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5 de junio 2011: Cuando “la esperanza venció al miedo”

08/06/2011
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Por primera vez en la historia política peruana, en las recientes elecciones presidenciales del 5 de junio, los sectores populares del Perú negaron su apoyo electoral hacia quienes a la larga siempre se comportaron desde el poder como sus verdugos y sepultureros.

Esta ha sido nuestra tradición política electoral en los últimos 30 años desde el “retorno a la democracia” con el segundo belaundismo en 1980; tradición avalada asimismo por nuestra historia republicana –próxima a cumplir 200 años en el 2021— que desde el punto de vista de las aspiraciones y expectativas del pueblo peruano, está llena de frustraciones, traiciones, rencores y rebeldías acumuladas con relación a las actitudes y reales comportamientos de las elites civiles y militares dominantes, ya que estas siempre fueron jerárquicas, autoritarias y ferozmente antidemocráticas. Su intolerancia ante toda transformación o perspectiva de cambio es milenaria, peor aun si vislumbraba alguna revolución. Por lo demás, en el país nunca hemos tenido verdaderas revoluciones, ni siquiera de corte democrático-burgués; más bien rebeliones, asonadas, o estallidos sociales (como los que hoy recorren países del norte de África, contra gobernantes vitalicios en el poder). Por su importancia histórica, la última de las rebeliones que tuvimos fue la de Tupac Amaru II.1/

Inmediatamente después del 10 de abril (fecha de los comicios en primera vuelta), se desató la furibunda, descarada, grosera y canallesca “campaña del miedo” desplegada por la mayoría de los medios (prensa hablada y escrita, radio y televisión de señal abierta) liderados por el Grupo El Comercio, atendiendo consignas políticas e intereses económicos bien identificados; pero fue finalmente derrotada y desahuciada el 5 de junio, igualmente en las urnas, junto con la candidata que representaba el regreso de un régimen nefasto. Bien sabemos que ese tipo de campaña continuará manifestándose de otra manera. ¿Puede llamarse a todo eso “libertad de expresión”?

El poder económico, en el Perú así como en otros países de la región, ejerce su completa “libertad” no solamente sobre las grandes empresas y negocios donde la producción, el comercio y los servicios están al servicio del capital; también lo hace sobre los grandes medios de comunicación que son de su propiedad; y sobre los mercados, mediante la capacidad que le proporciona su poder de dinero influyendo en el desempeño de las finanzas e inversiones, pues indudablemente tiene el completo dominio y control de la banca privada, la bolsa de valores, las entidades financieras y aseguradoras. A través de sus medios y periodistas, este mismo poder arremete, inmediatamente desde la misma noche del 5 de junio, al ganador de la segunda vuelta y virtual presidente electo, emplazándolo para que dé señales claras adelantando quiénes conformarán el equipo económico del nuevo gobierno (vale decir, ministro de economía y presidente del banco central), y/o quién (hombre o mujer) ejercerá el premierato, a fin de “calmar los mercados”, porque de lo contrario –note el lector el chantaje y la sutil amenaza— ¡se irá la inversión!!, ¡habrán corridas bancarias!!, ¡se disparará el dólar!!, ¡se caerá la bolsa!!.2/ Aun electoralmente derrotados, los capitalistas locales y sus operadores políticos insisten, pues, con obtener garantías de que se preservará el “modelo”.

Ni las pasadas elecciones municipales, especialmente en Lima Metropolitana, ni la primera y segunda vuelta de los comicios presidenciales, como tampoco la derrota (electoral y política) de Alan García y el APRA, han hecho recapacitar a ese poder económico ni a las expresiones políticas de sus intereses, ni siquiera a sus lobistas y poderes mediáticos que operan como instancias mediadoras de ese poder con la sociedad y el Estado.3/ Les resulta indiferente el mensaje de las urnas tras la derrota de todos sus candidatos(as), porque es la vieja política a la que están habituados: resolver los asuntos de interés público mediante negociaciones bajo la mesa o tras bastidores, corromper a políticos, funcionarios y jueces, recurrir al chantaje o la amenaza; fijando en contrapartida la atención pública sobre mensajes distractivos y/o distorsionadores de la realidad, llenando la cabeza de la gente con un mundo de apariencias y “cuentos chinos”. La derrota electoral de Fuerza 2011 y del fujimorismo de ninguna manera significa que las “ratas, ratones y rateros” regresen a sus madrigueras. Por el contrario, se mantendrán al acecho y a la expectativa del menor atisbo de debilidad que muestre el régimen que se iniciará el 28 de julio del 2011, en una sociedad donde el robo se ha vuelto un hábito en todos los niveles socioeconómicos, siendo una lacra que recorre las instancias del Estado y los niveles de decisión.4/

Por otra parte, es una gran incógnita saber cuán hacia la derecha se ha desplazado Ollanta Humala, en su afán por ubicarse en el “centro” político a lo largo de toda la campaña, y debido a las consiguientes “concesiones” o “rectificaciones” (palabras que provienen de sus críticos) que ha hecho mediante la suscripción de varios documentos de compromiso. Esta cuestión solamente podremos ir despejándola a lo largo de la gestión gubernamental de Humala y Gana Perú. Saludamos el respaldo electoral recibido por el antes candidato y ahora presidente electo, pero su régimen aun sin haberse iniciado ya está recibiendo –algo inaudito— las presiones desde la derecha económica, a la que lo único que le importa son sus inversiones y beneficios, así como las expectativas y conflictos sociales en potencia (el conflicto en Puno es lo más álgido en este momento) que le está dejando como herencia el gobierno saliente. Humala tiene el enorme reto de liderar y conducir su gobierno “al filo de la navaja”, porque ya está visto que será sometido a fuertes presiones, moviéndose obligadamente con el péndulo entre un gobierno popular (no populista), o un régimen político que incurra en el mismo neoliberalismo de los gobernantes que lo precedieron, para satisfacer las exigencias y caprichos de la “zona V.I.P” del escenario y mantener así la calma (!!) de los mercados. Al momento de escribir estas líneas nos enteramos que un conjunto de ministerios han sido ofrecidos a Perú Posible.5/

La cuestión es saber quién tiene más poder para empujar el péndulo hacia una determinada dirección.

Existe una coincidencia de principio entre Humala –y tras él la plana mayor del nacionalismo— y los defensores del “modelo”: mantener la senda del crecimiento económico. De ninguna manera se trata –es lo que se dice ahora— de oponerse al crecimiento, pero este debe ser más “inclusivo”. Tenemos entonces un consenso de principio, para el cual las referencias concretas obligadas –para los promotores de tal consenso— son los llamados “gobiernos progresistas” de otros países latinoamericanos, principalmente Brasil: allí –se nos dice— gobierna una centro-izquierda que ya lleva tres periodos presidenciales continuos (dos con Lula y uno con la actual presidenta, proveniente del mismo Partido de los Trabajadores).

El crecimiento económico se ha convertido en una palabra sagrada, en el Perú y resto de América Latina, con independencia de que haya gobiernos “progresistas” o de centro-izquierda en la conducción de los respectivos Estados. Pero entonces, ¿donde está la diferencia con un régimen de derecha que también comparte el mismo culto a esa “socrasanta” palabra? ¡En la inclusión social!! La fórmula novedosa –si se puede decir así—del capitalismo con inclusión social consiste, nada más y nada menos, en esto: hacer que los pobres se vuelvan consumidores, no de dádivas sino de mercancías que ellos mismos puedan adquirir con nuevos ingresos; formalizar a los productores informales para que puedan acceder al crédito y así ensanchar la base tributaria del Estado; “poner en valor” –es decir, a lo Hernando de Soto— los activos, recursos y otras propiedades en poder de comunidades locales y territoriales, que son apetecidas por las grandes empresas transnacionales. Todo esto y otras cosas más en aras del endiosado/alabado crecimiento con toda la borrachera estadística en que es expresado.

En el 2006 la derecha política y económica fue aterrada por la crítica que el nacionalista Ollanta Humala, tildado de “antisistema”, lanzaba contra las consecuencias sociales del crecimiento en el país (pobreza, exclusión, etc.). Era una crítica que, empero, distaba mucho de poner en cuestión los fundamentos de ese mismo crecimiento.

En nuestro país, así como en el resto de América Latina, el crecimiento económico tiene como principal fundamento la explotación capitalista. En el campo y en la ciudad; en la micro, pequeña, mediana y gran empresa; en la agricultura, la actividad industrial o manufacturera, en el comercio y los servicios, desde la minería hasta las artesanías, el turismo y la gastronomía; en la cultura y el entretenimiento, en los deportes y las creaciones artísticas; y todo cuanto entre en la noción de “negocio”, lleva la marca indeleble del capital en tanto que obtención del tiempo de trabajo excedente, vis a vis el trabajo necesario, sometimiento del trabajo vivo a la producción de mercancías; acumulación y apropiación de trabajo ajeno materializado en cosas.6/ Crecimiento económico con hegemonía capitalista –aunque nos lo pinten con el rimbombante nombre de economía social de mercado— implica que, siempre y en todas partes donde impere el capital, existe succión permanente, interminable, renovada por la tecnología, de trabajo social excedente. Son los mismos fundamentos económicos en que descansa tanto un gobierno “progresista” o de centro-izquierda, como un régimen abiertamente neoliberal. La principal diferencia en la gestión económica, entre uno y otro, estriba en el reparto (redistribución) de los frutos de esa explotación. El marco político sigue siendo el mismo (el Estado clasista y burgués), aunque se cuente con una nueva carta política, mayoría relativa en el Parlamento, y aunque el péndulo del juego democrático siga inclinándose a favor de quienes detenten más poder, dinero e influencias.

En el Perú la explotación capitalista y su correspondiente “modelo” se sustentan en dos pilares: extractivismo de recursos naturales y “cholo barato”, sea donde sea que esta “mano de obra” se inserte en términos laborales.7/ Esto ha sido y sigue siendo el patrón de desarrollo colonial-moderno que históricamente recorre nuestro país desde hace casi 200 años, patrón de desarrollo con respecto al cual las elites criollas fueron incapaces de romper. Por eso, en el Perú, nunca existió “burguesía nacional” y a estas alturas de la historia del capitalismo resulta de una extrema ingenuidad creer/sostener lo contrario. Entonces, ¿quiénes merecen verdaderamente ser enrostrados por “arcaicos”? La explotación económica nunca dejó de estar asociada con la raza y el racismo ejercido por las elites. Al margen de connotaciones despectivas o peyorativas, el epíteto del “cholo barato” (llamado antes con otros nombres: serranos o indígenas, esclavos africanos, coolíes chinos) nos viene desde los tiempos inmemoriales de la colonización española (p. ej., la minería de Potosí y las calamidades demográficas/sociales que produjo sobre la población indígena en el virreinato del Perú), cuando la economía mundo de ese entonces evolucionaba en el marco de las relaciones entre metrópolis y territorios (no países-estados) coloniales. El “cholo barato” esta fuertemente asociado con la mentalidad colonialista que perdura hasta hoy. ¿Pruebas? Léanse las rabiosas pataletas y el pensamiento salvaje contra los “cholos de mierda” que la juventud A/B limeña destiló en Facebook.8/

Es importante dejar sentado cuál es el momento histórico al que llega el nuevo régimen que se iniciará el próximo 28 de julio, desde el punto de vista de un real, efectivo y organizado “apoyo popular”. Recurrimos a dos opiniones divergentes en el seno de la izquierda, una desde la militancia y otra desde el periodismo de oposición. Comencemos con una de las tesis políticas de Roger Muro, militante orgánico del Partido Socialista:

“[...] estamos ante el ascenso de una creciente oposición de los movimientos sociales, cuyo signo, es cada vez más desafiante al poder político, cada vez más amplia y organizada, y adquiere carácter insurgente.” (Roger Muro Guardián, «Tesis políticas de abril. Periodo político y elecciones», ALAI América Latina en Movimiento, 2011-04-20, http://alainet.org/active/46026&lang=es )

Y al final de su artículo:

“por las condiciones que se presentan en la actual coyuntura no estamos ante un mero episodio de luchas sociales y elecciones, sino que caminamos hacia un escenario de disputa del poder, donde los factores subjetivos están en pleno proceso de ebullición [...].”

Contrastemos la opinión de Muro con la observación de Raúl Wiener, columnista del diario La Primera:

“[...] estamos a punto de conquistar un gobierno popular, sin movimientos populares fuertes que lo sustenten. ¿Cómo puede ocurrir algo así? Lo que está claro es que no venimos de un ascenso largo y prolongado que se corona en el poder, como podía haber sido la experiencia chilena de Allende y hasta cierto punto la victoria de Evo Morales en Bolivia. En el Perú lo que hemos tenido es una defensiva dilatada, matizada por agudos e interminables conflictos sin continuidad, que no han podido variar la relación de fuerzas, avanzar las principales demandas sociales y restituir los derechos conculcados.” (Raúl Wiener, El poder cae de maduro, La Primera, 1 de mayo 2011, p. 6).

Estamos más de acuerdo con el segundo autor, cuyo acercamiento refleja de mejor manera la realidad actual de los sectores populares. En cambio, las tesis citadas de Muro, así como otras similares referidas al Perú, descansan en un sobredimensionamiento de la protesta indígena hasta el momento del “baguazo” (5 de junio 2009), que la izquierda sin embargo fue incapaz de articular en un amplio frente político-social antes de las elecciones. No debemos confundir las cosas. Gana Perú es el resultado de una alianza electoral entre el nacionalismo y la “vieja izquierda”, no el producto de una confluencia con las luchas sociales.9/

Tras treinta años de la frustración de la ARI, mediando algo así como 20 años desde la defección de Izquierda Unida, la historia también importa en este caso, pues nos pasa nuevamente la factura (¡nunca dejó de hacerlo!). Con esta izquierda, la realmente existente, el fracaso está asegurado y la derecha a través de sus medios seguirá imponiendo el “miedo” a cambiar y ser verdaderamente libres, atemorizando al pueblo con su furibundo rechazo a permitir que se hagan cambios sustanciales y no meramente cosméticos en la forma como se organiza la economía del país y se distribuye el excedente social.10/

Podríamos concluir parafraseando una reflexión de Quijano. En primer lugar, sin la lucha por reivindicaciones económicas nadie entre los sectores populares puede vivir. Pero solo con el “pliego de reclamos” una creciente mayoría de la población no puede vivir. En segundo lugar, sin dirección política nadie puede vivir. Pero con cúpulas cerradas, sectarias y burocráticamente enquistadas en las organizaciones una creciente mayoría de esa misma población ya no puede vivir.11/

¿Refundar el país? ¿Refundar la República? Primero, y antes que nada, ¡refundamos la izquierda!! ¡Debatir el futuro de la izquierda!! ¡Imitad a los conejos!!

- Antonio Romero Reyes es economista peruano, consultor e investigador en desarrollo regional. Especialista en planificación y proyectos de desarrollo económico local.

 

Notas:

1/ “[...] este 18 de mayo se han cumplido 230 años de la salvaje ejecución de José Gabriel Condorcanqui, Túpac Amaru II, pionero peruano de las independencias americanas, héroe de la resistencia en contra de la opresión y titán olvidado por la historiografía rabiosamente conservadora del Perú. Túpac Amaru, descendiente del inca del mismo nombre, mantuvo en jaque al virreinato del Perú y su ejemplo aterrorizó a la monarquía española.” (Crónica de unas muertes espantosas, Hildebrandt en sus Trece Nº 56, 20 de mayo 2011, p. 29). “Frente a un Túpac Amaru hubo cien Piérolas creando sus propios califatos. Porque el miedo a la libertad no es sólo el título de un libro de [Erich] Fromm. Es la consigna que la derecha le ha impuesto al Perú. Está en su escudo desarmado y en sus genes de vendedores mayoristas de su propio país.” (César Hildebrandt, La vieja indecencia, Hildebrandt en sus Trece Nº 53, 29 de abril 2011, p. 25).

2/ Titular de El Comercio, 7 de junio: “Incertidumbre por falta de señales claras”. Titular de Expreso en la misma fecha: “Bolsa de valores se desploma 12.45%”.

3/ «La “derecha” tiene que hacer una introspección pues pensar que el modelo puede subsistir con una democracia sin partidos y sin instituciones que funcionen mientras ellos ganan dinero a manos llenas es una estupidez supina. Alguien les vendió la idea de que la economía y la política podían tener caminos dispares y que no se afectaría el patrón de acumulación. Son los mismos que creían que ya no existirían los ciclos económicos por el triunfo de la globalización. ¿Ignorancia interesada o ignorancia a secas?» (Miguel Santillana, La derecha no aprende, Hildebrandt en sus Trece Nº 54, 6 de mayo 2011, p. 11).

4/ En el Perú un dicho popular reza así: “El rico vive del sonso y el sonso de su trabajo”. Pero desde que conocemos el fenómeno social del desborde popular, lo opuesto tiene también visos de verdad (que el sonso dejó de serlo porque también vive del rico), pues de qué otra manera podrían haber surgido los “emprendedores” y el empresariado popular que prospera en los conos de Lima y otras partes del país.

5/ Titular de Perú.21: “COGOBIERNO. Humala ofrece seis ministerios clave a Toledo. Economía, Justicia, Transportes, Producción, Comercio Exterior, Educación, BCR y Sunat estarían en manos de técnicos de Perú Posible.” (Lima, 8 de junio 2011).

6/ Para los economistas liberales, y de todas las escuelas que abrazan la economía de mercado, la economía real es la esfera de la producción de mercancías, donde el trabajo es un factor como cualquier otro (es decir, una “cosa” que se aprovecha por su valor de uso). Para quienes nos alineamos en la economía política, crítica y sin concesiones al eurocentrismo y la colonialidad del poder, así como bajo la propuesta programática de un socialismo transformador para el país (cuyo espacio en la izquierda es hoy inexistente), por economía real entendemos el conjunto de relaciones de producción históricamente determinadas. Esta es una categoría vital que sin embargo los “alternativos” dejaron de lado, obviaron, olvidaron o menospreciaron en la formulación de sus propuestas teóricas de otra economía y otro mundo es posible. Una cosa son las relaciones de producción y otra es hablar –desde los documentos del PNUD y el pensamiento de Amartya Sen— del desarrollo humano, donde “el hombre” metafísico (no el hombre social) es colocado en el centro de las relaciones (¡de mercado!). Esto último constituye, en realidad, un rodeo intelectual que nos lleva de regreso al individualismo mercantil y positivista.

7/ El “cholo barato” (donde el concepto de cholo adquirió carta de ciudadanía desde el trabajo pionero de Aníbal Quijano en los años 60) contiene también una dimensión de género: en el Perú las mujeres (pobres, por condición social o clasificación racial) son tanto o más explotadas que los hombres. Cf. el reportaje de Fiorella Palmieri, Ha vuelto la esclavitud, Hildebrandt en sus Trece Nº 53, op. cit., p. 9-11.

8/ Una pequeña muestra de ello, pero representativa por su contenido, fue recogida con el título de “Web-ones fachos” en Hildebrandt en sus Trece Nº 51, 15 de abril 2011, p. 25. Es indudable que antes del 10 de abril la imagen de tecnócrata “exitoso” y de “gringo acriollado” que el sr. Pedro Pablo Kuczynski (PPK) proyectó en las llamadas “redes sociales”, logró deslumbrar e idiotizar a la juventud de los estratos pudientes de Lima que estaba ávida de un liderazgo “blanco”, occidental y pro-norteamericano. En su debido momento, el sr. PPK se prestó al juego del presidente García (se convirtió en su candidato preferido), cuando ya era obvio para todos la “caída libre” de Luis Castañeda, a fin de restarle votos a Toledo y bajarlo a este del liderazgo en las encuestas. Los propios intereses egoístas y megalómanos de Alan García propiciaron, a pesar suyo, la derrota electoral de la derecha en toda la línea.

9/ “Gran parte de las pequeñas fuerzas de izquierda no tuvo ojos para ver un elefante nuevo en el escenario político peruano: el movimiento político indígena con Alberto Pizango como líder de la única oposición real al gobierno de la alianza de la derecha, Alan García y los congresistas Fujimoristas. Los dirigentes cuyo horizonte concluye en las elecciones de 2011 y cuyo mayor logro sería tener una silla en el Congreso a cualquier precio, no quisieron ver la potencialidad política de largo plazo de una alianza con el movimiento indígena.” (Rodrigo Montoya, Izquierda: seguir el ejemplo de los conejos, La Primera, 2 de enero 2011).

10/ “Frente a un Túpac Amaru hubo cien Piérolas creando sus propios califatos. Porque el miedo a la libertad no es sólo el título de un libro de [Erich] Fromm. Es la consigna que la derecha le ha impuesto al Perú. Está en su escudo desarmado y en sus genes de vendedores mayoristas de su propio país.” (César Hildebrandt, La vieja indecencia, Hildebrandt en sus Trece Nº 53, op. cit., p. 25.

11/ Transcribimos la versión original de la reflexión. «En primer término, sin el mercado nadie puede hoy vivir. Pero con solo el mercado una creciente mayoría de la población no puede vivir. En segundo término, sin el Estado nadie puede vivir. Pero con el Estado una creciente mayoría de esa misma población ya no puede vivir. La población atrapada en esas trampas específicas de la fase actual del capitalismo, de un lado, se ve forzada sea a aceptar cualquier forma de explotación para sobrevivir, sea a organizar otras formas de trabajo, de distribución de trabajo y de productos, que no pasan por el mercado aunque no pueden, aun, disociarse totalmente de él. En un lado, por eso, se reexpanden la esclavitud, la servidumbre personal, la pequeña producción mercantil independiente, la cual es el corazón de la llamada “economía informal”. En el otro lado, al mismo tiempo, se extienden formas de reciprocidad, es decir, de intercambio de fuerza de trabajo, y de productos sin pasar por el mercado, aunque con una relación inevitable, pero ambigua y tangencial, con él. Y también nuevas formas de autoridad política, de carácter comunal, que operan con y sin el Estado, y cada vez más, si no siempre, contra él.»Aníbal Quijano, «El laberinto de América Latina: ¿Hay otras salidas?». Revista Venezolana de Economía y Ciencias Sociales Vol. 10, Nº 1, enero-abril, 75-97. Caracas: Universidad Central de Venezuela, 2004, p. 81.

 

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