El movimiento de derechos humanos ante los treinta años…..¿de qué?
04/12/2013
- Opinión
La primera reflexión que ameritan los treinta años posdictatoriales es que si en la lucha contra la dictadura era posible hablar del movimiento de derechos humanos, que con matices o diferencias, actuaba como un sujeto único, aglutinante y muchas veces representante del conjunto social enfrentado a las políticas de dominación social, explotación de clase y expoliación nacional; en estos treinta años el conjunto de fuerzas que se reconocen como luchadores por los derechos humanos se ha agrupado, reagrupado y diferenciado constantemente.
Una y otra vez, la cuestión de la relación de la lucha por la Memoria, la Verdad y la Justicia de los crímenes dictatoriales con la vida cotidiana de los argentinos ha sido y sigue siendo el punto de debates y divergencias.
En la Argentina se ha avanzado notablemente en la cuestión de la Memoria y los Juicios, y no seremos nosotros, protagonistas de esa lucha plural y multitudinaria, los que subestimemos la creación de los sitios de Memoria y el Castigo para una parte notable de los jefes militares del exterminio.
No hay dudas que los juicios son históricos, de relevancia regional y simbolismo mundial. La apertura en el país de la causa contra los crímenes del Franquismo es una muestra más de este relieve.
Pero los juicios no son mágicos.
No resuelven las contradicciones económico- sociales que están en el fondo de la persistencia de una cultura represora que ha sobrevivido todas las “campañas educativas” y todas las “reformas” policiales.
En las seccionales de policía y en las Cárceles se sigue torturando y matando.
La Gendarmería ocupa vastos espacios territoriales como brazo armado de un Estado que sigue protegiendo las inversiones extranjeras y las empresas que ayer se enriquecían con Martínez de Hoz y hoy invierten en la soja, la mega minería, la especulación financiera y otras acciones predadoras.
La democracia requiere ser democratizada de una manera profunda y radical.
Cómo se exigía en las calles de aquel Diciembre de 2001 que casi todos creen haber “asimilado” con las sucesivas elecciones realizadas y la ampliación de derechos conquistados en esta década.
Y no es así.
La democracia verdadera sigue siendo el objetivo a conquistar; una democracia donde el pueblo sea el sujeto de su historia y dueño de las riquezas que aquí se generan. (1)
La Segunda y Definitiva Independencia, la gran tarea de los pueblos para el siglo XXI es inseparable de la conquista de una Democracia Verdadera.
E ahí la solución al intríngulis de la relación entre los llamados derechos económicos sociales y los individuales.
La convicción que la violación de derechos más grave es la que se comete delante de nuestros ojos debe alimentar una nueva doctrina de los derechos humanos que se sienta integrante y sostén de esta gesta que ya han comenzado a transitar los pueblos americanos herederos de los sueños de Bolívar y San Martín, de Sandino, Allende y el Che Guevara.
José Ernesto Schulman, secretario nacional de la Liga Argentina por los Derechos del Hombre
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