Golpes de gracia

03/06/2011
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1.
 
200 años después de la presunta independencia de las colonias americanas, Hispanoamérica empieza a integrarse a la revolución democrática mundial caracterizada porque los pueblos han resuelto ejercer el poder y prescindir de intermediarios.
 
O sea, por fin el gobierno del pueblo por el pueblo se hace realidad. Ahora, no sólo los ciudadanos esclavistas, como los atenienses inspirados por Pericles, sino todos los humanos concurren a la defensa de los intereses comunes, desconociendo la impostura formal que es la llamada “democracia representativa”.
 
Desde luego, los farsantes que presumen de representantes y desprecian a las “masas ignaras”, no saben cómo interpretar la insurgencia de los “indignados” que han adoptado ese calificativo en España, la antigua sede imperial que colonizó gran parte de América.
 
Están siguiendo los pasos de Islandia, Túnez, Egipto, Libia, Bahrein, Yemen y Siria, entre otros (como Irán, Jordania, Líbano, Afganistán y Omán) que pronto habrán de sumarse a la revolución mundial. Ya el contagio llegó a Chile y México.
 
Y cuenta con antecedentes tan respetables y ejemplares como, en Colombia, las marchas multitudinarias contra el secuestro (al que son tan aficionadas las FARC) y las desapariciones (que tanto practican los esbirros del régimen). En particular se destacan las inspiradoras y ejemplares caminatas del digno profesor Gustavo Moncayo confrontando al dictador Uribe y sus políticas criminales y anticonstitucionales.
 
Estas canalladas han sido protagonizadas en medio de una estruendosa alharaca de dignidad que no tiene fundamento en los hechos que han rodeado la vida del destacado personaje del cartel de Medellín, cuyos delitos no sólo se dieron durante sus ocho años de presidencia.
 
Toda su vida pública ha sido una impostura ignominiosa dirigida a engañar ingenuos y cumplir los mandatos del Neoliberalismo, incluyendo la destrucción de la patria mediante el auge del narcotráfico basado en la ilegalización de la ancestral costumbre. Por ende, aunque reciba inmunidad por sus ocho años de gobierno irregular, basta acudir a la lista de los narcotraficantes más buscados por USA para exigir el castigo del número 82, el flamante caporal.
 
Pero en Colombia también debe mucho, y sus víctimas se cuentan por millones. Sus delitos recorren todo el espectro socio-económico-político, penal, civil y administrativo. Incluye asuntos como:
 
- sus pactos con los chanceros (como don Berna) que tantas vidas ha costado;
 
- la promoción y posterior persecución a las pirámides tipo Fonsi y a la lavandería de David Murcia Guzmán (su admirador y cómplice para el fracasado plebiscito reeleccionista, a quien también traicionó, como es su costumbre ya conocida y sufrida por demasiados);
 
- los negociados de sus familiares;
 
- a creación de las CONVIVIR, cuando fue gobernador de Antioquia y acabó con tantas empresas departamentales;
 
- las víctimas de la macabra ley 100 de 1993
 
- las desnacionalizaciones de las empresas más rentables y de futuro asegurado, cuyos ingresos alimentaban el erario. Ahora enriquecen a potentados extranjeros mientras el déficit de ingresos se cubre con impuestos contra los pobres, pues los ricos siguen disfrutando de trato preferencial en un estructura tributaria totalmente reñida con la norma constitucional “ARTICULO 363. El sistema tributario se funda en los principios de equidad, eficiencia y progresividad”
 
    - el asesinato de líderes populares y la destrucción de sindicatos;
   
     - el desmantelamiento de empresas industriales y comerciales del estado que cumplían un papel fundamental en el mantenimiento de la infraestructura pública;
 
      y ese enorme etcétera, algo del cual ya es de conocimiento público. Tenemos que recordarlo permanentemente para no caer en el embelesamiento que causa el magistral culebrero en las gentes sencillas, aunque a las sofisticadas les provoca risa y pena, como lo dejan ver los anexos a este texto.
 
Álvaro Uribe Vélez es tan descarado que promueve, justifica y se hace cómplice de la fuga de María del Pilar Hurtado. Se trata de la ex directora del DAS a quien le consiguió asilo en Panamá acudiendo al potentado y cipayo Arturo Martinelli, su compinche neoliberal. Sabe que la doctora es capaz de delatarlo si no le garantiza impunidad.
 
Es otro delito que nadie se atreve a cobrarle, ni lo mencionan los medios de desinformación al servicio del sistema. Si se lo imputan, dirá que es por persecución política de los envidiosos terroristas ubicados en los altos tribunales de la venal justicia (a los de los tribunales bajos los maneja a su antojo, mediante el cohecho y la coerción).
 
Uribe es tan atrevido, prepotente e incoherente, que pretendió constituirse en parte civil, como supuesta víctima de Piedad Córdoba (quien es, junto a Chávez, trompo pagador y permanente recurso de distracción de sus pilatunas, utilizado por el gurú desde hace años para cerrarles las entendederas y ganarse los apasionados corazones de sus ingenuos, tozudos y furibundos seguidores) en un proceso que le sigue la Corte Suprema de Justicia por presuntos nexos delictivos con las FARC.
 
Desde luego, la simpatía de la “negra” por la organización subversiva es conocida, pero no puede reputarse de delito. Ha sido el recurso para liberar secuestrados, criticar el guerrerismo e invitar a un acuerdo de paz que Uribe no acepta de ninguna manera, pues lo que le gusta es matar, aunque sea a inocentes como los de los falsos positivos.
 
En cuanto al despropósito jurídico de Uribe, los magistrados no entienden cómo podrían darle gusto atendiendo su absurda pretensión, eminentemente propagandística y estúpida.
 
Lo retrata como un verdadero táparo del que no queda más remedio que burlarse, tanto como del inspirador de sus delirios y desmesuras, su lustroso asesor, abogado de Pablo Escobar y hermano de dos reconocidos mafiosos que disfrutaron de trato privilegiado durante la dictadura del chalán
 
Los extranjeros lo tienen muy claro, pero el gurú los desprecia, así como calumnia a Pérez Esquivel, o como invadió al Ecuador, al menos en dos ocasiones.
 
Como sabemos, en la segunda invasión mató jóvenes estudiantes admiradores de la guerrilla y amantes de la libertad y la justicia, a quienes no dudó en calificar de terroristas, complaciéndose por haberlos matado. Este sí es un crimen que tendrá que pagar, pues no depende de los tribunales nacionales que puede amedrentar.
 
2.
 
En cuanto a la práctica prohibida y demonizada arbitrariamente desde que el Neoliberalismo resolvió adelantar su ofensiva definitiva, consiste en el consumo de sustancias alucinógenas, que ha sido una costumbre atávica o inveterada de la Humanidad, adoptada por muchas culturas y muchos pueblos, generalmente con ribetes místico religiosos.
 
A pesar de su tradición, es algo que muchos consideran abominable, lo cual los incapacita para analizar correctamente el fenómeno. Llegan hasta el punto de calificar como delincuentes a los adictos, aunque no le hagan daño a nadie.
 
Como que les causa envidia que le saquen jugo a sus vidas, para espanto de mojigatos intolerantes, aterrados porque sus hijos pueden caer en el vicio. No saben criarlos pero están prestos a echarles la culpa a los demás.
 
Tampoco entienden que existen seres genéticamente programados para ser adictos, lo cual no los descalifica como humanos aunque los moralistas abstemios y arbitrario crean que sí. Se consideran superiores y muy virtuosos por su deficiencia biológica que les impide vivir experiencias que, para muchos, enriquecen la Vida, aunque a otros les parezca que se trata de muestras de degeneración que justifican hasta el exterminio de los viciosos o su cura obligatoria de una presunta enfermedad que reside en las mentes de los reprimidos.
 
Uribe se destaca al respecto. Por eso resolvió perseguir marihuaneros mientras los bandidos actúan impunemente porque la policía no da abasto controlando a tantos viciosos. A propósito de la falsa moral en que se escudan los represivos, en los años 1970 existió “el escopetero” en los pueblos del suroeste antioqueño (a los que pertenece el ya famoso Salgar, patria chica del culebrero vitando), caracterizados políticamente por godos. Se trataba de un asesino pagado por los ricos para matar a los viciosos que relajaban la acendrada moral católica. Fueron tan radicales y consecuentes con su fe, que entre los muertos hubo hijos de quienes le pagaban al sicario prematuro.
 
3.
 
Afortunadamente, las condiciones están dadas para que -en todo el Mundo y, desde luego, también en toda América- las multitudes concierten la recuperación del poder. Nadie podrá oponérseles, de modo que los falsos problemas causados por los repugnantes potentados dejarán de amargarles las vidas a las mayorías, ingenuas pero dignas y capaces de reaccionar cuando se convenzan de que han sido asaltadas en su buena fe por unos impostores inescrupulosos y “piadosos”, dedicados a apurar el Apocalipsis y arruinar la patria.
 
En Colombia, desde el gobierno del “pollo” López, el modelo que buscan es Haití. Y Alvarito hizo bastante por lograrlo. De haber seguido el gobierno en las manos de su clon bandido, Andrés Felipe Arias -el que subsidiaba a los ricos y perseguía y calumniaba a los pobres desde el ministerio de Agricultura- en poco tiempo culminarían su faena depredadora y genocida.
 
Esperemos que Santos reflexione, pues el mayordomo dejó contratada la destrucción de la patria, con gabelas inadmisibles para quienes se la roban, como exenciones de impuestos y regalías irrisorias. Hasta pactos de estabilidad jurídica les ofreció, para asegurarles el mantenimiento de una legislación lacaya que viola abiertamente la soberanía.
 
Abusivamente condena al Estado si desmejora las condiciones que les ofreció a los potentados depredadores, aunque a éstos no se atreve a sancionarlos, como sucedió con la firma suiza Glencore que se quitó del negocio de la refinería de Cartagena, dejando al gurú con las patas lavadas. Al respecto, los contratos mineros en sagrarios naturales protegidos por ley son una de sus múltiples canalladas que lo hacen reo del pueblo y traidor de la patria.
 
Por eso, la “locomotora santista” de la minería es el vehículo que nos convertirá en un país fracasado o paria, de modo que hay que rechazarla denunciando su carácter antieconómico, ruinoso y suicida, pues envenena las aguas mientras destruye nichos de vida donde quiera que se instale y en su entorno. Por fortuna, los santandereanos lograron evitar la explotación del páramo de Santurbán por la canadiense GreyStar, y el Plan Orgánico de Ordenamiento Territorial desistió de autorizar exploraciones y explotaciones petroleras en el precioso archipiélago de San Andrés y Providencia.
 
Sin dudas, las privatizaciones constituyen el despojo abusivo del patrimonio común de los pueblos, que es inalienable e inajenable por definición pero que los cipayos insisten en entregárselo a los potentados banqueros, con plena impunidad y total cinismo, condenando a los habitantes a la miseria y el abandono.
 
Por eso, los castigos que se merecen se fundan en motivos poderosos. ¡Nos tienen hartos su mediocridad, sus abusos y su arrogancia! ¡No los soportamos más!
 
4.
 
Para que la revolución mundial avance, tenemos que sacudirnos la dictadura de los banqueros que subyugan y deforman la economía real, poniéndola a su servicio prioritario y causando miseria, dolor y ruina a los demás.
 
Junto a ellos caerán los demás potentados, como los que fomentan los negocios de las armas y las drogas del placer abusivamente ilegalizadas. O los que destruyen los nichos ecológicos con la depredadora e insostenible minería. O los que siguen fomentando la quema de combustibles fósiles y agrocombustibles mientras se esmeran en ocultar las soluciones limpias, como esos vehículos, producidos desde hace más de 15 años, que emplean energías alternativas y amables (por ejemplo, las pilas de litio).
 
Es cuestión de decidirnos a recuperar nuestra soberanía, reivindicar nuestra dignidad y construir la sociedad plana que nos merecemos para disfrutar la vida que los potentados suelen amargarles a las mayorías subyugadas.
 
Mientras tanto, como a Libia y los demás pueblos insurgentes, le brindamos nuestro apoyo al pueblo griego para que detenga la agresión de los políticos vendepatria, cuando no siervos, aliados a los grandes potentados que resolvieron apropiarse de los países, despojando a los nacionales y poniéndolos a pagar lo que se han robado los gobernantes.
 
Como lo postuló Marx, la codicia hará que el último burgués venda la soga para ahorcar al penúltimo. Pero los pueblos, en vez del suicidio colectivo y el consecuente Apocalipsis, pueden detenerlos y cobrarles sus crímenes, aunque los justifiquen con la envidiable y meritoria decisión de enriquecerse a como de lugar. Se trata de algo que, para los codiciosos, es una razón sagrada y superior a la misma existencia humana de los que sobran (según Ted Truner, Bil Gates y demás sionistas del club de Bilderberg, fieles promotores del malthusianismo genocida).
 
Así logran evitar que se descubra su verdadero y macabro propósito, que no es otros que destruir deliberadamente el Mundo, según se los exige Yahvé a los sionistas, para precipitar el Juicio Universal que caracterizaría el Fin del Mundo.
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