En Costa Rica se evidencian debilidades del neoliberalismo
21/09/2004
- Opinión
Los acontecimientos ocurridos en las últimas semanas en Costa
Rica han puesto de manifiesto algunas de las debilidades del
neoliberalismo. Simultáneamente el país presenció la
renuncia de cuatro ministros y del coordinador del equipo
económico, y las denuncias sobre la forma en que algunos de
los principales dirigentes políticos se han apropiado de
recursos públicos y han participado en su distribución para
pagar favores que benefician a algunas grandes corporaciones.
Una movilización popular se opuso a la concesión monopólica
de la revisión técnica vehicular que se ha otorgado a una
compañía mayoritariamente extranjera, al reducido aumento
salarial en el sector público –que no cubre ni siquiera el
aumento en los precios- y a la aprobación del Tratado de
Libre Comercio entre Estados Unidos y Centroamérica
(TLCEUCA). Las limitadas conquistas negociadas, que incluyen
la posibilidad de revisar la concesión mencionada, un aumento
de un 0.5% más de lo que se había aprobado en la negociación
salarial y una cláusula en que el gobierno "toma nota de que
" el movimiento mencionado se opone a la aprobación del
TLCEUCA, fueron sin embargo, el detonante para la renuncia de
los ministros de hacienda, comercio exterior, presidencia y
transportes, así como del asesor del equipo económico del
gobierno. En este sentido, la línea dura del neoliberalismo
muestra que no está dispuesta a hacer ninguna concesión al
movimiento popular, mientras que otro sector mantiene el
estilo tradicional de la clase dirigente costarricense y,
dentro del neoliberalismo, acepta algunas demandas populares
en aras de detener el aumento de la agitación social. En
este sentido, se hace evidente que dentro del sector
neoliberal hay rupturas que pueden ser aprovechadas por el
movimiento popular.
La denuncia simultánea de que el ex presidente del país y
presidente del partido gobernante, Rafael Ángel Calderón,
podría estar involucrado en el tráfico de influencias y la
distribución de comisiones para lograr la aprobación de la
concesión de una millonaria compra de equipo médico, por
parte de la institución encargada de la salud pública, pone
en el tapete otro aspecto del neoliberalismo: la manera en
que se usa el déficit fiscal como excusa para justificar el
desmantelamiento del estado social o benefactor. Los
dirigentes políticos nacionales que participaron en la
distribución de $8 millones de dólares en comisiones que,
aparentemente, pagaremos entre todos/as los/as
costarricenses, no evocaron el déficit fiscal para señalar la
ausencia de recursos públicos. Tampoco lo han hecho cuando
se trata de pagar servicios, ahora privatizados, que son más
caros que antes, cuando se trata de reconocer a empresas
concesionarias altas sumas de dinero que debe reconocer el
Estado o cuando se otorgan exenciones o reducciones
tributarias a las empresas exportadoras (las más dinámicas en
el momento actual). El mismo sector del neoliberalismo que
hace una "crisis de gabinete" por un aumento salarial que
representa una suma similar a $8 millones de dólares (para
150.000 empleados/as públicos/as), se reparte alegremente las
granjerías a las que puede acceder a través del poder
político. Nos preguntamos cuánto de la deuda pública –que en
el discurso oficial es un elemento fundamental del déficit
fiscal- ha sido generada por las comisiones que debemos pagar
por las compras y equipamiento de las instituciones públicas.
En este otro sentido, se hace evidente otra debilidad del
neoliberalismo: un discurso insostenible de lógica formal
que utiliza los equilibrios macroeconómicas –en este caso en
las finanzas públicas- para justificar todas las medidas
neoliberales, cuando detrás del déficit en las finanzas
públicas lo que hay son sectores que ya no quieren apoyar con
sus recursos el mantenimiento de los programas sociales, y
que quieren apropiarse de los fondos públicos sin
compartirlos con otros sectores sociales. En otras palabras,
se trata de una cuestión de prioridades en la obtención y
asignación de los recursos públicos. El déficit fiscal se
inventa como problema para justificar el desmantelamiento del
estado social o benefactor, pero se ignora cuando se trata de
redefinir recursos en beneficio de quienes detentan el poder
político y económico.
Por último, se ha mostrado no sólo la potencialidad de la
movilización popular para lograr algunas conquistas, sino el
descontento creciente frente a las políticas actuales, ya que
la mayoría de la población mostró su apoyo al movimiento y
expresó su repudio a la forma en que la policía reprimió a
quienes hacían bloqueos en la vías públicas.
* María Eugenia Trejos. San José, Costa Rica.
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