Gobierna el EZLN a 250 mil indígenas

02/01/2014
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A lo largo de 20 años, los insurgentes han creado escuelas, hospitales y hasta bancos, pero muestran rezagos en temas como justicia y apertura al mundo. El modelo zapatista inspiró a las policías comunitarias, guardias forestales y movimientos de resistencia
 
CARACOL DE MORELIA, CHIAPAS-- En el corazón boscoso de Chiapas, la tarde se ciñe sobre el Caracol de Morelia, una de las cinco zonas zapatistas, cuando la Junta de Buen Gobierno (JBG), la máxima autoridad en la región —integrada por tres muchachas, dos señoras y tres hombres—, toma su lugar en el salón para conocer los motivos de nuestra visita y decidir si permite nuestro ingreso o no.
 
Ninguno de sus integrantes trae el rostro cubierto. Ninguno recibe sueldo. Las muchachas visten blusas de algodón y pantalones de colores vistosos. Una señora porta el tradicional huipil y la falda tseltal de telar. Todos traen cuadernos escolares y anotan nuestros nombres.
 
—¿Por qué están aquí? —nos pregunta muy seria una de las jóvenes que debe rondar los 17 años.
 
Atestiguábamos el ejercicio de la autonomía zapatista que rompió toda relación con los gobiernos federal y estatal para crear sus propias formas de gobierno, justicia, educación y salud.

Bajo esta autogestión viven más de 250 mil indígenas tseltales, tsotsiles, tojolobales, choles, zoques y mames en 27 Municipios Autónomos Rebeldes Zapatistas (MAREZ), informa una fuente confiable cercana a la organización. Ellos representan 21.9% de la población indígena de Chiapas, que es de un  millón 141 mil 499, según Inegi.
 
El Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) se alzó el 1 de enero de 1994, el mismo día en que entraba en vigor el Tratado de Libre Comercio de Norteamérica (TLC), en exigencia de tierra, alimentación, trabajo, salud, educación, vivienda, justicia e igualdad para las poblaciones indígenas.
 
Ahora que cumple 20 años, el movimiento zapatista difunde sus logros: en salud, por ejemplo, erigió cuatro hospitales regionales equipados con quirófanos (zona fronteriza con Guatemala, Los Altos, Tzotz Choj y Selva Lacandona, éste último especializado en salud reproductiva y sexual), decenas de clínicas municipales, y además ha formado a más de mil 100 parteras y mil 500 herbolarias.
 
Actores centrales
 
En educación, Bruno Baronnet, doctor en ciencias sociales por El Colegio de México y la Universidad Sorbona de París, autor del libro Autonomía y educación indígena: Las escuelas zapatistas de la Selva Lacandona en Chiapas, registró que en los cinco Caracoles hay más de 500 escuelas primarias y secundarias “en resistencia”, en donde imparten clases mil 500 promotores de educación, y de donde han egresado más de 45 mil jóvenes  que atienden a sus comunidades en cuestiones de salud, educación y comunicación, o son autoridades ejidales o municipales autónomas.
 
En el área productiva los zapatistas crearon dos bancos, uno es el Banco Autónomo de Mujeres Zapatistas (Banamaz), y decenas de cooperativas de agroecología, ganaderas, tiendas comunitarias, fábricas bloqueras, panaderías, artesanías, productos medicinales herbolarios, y exportan café a Italia, Alemania, Francia y Grecia.
 
Francisco López Bárcenas, autor de 20 libros indigenistas, entre ellos Autonomía y derechos indígenas en México, piensa que el Ejército Zapatista provocó que en dos décadas los pueblos indígenas pasaran de ser actores marginales a actores centrales en la escena política.
 
“En estos 20  años las luchas más importantes de México y América Latina son las que protagonizan los pueblos indígenas”, dice.
 
Sin embargo, apunta que “la calidad de vida y el respeto de los derechos de los pueblos indígenas sigue igual que hace 20 años, y en algunos casos peor, pero eso no depende de los zapatistas sino de las políticas gubernamentales”.
 
 Los Caracoles
 
Un miliciano zapatista del Caracol de Oventik me explicó lo que entiende por autonomía zapatista: “no aceptamos  ayuda del mal gobierno, lo que tenemos nosotros es por nuestro trabajo, nuestro esfuerzo, y además queremos el bien de todos”. En sus instalaciones de salud, por ejemplo, atienden a zapatistas y no zapatistas.

Una fuente civil me dijo que en el hospitalito de Oventik, que cuenta con servicios de urgencias, cirugías, ginecología, oftalmología, dentista, endoscopía y ultrasonido, se han atendido “priístas, simpatizantes de Andrés Manuel López Obrador e incluso militares”.
 
Los cinco Caracoles zapatistas (La Realidad, Morelia, Roberto Barrios, La Garrucha y Oventik) se crearon en 2003.
 
Su detonante fue el rechazo legislativo de los Acuerdos de San Andrés por parte de todos los partidos políticos en 2001, pues el documento reconocía constitucionalmente el derecho de la autonomía de los pueblos indígenas y a la justicia e igualdad, y se había concertado tras siete años de negociación entre las partes, organizaciones indígenas e intelectuales del país.
 
Al crear los cinco Caracoles, el EZLN se dio el derecho de ejercer la autonomía que constitucionalmente le fue negada.
 
Las regiones se conformaron de manera territorial debido a que los 27 municipios autónomos están dispersos en un corredor que ocupa un tercio de la superficie de Chiapas, que comprende parte de la zona fronteriza con Guatemala, la Selva Lacandona, el bosque de Los Altos y de la zona Tzotz Choj.
 
Cada Caracol funciona de forma independiente y con reglas particulares, pero en común se decidió que quienes conforman las JBG -que atienden conflictos internos y externos y coordinan asuntos entre comunidades- se elijan en asamblea. Sus cargos son horizontales y dan cuenta de sus actividades.
 
Lo que varía por Caracol es el número de integrantes de la JBG, que rondan 24 personas, y el tiempo en el cargo puede ser de tres años con periodos rotativos de una a dos semanas. También varía la manera en que se coordinan con otras representaciones comunitarias.
 
Ningún cargo recibe paga, pero a partir del trabajo de las cooperativas, las comunidades dotan de maíz a los responsables o subsidian los gastos de transporte de autoridades o promotores.
 
También en algunos Caracoles se recurre a una fórmula: cada quien dona 10 días de trabajo al mes a la comunidad, y 20 días busca por su cuenta el sustento familiar.
 
Mariana Mora, autora del libro La Descolonización de la política: Zapatismo, autonomía y pueblos indígenas, de próxima publicación, dice que el EZLN, al consolidar sus Caracoles sin apoyos gubernamentales, tomando decisiones en colectivo, y empoderando a jóvenes y mujeres, “transformó el quehacer político en una ética”.
 
Marcos Arana, investigador del Centro de Capacitación en Ecología y Salud para Campesinos (CCESC), dice sin embargo que es primordial que las comunidades  se abran más al exterior para socializar sus logros, pues “han estado cerradas a hacerlo”.
 
El gran pendiente de los Caracoles es su sistema de justicia. En el material de video grabado para La Escuelita Zapatista de agosto de 2013, en la que el EZLN invitó a simpatizantes para compartirles sus resultados, un miliciano señala que carecen de infraestructura y programas para readaptar a los asesinos, violadores y ladrones.
 
El zapatista expone: “Porque ¿quién los va a cuidar? ¿Quién les va a dar de comer? ¿Quién los va a atender si se enferman? Por eso algunos se nos han pelado, pues”.
 
El efecto zapatista
 
Uno de los pilares de la lucha zapatista es el Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), firmado por México, que reivindica los derechos indígenas colectivos: al territorio, a la consulta, a la libre determinación, a la autonomía, a no ser discriminados.
 
El EZLN impactó diversos procesos autonómicos indígenas, entre los que está el surgimiento de las policías comunitarias a partir de 1997, ahora presentes en una decena de municipios de Guerrero y Michoacán, y en guardias forestales como la de Cherán, Michoacán.
 
Igualmente inspiró a comunidades en “resistencia” en contra de los pagos a la Comisión Federal de Electricidad (CFE), agrupadas en la Red Nacional de Resistencia a las Altas Tarifas de la Energía Eléctrica, con presencia en 16 estados.
 
Provocó proyectos de “rebeldía monetaria” como el de la moneda alternativa Tumin en Espinal, Veracruz, y la emergencia de luchas ciudadanas e indígenas en defensa del territorio y de recursos naturales y en contra de megaproyectos.
 
El Movimiento Mexicano de Afectados por las Presas y en Defensa de los Ríos (MAPDER), y La Red de Afectados por la Minería (REMA), entre otras instancias civiles, registran más de 55 conflictos comunitarios en el país en contra de los megaproyectos.
 
López Bárcenas enlista: “El EZLN ha impactado las luchas de los yaquis en la defensa del agua, la de los nahuas, wixaritari, mixtecos y zapotecos contra las mineras, la de los zapotecos, ikoots y kiliwas contra los proyectos eólicos”, entre otros.
 
Además, el movimiento  se levantó en 1994 apelando al artículo 39 constitucional, que reza: ”El pueblo tiene, en todo tiempo, el inalienable derecho de alterar o modificar la forma de su gobierno”, con el cual difundió la idea del derecho popular a la vía armada y a la autodefensa.
 
De octubre de 2011 a diciembre de 2013 surgieron guardias civiles en contra del crimen organizado, apelando al artículo 39, en una docena de municipios de Michoacán; así como en 11 municipios indígenas de Guerrero.
 
En resto del mundo, la ideología de los zapatistas detonó el movimiento “altermundista”, en contra del sistema neoliberal, antecedente de los movimientos actuales de “indignados” en Europa y “okupas” en Estados Unidos.
 
 La nueva generación
 
La mañana del 21 de diciembre de 2012, día en que se profetizó el fin de los tiempos con  base en el calendario maya, 40 mil zapatistas salieron a la luz en las cabeceras municipales de San Cristóbal de las Casas, Ocosingo, Altamirano, Las Margaritas y Palenque.
 
Los contingentes portaban las emblemáticas capuchas negras. Marcharon en silencio por los centros de las ciudades. La organización reaparecía y presentaba a su nueva generación. La prensa consignó que dos terceras partes eran jóvenes. Ese día, en un comunicado, el subcomandante Marcos escribió: “¿Escucharon? Es el sonido de su mundo derrumbándose. Es el del nuestro resurgiendo. El día que fue el día, era noche. Y noche será el día que será el día”.
 
Fuente: El Universal.
 
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