“Madrugón” en la “democracia salvadoreña”: la ratificación del TLC entre Centroamérica y Estados Unidos
04/01/2005
- Opinión
Pasadas las tres de la madrugada del 17 de diciembre del
2004, la derecha salvadoreña a través de los diputados y
diputadas de las fracciones Alianza Repúblicana
Nacionalista (ARENA), Partido de Conciliación Nacional
(PCN) y Partido Demócrata Cristiano (PDC), vuelve a hacer
gala nuevamente de sus viejas prácticas retrógradas, y en
un flagrante irrespeto al debido proceso y a las mínimas
prácticas democráticas, deciden modificar la agenda de la
sesión plenaria de la Asamblea Legislativa de El Salvador
para ratificar en un “madrugón” el Tratado de Libre
Comercio entre Centro América, República Dominicana y
Estados Unidos (TLC CA-RD-EU).
Es evidente que de la derecha, de sus partidos políticos y
sus diputados no se puede esperar iniciativa o Ley alguna
en beneficio del pueblo salvadoreño; no obstante, la
noticia de la ratificación de un tratado como el TLC CA-RD-
EU en un “madrugón”, es siempre un acto repugnante e
inadmisible que desnuda la inexistencia de un Estado
“Derecho” post-Acuerdos de Paz, y que confirma la vigencia
de las seculares prácticas de imposición de los intereses
minoritarios, anulando las más elementales normas de
convivencia pacífica y democrática en el país.
El TLC CA-RD-EU ha sido ratificado con dispensa de trámite
por 49 votos a favor –ARENA, PCN y PDC-- y 35 en votos en
contra --del Frente Farabundo Martí para la Liberación
Nacional (FMLN) y del Centro Democrático Unido (CDU)--, sin
que el pleno haya siquiera leído una sola línea de las
2,500 páginas plagadas de tecnicismos que incluye su texto,
mucho menos que se hayan detenido a analizar las
implicaciones y alcances de esta decisión. Esto representa
un acto burdo y de magna irresponsabilidad. No cabe duda
que la inmensa mayoría de quienes ratificaron el TLC CA-RD-
EU no tienen la mínima idea de lo que esto implica, pero
que para estos “diputados y diputadas” fue suficiente saber
cuánto y qué recibirían por haber “levantado la mano”.
Una vez más los diputados y diputadas de derecha han vuelto
a incumplir su juramento de velar por los intereses del
pueblo salvadoreño, a quienes supuestamente representan.
Además, con la ratificación del TLC CA-RD-EU estos
personajes también han violado su juramento de hacer
cumplir la Constitución y la Ley, pues han votado a favor
de un tratado que resulta claramente atentatorio contra la
vigencia de los Derechos Económicos, Sociales y Culturales
(DESC), consignados en la Constitución y también recogidos
en Convenciones y Tratados Internacionales.
Pese a que las organizaciones sociales demandaron
reiteradamente de la Asamblea Legislativa que asumiera con
responsabilidad e inteligencia esta decisión, desmarcándose
de intereses minúsculos y corporativos que promueven el TLC
CA-RD-EU, para anteponer los intereses de la mayoría de la
población. Con la ratificación del tratado estos diputados
cargan con la enorme irresponsabilidad de someter mucho más
a nuestro país en un esquema de condicionalidades del cual
no podremos sustraernos, y que limitará cualquier
posibilidad de construir un proyecto nacional.
El mínimo análisis científico y objetivo del texto del TLC
CA-RD-EU identifica claramente los efectos perversos a que
conllevará este tratado para la población salvadoreña, las
empresas nacionales, el Estado, los recursos naturales y el
medio ambiente. Sin embargo, esto resultó irrelevante para
los diputados de derecha a la hora de ratificar el TLC CA-
RD-EU, bastó con que la fracción oficial recibiera la orden
de la cúpula empresarial y algún “incentivo” que motivara a
las fracciones del PCN y PDC a dar sus votos –que podría
incluir el dictamen de la Corte Suprema de Justicia para
“salvar” a estos dos partidos políticos de la desaparición
impuesta por el electorado salvadoreño en los pasados
comicios de marzo del 2004--.
Esto hechos refuerzan la percepción que la población
salvadoreña tiene del “primer órgano del Estado”, no es
extraño que sea la Asamblea Legislativa la institución más
desprestigiada en el país, y que en general la imagen de
“diputados y diputadas” gocen del repudio y falta de
credibilidad de la población, como lo demuestran las
diversas encuestas de opinión. Nada contribuyen estas
prácticas al fortalecimiento institucional y a la
restitución de la credibilidad e imagen de este ente y de
sus miembros; además, con estas decisiones dicho Órgano
sólo abona a crear un clima de ingobernabilidad social.
Estamos acostumbrados a los paquetazos, madrugones, compra-
venta de votos, diputados de “izquierda” que se tornan en
diputados de derecha, negociaciones turbias y
antidemocráticas. Así han discurrido las cosas en nuestro
subdesarrollado El Salvador, sin que a la fecha se juzgue a
estos personajes por las nefastas consecuencias de sus
decisiones. Si en nuestro país reinara un Estado de
Derecho, tendríamos muchos diputados, ex-presidentes, ex-
ministros y altos funcionarios públicos “disfrutando de la
tranquilidad” del sistema penitenciario que ellos mismos se
niegan a reformar.
Una vez más, merece la pena cuestionar a estos personajes
que votaron por la ratificación del TLC CA-RD-EU si
asumirán su responsabilidad por las consecuencias negativas
provocadas por este tratado sobre la población salvadoreña:
el desempleo generado por la quiebra de empresas
nacionales, la mercantilización de los servicios públicos,
el encarecimiento de las tarifas y el alza en el precio de
los medicamentos, la profundización del deterioro del medio
ambiente, la ingesta masiva de alimentos modificados
genéticamente, la quiebra de la producción agropecuaria, la
inseguridad alimentaría, y con ello el incremento de las
migraciones y el mayor desarraigo cultural de los pueblos.
En la memoria colectiva de la población continúan frescos
todavía los subterfugios utilizados por el gobierno para la
aprobación de la mal llamada Ley de Integración Monetaria,
la cual fue promocionada por Francisco Flores --ex
presidente de la República y actual candidato a Secretario
General de la Organización de Estados Americanos, OEA--,
como el “secreto mejor guardado en el país” y que fue
aprobada por los diputados de derecha a cambio de que no se
eximiera del “fuero parlamentario” a un diputado ebrio y
pistolero. Este nefasto hecho llevó a la dolarización de la
economía salvadoreña, la eliminación del colón --nuestra
moneda--, de la banca central, y de las políticas cambiaria
y financiera, con lo cual se redujo al mínimo el escaso
margen de maniobra del Estado en la definición de la
política económica.
Con la consumación de este acto de magna irresponsabilidad,
el TLC CA-RD-EU se convierte en Ley de la República, con
predominio sobre el marco jurídico nacional y que entraña
importantes violaciones a la Constitución y a Convenios y
Tratados en materia de Derechos Humanos suscritos por El
Salvador. El TLC CA-RD-EU atenta contra el proceso de
integración centroamericana, contra la prevalencia del
principio de trato no discriminatorio para las personas
nacionales, contra la aplicación y vigencia de los DESC,
contra el marco jurídico para la resolución de
controversias en materia comercial, entre otros.
El TLC CA-RD-EU no es un simple tratado que regula el
comercio de mercancías, como lo promociona el gobierno.
Estamos ante un instrumento que determinará la definición
de nuestras políticas públicas, y que eliminará toda
posibilidad de que el actual y los futuros gobiernos
salvadoreños puedan aplicar políticas económicas, sociales
y ambientales coherentes con los objetivos del desarrollo
nacional y de la integración centroamericana.
Los argumentos de quienes promueven el TLC CA-RD-EU como
una oportunidad y clave para el “desarrollo, progreso y
bienestar” se basan en planteamientos reconocidos como
fracasados --por el mismo Banco Mundial—a juzgar por los
catastróficos resultados que han generado en muchos países
en que se han aplicado. Este tratado no ha sido inspirado
ni construido desde ni para los intereses ciudadanos, o de
las pequeñas y medianas empresas nacionales, o del respeto
al medio ambiente. Los contenidos de estos tratados carecen
de una lógica de derechos humanos -laborales, sociales,
políticos, culturales, migratorios y ambientales–.
En contraposición a la búsqueda de los valores centrales
indispensables para que una sociedad aspire a un estadio de
“desarrollo”, el TLC CA-RD-EU apunta hacia su negación e
inobservancia. En un proyecto nacional de desarrollo, antes
que todo debería garantizarse el sustento vital para
satisfacer las necesidades básicas de la población; pero
también es condición sustantiva, fomentar la autoestima de
las personas expresa en el sentimiento de valía y de
respeto a uno de mismo, de no ser utilizado e
instrumentalizado; además, es necesaria la activa
participación democrática, que se manifiesta en el poder de
elegir unas condiciones que nos liberen de unas condiciones
de vida alienantes o de servidumbre social.
Nada más alejado de la realidad salvadoreña, nuestra
sociedad es una muestra evidente de la carencia de un
“Estado de Derecho” y de “democracia real”, la relativa
vigencia de algunas libertades civiles y políticas
contrasta con la inobservancia de los DESC, la
profundización de la pobreza y de la desigualdad hasta
niveles repugnantes, cuya situación se ha venido larvando
durante los quince años de reformas económicas e
institucionales promovidas desde las fracciones de derecha
en la Asamblea Legislativa, y a juzgar por los estudios de
impactos y las experiencias de otros países, el TLC CA-RD-
EU agravará aún más.
La consolidación de un núcleo hegemónico que constituye el
poder fáctico en el país, el mismo que ha implementado los
programas de ajuste estructural a través de las cuatro
administraciones de ARENA, con lo cual se ha privilegiado a
la banca y a unas cuantas empresas insignias de su
propiedad, ahora buscan asestar la estocada final de las
reformas pendientes con la ratificación del TLC. Y nada
mejor que legitimarlo jurídicamente, sin preocuparse por lo
vulgar y repugnante que resulte el método: comprar votos de
los partidos de derecha, y repellar la imagen con
multimillonarias campañas mediáticas.
El presidente de la República de El Salvador no oculta su
alegría por un TLC ratificado en un madrugón y da cuenta al
gobierno estadounidense de su “misión cumplida”. En el
largo “camino de la vergüenza” de los gobiernos de ARENA,
sumamos un nuevo hito: no sólo somos de los pocos países en
el planeta sin moneda nacional, que hace gala de contar con
los gobiernos más obsecuentes y entreguistas, sino que
también figuramos entre los países con los niveles de
desigualdad más altos a nivel mundial, con mayor deterioro
ambiental, con más alto nivel de violencia ciudadana, y con
esta decisión pasamos a ser el primer país centroamericano
en ratificar el TLC CA-RD-EU.
Vale decir que afortunadamente este hecho no es una
realidad, que su ratificación en el Congreso y la Casa de
Representantes de los Estados Unidos dista en la actualidad
de contar con los 218 votos que se requieren para su
ratificación. Es importante que los y las congresistas
estadounidenses discutan y analicen en profundidad los
perjuicios que entraña este Tratado para los pueblos y
empresas nacionales, y que NO ratifiquen el TLC CA-RD-EU.
Iniciativas como la “carta demócrata” de los congresistas
Hilda Solís y Raúl Grijalva, dan cuenta de la seria amenaza
que entraña el TLC CA-RD-EU, y se suman a la oposición de
otros sectores estadounidenses que adversan el tratado por
sus negativas implicaciones en los ámbitos laborales,
ambientales, productivos, inversiones, comerciales, entre
muchas.
Resulta inaudito que el gobierno salvadoreño financie una
campaña en el Congreso de los Estados Unidos, a través de
empresas estadounidenses, para convencer a los
representantes estadounidenses de la necesidad de ratificar
el TLC. Estos multimillonarios gastos son financiados con
recursos públicos salvadoreños, se suman a las onerosas
partidas del Ministerio de Economía desembolsadas durante
el proceso de “negociaciones”, y se realizan en un contexto
en el cual las cuentas fiscales de El Salvador se
encuentran en una lamentable situación deficitaria, con un
Proyecto de Presupuesto General de la Nación 2005 se ha
entregado desfinanciado –por octavo año consecutivo-- a la
Asamblea Legislativa para su aprobación.
Como se ha constatado en otros países de la región, el TLC
CA-RD-EU dispone del otorgamiento de préstamos para
financiar las “negociaciones” y actividades de cabildeo
tendientes a su ratificación. Esto resulta simplemente
inadmisible, no sólo porque presiona aún más los alarmantes
niveles de endeudamiento público, sino porque constituyen
gastos improductivos y perjudiciales para el mismo
crecimiento de la economía, y representan un altísimo coste
de oportunidad para nuestros ingresos públicos, en tanto
constituye una importante erogación que bien podría
canalizarse para inversión social.
La ratificación del TLC CA-RD-EU y profundización de las
políticas neoliberales nos obliga a plantear la necesidad
de avanzar en el ejercicio de nuestro derecho ciudadano de
construir un proyecto nacional de desarrollo, de un nuevo
país justo, pacífico y sustentable. En este sentido, es
importante que la ciudadanía y las organizaciones sociales
profundicen la lucha de resistencia y la construcción de
poder popular desde las comunidades hasta lograr que se
gobierne y legisle a su favor.
Más que un TLC CA-RD-EU, se requiere impulsar acuerdos de
cooperación entre los países latinoamericanos y los Estados
Unidos, inscritos en su propia estrategia de desarrollo y,
construidos desde una lógica solidaria que estimule el
desarrollo sustentable y equitativo de cada país y que
propenda hacia la integración de los pueblos
centroamericanos.
* Raúl Moreno. Economista, Catedrático de la Escuela de Economía de la Universidad de El Salvador y miembro de la
Red Ciudadana de Acción frente al Comercio e Inversión, SINTI TECHAN.
https://www.alainet.org/es/active/7317
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