Francia, la guerra y la ONU
09/04/2003
- Opinión
A las tres semanas de su inicio, la guerra de Irak
confirma su carácter de expedición punitiva conforme a la
tradición colonial de las potencias del Norte. Terreno de
ensayo de la efectividad del armamento de tipo extra-
terrestre contra un pueblo desarmado y debilitado por 12
años de privaciones por motivo de embargo infligido por los
Estados Unidos a través de una resolución de la ONU.
A la hora en que los millones de manifestantes anti-
guerra elogian a Francia y la ONU y confían en su rol de
protector del porvenir del pueblo irakí martirizado por
bombas y misiles, y de defensor del derecho internacional,
conviene recordar las transacciones políticas entorno a las
Naciones Unidas que transformaron el gobierno francés en
paladín de la paz y llevaron un ingenuo latinoamericano a
proponer el presidente Chirac para el premio Nobel de la
Paz.
El presidente Chirac no logró parar la guerra y luego
del estallido se mostró resignado esperando que todo termine
rápidamente e invitando a prepararse para la reconstrucción
de Irak. En efecto, desde el comienzo de la invasión, los
informes acerca de la era «post Saddam» y la reconstrucción
fueron temas obligados de los «medias» franceses, de manera
que todas las noticias incluyendo las masacres de civiles
sean relativizadas por la perspectiva de la «liberacion» de
Irak. Cuando los franceses indignados por la crueldad de
las operaciones militares, empezaron a expresar su
solidaridad con los irakíes, el primer ministro J. P.
Raffarin lanzó: «no se equivoquen de enemigo en esta guerra,
los Estados Unidos son nuestros aliados y los apoyamos».
Esta aclaración indica que si existe una contradicción
geopolítica entre Francia y Estados Unidos existe también
una perfecta concordancia ideológica. Las 2 potencias
comparten el programa neoliberal de dominio del Tercer mundo
por medio del G8, de las IFI y de sus respectivas compañías
transnacionales, pero lo hacen con estilos políticos muy
distintos. Estos estilos traducen profundas diferencias
culturales, no se trata solo de sutileza contra la
brutalidad, sino del reconocimiento del peso de la historia
y de la cultura o de su desprecio cuando este peso
constituye un freno al cumplimiento brutal de un proyecto de
hegemonía política.
Estos pueden servir de indicadores para leer el
enfrentamiento de Francia con Estados Unidos en las Naciones
Unidas a partir del mes de octubre 2002. El gobierno norte
americano al publicar en el mes de septiembre «la nueva
doctrina estratégica de Estados Unidos» dejó en claro que se
atribuía el derecho a hacer guerra preventiva contra
cualquier país considerado enemigo sin haber padecido
cualquier ataque. Desde el mes de mayo del 2002 Donald
Rumsfeld anunciaba la guerra a Irak, para eliminar el
peligro de las supuestas armas de destrucción masiva. En el
seno del gobierno estadounidense Cheney y Rumsfeld no
estimaban necesario obtener una resolución de las Naciones
Unidas para legitimar la guerra contrariamente a la opinión
de Colin Powell que fue finalmente adoptada por Bush.
Desde entonces, la diplomacia francesa se dedicó a
poner trabas a la diplomacia norte americana. Pero el
sentido de estas tratas merece la atención. Cual es el
significado de la resolución 1441 por la cual la ONU vuelve
a imponer a Irak la presencia en su territorio de
inspectores (muchos de ellos siendo antiguos militares) para
verificar que no hay armas nucleares y armas letales y para
destruirlas si se encuentran (el gobierno irakí había
decidido en 1998 la expulsión de estos inspectores bajo el
pretexto que algunos de ellos eran simples agentes de los
Estados Unidos como el famoso Richard Butler).
Al instaurar el retorno de los inspectores y al imponer
a las autoridades irakíes la carga de probar la NO DETENCION
de armas letales o nucleares, la ONU mostraba su parcialidad
. Pero Francia, con esta resolución admitía y confirmaba la
sospecha que los Estados Unidos tenían sobre Irak. Seis
meses después, cuando esta misma guerra confirma la ausencia
de armas nucleares y de destrucción masiva, es muy difícil
creer en los nobles motivos que inspiraban la resolución
1441.
Hay que reconocer que la resolución 1441 tuvo por
efecto de retrasar la guerra y que los debates en las
Naciones Unidas dominados por la magnífica retórica de
Dominique de Villepin contribuyeron a estimular el
movimiento internacional contra la guerra . Además, la
amenaza de veto de los Franceses y luego los Rusos obligó al
gobierno norte-americano a afirmar abiertamente su
unilateralismo lo cual demostró a los pueblos del Norte (que
todavía dudaban) que Estados Unidos se burlaba de la ONU y
del derecho internacional. De esta manera, la diplomacia
francesa en la ONU ha contribuido a evidenciar el hegemonía
de Estados Unidos. Pero la rebelión diplomática francesa
tiene sus limitaciones; la diplomacia francesa no puede ir
más allá en la denuncia porque comparte muchos intereses con
su aliado y no se atrevió a seguir en su lógica.
En efecto Francia se abstuvo de hacer uso de las vías
del derecho internacional que se abrían con la invasión
militar de Irak (dudosa actitud compartida por Rusia y otros
países opuestos a la guerra). Francia tenia la posibilidad
de recurrir a la Asamblea general de las Naciones Unidas en
base a la resolución «UNITING FOR PEACE». Esta resolución
377 autoriza la Asamblea General a tomar recomendaciones
cuando el Consejo de Seguridad, en razón de desacuerdo entre
sus 5 miembros no responde a su obligación de garantizar la
paz y la seguridad en el mundo. Existe un caso de
aplicación de la resolución 377: en 1965, cuando Francia,
Israel y Gran Bretaña invadieron a Egipto después de la
nacionalización del canal de Suez por Nasser, el gobierno
norte-americano usando la resolución 377 obtuvo la condena
de la invasión por la Asamblea de las Naciones Unidas. Una
semana después las tropas invasoras se retiraban de Egipto.
Extrañamente, durante estas tres semanas de una
ofensiva feroz donde el gobierno norte americano proclamaba
su voluntad de sembrar el terror en la población civil (como
Hitler cuando lanzó su «blitzkrieg» sobre Londres), la
Asamblea General se quedó como espectadora muda. La ONU
parecía aplastada bajo los insultos de Bush, humillada por
los servicios de espionaje estadounidenses que se atrevieron
a violar la extraterritorialidad de la sede de la ONU con un
sistema de escucha instalado en la sala del Consejo de
Seguridad, avergonzada por haber desarmado un país que iba a
ser atacado por el ejercito más poderoso del mundo.
A la hora en que Francia aboga para el retorno de la
ONU en Irak arrasado por las bombas de fragmentación, los
cohetes de uranio, los misiles y varias armas ilegales, hay
muchos interrogantes acerca del futuro de la ONU . Para los
Estados Unidos la ONU tiene 2 funciones: servir de caución y
legitimación de cada una de sus operaciones imperiales y
servir de suplente civil en las guerras, especie de Cruz
Roja con amplias funciones caritativas destinadas a
apaciguar las poblaciones sufridas e indignadas. Por eso en
plena guerra de Irak se vio Condoleeza Rice, la flamante
jefe del CNS de Estados Unidos, llegar a la sede de la ONU
para entrevistarse con Kofi Anan acerca del papel de la ONU
en la ayuda a las poblaciones civiles en Irak.
Por su lado Tony Blair, como suplente de George Bush
abre caminos para la legitimación de la expedición militar a
Irak. En el dueto teatral organizado en Belfast (para
humillar a los irlandeses) Blair tiene el papel del valiente
europeo capaz de obtener concesiones de Bush para permitir a
los Europeos y la ONU participar a la reconstrucción de Irak
(compartir los negocios de 30 millardos de dólares pagados
por los irakíes con su petróleo en curso de los 3 próximos
años).
Pero Bush y su clan no están dispuestos a compartir un
negocio tan necesario para relanzar la economía norte-
americana en crisis, y asegurar los fondos destinados a
montar un gobierno irakí complaciente. Sin embargo, el gran
juego diplomático encabezado por Francia concierne mucho más
que el reparto de los beneficios sacados del despojo de
Irak. Puede ser la oportunidad de replantear las relaciones
Norte/Sur en el marco de las Naciones Unidas. Cuando
Dominique de Villepin, en su conferencia pronunciada delante
el Instituto Internacional de Estudios Estratégicos de
Londres el 27 de marzo, rechaza la doctrina de la guerra
preventiva y reafirma la preeminencia del derecho sobre la
fuerza, entiende recordar y hacer revivir la Carta de las
Naciones Unidas que reconoce la autonomía y la igualdad
entre todos los Estados, es decir la Non-ingerencia.
El invento del derecho de ingerencia humanitaria ha
sido instrumentalizado para servir la ingerencia política, y
luego las intervenciones armadas con la caución de la ONU.
La guerra a Irak ha abierto un nuevo capitulo, la ingerencia
armada. El gobierno norte-americano afirma que la
«liberación» de Irak está destinada a realizar su apertura
económica. América Latina conoce por experiencia la
relación entre programa de libre-cambio y programa militar,
pero la extensión al resto del mundo de la correlación entre
comercio y guerra encuentra ciertas reticencias.
Dentro de 2 meses, en Evian, el gobierno francés se reúne
con sus poderosos alter ego del G8, para contribuir a
orientar de manera discreta el destino de los pueblos del
planeta en particular los que no son sujetos sino objetos de
la ingerencia Norte/Sur. Será la oportunidad para Francia
como noble paladín del derecho de denunciar no solo la
guerra preventiva de Bush sino el principio de ingerencia
bajo el cual se castiga un gobierno y se masacra un pueblo.
Paris abril 2003
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