Kirchner y la ola de nacionalizaciones

07/05/2012
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La expropiación/nacionalización del 51% de las acciones de la Repsol española repone en la agenda política latinoamericana el crucial tema de las nacionalizaciones con dos variantes: O Los gobiernos de la región afianzan su lealtad a los intereses de la población local o  en sospechoso silencio respetan el marco legal en el que se dieron las inversiones extranjeras  en los últimos 20 años.
 
Una disyuntiva sobre todo para gobiernos de corte liberal que no saben cómo tomar una definición entre la lealtad hacia los sectores populares de la región  o mantener el sacrosanto   respeto a los grupos de poder en Europa y EEUU.
 
Cuba en la Revolución del 59, Venezuela desde la llegada de Chávez y Evo en el año 2006, frenaron la ola de privatizaciones que vino con el Consenso de Washington y al poner en reversa la marcha de esa historia ayudaron a recuperar niveles de soberanía y abrir un rico debate sobre los caminos que tiene Sudamérica para rediseñar su futuro.
 
La nacionalización de YPF en Argentina, llegó justo cuando las mayores corporaciones mediáticas de América Latina trataban de abrir un flanco de ataque contra los gobiernos de Chávez, Correa y Evo. Sobre Venezuela decían que la escasez de productos y la racionalización de energía eléctrica, tenían que ver con la ineficiencia de las empresas estatales y sobre Bolivia  esos mismos aparatos mediáticos  esperaban que se acentúe la escasez de gasolina para  decir que no fue un acierto recuperar desde el Estado el control de YPFB.
 
Le llevó años a Cristina Kirchner asumir la recuperación de YPF. Lo hizo cuando el gobierno argentino se dotó de la musculatura necesaria para afectar los intereses de la transnacional ibérica. En el pasado los acuerdos entre las grandes empresas argentinas y el poderoso grupo Clarín, cerraban toda posibilidad de recuperación de YPF y de toda otra empresa ligada a capitales extranjeros.
 
Néstor Kirchner dejó a Cristina una argentina saneada en lo económico, pero con temas pendientes en lo político. El saneamiento político se dio con el 53.7 % que Cristina obtuvo en las elecciones de octubre de de 2011, lo que permitió al nuevo gobierno revisar las cuentas de las mega empresas del país. Por esa afortunada decisión encontraron que la mayor empresa argentina controlada por españoles, estaba captando muy pocos excedentes para la economía argentina, lo que significaba en los hechos dejar de seguir pagando la enorme deuda social que se acumuló en ese país, desde los tiempos de Memem.
 
Un segundo aspecto de fondo está relacionado con el cambio de enfoque de las elites sudamericanas sobre la distribución de los excedentes de la economía mundial. La experiencia está demostrando que en América Latina se pueden repetir una y otra vez las revoluciones cubana, bolivariana o boliviana y sobrevenir nuevas  oleadas nacionalizadoras, en tanto las elites políticas y económicas no tengan la capacidad de resguardar las riquezas y recursos naturales de la región para beneficio de la propia región.
 
Cristina Kirchner no es precisamente una mujer que no tenga dinero. Por el contrario, los Kirchner acumularon un apreciable patrimonio económico, pero la presidenta tiene   una virtud que parece ir  más allá de sus intereses personales: se mantiene conectada a la realidad de carne y hueso de los argentinos y por esa razón toma previsiones cuando puede hacerlo.
 
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