USA al ataque

25/10/2011
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Si de globalización se trata, además del comercio ilícito –armas, drogas, personas, etcétera– son las protestas populares un fenómeno generalizado en todo el planeta. A ello han contribuido de manera muy importante, los medios de comunicación cuyos noticieros de inmediato dan cuenta de: reclamos estudiantiles en Chile, enfrentamientos de comerciantes informales y policías locales, marchas contra la violencia o a favor de la paz y hasta “exigencias revolucionarias” para la destitución de gobiernos, la mayoría de ellos pseudo democráticos que han dejado de ser “convenientes” para las potencias que en otro tiempo favorecieron su instauración. En estas conductas masivas, la molestia popular parece ser el ingrediente constante, aunque por la misma manipulación mediática, pocas veces los participantes conozcan a ciencia cierta las causas intrínsecas “del movimiento”, motivo éste que a su vez engendra su extinción una vez que pasa la euforia colectiva.
 
El poder mediático es tal que una guerra puede tener, desde su inicio, el derrotero marcado por los interesados en la misma, según hayan planeado los perversos de siempre y se difunden o no los movimientos a conveniencia de quien esté en la posibilidad de manipular los hechos relacionados con los mismos.
 
¿Por qué las protestas en contra del presidente venezolano las conocemos el día que se generan y no ocurrió lo mismo con las de Wall Street? Son en realidad pocos los movimientos que en Estados Unidos han influido de manera fundamental en las políticas de ese país. Los jóvenes poco a nada saben de las exigencias universitarias en el 68, quizá tengan alguna referencia del movimiento de los derechos civiles, el pacifismo alrededor de Vietnam y tal vez las marchas animadas por las protestas hispanas, sean su más cercano precedente a una protesta.
 
Aun el Tea Party –movimiento populista que galvanizó a la derecha tras la victoria de Obama en 2008, al cual supuestamente se opone el American Dream– o las débiles manifestaciones en contra de la guerra del Golfo no se miran como un movimiento de masas capaz de transformar la sociedad forjada en el American Way Life y la izquierda, si acaso es algo más que grupos débiles y atomizados, apenas aspira a ser sujeto político que articule el descontento vinculado con la crisis financiera.
 
¿Los líderes luchan por los derechos económicos del pueblo o los de las corporaciones? ¿Los votantes demócratas están en contra de los banqueros o son sólo ciudadanos insatisfechos con la gestión de Obama? Luego de dos años en que los conservadores –republicanos y también demócratas– han marcado la agenda, ¿este movimiento, que algunos miran como el contrapunto del Tea Party, es sólo coyuntural para las elecciones? ¿Pretenden algunos incipientes líderes repetir el fenómeno populista que llevó a Obama a la Presidencia? ¿Por qué Obama –igual que le ocurrió a Vicente Fox en México–no fue tan exitoso en su gestión presidencial como cuando fue candidato? El fenómeno de la no permanencia de los activistas de campaña, es un tema ya estudiado por los expertos y lo es sobre todo por las pocas respuestas a iniciativas de excolaboradores del hoy presidente, para sumarse al impulso de recuperar el sueño americano. Se sienten decepcionados por las esperanzas incumplidas de aquella campaña.
 
“Debemos tomar el ejemplo de Tea Party”, han dicho algunos líderes ubicados en la izquierda, quienes aclaran no estar molestos por el activismo de los conservadores, sino por el silencio de los progresistas. En sus convenciones –caracterizadas por el pobre aforo– intentan refrescar la memoria histórica, que según su discurso le debe a las presiones de izquierda: La igualdad racial, las leyes de igualdad de oportunidades o la protección social para jubilados. Por supuesto en este tipo de reuniones se omite el detalle fino de reconocer que los líderes de esas transformaciones, al final del día lograron sus avances por aceptar ser los socios menores en una coalición liderada por reformistas del stablishment. (Abraham Lincoln terminó con el esclavismo, Franklin Roosevelt reforzó los derechos laborales y Lyndon B. Johnson suprimió la segregación y expandió el Estado de bienestar. Ellos asumieron que para llegar a la Casa Blanca adoptaron compromisos que limitaron en buena parte sus intenciones).
 
Aunque formalmente la izquierda nunca ha existido como Partido Comunista o Partido Socialdemócrata, siempre se ha dado espacio a las manifestaciones de dicho pensamientos en ámbitos como la cinematografía –Chaplin es un ejemplo–, el sindicalismo y otros que, sin embargo, son víctimas de las policías si acaso rebasan los límites permitidos por ese “país de libertades”.
 
¿Por qué ha sido tan limitada la divulgación de la represión a los manifestantes en Wall Street y la multiplicación de manifestaciones en 86 ciudades a lo largo de su geografía? Poco se sabe de quiénes están aprovechando a río revuelto en un conglomerado humano dúctil al que sólo le asusta que se cierren negocios, no haya trabajo y no le alcance para satisfacer sus apetitos consumistas. Sin necesidad de mucha represión violenta, el movimiento de los derechos civiles fue cooptado metiendo droga entre los jóvenes activistas, esta política de exclusión en algún momento funcionó al poner etiqueta de comunistas a quienes no caminaban de acuerdo a los cánones del gobierno, hoy día basta con ser sospechoso de terrorismo para ser encarcelado. Esto lo saben los inmigrantes documentados o no, los que tienen créditos –hipotecarios, de coche o de la tarjeta–, los jóvenes que aspiran a ingresar a las universidades para evitar ser reclutados y en general un pueblo condicionado a la disciplina de los hombres gama del mundo feliz de Aldous Huxley.
 
Distraer a una opinión pública que empieza a ser actor relevante en la inconformidad, se logra con temas como el señalamiento de los culpables en la introducción de armas a su patio trasero. El tema de los últimos días ha sido el señalamiento en contra del procurador por los operativos “Receptor abierto” y “Rápido y furioso”.
 
 A la gente poco le importa si los comerciantes de armas venden a los cárteles mexicanos, sí le preocupa que sus altos funcionarios mientan y poco espacio le queda a Obama y su procurador, pues le va mal si les truena la realidad de que sí sabían de esta operación, pero también les va peor, si se comprueba que no sabían. ¿Cómo puede manejar el país si desconoce quienes mueven los hilos de asuntos tan delicados como las armas, las revoluciones en el mundo y los intereses que están detrás de cada uno de esos temas? “Si no es capaz de saber lo que hacen sus subordinados no lo eres ser presidente”, insisten aún los que por Obama votaron. El gobernador de Texas, entiende este pensamiento y por ello es que en su discurso intervencionista lo menciona una y otra vez, además de invitar al pueblo a retornar el liderazgo del mundo, pues éste será mejor en la medida que América sea quien lidere los destinos del plantea. Algo así como la visión sideral de la guerra de las galaxias.
 
Fuente: Forum en línea
 
 
https://www.alainet.org/es/active/50423

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