos de los suburbios del planeta. Por eso las amplias
coberturas periodísticas mundiales, las "breaking news" y las
ediciones especiales. Ninguno de estos periódicos del establishment
que han editado -tanto ayer como hace dos años y medio- profusos
suplementos especiales, ha publicado alguna vez algo medianamente
comparable sobre las masacres en Ruanda o en Uganda; aunque allí
fueron asesinadas brutalmente muchísimas más personas que en New
York, Washington o Madrid. Es lógico: al fin y al cabo los muertos
en Ruanda o en Uganda (o en Haití) no son más que "negros pobres." Y
los negros pobres tienen una cotización mucho más baja que los
europeos o los estadounidenses en la Bolsa de Valores de los Mass
Media (¿diez a uno? ¿cien a uno? ¿mil a uno? creo que mucho más...).
Pero además, resulta hasta irónico escuchar -antes al presidente
Bush y ahora al presidente Aznar- hablar de que "combatirán al
terrorismo hasta derrotarlo." Como si el "terrorismo" fuera un
ejército de carne y hueso y no un método de lucha que usan los
desesperados, los codiciosos o los mezquinos. Como si no entendieran
que con la guerra sólo se logra más guerra y se entra en un círculo
vicioso del cual es imposible salir. La violencia se alimenta de
violencia: Bush y Bin Laden (puestos meramente como símbolos) son
socios en la misma empresa y uno se retroalimenta del otro. Bush no
hubiera podido lograr sus objetivos hegemónicos si no hubiera
existido Bin Laden, por eso "lo inventó" (como también "inventó" a
Sadam Husein), y viceversa. La "Guerra contra el Terrorismo" de Bush
sólo nos ha traído más guerra y más terrorismo. Con sus promesas de
más violencia, Aznar también parece olvidar que Felipe González ya
antes intentó infructuosamente derrotar a ETA en el campo militar,
aplicando lisa y llanamente el terrorismo de estado y la guerra
sucia de la mano de sus GAL.
Pero hay un terrorismo del que nadie habla, y a mi modo de ver, es
el terrorismo primigenio, el padre de todos los demás: el Terrorismo
Económico. Porque en definitiva no ha sido nunca otro el responsable
de los demás terrorismos, que sólo son sus derivados. Porque detrás
de cada fundamentalismo religioso o étnico, se esconde siempre este
otro fundamentalismo hijo de la codicia o de la lucha contra la
codicia. Desde que el hombre inventó la agricultura -posibilitando
así la acumulación de la riqueza- nuestra historia no ha sido otra
cosa que la lucha de unos por conservarla, de otros por apropiársela
para sí, y de unos otros para repartirla equitativamente entre sus
iguales.
En los últimos años, hemos venido asistiendo a una abrumadora
acumulación de capital, sólo comparable a la de las épocas de la
conquista de América y la rapiña de Asia y África a manos de los muy
respetables europeos. Cada vez hay más riqueza, y esa riqueza cada
vez está en menos manos. En la loca carrera por acumular más y más,
los países centrales, sus instituciones financieras, sus
millonarios, sus empresas, y sus gobiernos; no paran mientes en usar
cualquier método a su alcance para desangrar más y más a los
habitantes de los países periféricos. En los años 60 su mira estuvo
puesta en Indochina, en los 70 en América Latina, en los 80 en
África, en los 90 (y hasta hoy) en Asia... (Esto puede parecer muy
esquemático. Lo es).
Esas aguas, y no la maldad innata de algún fanático religioso o
racista, son las que han traído estos lodos. Los "líderes mundiales"
lo saben muy bien, pero no están dispuestos a renunciar a su super-
explotación imperialista para pacificar el mundo. Acusan a sus
enemigos de "fundamentalistas" sin reconocer que ellos practican un
"Fundamentalismo Económico Capitalista" que -como todo
fundamentalismo- no acepta la existencia de otras opciones
económicas (la de Cuba, por ejemplo). Pero además, la guerra
permanente es un excelente negocio en muchos frentes. En lo
estrictamente económico, la venta legal e ilegal de armas es una de
las actividades más lucrativas. La fabricación de esas armas y su
inmediata destrucción, es la mejor manera de seguir produciendo
riqueza sin redistribuirla.
En lo ideológico, esa situación de guerra permanente funciona como
la excusa perfecta para limitar las libertades individuales y
colectivas. De esa manera, los países centrales están hoy en
excelentes condiciones para controlar a su población (las "Actas
Patrióticas" legisladas por el gobierno de Bush el pequeño son un
ejemplo paradigmático de ello), a la que -disimuladamente- también
han comenzado a super explotar. Mientras los ciudadanos comunes
europeos y estadounidenses miran con desconfianza y temen al
extranjero y al inmigrante, sus gobiernos no sólo limitan sus
derechos, sino que cierran sus fuentes de empleo y las trasladan a
la periferia, mengüan cada vez más la asistencia social estatal y
rebajan sus salarios.
Precisamente, con este planteo de "lucha contra el terrorismo," y
"contra todos los fundamentalismos étnicos y religiosos," los
poderosos logran que la verdadera lucha, la lucha de clases, pase a
un segundo plano. En su libro "Antropología Cultural," el
antropólogo estadounidense Marvin Harris cita a su colega y
connacional T.B. Bottomore hablando este asunto: "Tanto la
persecución, segregación y explotación de énclaves minoritarios por
mayorías raciales y étnicas solidarias, como el propio activismo
solidario de los énclaves minoritarios pueden contemplarse como
formas de lucha política y económica que preservan la pauta global
de la estratificación de clases. En lugar de organizarse para
mejorar las escuelas, barrios, empleos y servicios de salud de
todos, las minorías étnicas y raciales buscan su propio provecho a
expensas de otras minorías. El chauvinismo étnico, empuja así a 'los
que no tienen nada' contra 'los que tienen poco', permitiendo a 'los
que tienen todo' mantener su concentración de riqueza y poder." (2)
Estoy de acuerdo.
(1) Curiosamente, los campos de concentración modernos fueron
"inventados" por los españoles, quienes los utilizaron en Cuba
durante la guerra por la independencia de la isla (1898) con el fin
de concentrar a la población rural en una zona concreta donde sería
más fácil su control y evitar así su apoyo a la revolución Martiana.
(2) Marvin Harris-Antropología Cultural-Alianza Editorial, LB 3002
(1990)
T.B. Bottomore - Classes in Modern Society-Random House (1966)
* Andrés Capelán. Comcosur/Montevideo
https://www.alainet.org/es/articulo/109587
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