Qué nos falta?
09/10/2011
- Opinión
Por más que el anhelo de paz, armonía y amor, nos dicte la urgencia de no ser partícipes en la recreación de actos violentos como los que nos recetan todos los días las noticias, las telenovelas y los comentaristas famosos, resulta imperativo referirnos a dos hechos terribles ocurridos la semana pasada, en el entendido de que nos mueve el anhelo de despertar la conciencia de las generaciones posteriores a la mía y que por desgracia, sólo les ha tocado padecer crisis financieras, gobiernos de discurso, guerras –internas e internacionales– muy similares o quizá peores que las llamadas mundiales.
Cincuenta restos humanos, regados como basura, a poca distancia del sitio en donde se reunieron los paladines de la seguridad en México, es importante por muchos motivos: Uno, la saña con la que fueron ultimadas estas personas; dos, la relativa poca difusión informativa del hecho que en nada se asemeja a la casi igual cantidad de mexicanos sacrificados en un casino o los otros tantos encontrados en fosas adonde fueron a parar inmigrantes que buscaban trabajo o mujeres que se dirigían a su centro de empleo y, tres, la impresionante manipulación de una realidad, que inicialmente se nos presentó como una provocación de los malos, contra los buenos reunidos en Boca del Río, Veracruz, para diseñar estrategias de salvamento poblacional y luego, como por arte de magia se convirtió en “un reacomodo” de mandos mafiosos. ¿Qué elementos objetivos de cuantas indagatorias serias, llevaron a sustentar ambas versiones? ¿Cómo convencerán a los afines de cada una de las interpretaciones de que la otra es la acertada?
Ante la ausencia de algo más que palabras, el único sedimento en el imaginario popular es que todos los reunidos y aun los ausentes sirven menos que un comino e incluso en el remoto caso de que se revelara la verdad, ésta será percibida como una falsedad más, por el simple hecho de provenir de quien sistemáticamente abusa del lenguaje y lanza palabras al viento sin sustento alguno en la realidad.
¿Quiénes son los narcos que se están reacomodando? ¿Cuántos nombres –no de chivos expiatorios, ni de presuntos culpables, ni siquiera de burreros o choferes– podemos poner en la lista de los vencidos y los vencedores en este reacomodo? ¿No es la explicación del hecho en sí misma –si fuera cierta– una reconocimiento expreso de que todo lo que han realizado –el parque gastado, las vidas cegadas y el miedo difundido– ha sido una estrategia fallida? ¿En qué plano queda la valoración de la vida humana, si sólo se trata de reacomodos? ¿Esto de los reacomodos, significa que se van a Veracruz, los malos de Chihuahua, Coahuila, Tamaulipas y Nuevo León?
El segundo terrible suceso son las campañas anticipadas de todos los precandidatos a la Presidencia de la República. Es terrible, porque se da en franca violación de las leyes electorales. Cada cual a su manera desacredita al otro –correligionario o de partido diverso– todos expresan sus intenciones; pero se paran a la mitad para advertirnos que no pueden decir más para no violar la ley ¡Por Dios! Es como el policía que primero te tortura, y luego te lanza, gentilmente a los separos diciendo que ojala no te duela mucho.
¿De verdad creen que el pueblo es tonto? ¿Las valentonadas de Ebrad, quitarán de la mente de millones de capitalinos la hartura por sus abusos? ¿Bastará la sonrisa gentil y voz adulona de Chepina, para convencernos de que es la mejor opción? Y ¿quien podrá quitarle al candidato del Canal de las estrellas esta etiqueta? Y lo inaudito, escuchar primero a un mandatario que no volverá a Michoacán y luego verle ahí mismo como para favorecer a la hermana. En poco abona a la fortaleza presidencial de un abogado que habiendo sido lanzado por el PAN, ahora dice que su partido debe renovarse o morir pues se encuentra en extremo desgastado. El pueblo ya se pregunta si lo de la sana distancia de Zedillo fue enseñanza o mera coincidencia.
Este segundo fenómeno aterra también por diversas razones: Uno, se da en el contexto del pataleo de los medios en contra del IFE, al que insisten en descalificar. ¿Por qué en el camino hacia el control total de la economía y la política, nadie hizo nada para poner cotos a estos concesionarios que hoy por hoy se manejan como dueño no de los medios sino de México? Dos, todos los suspirantes serían capaces de vender su alma –lo malo es que lo que venden son pedazos de patria– al diablo para salir en tiempo triple “A” aunque la entrevista sea para confrontarlos y ridiculizarlos. Y tres, tanto el candidato de Televisa como el pueblo, sabemos que las elecciones de julio de 2012, no son más que un medio para formalizar lo que ellos ya tienen arreglado.
¿Para qué tanto brinco si no es un secreto que el gobierno les ha cedido todo? (La salud es del Teletón, la educación de Bécalos, el control de drogas, de los programas de Canal 13, la beneficencia pública de sus casinos y casas de apuestas, la procuración de justicia de sus reporteros, la impartición de justicia de sus analistas y así hasta el infinito.
Habrá elecciones sí, a pesar del deseo de unos cuantos mareados para evitarlo y llegarán al Congreso y a la Presidencia, los que deben llegar. El proceso no es más que libre comercio y un recordatorio para los obnubilados de quien manda en la nación y en el mundo. Permitir esto ni siquiera es cuestión de falta de tanates, es simple y llanamente una expresión más de la corrupción.
Por supuesto en el juego de las redes sociales, se permite a los soñadores preguntarse si todos los muertos –decapitados, torturados, violados, despedazados– eran en realidad pandilleros o mafiosos. Si las preguntas suben de tono, de inmediato el discurso dirá que no eran luchadores sociales y en todo caso tuvieron la mala suerte de estar en el lugar y la hora equivocados. Lo que ni un trillón de palabras podrán evitar es la pérdida de confianza en el gobierno, la certeza de un manejo injusto de la cosa pública, la desilusión y hasta la pérdida de fe por el involucramiento criminal de los guías espirituales en cuestiones gubernamentales, la total ausencia de credibilidad en los procuradores de justicia y los impartidores de ésta y, por supuesto, el miedo generalizado derivado de la inseguridad que ha convertido a México y otras latitudes mundiales en un auténtico Apocalipsis. ¿Es esto la extinción de la raza humana?
Lilia Cisneros Luján
Fuente: Forum en línea
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