El efecto mariposa
- Opinión
Su nombre proviene de las frases: "el aleteo de las alas de una mariposa se puede sentir al otro lado del mundo" (proverbio chino). La idea es que, dadas unas condiciones iniciales de un determinado sistema caótico, como lo es la naturaleza, la más mínima variación en ellas (un aleteo) puede provocar que el sistema evolucione en formas completamente diferentes a las que se prevé. Por eso es que la ciencia ahora se cuida de precisar los impactos ambientales de la intervención humana en los sistemas naturales. La pérdida de un insecto que controla a otro puede provocar mayores catástrofes humanas que la de una ballena, por dar un ejemplo, o el simple aleteo de una mariposa; un tsunami.
No sorprende la reacción de quienes, dentro del gobierno, ignoran estos aspectos de la modernidad e insisten en ver a la naturaleza y a los seres humanos como un “recurso” útil y predecible a la economía y al “progreso”; la nueva Meca frente a la cual todos debemos inclinarnos para no ser juzgados como retrogradas, como si a la economía le hubiese interesado la historia y los tiempos cuando de explotar estos “recursos” se trata.
La reacción de la oposición dentro del gobierno tampoco sorprende, es precisamente la que introdujo transgénicos, hidrocarburos, minería, explotación forestal, sin resguardo de derechos y agro industria y coca, con sacro santos principios. La derecha y su oportunismo político tampoco puede ocultar que no dudaría un segundo en rematar a la madre tierra si estuviese en el poder. El aleteo viene de otro lado.
En el fondo, si la naturaleza y los seres humanos son un proyecto económico hay acuerdos que unen a muchos; incluyendo a campesinos, colonos, interculturales y hasta a empobrecidos, por ese proyecto, cuyo sueño es convertirse en el Señor. A los liberales de los 500 años, nunca les importó la situación que dejaron tras de sí, pero se re produjeron en el discurso de la modernidad y así colonizaron a la naturaleza y a la fuerza de trabajo.
Este gobierno, desde su segundo período, como estrategia de poder, terminó aliándose con los más tradicionales exponentes de la moderna colonización, incluidos dirigentes indígenas vinculados al comercio ilegal de la madera, a las jugosas compensaciones de petroleras y mineras; a la corrupción de ONG intermediarias del mercado de los recursos de la TCO, a nombre del progreso, pero no tuvo en cuenta que el 62% que obtuvo había interpelado a los gestores de ese progreso.
¿O es que la “modernidad” eliminó la pobreza en Santa Cruz?¿O las carreteras en Oruro le devolvieron lo que la minería le adeuda?, ¿o la gestión forestal en Guarayos reforzó la cultura indígena y les dio un techo digno? ¿O es que los siete TIPNIS que hemos deforestado en Bolivia ocurrieron sin la complicidad del progreso regional-autónomo? “La modernidad” se ha quedado sin respuestas ante un inesperado efecto mariposa, por eso ahora hay una oportunidad de revisión de políticas de Estado.
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