De cara a Cancún - Las negociaciones multilaterales en el camino de los TLC y el ALCA
03/09/2003
- Opinión
Para algunos países latinoamericanos y caribeños el rumbo hacia
Cancún se ha anticipado considerablemente a través de las
abundantes ratificaciones de Tratados de Libre Comercio (TLC) y
las negociaciones del Área de Libre Comercio de las Américas
(ALCA). Muchos de los aspectos que se buscan abordar en la
reunión de la Organización Mundial del Comercio (OMC) de
septiembre de 2003, ya están vigentes o están en proceso de ser
aprobados por los gobiernos de la región.
Tanto en el borrador del ALCA como en los TLC se conceden
importantes privilegios a las transnacionales estadounidenses, a
través del tratamiento que estos acuerdos les otorgan en materia
de inversiones, compras gubernamentales, liberalización de
servicios, derechos de propiedad intelectual y políticas de
competencia. La ratificación de estos acuerdos y tratados
internacionales por parte de los parlamentos o senados, los
convierten en leyes de la República, y por su jerarquía jurídica
subordinan a toda la legislación secundaria, convirtiendo los
privilegios para la transnacionales, en derechos exigibles ante
tribunales internacionales privados -como el CIADI o el CNUDI- .
Objetivos entre cruzados: OMC, ALCA y TLC
En el ámbito regional las negociaciones combinan y simultanean la
vía de la negociación regional -ALCA-- con la vía bilateral -a
través de los TLC y los Tratados Bilaterales de Inversión (TBI)--
. En este proceso el gobierno estadounidense encuentra en la
región muy pocos o ningún contrapeso que pueda afectar su
pretención de obtener ventajas absolutas, en desmedro de los
intereses del resto de países del hemisferio, sobre todo de las
pequeñas economías.
A la falta de capacidad real para incidir en el cauce y
contenidos de las negociaciones por parte de las pequeñas
economías del hemisferio, se adiciona la actitud obsecuente de la
mayoría de sus gobiernos, manifiesta en las posturas de los
equipos negociadores, que lejos de buscar aquellas condiciones
que contribuyan al bienestar y desarrollo de sus naciones, se
limitan a la discusión de formalidades, sin que se incluya el
cuestionamiento de los principios y contenidos fundamentales del
ALCA y los TLC, desde donde se larvan los mayores perjuicios y
efectos lesivos para el desarrollo de los pueblos.
No obstante, vale destacar que en el cause de las negociaciones
del ALCA han surgido importantes obstáculos derivados de la
postura de algunos países -como Brasil y Venezuela-que han
enfrentado el proceso de negociaciones afirmando sus intereses
nacionales; lo cual les ha llevado a posicionarse críticamente
frente al proyecto del ALCA, y sentar un importante precedente
entre los países de la región al desmarcarse de la posición
complaciente con Estados Unidos que mantiene el resto de
gobiernos. Brasil se opone al tratamiento asimétrico que el ALCA
le otorgaría en materia de acceso de bienes al mercado
estadounidense, principlamente en bienes agrícolas y acero , y
Venezuela ve en el ALCA una seria amenaza, por lo que
expresamente ha planteado se considere la postergación del
período de entrada en vigor del ALCA hasta el 2010.
En este escenario Estados Unidos no debilitará su afán de firmar
el ALCA, pues es obvio que tener un acuerdo tan amplio resulta
estratégico para su gobierno , aunque no insustituible. Así, es
de esperar que se mantengan las presiones hacia los gobiernos de
Brasil y Venezuela para torcer su postura y concretizar el
proyecto en el 2005; pero la apuesta más segura de los Estados
Unidos se ubica en la vía bilateral, profundizando la suscripción
de TLC y buscando ratificar más TBI. El énfasis conferido a los
TLC se constata en la celeridad con que se busca completar en
diciembre de 2003 el TLC entre Estados Unidos y Centroamérica
(TLCEUCA); además, para la región centroamericana este tratado es
equivalente al ALCA.
Potenciando las ventajas regionales al plano multilateral
Estos acuerdos "leoninos" logrados por el gobierno estadounidense
a través de negociaciones bilaterales han estimulado el interés
de un grupo de países de la OMC --lidereados por la la Unión
Europea, Japón y Corea del Sur-que pretenden recibir en "bandeja
de oro" los mismo privilegios de que ya gozan las empresas
estadounidenses. La intención de estos países es
"multilateralizar" dichas ventajas, convirtiendo a la OMC en el
Foro que de tratamiento a los Nuevos Temas de Singapore .
La táctica del grupo de países lidereado por la Unión Europea
consiste en la inclusión de los cuatro temas en un solo
"paquete", con lo cual se obviaría bajar la discusión a los
grupos sobre los contenidos y los aspectos específicos. Aunque a
la fecha resulte poco probable la aprobación de estas temáticas
antes o durante Cancún, se prevé que la Unión Europea presionará
para avanzar en la liberalización de los servicios y concesiones
a sus inversiones en las economías subdesarrolladas. Esto
equivale a trocar "libre acceso" a los mercados agrícolas de los
países desarrollados a cambio de que se abran los servicios y
las compras gubernamentales a las empresas transnacionales.
Aunque vale decir, que esto se plantea para un horizonte temporal
más largo plazo.
En contraposición a la postura que busca multilateralizar las
inversiones, existe una fuerte oposición de algunos países
subdesarrollados, empujada por India, Malasya, Zimbabwe,
Tanzania, Kenya, Belice, Uganda y Sri Lanka, quienes postulan que
estos acuerdos operan a favor de las corporaciones
transnacionales y llevarían "vaciar" las economías periféricas en
tanto reducen las competencias del Estado en materia de
inversiones; además argumentan que con estas medidas, lejos de
apoyar a las pequeñas economías, se busca proteger jurídica y
políticamente a las inversiones; que no existe reciprocidad entre
el que invierte y el que recibe, como para poder compensar a los
países receptores, estableciendo obligaciones a las empresas
transnacionales.
Las posturas de los gobiernos latinoamericanos y caribeños ante
la OMC -en general-resultan ser tan faltas de transparencia y
accesibilidad como las que tienen lugar en las negociaciones
regionales y bilaterales; sin embargo, se puede encontrar en
Ginebra -sede de la OMC-- alguna puerta para accesar a
información. En materia de los Nuevos Temas de Singapore, se
conoce que Argentina, Chile, México, Costa Rica y Colombia apoyan
al grupo de la Unión Europea que busca promover la negociación de
inversión en la OMC, aunque no necesariamente comparten las
demandas en cuanto a plazos y niveles de implementación.
En el grupo de países "oscilantes", que suelen estar silenciosos
en los debates y que todavía están acomodando sus apuestas,
figuran Brasil -que tiene la presidencia del Grupo de Discusión--
, Cuba, República Dominicana, Perú, Venezuela, Jamaica y Bolivia.
Con excepción de Belice, que integra el grupo opositor de India y
algunos países del CARICOM, que mantienen una "oposición
silenciosa"; del resto de países del continente no se conoce su
postura, aunque éstas podrían inferirse a partir del manejo que
hacen en las negociaciones del ALCA.
En materia de inversiones existe una enorme coincidencia entre
los contenidos propuestos por el grupo de la Unión Europea en el
seno de la OMC con los que se desarrollan en el capítulo de
inversiones de los TLC y del ALCA. En ellos se garantizan los
derechos de establecimiento para el inversionista frente a la
prohibición de regulaciones por parte de los gobiernos de los
países receptores; amparado en la búsqueda de un trato no
discriminatorio para la inversión extranjera, se exige trato
nacional, con lo cual en la prácica se da ventaja a los
inversionistas extranjeros y discrimina en contra de los débiles
y locales; además, de introducir la cláusula de inversionista-
Estado y ampliar la definición de expropiaciones indirectas
hasta considerar incluir cualquier regulación pública que pueda
inhibir la potencial obtención de ganancias futuras.
La OMC no es el foro idóneo, ni apropiado para el abordaje de
temas como las inversiones , y un tratado multilateral de
invesiones -a la usansa del fracasado AMI-resultaría altamente
lesivo a los intereses de las pequeñas economías del planeta,
quienes replicarían los impactos negativos que ya se están
padeciendo en países como México, Canadá y Bolivia producto de
acuerdos bilaterales con Estados Unidos. Sólo en los últimos años
hay más de 25 casos de demandas interpuestas por transnacionales
contra Estados nacionales ante el CIADI y CNUDMI .
Negociaciones en varios carriles
Por otro lado, en esta maraña de negociaciones el plazo de
presentación de las ofertas para liberalización en el ALCA venció
el 15 de marzo de 2003; la mayoría de las ofertas no se hicieron
públicas, salvo para Brasil y Estados Unidos; pero en general
éstas se han centrado en servicios. Las ofertas en agricultura
han resultado ser un fracaso, pues Estados Unidos ha trasladado
el tema al escenario de negociación de la OMC, con lo cual
evidentemente gana, mientras que el resto de países del
hemisferio pierden porque las ofertas de apertura se han
concentrando en servicios, con lo que se facilitaría la entrada
de la inversión transnacional estadounidense.
Los gobiernos ven en los TLC, el ALCA y la OMC la continuación
natural del proceso de ajuste estrutural que llevó a la
privatizaicón de las principales empresas públicas y a la venta
de los activos del Estado. La falta de transparencia sobre las
negociaciones -en general-y sobre la liberalización de los
servicios que ofrece cada país -en particular--, pretende ocultar
la inclusión de servicios públicos o de utilidad pública como
salud, educación, recursos hídricos, energía, fondos de pensión,
entre otros; y con ello evitar la generación de condiciones
sociales y políticas que generen ruido al proceso que se lleva
sigilosamente.
Muchos de los países no pueden ir más allá de lo ofrecido en la
OMC, que ya es demasiado. Hay países como Perú y Colombia que han
propuesto listas de servicios a liberalizar en negativo, o Brasil
que propone una lista en positivo; con ello se corre el peligro
de abrir la posibilidad de liberalizar todo lo que no está
incluído en la lista en negativo, o que en la lista en positivo
se incluyan servicios públicos cuya liberalización pueda afectar
negativamente a la población.
La estrategia de negociación ALCA y TLC del equipo
estadounidense, se basa en la utilización de información
incompleta y ofrecimientos diferenciados a los países, con el
propósito de generar divisiones y recoger mayores beneficios por
la vía bilateral. Esto se hace patente en la 4ª. Ronda de
Negociación del TLCEUCA, donde la propuesta estadounidense llevó
a romper la posición conjunta de los países centroamericanos, con
el desconocimiento de los acuerdos por parte del equipo
negociador de Guatemala; también se constata en el ALCA en la
reacción de Estados Unidos ante la oferta brasileña sobre
aranceles, que otorga un trato diferenciado a los países -en
perjuicio de Brasil--, en el orden que sigue: Caribe,
Centroamérica, Región Andina y finalmente Mercosur; además, se
están destruyendo algunas alianzas como el caso de la Comunidad
Andina, donde cada uno actúa por su lado y no como bloque.
La lógica de las negociaciones y la sociedad civil
Como se confirma en el caso de inversiones, los TLC y el ALCA
profundizan el tratamiento otorgado que se pretende dar en los
acuerdos de la OMC. En general, las negociaciones bilaterales y
regionales van más allá de los "logros" multilaterales; así,
Estados Unidos plantea en el TLCEUCA, ampliar el plazo de
protección para las patentes hasta 25 años ; busca una
considerable apertura en materia de Compras de Gobierno -pese a
que la legislación estadounidense establece importantes
restricciones a las empresas extranjeras para participar en
licitaciones públicas en los ámbitos estaduales y federales, en
franca contravensión al principio de trato nacional--; además, se
prevé que la lista de servicios a liberalizar en la región
alcanza servicios de utilidad pública como los recursos hídricos
y servicios públicos como la salud, seguridad social y educación.
A juzgar por los contenidos y la lógica que transversalmente
cruzan los TLC y el borrador del ALCA, estos representan
auténticas cartas de derechos para las corporaciones
transnacionales, todo apunta a garantizar y hacer prevalecer sus
intereses, por encima de los derechos de trabajadores y
trabajadoras, de las personas consumidoras, o de los Derechos
Económicos, Sociales y Culturales (DESC) de la población, o de la
misma sustentabilidad. Se dibuja nítidamente que estos tratados y
acuerdos están cosidos con el hilo de la maximización de las
ganancias, y constituyen instrumentos muy eficientes para generar
las condiciones óptimas que permitan la acumulación del capital
transnacional.
Ni el TLC, ni el ALCA, ni los acuerdos de la OMC están diseñados
desde y para los intereses de la población, sus impactos se
concentran en afecciones a la población de menores ingresos, las
empresas nacionales menos competitivas y en el deterioro del
medio ambiente y los recursos naturales. Ni el ALCA ni los TLC
son proyectos reformables, pues cada capítulo está cuidadosamente
definido para garantizar transversalmente su lógica, en
detrimento del cumplimiento de los DESC. La inclusión de
cláusulas laborales o ambientales a estos proyectos no resuelve
esta sustancial carencia, y sólo responde a la intención retórica
de "dotarle un rostro humano" a los tratados, que favorezcan su
"mercadeo" en el actual contexto en que están evidenciados sus
profundos perjuicios sociales, económicos, políticos y
ambientales.
La coincidencia y complementariedad de los propósitos del ALCA,
TLC y OMC hace que desde la sociedad civil se busque vincular y
articular las tres problemáticas, visibilizando sus efectos
convergentes a través de temas sensibles que afectan la
cotidianeidad de la población, como son los impactos en la
agricultura -y en la población rural-- y la privatización de los
servicios públicos, especialmente del agua.
Frente al hermetismo gubernamental y la exclusión de toda
participación real de la ciudadanía en las negociaciones y la
definición de las agendas -lo cual resulta coherente con los
cometidos de estos proyectos--, se ha venido configurando entre
las organizaciones sociales de la región una postura de rechazo
al ALCA y los TLC, que encuentra su fundamentación en el análisis
de los textos de los Tratados y en el estudio de experiencias
claramente negativas --como la mexicana--.
La Alianza Social Continental (ASC) representa un esfuerzo
hemisférico de integración de los pueblos, desde hace varios años
ha venido trabajando en la elaboración de propuestas alternativas
al ALCA que se fundamentan en los principios de participación
democrática, sustentabilidad, reducción de las brechas de
desigualdad y afirmación de los proyectos nacionales de
desarrollo.
Las propuestas afirman el derecho soberano de los pueblos de
definir el rumbo que decidan, se reconoce la necesidad de
establecer regulaciones a las inversiones extranjeras en función
de las políticas nacionales de desarrollo, la supresión de la
cláusula de inversionista-Estado y el establecimiento de tratos
preferenciales para las pequeñas economías, que superen la
discriminación de facto para las empresas nacionales que genera
el trato nacional. También recoge el carácter inalienable de los
derechos humanos, que deben prevalecer ante las intenciones
privatizadoras de los servicios públicos o la afirmación de los
derechos de propiedad intelectual; reconoce la importancia de
estimular la producción nacional en un entorno armonioso con el
medio ambiente y la conservación de los recursos naturales.
Paralelo al proceso de negociaciones regionales y bilaterales,
los movimientos sociales han venido interiorizando los perjuicios
derivados de los tratados y acuerdos comerciales, esto ha
representado un paso en positivo en la lucha de resistencia de
los pueblos, y podría significar para algunos gobiernos un hecho
que les persuada de no abrir totalmente los temas ALCA por temor
a brotes de descontento social, inclusive de carácter
insurreccional en algunos casos.
Las movilizaciones en contra del "libre comercio", han tenido
especial énfasis en las regiones rurales de algunos países como
México y Perú, y en general en todo el continente. Estas acciones
han sido acompañadas de un mayor recrudecimiento de la represión,
y se conoce que en el caso mexicano, el movimiento El Campo No
Aguanta Más, ha generado una enorme presión que ha llevado al
gobierno a reconocer la necesidad de renegociar el tema agrícola
en el TLCAN.
La postura de resistencia se va formtaleciendo en el hemisferio,
y se hace cada vez más visible en el sin número de actividades
coordinadas, Campañas y acciones ciudadanas que, desde una visión
propositiva, empujan hacia la construcción de Otra América.
* Raúl Moreno, economista salvadoreño, es Director de la Red
Ciudadana Frente al Comercio e Inversión Sinti-Techan. El
presente artículo fue publicado por la Fundación Heinrich Böll,
Ver Cartas de Cancún, www.cancun2003.org
https://www.alainet.org/es/articulo/108259
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